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Lo anhelado

Silencio y un oscuro sendero, murmullos apagados por provocaciones que se extinguían tan pronto como elevaban sus intenciones negativas, preguntas de muy poca importancia, conversaciones largas y cortas, comidas insípidas, sueños interrumpidos...

Las estructuras de la antigua contrucción estaba más desgastada de lo que pudieron imaginar y desear, encontrándose con intersecciones bloqueadas por derrumbes que habían ocurrido hace bastante tiempo, teniendo que encontrar o hacer sus propios caminos.

--¿Cómo se siente, señor? --Preguntó Meriel en voz baja.

Gustavo levantó la mirada, despertando de su juego con su mano derecha. Observó de inmediato a su seguidora, tratando de sonreír con naturalidad, por supuesto no funcionó del todo, pues ella había logrado notar cierta incomodidad en sus ojos.

--Podemos detenernos si gusta --Dijo--, no debe forzarse si siente mal.

--No es necesario, me encuentro bien, solo estoy un poco cansado. --Dijo, conteniendo el dolor que experimentaba en su brazo.

La energía de muerte había vuelto a romper sus sellos de contención, pero por la inestabilidad energética en incremento, Ollin le había aconsejado a abstenerse de ocupar magia compleja, por miedo a activar un mecanismo defensivo, teniendo que recurrir a su fuerte voluntad para detener el paso de los pensamientos oscuros, así como para aguantar el tormentoso dolor, en especial el de su brazo derecho.

--Todavía poseo una pócima de recuperación inmediata, si la desea, puedo entregársela.

--Lo agradezco, Meriel, pero no, gracias.

Por error golpeó una piedra salida, tropezando, pero no cayendo, el repentino movimiento despertó aún más el dolor en su brazo, teniendo que apretar los dientes para soportarlo y, dejando apreciar una mueca que muy pocas veces podría ser apreciada en su rostro. Respiró profundo, sonriéndole a la guerrera pelirroja, quién de inmediato brindó su ayuda no necesaria.

--Miren. --Dijo Ktegan repentinamente, sintiendo una grata sorpresa.

Los cinco individuos se detuvieron, observando desde el umbral del pasillo una gran puerta en la lejanía, iluminada tenuemente por piedras brillosas en lo alto de su marco. Se podía notar el desgaste de los años, así como unas cuantas decoraciones de tallados poco visibles, pero los que aún se lograban apreciar, desprendían una sensación de asfixia e imponencia, dejando claro que el poder oculto que algún día tuvo, podría arrodillar hasta al más fuerte. Gustavo desenvainó, sosteniendo su arma con una expresión solemne, en busca de enemigos astutos con sus sentidos agudizados. Ollin tomó la retaguardia, dejando que las dos damas lo protegieran, mientras que Ktegan reforzaba su cuerpo con una pócima de color azul. Avanzaron con lentitud, en una formación de rápida respuesta y, sin un flaco descubierto.

--Con cuidado --Dijo Ollin--, no detecto sellos ofensivos, pero eso no significa que no los haya.

Gustavo asintió al voltear, para inmediatamente regresar su mirada al frente. Su ojo se cubrió de negro de manera involuntaria, observando la oscuridad con mayor claridad.

--Ni lo pienses. --Advirtió Ollin, intuyendo los pensamientos de Gustavo.

--Lo sé, no soy tan tonto. --Sonrió, aunque por su actual decoración facial, la sonrisa parecía más bien siniestra.

El pasillo era demasiado ancho, tanto que no se podría considerar un verdadero pasillo, sino más bien un sendero espacioso, oscurecido en sus orillas y con una atmósfera lúgubre.

Gustavo se detuvo, cosa que imitaron sus compañeros, observó los alrededores con suma atención y, al notar que lo que había sentido no era más que su mente jugando con él, comenzó nuevamente la marcha.

--No encuentro rastro de vida, o de presencias hostiles --Dijo, sin quitar la mirada del frente--, pero no bajen la guardia.

Al cabo de los segundos llegaron a los pies de los cinco escalones que llevaban a la gran puerta, notando un cadáver ya convertido en huesos, acostado y sujetando aún su espada de dos manos, mientras en su pecho descansaba un pequeño cuadernillo de pasta café oscura.

--Pobre bastardo --Dijo Xinia con una mueca--, murió justo a pasos de la salida.

--Respeto --Dijo Gustavo con un tono frío, mientras que con calma se persignaba--. Que Dios te tenga en su santa gloria. --Su tono era frío, calmo y desinteresado y, aunque su expresión representaba lo mismo que su tono, su corazón y pensamientos no eran iguales, no era algo recurrente, pero a veces podía observar a su amigo caído en esos cadáveres que contaban la historia de la valentía, honor y determinación, de ese amigo que había muerto casi al lado de él y, que desgraciadamente no había logrado darle una digna sepultura.

--Han pasado algo por alto --Ollin, como de costumbre rompió el silencio--. Ese humano murió aquí, pero no hay proyectiles en su cuerpo, ni enemigos caídos en los alrededores --Explicó, volviendo su mirada más solemne--, algo me dice que los escalones ocultan una trampa.

--No --Dijo Ktegan al terminar de inspeccionar la tierra, ya que le había llamado la atención la extrañeza de la coloración en algunas partes del suelo--. Murió envenenado.

--¿Envenenado? --Meriel se alarmó, yendo de inmediato al lado de su señor y cubriendo con su mano su boca--. Mi señor ¿Se encuentra bien?

--Lo estoy, ahora por favor, quítame tu mano. --Dijo un poco molesto.

--No es necesario alarmarse, el veneno que lo mató ya perdió su efectividad. --Explicó.

--¿Cómo lo sabes? --Preguntó Ollin.

--Tuve un conocido aficionado a experimentar con venenos y otras cosas --Sonrió al recordar--. Si bien puede que no esté seguro, el veneno que estuvo presente se llama 'Vrils', es muy mortífero, pero su longevidad es mínima, no dura más de un día después de su exposición y, siento que ya han pasado bastantes décadas desde que el desgraciado murió, por lo que no creo que haya un peligro real al avanzar.

Ollin guardó silencio, meditando las palabras del hombre de brazos gruesos.

--¿Confías en él? --Miró al joven, quién asintió con calma--. Bien, entonces no habrá problema para que avancemos.

Todos estuvieron de acuerdo, subiendo el primer escalón con sumo cuidado, pero al darse cuenta que nada había ocurrido, sintieron confianza para subir el siguiente y, así consecutivamente hasta llegar justo enfrente de la gran puerta oscura.

--Déjame a mí.

Le entregó el pequeño lobo, adelantándose y, con una mirada resuelta colocó sus palmas en la superficie de la entrada, concentró sus sentidos, buscando indicios de sellos activos, o mecanismos defensivos y, aunque si los había, solo eran remanentes, no teniendo el suficiente poder para activarse, por lo que incrementó su fuerza, empujando. Por un segundo los presentes sintieron que estaban en presencia de una bestia y, no de un humano, pues su energía e intención mostraba la brutalidad y salvajismo de una poderosa bestia.

La puerta hizo un sonido de desbloqueo, rechinando con pesadez y, moviéndose hacia el frente. Los presentes tragaron saliva al observar el vórtice negro con matices blancos en el interior central, sintiendo un inexplicable sentimiento en sus pechos.

--Vamos. --Dijo al voltear, no dejando ver ni un ápice de duda.

Gustavo asintió, hace mucho había atravesado un vórtice similar y, aunque lo había llevado a un lugar desconocido, había logrado regresar, por lo que ahora que poseía compañeros con él, sentía que el viaje sería menos solitario, fuera el destino que fuera. Respiró profundo y cruzó el umbral. Ollin sonrió, le gustaba esa actitud confiada del humano, por lo que caminó detrás de él. Al ver cómo las dos siluetas desaparecían, el sentimiento inexplicable se hizo más fuerte en sus corazones, pero al saber que nada les esperaba si se quedaban, además de una muerte segura por la falta de alimentos, Meriel se decidió por avanzar, luego fue Ktegan y, al final Xinia, dejando otra vez al corredor en su eterno silencio.

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