-¡Que terrible! no te preocupes Yorshka, yo te protegeré- dijo Elizabeth mientras abrazaba a Yorshka. Esta última le contó cómo ese hombre, Sulyvahn, la había aprisionado. Ella le dijo que su hermano un día (mucho antes de que ese hombre se proclamara pontífice) se empezó a sentir mal. También le contó que antes de eso, ella vivía de forma pacífica con su hermano. Los guerreros de la Espada de la Luna Oscura se contaban por cientos, sin embargo ahora no quedaba ninguno. Su hermano había sido aprisionado en la parte superior de Anor Londo y a ella, la pusieron en esta torre. Apartada de todo el mundo, sin capacidad de ver a su hermano.
Yorshka se ruborizo, tomo una de las manos de Elizabeth y le respondió -Es un poco solitario aquí, sin embargo ya no me siento tan mal. Ahora tengo una amiga- entonces las dos sonrieron.
Kain por otra parte, estaba apoyado en la barandilla que rodeaba la torre. Sonrió ante tal acto de amistad y después miro al resto de su grupo. Todos estaban descansando, Orbeck estaba sentado en el piso mientras leía, Yennefer se resguardaba en la parte interna de la torre, al parecer dormía. Habían pasado ya varias horas desde que llegaron. Kain en un principio quería irse, sin embargo no tuvo corazón para abandonar a esta niña, Yorshka. En este lugar no habían escaleras ni formas de bajar. Solo un balcón, una silla, una niña dragón y un pequeño espacio dentro de la torre. Era un lugar solitario, sin compañía, sin salidas. Pensó que debió ser duro vivir aquí. Esta niña Yorshka, no se ve como alguien madura, ni mucho menos intelectual. A lo mejor es una diosa como ella dice, sin embargo es muy inocente para entender su situación.
Mientras Kain pensaba esto. Elizabeth le decía algo a Yorshka, las dos asintieron, se rieron y después, Elizabeth fue a ver a Kain. Ella lo miro con ojos de cachorro abandonado y le pregunto -jefe ¿te puedo pedir algo?-
Kain tomo una gran respiración, se paró derecho y le pregunto -¿Qué necesitas Eli?-
Elizabeth con los pies juntos, moviéndose de lado a lado, como si fuera el baile de una serpiente ,miro a Kain, de vez en cuando bajaba la mirada, hasta que se armó de valor y le dijo -Bueno, veras. Yorshka es la capitana de las Espadas de la Luna Oscura, yo soy su sub capitana, y, me preguntaba si podías unirte a nuestro grupo. Somos solo dos. Como te puedes dar cuenta, somos muy pocas-
Kain tomándolo como un juego, acepto, miro a la dragona que los veía algo avergonzada. No obstante, en su expresión se reflejaba como crecía la anticipación. Kain pensó que estas dos granujas estaba tramando algo, pero mirándolas como a niñas, lo dejo ser y les siguió el juego -¿Qué tengo que hacer?- le pregunto mientras mostraba una sonrisa paternal.
Elizabeth lo tomo del brazo y lo llevo frente a Yorshka. Esta última se quedó callada, miro al suelo, no supo si lo que hacía estaba bien, pero recito unas frases -por favor, arrodíllate- Kain siguió sus órdenes y estiro su mano. Yorshka continuo mientras posaba la suya sobre la de él -Si con este pacto prometes convertirte en una sombra del padre Gwyn y la hermana Gwynevere, una espada que dará caza a los enemigos de nuestros Señores, entonces te otorgaré la protección y el poder de la Luna Oscura-. Kain asintió, Yorshka por otra parte lo miro a los ojos, tomo su mano y le transmitió algo de su energía. Después de eso ella dijo -ahora eres una de las Espadas. Demuestra tu compromiso y te seguiré bendiciendo-
Kain asintió una vez más y se levantó. Él vio como Elizabeth y Yorshka se tomaban de las manos con una sonrisa complicidad. Kain negó, se dio la vuelta y volvió a la barandilla. Allí miro a la distancia. De vez en cuando le daba una mirada a las dos amigas y presenció como otros dos se unían a esta compañía. Después de eso, Yorshka tenía una sonrisa feliz. Hacía comentarios sobre su hermano, dijo que él estaría muy orgulloso de ella y que estaba más cerca de su meta.
-Ahora lo único que me falta es matar a ese odioso hombre- comento Yorshka para sí.
Pero Elizabeth cayendo en cuenta de todo lo que había pasado le dijo -Yorshka, ya lo matamos. Cuando recién llegamos a Irithyll lo encontramos. Quiso pelear contra nosotros, pero lo matamos entre los tres-
Yorshka tomo una de las manos de Elizabeth, le pregunto mientras la miraba a los ojos, llena de esperanzas -¿es cierto?¿realmente lo mataste?-
Elizabeth asintió. La joven dragona se levanto de la silla. Era casi el doble de Elizabeth, pero igual se agacho y le dio un apretado abrazo. Su rostro reflejaba la felicidad. Se sentía menos pesada. Se pregunto así misma ¿Cuánta dicha se puede acumular en un día?. Encontró una amiga, ella la libero de ese hombre y pudo incrementar sus tropas. Elizabeth le devolvió el abrazo, después de un rato se separaron y siguieron conversando.
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-Señor- dijo Yorshka mientras miraba a Kain. Ella le dio la mirada de una niña. Inocente, llena de esperanza pero con temor a ser rechazada -Quisiera pedirle algo-. Al lado de ella estaba Elizabeth, que también miraba a Kain con algunas expectativas.
Sin embargo, Kain estaba tranquilo. Sino era nada serió podría pensarlo, pero conociendo el estatus de la joven dragona, no sería tan simple. Él asintió y dijo -adelante, dime, lo pensare y te diré si lo puedo hacer-
Yorshka puso una tenue sonrisa y le pregunto -¿puede usted ir a ver a mi hermano? Supuestamente estaba enfermo cuando ese hombre me dejo aquí-
Kain la miro a los ojos, pensó que esos ojos llenos de inocencia serían un problema. Además, si él recuerda bien, en el diario de ese hombre, estaba escrito que le dio de comer los restos de un dios o mejor dicho, lo que quedaba de una diosa a una cosa. Kain tomo una gran respiración y sin ganas de tomar este trago amargo le dijo -a tu lado tienes a la campeona de las cenizas, puedes pedirle eso a ella-
-Sí, pero usted es su maestro. Dígame ¿le dará permiso?-
-Nunca lo ha necesitado. Ella puede ir y venir cuando quiera. Solo está a mi lado porque le estoy ayudando, eso es todo. No me gusta atar el destino de las personas. No como…- la última parte se la guardo, no lo quiso decir pero era claro. No como a los dioses, que les encanta atar a los humanos a sus estúpidas reglas.
Yorshka en su inocencia, solo escucho la parte que le convenía. Asintió y miro a Elizabeth. Esta última a su vez, emitió un sonrisa llena de confianza y le dijo -déjamelo a mí. Iré a ver a tu hermano y lo traeré-
Las dos amigas compartieron una última sonrisa de complicidad y se despidieron. Kain fue a despertar a Yennefer. Orbeck por otra parte se levantó, estiro sus piernas y su torso para sacarse la pereza.
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Mientras Orbeck le daba vueltas al dispositivo que elevaba la torre, Elizabeth le daba la última mirada a su amiga. La nieve se sentía más fría que de costumbre y el balcón de la torre le pareció un lugar solitario. De repente quiso decirle a Yorshka que la acompañara, sin embargo se cuestionó si tendría la fuerza para protegerla. Elizabeth soltó un suspiro y sintió la cálida palma de Kain sobre su cabeza. Ella cerro los ojos, se concentró en este cálido sentimiento. Por otro lado, Kain le dijo -es mejor que espere, ya viste cuan fuertes son los caballeros. Sería peligroso para ella-. Elizabeth asintió y escuchando el rechinar del mecanismo, la torre subió.
Ahora estaban llegando a la parte superior de la gran construcción. Era tan alto, que las nubes que cubrían Irithyll quedaron por debajo de la torre y el cielo nocturno se veía estrellado. Todo era hermoso, casi poético. Sin embargo, Anor Londo, la ciudad de los dioses, parecía desierta.
Cuando Kain y compañía llegaron a lo más alto, pudieron ver una construcción que se erguía majestuosa. Un puente de roca solida conectaba la torre con el camino. Todo era de roca sólida, y aunque antiguo, parecía que el tiempo no había hecho mella. El camino se extendía por diez metros y después conectaba con unas escaleras que se elevaban por cincuenta metros. Después de eso había un amplio descanso que antecedía a las puertas del castillo. Porque eso era lo que parecía. Mas que una capilla, más que un mausoleo, más que una prisión, parecía un castillo. Majestuoso, alto y sublime. Parecía que relataba la grandeza de una época ya olvidada..
Kain y compañía vieron que en el camino había una hoguera. Mas allá, a la mitad de las escaleras, había un caballero de plata. Y en la parte superior, donde terminaban las escaleras había otro. Elizabeth y Orbeck dieron un paso adelante. Los dos se miraron, miraron al objetivo y otra vez se miraron. Orbeck soltó un suspiro y le dijo -quédate con el caballero de las escaleras. Yo me quedo con el que está más arriba-. Elizabeth asintió, saco su espada, la imbuyo en magia y fue corriendo a pelear contra el caballero de plata. Este último sin hacer ningún ademan, imbuyo su espada en el electricidad y la ataco dos veces de forma consecutiva. Elizabeth a su vez, lo esquivo hacia los lados. Tuvo cuidado con el filo, pero el apretado ceño entre sus cejas, relataba que la electricidad la había alcanzado. Ella esquivo otro ataque mientras esperaba la oportunidad. Calculo su movimiento, lanzo dos dardos del alma que se colaron por el casco del caballero. Este a su vez se tapó la cara y mientras estaba distraído, Elizabeth aprovecho de apuñalarlo por la espalda y asestarle otro dardo en la cabeza. El caballero quedo mareado, movía su espada sin ritmo ni orden. Elizabeth apretó su puño, canalizo su magia y lanzo un gran flecha del alma. El caballero cayo y se desintegro. Sin embargo, la armadura se quedó. Elizabeth la examino, miro a Kain y este asintió.
Orbeck por otra parte, camino lento pero seguro. Llego a la parte más alta de las escaleras, hizo un ademan, como quien se presenta delante de otro caballero. Como si estuviera en un duelo. El caballero de plata corrió frenético hasta Orbeck, tomo su lanza y lanzo una poderosa estocada. Orbeck se movió rápido, paso por su lado y acercando su bastón, le lanzo una flecha en la cara. El caballero retrocedió aturdido. Orbeck aprovecho, tomo distancia y lanzo una gran flecha del alma. Con el impacto, el caballero fue enviado a piso. Trato de recomponerse pero Orbeck empezó a lanzarle un dardo tras otro. Así siguió por un rato hasta que el caballero se pudo levantar. Cuando quiso contra atacar, Orbeck lo esquivo otra vez y generando un poderoso dardo, lo golpeo de lleno, abatiendo al caballero.
Kain y compañía estaban conformes. Por otro lado, Yennefer se quedó atrás, algo perturbada por la fuerza que Elizabeth y Orbeck habían alcanzado. Se miro la mano y se preguntó porque no podía. La llamaron prodigio en la escuela de hechiceros. La llamaron la señora del espacio y el tiempo. Sin embargo, la magia de este mundo la superaba. Solo podía emitir un pequeño dardo. Sin embargo, antes de que se siguiera lamentando, todos su pensamientos fueron interrumpidos. Kain puso su mano sobre la de ella. Yennefer lo miro. Kain asintió y le dijo -déjalo ser, solo tienes que seguir esforzándote. Hay gente que nació con talento. Los otros tenemos que forjarlo-. Yennefer asintió con un leve rubor. Ambos apartaron sus manos y fueron a donde estaba Elizabeth.
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Elizabeth llevaba bajo su brazo un casco de plata con cuernos y mientras sus emociones corrían a toda velocidad, le dijo -¡jefe! Quiero que esta parte de aquí la apreté, achique aquí, ajuste las hombreras. Aaaa, también si puede, le haga algún grabado. A lo mejor, el de las Espadas de Luna Oscura. Podría también ocupar un poco de esas escamas de titanita. A lo mejor darle algunos colores diferentes al metal. Me gusta el verde-
Kain por otro lado se agarraba la sien. Tomaba prolongadas respiraciones tratando de no marearse con tantas indicaciones por segundo. Se pregunto si esta niña pensaba que era fácil remodelar una armadura. Además, esta cosa era muy pesada para ella. Soltó un exhalación y le respondió -ya veremos, ten paciencia-. Elizabeth asintió de manera vigorosa y con una sonrisa emprendió el camino hasta dónde estaba Orbeck. Kain y Yennefer la siguieron. En el camino Elizabeth empezó a tararear una cancioncita y cuando llego al frente de Orbeck, choco los cinco. Ambos discípulos estaban conformes con el resultado de sus combates.
Kain dejo a los discípulos con su mundo y siguió avanzando. En la entrada había una puerta de diez metros de altura, a sus costados habían estatuas de caballeros de plata. La puerta en sí era de metal, por su color parecía de oro, pero conociendo a los dioses, no sería algo tan ordinario. Kain trato de empujar las puertas, sin embargo estas no cedieron. Entonces Kain llevo a su grupo a deambular por todo lugar. En el ala derecha encontraron algunos minerales y un caballero de plata. En el ala izquierda encontraron el cuerpo de un gigante. Kain lo ignoro, y fue por el ascua en su mano. Continuó recogiendo los otros minerales que habían alrededor y le dio un mirada al gigante. Lo encontró peculiar, se preguntó como permitieron dioses, que este gigante forjara en tal lugar. Negó y siguió "tomando" todos los metales preciosos. Ahora tenía otra meta cuando volviera. Debería hacer anillos para poder llevarse todo lo que necesite.
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Kain subió por unas escaleras y salió al lado izquierdo de un gran recepción. Por lo menos media cincuenta metros por veinte de ancho. Se encontró posicionado en un balcón, unos cuatro metros por sobre el suelo de la recepción. Por su posición, pensó que este lugar estaba detrás de la gran puerta. Era una gran espacio cubierto por nada más que pilares. En el balcón, frente a ellos, habían cuatro clérigos, estaban a unos diez metros. Llevaban túnicas purpuras con bordados de oro. Kain pensó que algo raro pasaba con ellos, solo llevaban un candelabro. Sin embargo, cuando sin previo aviso le dispararon fuego, entendió la razón. El fuego le golpeo la mano, le hirió sus carnes pero no le quemo. Algo extraño había con esa piromancia. Entonces curioso, quiso saber más. Sin embargo, en ese momento Elizabeth se lanzó al combate. En un pizpas los venció. Miro con una gran sonrisa de satisfacción, pero cuando vio una criatura peluda saltar por la recepción, grito con espanto. Kain miro en la misma dirección, sus ojos se abrieron en una expresión de incredulidad. Tomando rápida reacción, no espero. Entonces creo fragmentos de cristal, los imbuyo en caos y ataco. De dos golpes le arranco las patas, sin embargo la criatura aún se retorcía. Reptaba por las escaleras que conducían al balcón como si fuera una serpiente. Kain a su vez, colocó un último cristal contra la cabeza de la criatura y le dio fin. Elizabeth se desplomo cual marioneta pierde sus cuerdas. Kain por otra parte no pensó que tal cosa pudiera existir. Era como una araña, pero tenía un rostro humano, con una boca llena de colmillos. ¿Cómo podía haber nacido de forma natural tal cosa?. No era posible, debería haber sido otra jugarreta de los dioses. Kain tomo otra respiración, encendió su visión espectral. Vio que habían por lo menos cinco clérigos más. También varias criaturas amorfas. Miro a Yennefer y Orbeck y les dijo que se hicieran cargo.
Después, Kain siguió por el balcón y alcanzo a Elizabeth, colocándose en cuclillas la miro a los ojos y le dijo -no lo vuelvas a hacer. No sabíamos su número, ni que magia ocupaban, tampoco era claro su posición ¿entendido?-
-Sí señor- dijo Elizabeth cabizbaja. Kain le tendió la mano y la ayudó a ponerse de pie. Ellos miraron desde el balcón, como Yennefer y Orbeck limpiaban. Eliminaban las cosas amorfas y a los clérigos. Después de eso, Kain y Elizabeth bajaron hasta la recepción, se unieron al grupo y fueron a la hasta el final de la recepción. Ahí había otro salón. El suelo estaba cubierto de un fango oscuro y el viento entraba por las ventanas abiertas. Kain miro una vez más con su visión espectral y se dio cuenta de que en este fango, había una criatura escondida.
-Prepárense, hay algo en el suelo- dijo Kain poniendo en alerta a sus aprendices.
Los tres se prepararon y emitieron sus magias listos para el combate. Al parecer la criatura también sintió el flujo de la magia, porque al instante emergió desde el suelo. Su rostro estaba cubierto por una máscara con puntas, similar a un sol. Su cuerpo era delgado, pálido y refinado. Sin embargo, el problema venía con su parte inferior. Era como un gusano negro desde la cintura hacía abajo. Kain lo siguió mirando cuando sus discípulos se lanzaron a luchar contra la criatura.
Orbeck les dio soporte desde la distancia, mientras Yennefer y Elizabeth se lanzaban a atacarlo. La criatura lanzo magias, como pequeñas luciérnagas que pululaban a su alrededor. Las persiguieron a las muchachas hasta chocar contra las columnas de la gran habitación. Mientras ellas evitaban la magia, Orbeck bombardeaba a la criatura. La hacía sangrar, sin embargo la criatura se sanaba con la misma velocidad. La criatura hizo aparecer un arco, lo apunto al cielo pero las muchachas lo empezaron a apuñalar. La criatura dejo caer el arco y reptó emitiendo chillido, se alejó y se ocultó en el fango. Después volvió a salir, ahora llevaba un bastón y su cuerpo emitía fuego. Kain lo miro extrañado, pero siguió mirando el combate de sus discípulos y la criatura.
-o-
Los tres discípulos estaban cansados y jadeando en el suelo. Tenían algunas heridas en el cuerpo, pero nada serió. Ellos se sentían como en una racha ganadora. Por el alma y las cenizas que consiguió Elizabeth, pudieron intuir que era un señor de las cenizas.
Kain examino el alma, miro a Elizabeth y le pregunto -puedo extraer un milagro o un arco ¿Cuál prefieres?-
Elizabeth tomo una gran respiración, pensó durante un momento mientras miraba al techo y dijo -como esa cosa se comió al dios Gwyndolin. El único consuelo que le puedo dar a Yorshka es entregarle el arco. Por favor, extrae el arco-
Kain la miro algo sorprendido, le pregunto -¿ya lo sabias?-
-Sí, desde el principio. Pero no tuve corazón para contarle la verdad. Prefiero decirle que llegamos tarde para ayudarlo, que su hermano murió de la enfermedad. Siempre será mejor que decirle "tu hermano fue comido por una criatura"-
Kain asombrado por la madura respuesta de Elizabeth, asintió. Después se concentró en el alma y extrajo el arco. Se lo entrego a Elizabeth que lo apretó contra su pecho.
-o-
-¿Esto es todo lo que quedo?- pregunto Yorshka con ojos sin vida.
-Había un monstruo- dijo Elizabeth en un tono bajo -que custodiaba a tu hermano. Cuando llegamos ya era tarde. Ni siquiera pudimos escuchar sus últimas palabras. Esto fue todo lo que había en la habitación-
Yorshka asintió, apretó el arco contra su pecho y se quedó sentada, muda, estática, como si se hubiera vuelto de roca. Por otro lado, Elizabeth se sentó en el suelo frente a Yorshka y la esperó. Deseaba que su amiga se recuperara, pero eso sería para otra ocasión al parecer, a lo mejor para otro día o quizá, para otra vida. La melancolía se sentó entre las dos y convirtió a Irithyll, la ciudad de la nieve, en la ciudad del hielo.
-o-
Ya habían pasado cinco horas desde que Yorshka se comportaba como estatua. Ella después de todo este tiempo, cayó en la cuenta de que Elizabeth estaba frente a ella. Yorshka recomponiendo su rostro le dijo -Elizabeth, por favor, ve a descansar. Déjame sola. Además, como una Espada de la Luna Oscura, haz hecho una gran contribución, toma esto, es un milagro que reforzara tu espada-
Elizabeth al borde del llanto, asintió. Ella le dio un abrazo a su amiga y camino con su grupo hasta la hoguera. De esa forma termino este viaje.
-o-
Una semana había pasado. El grupo de Kain se había quedado haciendo sus propias cosas. Elizabeth entrenaba sola, lo mismo Orbeck y Yennefer. Sin embargo la primera de los tres estaba sola por otro motivo. Se sentía mal por su amiga, así que les pidió que la dejaran sola. Kain por una parte accedió, pero Yennefer de vez en cuando la molestaba. Le preguntaba cosas y conversaba. Todas cosas superfluas que hacían reír a Elizabeth, pero después de un tiempo, ella le pedía de forma amable que la dejara. Entonces Yennefer volvía a sus cosas. Orbeck por otra parte no molesto a nadie. Solo entrenaba hasta dominar el dardo que le enseño su maestro. Él tenía una meta, a lo mejor no podría alcanzar la magia de cristal, pero eso no era un impedimento para tomar todo lo que le quitaron. Kain a su vez se hacia una idea de lo que Orbeck quería hacer, pero no lo detuvo. Todos tenemos derecho a elegir nuestro destino, incluso si este nos lleva a la ruina.
-o-
Hoy era el octavo día desde el fin de la travesía hacia Irithyll. Kain no había visto a Eric, el otro latente, que al parecer ya no lo era. Layla le contó que la última vez que lo vio fue hace una semana. Sin embargo, no hubo más noticias de él después de esa visita. Kain estaba sentado con Layla mientras ella le contaba estas cosas. A su alrededor se podían ver las escaleras que quedaban próximas a la hoguera del santuario.
-¿Qué crees que paso con ese muchacho?- pregunto Kain.
Layla negó mientras se estrujaba las manos con nerviosismo. Miro hacía al herrero pero no emitió ningún juicio. Kain capto esa extraña expresión. Era como si Layla supiera que si ninguno de los campeones servían, ella sería desechada. Kain se preguntó ¿era eso posible?¿no eran las guardianas criadas para apoyar a los adalid de la ceniza?. Mas dudas nacieron en el corazón de Kain. Después de eso llevo a Layla a la casa y almorzaron con los discípulos. Kain sintió que algo raro se movía en el corazón de cada uno, pero lo dejo ser. Era su elección, él no los forzaría a nada ni les marcaría un camino.
En una repentina reacción, Elizabeth dijo -quiero ir a ver a Yorshka-
Kain sonrió de forma casual y le dijo -puedes ir cuando quieras. No tienes que preguntarme, solo avísame a dónde vas para saber dónde recoger tus huesos, perdón, tus cenizas-
-Eres malo, jefe- dijo Elizabeth mientras estiraba su pie por debajo de la mesa para darle un punta pie. Lamentablemente no le atino y Orbeck frunció el ceño y le dio una mirada molesta. Ella con una sonrisa amigable le dijo -perdón, no te quería pegar-. Pero Orbeck solo gruño y siguió comiendo. Después de esa comida, los tres se fueron a hacer sus cosas.
En la tarde, Orbeck encontró a Kain en el puente que unía a las dos torres. Vio cómo su maestro miraba a las montañas que se dilucidaban más allá del santuario. Eran hermosas, altas, con hermosas coronas blancas, sin embargo considerando el estado del mundo, Orbeck pensó que serían un páramo desolado. Orbeck se acercó a Kain con un rostro apologético. Se sentía mal por lo que quería hacer, sin embargo él pensó que tenía que hacerlo. De lo contrario el mundo nunca cambiaria.
-Maestro- dijo Orbeck en un tono bajo, suave, sin apuros ni vigor.
Kain lo miro de soslayo. Le dio una sonrisa amable y le dijo -dime lo que quieras decirme. Es tu vida Orbeck, tu propio destino. Si no te mueves por ti mismo, entonces no te muevas. Pero si te vas a mover, si vas a luchar, si vas a vivir, muévete por tu propia voluntad, incluso hasta el amargo final-
-Voy a volver a la escuela de dragones-
-Dales una buena lección-
-Así lo haré. No te preocupes, no te dejare en vergüenza-
-o-
Otra semana llego a su fin. Orbeck se había ido y Elizabeth no volvió. Kain estuvo todo este tiempo con Layla y Yennefer. Aunque nada paso, sus tiempos a solas se prolongaron. Yennefer descubrió más cosas que le gustaban de Kain. Mientras que Layla gano unos ojos y un alma. Kain se los entrego, le dijo que los había encontrado hace tiempo. Ella le dijo que le servían, que eran objetos importantes para una guardiana. Sin embargo, le comento que los ojos le daban miedo. Kain le dio algunas palabras que le dieron el valor. Gracias a eso, Layla ahora veía. Se maravillo con las grandes montañas. Con los vividos colores del cielo. Con el verde del pasto y con el suave café de los árboles.
Ella estaba parada en el puente, a su lado estaba Kain. El viento le mecía el pelo. Podía ver como entre las grietas de las rocas habían pequeñas lagartijas. Este mundo le gusto, también le gusto el rostro de Kain. Un viento fuerte la empujo, él la tomo por las caderas para que no se cayera. Ella a su vez se abrazó a Kain. Lo miro fijo a los ojos, hasta que Kain la beso. Ella no supo que hacer, nunca le mencionaron esta acción. Sin embargo, nunca supo si era bueno o malo, después de un rato no se lo cuestiono. Siguió a Kain y también lo beso.
-o-
En la tarde, Layla se quedó en el santuario, mientras que Kain se fue a la casa. Ahí encontró a Yennefer, en el comedor. Estaba sentada bebiendo vino. Kain se sentó frente ella y se sirvi�� un vaso.
-Felicitaciones- dijo Yennefer. Tenía un rostro triste que trataba de recomponer una sonrisa amigable.
-¿Por qué estas tan triste?- pregunto Kain
-No, veras. No lo sé. Pero no me siento bien. Dejemos afuera mis sentimientos. Dime ¿no sabía que te gustaban las mujeres maduras?-
-Layla no es tan madura. Ella solo tiene unos cinco años más que tu-
-Mmmm, bueno, lo que sea. Yo, no soy tu tipo ¿cierto?-
Kain soltó una exhalación y le dijo -no es que no seas mi tipo, pero eres inmadura. Además, en unos meses más te vas a ir. ¿Tiene alguna relevancia?-
Yennefer asintió, se tomó el vaso de vino de un solo trago y se puso pie, camino hasta Kain y lo tiro de una mano. Kain soltó una exhalación. La tomo en brazos y la llevo a la habitación.
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Yennefer acariciaba el pectoral de Kain. Los dos estaban abrazados en la cama. Ella le pregunto en un susurro -dime ¿tuviste muchas amantes?-
Kain soltó una risita. Pensó en darle una respuesta basado en lo que ella dijo en un principio, pero se guardó esas palabras y trato de ser sincero -en esta vida no. Solo tuve una esposa. Ella lo fue todo-
-Pero tú. No, déjalo, los hombres son mentirosos- entonces ella le dio la espada. Él por otra parte sonrió y la abrazo por la espalda, le beso el cuello y le respondió -te digo la verdad. Solo tuve un esposa. Dime ¿Qué necesidad tengo de mentirte?-
Ella se dio la vuelta, lo miro desde los labios hasta los ojos. Lo beso y él a ella. Compartieron una última ronda y volvieron a este mundo. Al mundo donde necesitan luchar.
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En la noche del mismo día, Kain comía con Layla y Yennefer. El ambiente se sentí un poco raro, así que Kain trato de alivianarlo -Layla ¿no haz sabido nada de Elizabeth?-
-No, se fue hace tiempo. Creo que lo mejor sería ir a verla-
Yennefer asintió y le dijo -te acompañare-
Kain asintió. Terminaron de comer. Layla se quedó durmiendo mientras que Yennefer y Kain fueron a Anor Londo.
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Yennefer y Kain llegaron a Anor Londo, La ciudad sin dioses. Ellos caminaron hasta la torre. Kain movió el mecanismo y alcanzo la plataforma transparente. Caminaron hasta la torre y ahí estaba la capitana y la sub-capitana. Ambas miraban al cielo sin emitir una palabra.
Kain camino hasta ellas y les pregunto -¿Qué hacen?-.
Elizabeth puso una sonrisa y le dijo -nada, solo conversábamos-
Kain asintió y miro a la capitana. Noto que parecía cabizbaja, pero en buen estado. Entonces tomando la iniciativa, camino hasta ella y se arrodillo como la primera vez. Ella tomo su mano y le pregunto -espada de la Luna Oscura ¿a qué vienes?-
-¿Por qué no vienes con nosotros al santuario? Si es por viajar, siempre te podemos acompañar-dijo Kain
-No puedo. Este es el lugar de la capitana. Además, no creo que haya lugar para mí-
-Siempre lo podemos hacer- dijo Elizabeth entusiasmada.
Sin embargo, Yorshka negó -no gracias. Ya lo he decidido. Ahora, Elizabeth ¿haz pensado en mi petición?-
Elizabeth negó. Su labios se apretaron y grandes lágrimas cayeron por sus mejillas. Ella le respondió con una voz quebrada -lo siento, no lo puedo hacer-
Yorshka con una sonrisa que resplandeció cómo la misma luna le dijo -gracias amiga mía. Este momento de mi vida ha sido duro, pero contigo a mi lado, ha sido más llevadero. No te preocupes, este es mi deseo-
Elizabeth asintió, miro a Yennefer y le dijo que la acompañara. Ellas se fueron y dejaron a Kain con la capitana.
Yorshka viendo que Kain aún no se levantaba, le dijo -espada de la Luna Oscura, cumple tu última misión y dale a tu capitana la paz que necesita-
Kain asintió, se puso de pie y emitió la segadora de almas. Yorshka a su vez le dijo -adelante. Solo fui una herramienta, ahora he perdido mi razón de ser. Por último, te quisiera pedir que cuides de mi amiga ¿puedes prometerme eso?-. Kain asintió, Yorshka cerró los ojos con un sentimiento de alivió y no sintió nada. Kain estiro su mano izquierda para colocarle un sello a su mente para que de esa manera, no sintiera dolor. Después le clavo la espada.
De esta forma, Yorshka, la capitana dragona, termino sus días en Irithyll.