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Mundo Shinobi - El fin de la paz - 128

Mientras Kain luchaba con Kazuhiko, sus amigos acampaban en un gran bosque. Era de noche, el cielo estaba estrellado y el viento se movía con intensidad, agitando el fuego de la hoguera. Al mismo tiempo, las ramas de los árboles se mecían y crujían en la misma intensidad. Mientras tanto, Hiruzen, Akane, Kaoru y Sakumo estaban sentados alrededor de la hoguera. Kaoru y Akane sentadas juntas y cubiertas bajo una misma manta, pensando en el día de mañana y en lo que vendrá.

Por otro lado, Sakumo estaba sentado al otro lado de la hoguera, sacándole filo a su espada con una piedra de afilar. Ya llevaba más de una hora realizando el molesto sonido del roce metálico. Por lo general, Akane le diría que se detuviera porque la estaba poniendo nerviosa, pero ni ella ni él estaban preocupados por el ruido. Tenían miedo y preocupación, sobre todo miedo. Ya que, si se equivocan en algo, pueden quedar atrapados dentro de la fortaleza. Ellos son fuertes, al menos, eso lo saben. Sin embargo, existe un límite en el número de enemigos que pueden enfrentar.

Por otro lado, Hiruzen sentados entre las niñas y Sakumo, miraba la hoguera y de vez en cuando, miraba a los niños que lleva en esta misión. Ninguno había alcanzado la mayoría de edad. Ni hablar de Kaoru que solo tenía nueve años. Hiruzen le daba vueltas a la información recordando que, si todo sale mal, se enfrentaran a ocho jounin, diez chunin y un centenar de genin. Sin contar que su contacto dentro de la fortaleza les notifico la presencia de un Elite. Si solo fuera él estaría bien, pero desconoce cómo van a reaccionar los niños una vez que se enfrenten a tal escenario. Ellos son fuertes, pero si entran en pánico se volverán un peso muerto. Si resulta así ¿Qué hará en ese momento? ¿Priorizar la misión o rescatar a los niños?

-Saru-san- dijo Kaoru al lado de Akane -no tienes que estar tan nervioso. Es solo mirar y retirarnos sin luchar ¿Cierto?-

Hiruzen hizo una pequeña sonrisa al notar a la niña de afable mirada y rostro inocente. Sus ojos claros la hacían ver como si estuviera ciega y sus mejillas sonrosadas la hacían ver adorable. Sin embargo, si las cosas se ponían malas, Hiruzen contaba con su fuerza. Mucho más que con el sharingan de Akane o la espada de Sakumo.

-Ojalá fuera todo tan fácil- dijo Hiruzen con una sonrisa suave, tomo una rama y movió los leños de la hoguera sacando chispas -ya tienes que saberlo, siempre ocurren imprevistos-

-Y siempre hemos salido adelante, como esa vez que Akane-chan golpeo de forma tonta a un guardia de un castillo. Eso activo las alarmas y nos persiguieron hasta que salimos del castillo. Fue una suerte que Sakumo-chan hubiera logrado tomar el pergamino que necesitábamos-

-Oye- dijo Akane con el ceño fruncido y le quito la manta con que cubría a ambas -eso solo fue un desliz, pequeña traidora-

-Akane-chan, uno no debe olvidarse de los errores- respondió Kaoru con una expresión inocente -es necesario estudiarlos para poder ser mejor-

Akane bufo hacia un lado y se cruzó de brazos.

Sakumo miró a las dos y puso una sonrisa burlesca -así es, todo salió bien gracias a mi- dijo

Akane miró a Sakumo y le dijo en tono molesto -cállate, todavía recuerdas a la hija del mercader que estaban espiando tú y Sarutobi. Gracias a ese escandalo casi tuvimos que cancelar la misión-

-Eso solo fue un desliz- dijo Sakumo ofendido, miró hacia otro lado, pero sus mejillas ruborizadas delataron su sentimiento de vergüenza. Solo iban a comprobar que la muchacha de prominentes curvas estaba desarmada como aparentaba.

Hiruzen se tapó la boca con la mano y tosió para cambiar de tema -será mejor que pensemos en cómo vamos a entrar, el pasado no puede ser cambiado, pero el presente si lo podemos moldear-

-¿Eh?- dijo Akane con una sonrisa burlona -que sabio y conveniente ¡pervertido de armario!-

-Maldito Kain- mascullo Hiruzen mirando hacia otro lado, ya que él le había puesto tal apodo.

-Yo creo que, en vez de ir con planes rebuscados- dijo Kaoru -deberíamos entrar por el frente, como si fuéramos comerciantes o refugiados. Una capucha ayudaría-

Akane frunció el ceño y le dijo -el único problema es que tus ojos resaltan demasiado- dijo

-Puedo hacer de ciega, me cubro los ojos con una venda y listo- dijo Kaoru con una sonrisa -he visto durante muchos años a Naoko-okaa-sama y tengo la seguridad de poder imitarla-

-¿Eeeeh?- dijo Akane con una sonrisa juguetona –"Naoko-okaa-sama" todavía no es tu suegra, pero la llamas así. Que niña más linda y obediente-

Kaoru agacho la cabeza mientras sus mejillas se tornaban rojas. Akane estiro su mano y le peino el cabello, encontrándola súper linda como una pequeña imouto.

-Moe-moe- dijo Sakumo desde el frente, con una gran sonrisa divertida

-No me molesten- dijo Kaoru, se enfurruño y miró hacia otro lado mientras se cruzaba de brazos.

-No te enojes- dijo Akane con una gran sonrisa. Estiro su manta y arropo a Kaoru, después la abrazo y la atrajo a su pecho.

Sakumo sonreía al verlas tan unidas y soltó un suspiro -bueno, lo que sea- dijo -si alguien tiene una mejor idea que Kaoru-chan, que la diga-

-¿Y tú? Haz un esfuerzo- dijo Akane frunciendo el ceño

-Ya sabes que no soy el cerebro- respondió Sakumo levantando los hombros

-Puro músculo-

-Cállate y piensa en algo-

-Sarutobi- dijo Akane, pasando su vista desde Sakumo a Hiruzen -¿Alguna solución? ¿No te dio alguna pista nuestro contacto?-

Hiruzen negó con la cabeza y dijo mirando al suelo -nuestro contacto era un "comerciante ambulante". Como estuvo tranquilo durante meses y solo estuvo observando lo que pasaba en la superficie, jamás lo encontraron-

-Saru-san inútil- dijo Kaoru aun enfurruñada

-Cierto, cierto, Sarutobi inútil- dijo Akane mientras asentía

-Es lo que hay- añadió Sakumo levantando los hombros

Hiruzen levanto la cabeza y los vio poner caras de resignación. Agacho la cabeza en una actitud cabizbaja y se prometió en el futuro tener un equipo de niños más respetuosos con sus mayores.

-Bueno, yo creo que lo qué podemos hacer es seguir adelante y pasar como refugiados- dijo Akane mientras abrazaba a Kaoru -por ahora la fortaleza debe estar en su modo "zona de comercio" así que debe estar abierta a todo el público-

-Sí, es lo más probable- dijo Kaoru, apenas visible bajo la manta

-Vamos con eso. Ahora, el tema es ¿Como vamos a salir de ahí?- dijo Sakumo apuntando con la espada dentro de la vaina y deslizando el metal hasta guardar la hoja por completo. Después dejo la espada a su derecha, apoyada sobre la piedra en la que estaba sentado y estiro sus manos para absorber el calor de la hoguera.

Los tres miraron a Hiruzen y él hizo una mueca de resignación. Al mismo tiempo, los tres soltaron suspiros.

-Saru-san inútil-

-Cierto, cierto-

-Es lo que hay-

Hiruzen sintió que los tres comentarios eran grandes piedras que caían en su cabeza y lo hacían sentir deprimido. Ya ni siquiera quería hacer esta misión. Mocosos insolentes, pensó.

Al otro día, ellos se levantaron temprano y utilizando un jutsu de tierra para crear un agujero, tiraron todas las cenizas y rastros de su acampada. Después taparon el agujero con otro jutsu hecho por Hiruzen y quedó como si nunca hubieran acampado. Después de eso, avanzaron con dirección norte hasta salir del bosque. Para ese momento eran las nueve de la mañana y el cielo estaba despejado.

Una vez que dejaron atrás el bosque, solo quedo una larga pradera de grandes pastizales que alcanzaban el metro de altura. A unos mil metros al oeste había un camino de tierra. Hiruzen camino al frente, seguido por Akane que llevaba a Kaoru de la mano. Esta última llevaba los ojos vendados e iba realizando su actuación de ciega. Se veía muy natural en sus gestos, sobre todo cuando alguien le hablaba y ella inclinaba la cabeza como apuntando con su oído. Un gesto que aprendió de la propia Naoko.

Sakumo iba al final, como si fuera un joven guardaespaldas. Gracias a esto, pudo seguir llevando su espada en la espalda en vez de guardarla en un pergamino de sello.

Una vez que llegaron al camino de tierra, avanzaron durante media hora en completa soledad y solo a la hora, paso gente en caballos y carrosas. Como Akane se veía bonita, le ofrecieron ayuda, pero nunca la acepto. Era cierto que la fortaleza era un puesto de comercio, pero no cualquiera se aventuraba por estos lugares. Así que era más seguro mantenerse alejado de los "comerciantes".

Después de medio día de viaje, vieron en lo alto de una colina una gran fortaleza. De apariencia redonda y tan grande que abarcaba casi todo el ancho de la colina. Era más o menos, todo un distrito de Konoha. Las murallas se elevaban veinte metros del suelo, por fuera tenía una apariencia liza para que fuera difícil de escalar y daba la apariencia de ser muy sólida, como si pudiera aguantar cualquier asedio.

-Bueno, podemos asegurar que es el lugar- dijo Hiruzen -todo está hecho con jutsus de tierra-

Kaoru activo su byakugan y su visión viajo por más de mil metros hasta llegar a las grandes murallas -es verdad, es una inusual construcción. La mitad de la muralla es sólida, la otra mitad parece una bodega y barracas para los shinobis-

-Oye, pero si Kaoru puede ver tan lejos…- dijo Sakumo como si se le hubiera ocurrido una gran idea

-Creo que un grupo de gente parada en las planicies llamaría mucho la atención- dijo Akane mirando hacia atrás de soslayo -Además, debemos buscar documentos o algún rastro de inteligencia que nos indique algún movimiento extraño-

-¿Cómo armas?- pregunto Kaoru

-¿Eh?- pronunciaron los tres

-Las bodegas y las barracas están llenas de armas hasta el techo- dijo Kaoru

-¿Qué más? Sigue mirando, tienes los ojos cubiertos, así que tu byakugan no resaltara- dijo Hiruzen

-Solo puedo ver una gran cantidad de armas. Por otro lado, la carreta que va por delante de nosotros, a unos quinientos metros, también va llena de armas-

Hiruzen tomo una profunda respiración. Con esto podía confirmar muchas dudas y podía volver, pero si lo hacía sin llevar ninguna prueba definitiva, solo sería una opinión y no un hecho.

-Sigamos, debemos hacer esto-

-Sí- respondieron los tres al unísono

-Sin embargo- añadió Hiruzen -solo yo me moveré por la ciudad. Si encuentro alguna pista pediré ayuda a Akane y Sakumo para infiltrarse. Kaoru solo vigilara y mapeara la fortaleza de principio a fin con su byakugan-

-Pero yo puedo ayudar, Saru-san-

-No. Kaoru, tu misión será buscar una forma de sacarnos de ahí. Tienes dos días para eso. Si en ese tiempo no encuentras una forma de salir, saldremos lo más rápido posible aun si no encontramos nada y tenemos que improvisar-

-Haré mi mejor- dijo Kaoru llena de determinación. La misión era importante, pero para ella era más importante proteger a sus amigos.

De esa manera, todos siguieron avanzando hasta llegar al gran portón de acceso a la fortaleza. Los shinobis en la entrada, cinco genin, registraron las pertenencias y de paso le avisaron a Sakumo que si andaba peleando con su espada lo meterían a la cárcel. Sakumo solo sonrió y los guardias lo ignoraron al instante, tomándolo por un niño idiota.

Una vez que pagaron la tarifa para poder entrar a la fortaleza, entraron a las transitadas calles de la fortaleza. La gran calle que atravesaba la ciudad y conducía al centro, estaba adoquinada de principio a fin. Al lado derecho de la calle se elevaban grandes galpones que funcionaban como caballerizas y bodegas para los comerciantes. A lado izquierdo, estaba la zona residencial, donde empezaba con grandes casas de tres pisos y a medida que se iban a alejando de la avenida, las casas eran más pequeñas.

Después de caminar cien metros por la avenida principal, esta se dividió en dos, separando las vías por una larga feria en el centro. Lugar donde vendían todo tipo de alimentos.

En el centro de la ciudad, se elevaban un gran castillo con forma de pagoda en su parte superior. Se veía fuerte y resistente, según la información que recibió Hiruzen, era el municipio de la fortaleza. En los primeros dos pisos estaba la aduana y las oficinas administrativas. En el tercero piso la sala de mando de la milicia y en el cuarto piso, vivía el administrador y el shinobi de elite.

Hiruzen condujo a los niños pasando por al lado de feria, mirando todos los tipos de alimentos que vendían. Habían algunos tipos de frutas raras que Akane tuvo la intensión de comprar, pero fue regañada por Kaoru. No era el momento ni el lugar. Pasaron por entre medio de una multitud de personas. Unos eran transeúntes normales, otros eran promotores de diferentes tipos de servicios. Algunos les ofrecían llevarlos a una tienda llena de productos con descuentos. Otros llevarlos a un lugar de placer. Otros trataban de llevarlos a un hotel, con el compromiso de que sea el mejor de la ciudad. Sin embargo, Hiruzen solo avanzó y los niños ignoraron a todos los promotores.

Llegaron a un hotel de tres pisos, hecho de madera y de apariencia simple. Pidieron dos habitaciones, una para los chicos y otra para las chicas. Por todo eso, Hiruzen pago diez mil ryos (cinco mil por dos días de alojamiento y otros cinco mil como deposito por si ocurre algún desastre). Al mismo tiempo, el dueño del hotel, un hombre de barba y prominente pansa tomo una buena mirada de Akane y Kaoru, pero al rato las dejo de mirar y los condujo a sus habitaciones. Les entrego las llaves y les advirtió que, si hacían algún destrozo, perderían el depósito.

Una vez que Kaoru y Akane se quedaron solas en su habitación, Kaoru se sentó en una cama y dijo -este es un mal lugar, Akane-chan. La ciudad entera fue hecha con chakra y jutsus-

Akane se sentó en la cama del frente y respondió -no hay nada que hacerle Kaoru-chan. Solo podemos seguir adelante-

Kaoru asintió y siguió vigilando los alrededores con su byakugan.

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