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Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 453

Ciudad Tengu era el conjunto de edificios, calles, y casas que se estaba construyendo alrededor del estadio que había construido Kain para los exámenes chunin.

Kain solo construyo el estadio y el acueducto, el resto lo estaban construyendo las personas que llegaban a diario y se unían a la fuerza laboral. Ese era el trato con los nobles y shinobis de la nación del Rayo. Esto a su vez revitalizaba la economía y ayudaba a disminuir la cantidad de indigentes en la capital. Sin embargo, el sistema no era perfecto y esto requería aumentar los niveles de seguridad para poder continuar con los trabajos. Lo que generaba trabajo para los shinobis de Kumo que día a día se iban sumando a la policía de la ciudad dirigida por Kokoro Uchiha.

Este nivel de construcción que ya tenía varias kilómetros de extensión a la redonda no pasó desapercibido y lo que comenzó como una apuesta para ver si el joven Uchiha se rendía y tenía que pagar a la nación del Rayo una enorme compensación, se transformó en el foco de atención de todas las naciones.

Por supuesto, Kain no perdería la oportunidad de presumir a todo el mundo y enrostrarlo lo inútiles que eran. Hasta el momento, Kain había respetado el derecho a gobernar de cada daimio en su respectiva nación y no había intervenido, pero eso no quería decir que no les pusiera presión.

Así que Kain, utilizando el sistema de transferencia, tomo a los daimios y kages y los llevó a ciudad Tengu. Ya había preparado los vehículos para llevar a todos a lo largo de la ciudad, pero algo le molestaba. El daimio de la nación del Rayo no trajo a su esposa como el resto de los daimios, sino que trajo a su hija menor.

La princesa de la nación del Rayo era una joven de catorce años, civil. Jamás había mostrado signos de poseer chakra. La princesa tenía el cabello purpura y la piel morena. Ojos grandes y expresivos. Tenía una nariz pequeña y linda. Su boca era grande y los labios gruesos. Su mirada era relajada, pero a su vez, muy atenta a todo lo que pasaba a su alrededor. Ella llevaba un furisode rojo con detalles florales y un obi negro ajustado a su cintura. Esto último hacia resaltar el tamaño de sus senos, lo pequeña que era su cintura y lo grandes que eran sus caderas.

Sin embargo, lo más significativo, era su sonrisa astuta y el hecho de que no le quitaba los ojos de encima a Kain.

No era el deseo sexual como muchas otras mujeres, era algo más que, combinado con su mirada, daba la impresión de que lo estaba acechando.

Por su parte, Kain era bastante consciente de ella, pero trataba de parecer profesional alrededor de los kages y daimios. Nunca había conocido a alguien así y esto a su vez, le demostraba que, a pesar de todas las mejoras en su sistema, aún tenía enormes falencias.

La princesa de la nación del Rayo tenía la fuerza del alma más poderosa que Kain hubiera visto alguna vez en su vida. En cantidad relativamente exacta, era tres veces a la de Kain.

—Por supuesto— dijo Kain, dándole una fugas mirada a la princesa que, a su vez, tampoco le quitaba los ojos de encima. Él paso por el rostro de los demás daimios y continuo —tenemos los vehículos preparados, cortesía de Motores Hoshino—

Kain se dio la vuelta, miró a Kokoro y ella asintió.

En ese momento estaban en la vereda, con los edificios a los lados siendo poblados por los primeros habitantes. La policía militar resguardando la seguridad y los kages custodiando a sus daimios. Era un gran ejemplo de colaboración, ya que, una cosa era que los kages visitaran otra nación y otra cosa es que sus frágiles daimios se arriesgaran a salir. Era algo que no pasaba en siglos, pero con un poco de labia (cosa que no le faltaba a Kain) fue posible.

Por supuesto, también habían shinobis de la policía de la ciudad resguardando el perímetro, pero esto no aliviaba la incertidumbre de daimios y kages.

Kain había creado un sistema de ondas que anulaba la manifestación del chakra. Se basaba en la mecánica detrás del hechizo del mundo del alma oscura, voto de silencio. Lo cual, puso a más de uno de los kages nervioso. El propio Hiruzen a un lado de Yahiko, daimio de la nación del Fuego, parecía demasiado incomodo.

—Disculpe, Kain-sama— dijo el daimio de la nación del Agua.

—¿Sí, daimio?— preguntó Kain pasando a ver al daimio, era un hombre de estatura promedio, cabello rubio y rostro pálido. En muchos aspectos, tenía cierto parecido con Gengetsu, pero no llevaba ese pequeño mostacho tan característico del mizukage.

En muchos sentidos, un daimio subía a su posición porque tenía un vasallo-aliado que lo respaldaba. En pocas palabras, si en estos momentos cambiara el kage, cambiaría el daimio. Así también le sucedió al hermano del daimio actual hace un par de años, cuando Gengetsu y el clan Hozuki se las arreglaron para matar al anterior mizukage y debilitar al clan Yuki.

—¿Con respecto al chakra?— preguntó el daimio.

—Oooh, eso, no se preocupe. En estos momentos ustedes vienen conmigo y yo personalmente estoy garantizando su seguridad. Si llegara a suceder algo, tomare la responsabilidad—

—Como puede ser tan irrespetuoso— murmuro una mujer por detrás del daimio

—Lo soy porque puedo ¿Quiere desmentirlo? Inténtelo— dijo Kain con una sonrisa burlona

La mujer lo miró con odio. Llegaba un hermoso kimono purpura. Madura y bonita. Tenía el cabello oscuro, largo hasta la mandíbula. Venía de buena familia, así que su rostro era atractivo y sus labios sensuales.

La mujer miró a Kain con odio, pero Kain solo sonrió y eso hizo ruborizar a la mujer, pero ella lo oculto soltando un bufido y mirando en otra dirección para que los demás no se dieran cuenta de su rubor.

Kain se mantuvo tranquilo, sonriendo, sus ojos se movieron entre los daimios observando sus expresiones y quien podría tener una actitud sospechosa. También analizo a Onoki, Gengetsu, Jin, Hiruzen y Shamon, pero salvo por el molesto Onoki que siempre estaba desconfiando de todo el mundo, el resto estaba tranquilo. Era la confianza que le tenían a Kain.

—Con respecto al chakra, no tienen nada de qué preocuparse. En estos momentos, ciudad Tengu se puede considerar territorio neutral— dijo Kain con tranquilidad y gesticulando con las manos —exceptuando por la policía de la ciudad, nadie puede utilizar chakra—

—¿Pero ellos no son parte de la nación del Rayo?— preguntó Hiruzen y el resto de los kages lo miró. Hiruzen se sintió incomodo y agacho su sombrero rojo de Kage para que ensombreciera su rostro.

Kain miró a Hiruzen y le dijo —hoy contamos con mil efectivos en toda la ciudad. Cada uno de ellos a jurado lealtad a la ciudad y a su vez, han recibido un sello hecho por mí. Por supuesto, esto no es un juramento arbitrario donde yo he dicho "todos ustedes me obedecerán". Es un juramento sobre los estatutos de la ciudad, los cuales podríamos decir que es el siguiente paso en los estatutos de gobierno y administración que creo Tobirama Senju—

Todos escuchaban a Kain, incluso la misteriosa princesa de la nación del Rayo. Sus bonitos ojos con el iris rojo estaban puestos sobre Kain como si estuviera evaluando su estado físico y sus palabras.

Kain continuo —el sistema funciona así: Primero, se le hace leer a cada miembro de la policía los estatutos de la ciudad y una vez que él está de acuerdo, yo le coloco un sello para que él proteja con su vida los estatutos de la ciudad. Lo segundo es esto—

Kain señalo a un policía y le hizo el gesto con la mano para que se acercara —muéstrame tu habilidad— dijo. El policía con la chaqueta táctica blanca y el emblema de shuriken celeste en el pecho, asintió, hizo sellos de mano y manifestó chakra del tipo viento alrededor de su cuerpo. Kain asintió y continuo —ok, ahora corta el suministro de chakra y entrégame tu placa por unos segundos—

El policía así lo hizo y cuando desactivo su habilidad, se quitó la placa en el centro del shuriken celeste en su chaqueta táctica blanca y se la tendió.

Kain recibió la placa y dijo —ahora trata de manifestar tu habilidad—

El policía asintió, junto sus manos, hizo sellos de manos, se llegó a poner colorado de tanto esfuerzo, pero al final soltó un suspiro y negó con la cabeza.

Kain sonrió, se acercó, le coloco la placa al policía y le dio unas palmaditas en el pecho —muchas gracias, lo hiciste muy bien— dijo.

El policía sonrió y asintió —de nada, Kain-sama— dijo. Como siempre, la gente que rodeaba a Kain lo tenía en gran estima y los que lo conocían un poco lo tenían muy alto en su escala de admiración. El policía hizo una reverencia, después una reverencia a los kages y daimios, se dio media vuelta y volvió a su posición inicial.

Kain se dio la vuelta y miró a los kages. Todos estaban intrigados por saber cómo funcionaba dicha tecnología, pero les faltaba al menos cincuenta años de avance tecnológico y estudio para siquiera poder entenderla. Al menos, Kain había creado la tecnología con la intención de que no se pudiera superar en ese lapso.

Kain llevó la mano derecha a la manga izquierda de su haori blanco y sacó unas placas —ahora, Gengetsu— dijo y le lanzó una placa. Después le la lanzó una a Onoki, Jin, Shamon y al último a Hiruzen —no se las pienso colocar. Es una para cada uno, hecha con su firma de chakra para que solo ustedes la puedan utilizar. Sin embargo, no hagan estupideces o se llevaran una desagradable sorpresa—

Los kages quedaron mirando sus placas. Tenían el emblema de su villa respectiva.

Gengetsu se colocó la placa en el pecho y trato de realizar una técnica de desplazamiento con su kekkei genkai. Él se convirtió en agua y se movió por el suelo hasta detenerse al lado de Kain. Después el agua se reformulo y Gengetsu volvió a su forma original. Este último miró a Kain y sonrió —bonito truco— dijo

Kain sonrió y le dio unas palmaditas en la espalda.

Gengetsu miró a Onki, espero a que manifestara su levitación y una vez que descendió, Gengetsu le dijo —Onoki, atrápala—. Él se quitó la placa y se la lanzó.

El resto de los daimios y sus esposas los miraban.

Onoki atrapo la placa y se quitó la suya. Él le tendió su placa al daimio y se puso en el pecho la que le lanzó Gengetsu. Onoki intento utilizar la placa, pero esta vez no funciono.

—Esto es un gran poder y cada uno de ustedes es responsable de cada placa. Es mi buena voluntad y la confianza que deposito en cada uno de ustedes— dijo Kain.

Todos lo miraron.

—Claro ¿Y no creaste un plan de respaldo?— preguntó Gengetsu

Kain miró a Gengetsu y sonrió —claro ¿Te gustaría intentarlo?— preguntó

Gengetsu sonrió, le gustaba Kain, era un mocoso ingenioso —claro ¿Por qué no?— preguntó.

Kain asintió.

Gengetsu miró a Onoki, este último le lanzó la placa y Gengetsu la recibió. Él se colocó la placa en el pecho, se apartó varios metros y de repente, su cuerpo se comenzó a inflar.

—Mizukage-sama— se escuchó una voz femenina y metálica —usted no se encuentra en una situación de peligro, así que su uso de tales niveles de chakra se considera una violación a los estatutos—

Todos miraron los alrededores y vieron que entre Kain y Gengetsu apareció una figura luminosa con forma femenina.

—Mizukage-sama— dijo la entidad luminosa —se le da una segunda advertencia— pero Gengetsu seguía inflándose y perdiendo su forma humana. Los kages se pusieron delante de sus daimios y el pánico llenó los alrededores.

La propia policía de la ciudad se puso en posición de combate.

Al instante siguiente aparecieron dos demonios tengu hechos de energía azul trasparente y se colocaron a los lados del Gengetsu. Cada demonio tengu estiro su mano y consumieron el chakra a una velocidad vertiginosa. Gengetsu volvió a su estado normal y los demonios tengu lo apuntaron al cuello con una lanza de luz. Lo cual dejo que fluyera una pequeña gota de sangre de cada lado y esto a su vez, sorprendió a los kages que conocían el tipo de kekkei genkai que tenía el clan Hozuki.

—Oye, oye— dijo Gengetsu con una sonrisa incomoda mientras levantaba las manos en señal de rendición —solo te estaba ayudando—

—Sí, lo sé, pero tú te ofreciste— dijo Kain —tienes que entender que la ciudad se protegerá y protegerá a los habitantes basándose en los estatutos. Por supuesto, incluso si quisieras utilizar tu pistola de agua, lo que haría la ciudad sería proteger a los individuos y después capturarte por romper los estatutos ¿Te gustaría intentarlo?—

Gengetsu sonreía, pero por dentro se preguntaba que eran estas criaturas y sus armas hechas de energía azulada que lo pudieron herir con tanta facilidad. Es como si su kekkei genkai no lo pudiera proteger.

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