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Capítulo 17

Resultó que, como Liam ya había predicho, el profesor Lockhart llegó dos semanas más tarde al despacho del director y le pidió permiso para formar un club de duelo. Dumbledore conocía el alcance de las habilidades del hombre rubio, sin embargo la idea en sí era bastante decente y, además, su alumno le había pedido que aceptara.

Es así, entonces, que el viejo director aceptó con la condición de que también hubiera otro profesor en el lugar, para supervisar que no hubiera... contratiempos.

Esto nos lleva a la situación actual. Liam estaba observando con una mirada en blanco a Lockhart y a Snape, que tenían sus varitas en alto. El profesor de DCAO realizó una cuenta atrás y, al finalizar, el hombre de pelo grasiento lanzó un Expelliarmus, enviándolo a volar por los aires.

Entonces se levantó y exclamó que no había estado mal, pero que en un duelo de verdad él habría podido contraatacar. Honestamente Liam odiaba a Snape, sin embargo no pudo evitar felicitar al hombre después de la merecida humillación por la que hizo pasar al farsante.

Luego se les pidió a Harry y a Malfoy que subieran al escenario para un duelo de prueba. Esta era una parte importante en la historia, el joven Doyle sabía que el hecho de que Harry hablara pársel había desatado rumores acerca de que él era el heredero de Slytherin. Potter se había esforzado tanto en la historia original en parte por esto, para demostrar que él no lo era. Por supuesto que en realidad la gente no estaba equivocada, pues Harry hablaba el lenguaje de las serpientes debido a que una parte de Voldemort, el verdadero heredero, se adhirió a él cuando fueron atacados en Godric's Hollow.

El Ravenclaw observó con seriedad como el pelinegro dejaba escapar un silbido ininteligible y la serpiente dejó de moverse, todos los alumnos que estaban en el aula palidecieron, incluso ambos profesores también parecieron enmudecer, sin embargo Snape se recuperó deprisa y, con un movimiento de la mano, la serpiente se desvaneció en cenizas.

Un Hufflepuff del cual no se acordaba miró con una mezcla de miedo y asco a Harry y se marchó corriendo. Los tres amigos también desaparecieron y Liam pensó en seguirlos pero al final decidió quedarse, ya que era mejor si no se involucraba más de lo necesario.

El aura tensa de la sala tardó un poco en desvanecerse, pero finalmente los profesores rompieron el silencio para decirles que se pusieran en parejas para practicar. Curiosamente a Liam le tocó con Neville, que se acercó a él con un leve rastro de terror plasmado en su rostro.

-Hey, Neville! -saludó alegremente -. Parece que nos volvemos a encontrar.

El pobre chico devolvió el saludo débilmente.

-No estés tan nervioso, estamos aquí para practicar después de todo -comentó el Ravenclaw poniendo una mano en su hombro -. Puedo sentir que tienes potencial, demuéstramelo.

El joven Longbottom se relajó visiblemente después de esas palabras, pero su mano aún temblaba cuando sacó su varita. Ambos se pusieron en posición antes de seguir el protocolo de saludo establecido. Y, justo cuando iban a empezar, apareció Snape, quien parecía interesado en el duelo si sus ojos indicaban algo. Dio la cuenta atrás y Liam no se movió, dejando que Neville lanzara temblorosamente un encantamiento de desarme que golpeó el suelo.

Snape soltó un bufido burlón y el Ravenclaw lo miró entrecerrando los ojos.

-Estamos aquí para aprender, profesor -dijo sin aparente cambio en su voz alegre, aunque su expresión era fría -. No debería burlarse de un estudiante.

Severus lo miró cuidadosamente antes de sonreír con unos dientes amarillentos y marcharse a otra parte. Entonces se dio cuenta de que el Gryffindor lo miraba con la boca abierta.

-¿De verdad te atreviste a plantarle cara a Snape? -preguntó incrédulo.

Liam soltó un suspiro.

-Debes aprender a controlar tus miedos, Neville -le respondió -. No te preocupes más por eso, atácame de nuevo.

Volvió a levantar la varita, sin embargo seguía temblando. Esta vez, no obstante, Liam también se preparó. Liberó una parte de su magia y la concentró en Neville, que abrió mucho los ojos y empezó a respirar con pesadez.

-TRES -el joven Doyle exclamó con una voz que resonó en toda la sala y, sin embargo, solo su contrincante pareció escuchar.

Al oír como estaba contando, se cubrió débilmente con la varita como si fuera un muro.

-DOS -el sonido de su voz se intensificó.

-UNO -y la presión de la magia aumentó. Neville ahora veía algo parecido a una aura azulada que rodeaba a Liam, todo lo demás pareció volverse negro.

-Cero -la voz se calmó, sin embargo un sentimiento aterrador presionó de golpe a Neville, que por puro terror lanzó de nuevo Expelliarmus.

Y en ese momento, todo se calmó. El Gryffindor, que ahora estaba de rodillas, levantó la cabeza aterrado, solo para confundirse al ver a su rival dándole una gran sonrisa y con las manos vacías... las manos vacías?

-¿Ves? -cuestionó, y Neville pareció desconcertado -. Cuando sentiste que tu vida estaba en peligro, en vez de intentar huir, como la mayoría habría hecho, tu atacaste. Son las acciones que realizamos inconscientemente las que realmente nos demuestran cómo somos y tú, Neville Longbottom, eres alguien valiente, solo debes trabajar en ello y estoy seguro de que serás alguien destacado en el futuro.

Y en ese momento sonó el timbre que indicaba el final de la clase. Liam sonrió y se fue, dejando a un joven aturdido.

Dos semanas más tarde, el rumor de que Harry Potter era el heredero de Slytherin, se había expandido como el cáncer. Muchos de los estudiantes ahora lo evitaban, principalmente los de Hufflepuff y el mismo chico que huyó el día en el que Harry habló pársel, Justin se llamaba.

Liam recordaba que el basilisco había petrificado al chico en la historia original y él, como buen candidato a basilisco, no iba a quedarse atrás. El chico rara vez se quedaba solo, sin embargo no supuso un verdadero reto para alguien con un En de 400m encontrar el momento adecuado.

El problema era qué hacer para se entendiera que Justin no muriera por mirar al basilisco. En los libros, no murió debido a que lo vio a través de Nick Casi Decapitado, sin embargo Liam en ese momento no tenía ninguna forma de hacerle daño a un fantasma. Así que se encogió de hombros y decidió que usaría el espejo del baño.

Efectivamente, un día en el que el Hufflepuff estaba limpiándose la cara en uno de los lavabos del segundo piso, Liam apareció detrás de él. Necesitaba que pusiera cara de miedo y, sin duda, no lo decepcionó. Finch-Fletchley se giró a toda velocidad soltando un ligero grito.

-Lo siento, pero esto es necesario -comentó sonriente Liam antes de lanzarle una poderosa maldición de petrificación.

Luego acomodó al chico para que no se cayera y se hiciera daño... por supuesto no era para limpiar su consciencia acerca de haber petrificado a un joven de 12 años... De todas formas, luego usó Obliviate, cuando se despertara preferiría que no le contara a toda la escuela que había sido él quien lo petrificó.

Y luego, convenientemente y para nada de acuerdo a sus planes, se acercaba Harry Potter. Volvió a usar la Legeremancia para que el chico pensara que el monstruo quería matar. Se apresuró al baño y Liam, sabiendo lo que ocurriría, siguió con su camino, le tocaba Pociones y no tenía ni un poco de ganas de ver a Snape enfadado.

Antes de las vacaciones, petrificó a un estudiante más: Colin Creevey. Con esto, el Trío Dorado ya se había puesto completamente manos a la obra, intentando descubrir todo lo que pudieran acerca de la leyenda de la Cámara de los Secretos. En diciembre ya empezaron a elaborar la Poción Multijugos, que estaría lista justo para Navidad.

Llegados a este punto, Liam tuvo un poco de tiempo libre, lo aprovechó para intentar cultivarse, sin embargo no dio resultados, como ya esperaba, pero había un lado positivo en todo este meollo! Se le había ocurrido una idea que quizás funcionaría.

Y fue así que, la noche de Navidad, cuando todos los estudiantes estaban en sus propias casas con sus padres o en Hogwarts disfrutando del chocolate caliente y el calor producido por las chimeneas, Liam se dirigió al Bosque Prohibido por segunda vez en su vida.

Si no podía llevar a cabo la técnica que necesitaba para subir al siguiente Reino, necesitaría presionarse para lograrlo, y resulta que el bosque contenía un nido de... acromántulas.

No le resultó dificil encontrarlo, su En las había percibido prácticamente desde que entró a la siniestra foresta. Había cientos... no, miles, el número era preocupante y Liam se preguntó si Dumbledore sería capaz de evitar que algún niño muriera si atacaban todas juntas el castillo. No, no debía preocuparse por eso, Dumbledore ni siquiera necesitaría el tiempo que requiere pestañear para poder acabar con todas.

Por lo que sentía, cada una de las arañas tenía al menos el poder de un mago capacitado, incluso podía notar algunas con un poder similar al de alguien en la etapa del Primer o Segundo Pilar. No se acercó a Aragog, le tenía cierto cariño a Hagrid y no lo haría sufrir de esa forma. Liberó su magia, aunque bastante reducida, para no asustar a las acromántulas.

Empezaron a aparecer de todas partes, él sonrió con ferocidad y su cuerpo brilló en la oscuridad. Sin más tiempo que perder, se lanzó hacia la primera a una velocidad cegadora y la golpeó, provocando que se hundiera en la tierra y no se volviera a levantar. Esa había sido una de las más fuertes, estaba en el Segundo Pilar.

-Aún no... -murmuró Liam para sí mismo, mirándose el puño.

Las hermanas de la araña caída no parecieron asustarse, en cambio se lanzaron todas a la vez. Doyle viajaba a través de cada una de ellas, golpeándolas con sus puños, sin embargo seguía sin obtener lo que deseaba.

-No

-No

-No...

Frustrado, siguió golpeando más y más arañas. Para cuando quiso darse cuenta, la luz le golpeó el rostro, indicando que ya estaba amaneciendo.

Innumerables cadáveres estaban esparcidos por el bosque, pero aunque había luchado contra una miríada de acromántulas, hecho que ni siquiera Gilderoy Lockhart había "hecho" en sus libros, aún seguía sin poder activar su técnica.

-El problema no es que no tenga el talento... -reflexionó -. El problema es que necesitaría estar en una situación de vida o muerte para que funcionara.

Fin del capítulo.

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