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20

—¿Qué sucede aquí, mamá? — le preguntó Juliana.

—¿Por qué está ella aquí?— pregunté bajando el arma.

—Mírame, mamá. ¿Eres parte de esto? 

—Perdóname por haberte mentido, todo fue por tu bien. No debiste haber averiguado sobre esto, Juliana— dijo Sofía.

—¿Por qué no le explicas lo que está sucediendo, Daniela?— preguntó mi padre.

—¿Daniela?— pregunté confundido.

—¿Puedo hablar a solas con ella?— preguntó Sofía.

—No, quiero escuchar que le digas todo— respondió mi padre.

—Es cierto que no soy tu madre; fuiste parte de un plan entre Leonardo y yo, para así quedarnos con la empresa de Andrew Miller. Mi nombre no es Sofía, es Daniela. He trabajado por más de 24 años con Leonardo; soy parte de su organización. El plan consistía en enamorar a Andrew Miller y hacerle creer que iba a tener un hijo con él, para así quedarnos con parte de su empresa y luego eliminarlo, pero nada salió como esperamos. 

—Dile la razón— comentó mi padre.

—Estaba supuesta a matarte cuando termináramos con el plan, pero …— mi padre la interrumpió:

—Te encariñaste del objetivo y de la cria...—añadió mi padre.

Daniela bajó la cabeza, y lágrimas bajaban por la mejilla de Juliana.

—¿Todo fue una mentira? — preguntó Juliana, secando sus lágrimas.

—Yo no puedo tener hijos y, la idea de ser mamá me hizo ver una nueva oportunidad de cambiar; por eso quería alejarte de todo lo malo y que no tomaras las mismas decisiones que he tomado yo, Juliana. 

—Las personas como nosotros no cambiamos, Daniela. ¿Crees que algo como el amor puede cambiar todo lo malo que has hecho? ¡Que estupidez! — soltó mi padre.

—Hicimos un trato, y era que me quedaría contigo mientras que no interfirieras en los planes, pero al saber la verdad, todo se complicó— dijo Daniela.

—¿Por qué nos separaron, papá? — le pregunté.

—Siempre he querido un varón. Vi la oportunidad de tener a alguien de confianza para el negocio  y, creí que me darías buenos resultados, pero no fue así. He fracasado en enseñarte — respondió indiferente.

—¿Solo me utilizaste para matar a ese viejo? 

—Ese era el plan. Jamás imaginé que buscarían información a mis espaldas; ni sé cómo llegaron a esa conclusión de las pruebas, pero fue una mala idea. 

—¿Quiénes son nuestros padres?— preguntó Juliana.

—Murieron hace años— añadió Daniela.

—¿Los mataron?— pregunté.

—Sí, eran unos bebés cuando todo eso sucedió y, decidimos utilizarlos para lograr nuestro objetivo. Su verdadera madre se llamaba Sofía. 

—¿Y nuestro padre?— pregunté.

—Julian. 

—¿Por eso me llamaste así? — preguntó Juliana.

—Sí. 

—De nada sirve hablar de muertos — comentó mi padre.

—¡Cállate, viejo maldito! ¡Son unos mentirosos!— gritó Juliana molesta.

Owen le agarró el brazo, evitando que Juliana caminara hacia ellos. 

—Quédate quieta, Juliana. Ahora no hagas esto, por favor— le pidió Owen.

Mis sobrinos comenzaron a llorar por el escándalo que había y Juliana trató de acercarse a ellos, pero mi padre sacó el arma y le apuntó.

—¡No le apuntes a mi hija con eso! — añadió Daniela, parándose frente a él.

—Las reglas del juego son muy claras, pero parece que aún después de tantos años, aún no las comprendes. Yo no te mandé a encariñarte. Las personas son tan frágiles y débiles, que son capaces de dejarse llevar por algo tan estúpido e innecesario como el amor. Eso no te va a producir el mismo dinero que ganas en los negocios; eso es sólo una pérdida de tiempo. 

—Agarren a mis sobrinos —les dije en un tono bajo a Juliana y a Owen.

Sujetaron en sus brazos a mis sobrinos, mientras que Daniela estaba discutiendo con Leonardo.

—Miren a la pared y, no importa lo que escuchen, no den la vuelta — les pedí.

Asintieron con la cabeza y se voltearon.

—Yo no voy a interponerme más, pero me voy de aquí. No voy a presenciar esto— dijo Daniela, y caminó detrás de los dos hombres de mi padre.

—¿Por qué ese cambio tan repentino, Daniela? — preguntó Leonardo.

Daniela me hizo una seña y seguí sus indicaciones. Antes de que Leonardo le disparara, le disparé en su hombro derecho, haciendo que dejara caer el arma al suelo. Daniela se encargó de los dos hombres, antes de que lograran sacar sus armas.

—Me di cuenta tarde de tu señal, Daniela. Lo siento— le dije.

—No importa— ambos le apuntamos a Leonardo. 

—"Cría cuervos y te sacarán los ojos"— dijo Leonardo tosiendo.

—Así es, este es el cuervo que criaste a base de engaños y mentiras.

Leonardo cayó de rodillas mientras sujetaba su hombro y, Daniela le dio una patada al arma que estaba en el suelo para alejarla de él.

—¿Piensas matar a tu padre, John? ¿Hasta aquí llegaste?

—Me entrenaste para no sentir nada. ¿Acaso fue para este momento, papá? 

—Eres un traidor y un malagradecido. Luego de todo lo que hice por ti, así me pagas.

—¿Por mi? ¿Qué hiciste? ¿Enseñarme reglas estúpidas para utilizarme como se te dio la gana? Mataste a mis padres y me alejaste de mi hermana. Me has hecho ser esta persona para tu beneficio. Yo solo quería tener una vida normal. ¿Sabes por qué hacía todo lo que decías? Porque yo sí te respetaba y te veía como un padre. Mi hermana tenía razón, solo fui una herramienta para ti. Ahora te toca a ti ser el plato de los perros y rendir cuentas en el infierno — le apunté en la cabeza.

Dentro de mi no podía sentir nada. Era el momento de cerrar por completo ese capítulo lleno de mentiras y engaños. Siempre lo vi como un guía, alguien que me enseñó a ser lo que soy y, como un padre; aunque estuviera lejos de serlo. Aprendí mucho de él y, quizá si estoy algo agradecido. Ahora que llegó el momento de ponerle fin a esto, no pensaba dar marcha atrás. Es el momento de liberar a mi hermana y mis sobrinos de esto; es el momento de no pensar en lo que era o en lo que me he convertido, era el momento de acabar con todo lo que podía representar un peligro para Juliana y su familia.

Sabía que tomar esta decisión sería levantar una guerra de la cual no podría salir luego, pero aún así, sería capaz de todo por ella. No quiero que siga este patrón y, que a la larga, ella termine contaminándose como yo.

—¿Qué pasa, hijo? ¿No puedes disparar? — sonrió.

—¿Eso crees?— sonreí, y halé el gatillo.

Bajé el arma y caí de rodillas. Acabo de condenarme más de lo que ya estaba. No me sentía arrepentido porque todo lo hice por ella, pero aún así, un sentimiento extraño, quizá de soledad me arropó por completo. Necesitaba dejar ir a esa persona a la que me aferré por tantos años, porque ahora todo llegó a su final.

—¿Estás bien?— me preguntó Daniela. 

—Sí— me quedé mirando el cuerpo de Leonardo.

¿Así de patéticos se ven todos al morir? Algún día  me veré igual, pero con seguridad puedo decir, que no será ahora.

—Tenemos que sacar a Juliana de aquí, no quiero que vea esto— dijo Daniela en voz baja.

—Tienes razón — me levanté del suelo, y guardé el arma en mi pantalón—. Escúchenme, necesito que cierren los ojos y me dejen sacarlos de la habitación.

Los llevé a la sala y salí junto a Daniela a verificar que no hubieran más hombres afuera, y efectivamente no había nadie más.

—Necesitaré que se muden de aquí, yo pagaré los gastos— les dije.

—¿Puede regresar esa gente? — preguntó Owen.

—No lo sé, pero será mejor prevenir. 

—Juliana... — Daniela se trató de acercar a ella, pero retrocedió.

—No te acerques— le pidió.

—Mantenga su distancia, por favor— le pidió Owen, y Daniela bajó la cabeza.

—Perdóname, Juliana, yo te juro que no quería lastimarte; solo quise protegerte de todo esto. Siempre te vi como una hija, y sé que no merezco tu perdón, y es muy egoísta pedirte esto, pero no me alejes de ti. Eres lo único que tengo, lo único que me importa. Yo te amo, Juliana— su rostro se llenó de lágrimas.

—Vámonos, Owen— le pidió Juliana,  caminando a la puerta de entrada.

—Gracias por lo que hiciste, supongo que te debo una, Daniela— me giré hacia ella.

—Todo sea por ella. Perdóname, John. Perdóname por todo ese daño que les causé.

—No soy quien para juzgarte ahora. Olvida todo lo que pasó, es lo mejor para todos — bajé la cabeza, y salí de la casa.

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