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Akira

Me crucé con Kanji en el pasillo de la oficina.

—No sé para regresaste ahora, deberías quedarte lejos por el bien de lisa y de tus hijos.

—¿Y a ti qué te pasa? Me voy por un tiempo y ya te crees dueño de la barca, ¿o qué?

—No me creo dueño de nada. Lo digo por el bien de todos. Creo que estás muy tarde para querer recuperar el tiempo perdido.

—Oh, ¿Me lo dices tu, Kanji?

—Sí, no te quiero cerca de lisa.

—Parece que te has dejado influenciar por sus encantos. ¿Qué pasa, Kanji? ¿Te quieres hacer el buen hombre frente a ella?— reí.

—Ese dejó de ser tu problema el día que te largaste y la dejaste.

—Con tu comportamiento puedo notar que andas aún tirándole la labia a mi mujer, parece que no te ha quedado claro, que ella es de mi propiedad. No te olvides que es mi esposa.

—Ella no es un objeto, así que deja de tratarla como tal. Te recuerdo que tú esposa era Lisa, no Leiko; te recuerdo también que la abandonaste junto a tus hijos.

—No es tu problema, y no te metas en mi camino, no me hagas recordarte que tenemos una cuenta pendiente.

—Siempre tan divertido, Akira. No has cambiado nada. No me hagas recordarte que me importa una mierda tú, y tu maldita cuenta pendiente. Si quieres solucionarlo, puedes comenzar en este momento. Más que nadie odio las amenazas, al menos si hablas demuéstrame de qué eres capaz.

—Así de gallitos se pusieron tu hermano y tu sobrino, ya vez como terminaron. Parece que planeas terminar igual a ellos. Ya te lo advertí, si me entero que estás buscando acercarte a mi corderito, no voy a tener lástima cuando me toque torturarte.

—Uy, que serio. Deberías sonreír más, te sienta mejor que tanta seriedad, te pondrás viejo antes de tiempo — me dio una palmada en el hombro y sonrió—. Toma mi consejo y aléjate de lisa. Buen día, socio— Kanji siguió caminando.

Llamada telefónica

—Te dije que dejes de estar molestando mientras estoy en este puto viaje. ¿Ahora qué mierda quieres?— le dije a Hisa.

—No me trates así. No sé a qué clínica puedo llevar a nuestro bebé, Akira. Dijiste que no se podía a una clínica publica.

—Te dije que resuelvas ese puto problema sola, no me hagas perder el maldito tiempo en algo tan estúpido— colgó la llamada.

Hisa

¿Qué puede ser tan importante y que lo tenga de mal humor? Él nunca me trata así, ¿Será que tiene a alguien más? Tengo que saberlo.

Lisa

El día ha pasado muy lento y me he encontrado con Akira casi todo el maldito día, así no podré superar nada. Quisiera poder controlar el corazón, pero cada vez que lo veo, es como si olvidara todo lo que hizo. Me acostumbré a perdonar todo, aún cuando no merecía perdón. No puedo dar mi brazo a torcer, no podría perdonármelo, y mis hijos tampoco lo harían. No puedo causarle ese daño a Kaori.

Estábamos en la sala de conferencia con todos los ejecutivos importantes de la empresa, discutiendo temas del centro comercial.

—Tenemos que organizar una presentación para la nueva tienda que está a punto de inaugurar dentro del centro. Necesitamos conseguir una forma de llamar la atención al público— comentó Kanji.

—Sé podría añadir una pequeña presentación frente a la tienda o contratar mujeres profesionales que llamen la atención, alguna modelo o actriz que vista esas prendas de ropa— sugerí.

—¿Por qué no se presenta usted en la presentación? Lo más probable llame más la atención para ir a la tienda— comentó Akira sonriendo. Veo que incluso comenzará su ataque frente a todos. No dejaré que me íntimide ese imbécil.

—¿Por qué no se presenta usted? Lo más probable llame la atención de todas las mujerzuelas que se encuentran en el centro comercial, incluso les des un extra, digo, eso es lo que hace la mayoría del tiempo, ¿No es así, Sr. Akira?

—Dígamelo usted, más que nadie debe saberlo, Srta. Leiko — sonrió descaradamente.

—No nos salgamos del tema, por favor— interfirio Kanji.

—Discúlpeme, Sr. Carter. Puede proceder.

Según terminamos la pequeña reunión, Kanji se me acercó.

—¿Quieres ir a cenar esta noche?

—No creo que sea conveniente, Kanji.

—Quiero mantener tu mente ocupada, lisa.

—Se que me quieres ayudar y te lo agradezco, pero no quiero que ese loco te haga algo. Ya viste cómo está de directo.

—No tienes que cohíbirte por ese imbécil.

—Creo que él me mandó a seguir y eso me preocupa, no sé aún como dio con mi casa.

—A menos que uno de los empleados se lo haya dicho.

—Lo averiguaré, no quiero infiltrados en mi casa, y menos si son de ese demonio.

—Te ayudaré. Pasaré a buscarte esta noche a la misma hora de siempre.

—Gracias, Kanji.

Salí de la sala de conferencia en dirección a mi oficina, cuando me taparon la boca y me metieron al baño a la fuerza. Me solté y vi a Akira. Cerró la puerta del baño con seguro y se paró frente a mi.

—¿Qué mierda haces?— pregunté agitada. Estaba muy asustada al tenerlo tan cerca. Parece que no se va a cansar de hacerme estás cosas—. ¿Te has vuelto un acosador? — le pregunté, tratando de no mostrar mis nervios.

—Quería recordarte el extra del que mencionaste, ya que parece que lo olvidaste, corderito.

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