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—No le haga nada a mi novio, se lo ruego—  suplicó Elena.

—¿Vas a sacrificarte por él?

—Déjala ir a ella— pidió Takeshi.

—No estás en posición de dar órdenes.

—¡Ella está embarazada!

—No es hijo mío, ¿Por qué me debe importar eso a mí?

—Sabía que no tenías escrúpulos, pero meterte con una mujer embarazada, es de lo peor.

—Somos de la misma clase. Mi mujer estaba embarazada, o eso creímos cuando ustedes la secuestraron. ¿Por qué tendría que tener lástima de tu engendro? — jalé por el pelo a Elena, y la llevó a una distancia prudente de Takeshi.

—¡No le hagas eso, imbécil! — gritó Takeshi.

—Debiste haber pensado muy bien las cosas, antes que atacar a mi mujer. Ella no tenía nada que ver en nuestras diferencias, y aún así, le hicieron bastante daño. ¿Crees qué eso lo voy a pasar por alto?

—Solo hice lo que me pidieron. Tu mataste a mi padre, ¿Qué esperabas?

—Sí, lo hice, y no me arrepiento. Voy a matarlos a todos; no importa quién sea, mientras tengan la sangre de ese hijo de puta, serán comida para los perros; así como lo serán ustedes tres.

—¡Eres un psicópata! ¡Estás enfermo!

—Mira quien lo dice, alguien que disfruto quemando a mi esposa. Iré directo al grano, ¿Vas a decirme dónde están los demás o no?

—No, no voy a dejar que los mates.

—Por cada no, iré cortando una parte del cuerpo de ella, ¿Te parece?— saqué de mi bolsillo una cuchilla, y me arrodillé detrás de Elena.

—¡No te atrevas, Akira!— gritó Takeshi asustado, mientras que yo sujetaba la mano de Elena.

—Tienes unas manos muy lindas, lástima que a tu novio no le importa.

—¡No lo hagas, por favor! ¡Yo te diré!

—Eso fue rápido, pero ya me habías dicho que no — le corté el dedo meñique a Elena, y gritó desesperada por el dolor, mientras que Takeshi se volvió como un loco, forcejeando con las cadenas que lo aguantan a la silla.

—¡Eres un monstruo!— le gritó Takeshi.

—Puedo ser peor, ¿Quieres ponerme a prueba?

—¡No le hagas nada más, por favor! ¡Ya te dije que te diré, Akira!

—Bien, te escucho.

—Te puedo dar la dirección de su negocios, porque no sé dónde viven. Mía era quien sabía su dirección. Ninguno de nosotros nos criamos juntos, yo solo me crié con Mía. Hace poco fue que nos reencontramos, luego de mucho tiempo, para hacer negocios. Solo conozco a dos aparte de Mía y de ti; tienes que creerme. Ambos manejan un negocio en Hong Kong; aunque ahora están por el extranjero manejando los negocios que le pertenecían a nuestro padre. Nos dividimos los negocios entre nosotros, y nos asociamos para matarte. Nuestro padre había dejado toda tu información con los socios de su organización, porque sabían que si le pasaba algo, serías tú quien estaría detrás de eso. Nos ordenaron ir tras de ti. Mía al conocer de tecnología, y tener conocimiento de explosivos, quiso ir detrás de tu esposa primero. Pudo encontrar mucha información de tu familia, y se la dio a los demás. Tienen en la mira a toda tu familia, incluyendo a tus hijos, Akira.

—¿Cómo se llama el negocio en Hong Kong?

—Langham.

—Ya veo, ¿Cuáles son sus nombres?

—Shwan y Kuno.

—El último que me falta, ya lo tengo en la mira, por lo que veo solo tuvo puros hombres.

—Deja ir a mi novia ahora, por favor, ya te dije lo único que sabía.

Jalé a Elena por el pelo y llevé la cuchilla a su cuello, dándole un corte fulminante frente a los ojos de Takeshi.

—Ya la dejé ir en paz, para que pueda esperarte en el infierno.

Takeshi se quedó en shock, no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Presenciar la muerte, casi instantánea e inesperada de su novia, lo terminó de enloquecer, y peor aún, no pudo hacer nada para evitarlo. Comenzó a forcejear con más fuerzas, trataba de soltarse, a pesar de saber que su esfuerzo era en vano. Me levanté y arrastré su cuerpo ensangrentado a la entrepierna de Takeshi.

—Ahí la tienes— la sangre bajaba por la entrepierna de él. Él trataba de acercar su cabeza a el cuerpo de ella, pero era imposible. Quería tocar por última vez a su amada. Estaba con la cabeza reclinada llorando al verla.

—¡Eres un enfermo! ¡Un animal!—  gritó entre lágrimas—. Lo siento, Elena— bajó su cabeza mientras continuaba llorando.

Agarré el cuerpo de ella, y lo jalé a otra parte de la habitación.

—¡No te la lleves!

—¿Quieres que ella presencié mientras te golpeo? — no dejé que dijera nada más, cuando comencé a golpearlo. En cada golpe que le daba, solo lisa se cruzaba por mi mente. La frustración de haber visto el cuerpo de ella golpeado y abusado, solo me causaba más ira. Lo golpeé innumerables veces, le daba patadas y puños. Takeshi casi no podía hablar luego de que hubiera descargado mi ira en él. Busqué la antorcha, y fui pasándola en todo su pecho, solo se podía escuchar sus gritos, y el sonido de la antorcha quemando su piel. El olor a su piel quemada era desagradable. No me sentía satisfecho, solo podía sentirme más culpable por todo lo que vivió lisa, y no pude evitar. Quería que él sintiera lo mismo que ella sintió cuando la quemaron y la golpearon.

Cuando me cansó de jugar él. Busqué el escenario que había preparado para él. Una caja mediana hecha de hierro, completamente hueca, solo tenía una superficie por el costado, donde podría ver la función en vivo y a todo color, mientras mi víctima se iba cociendo y muriendo lentamente. Hice una fogata debajo de la caja de hierro y fui añadiendo madera tras madera para que se fuera calentando cada vez más.

—Dicen que esta es la forma más lenta y dolorosa para morir, me pregunto cuán cierto será eso. Tú, y tu pequeña familia serán alimento para los perros. No perdono a quien se mete con mi familia, y así terminarán todos los que lo traten— le di la orden a mis hombres para que continuarán con el espectáculo. A pesar de presenciar el sufrimiento y los últimos gritos de Takeshi, no me sentía satisfecho.

Si hubiera podido evitarle el sufrimiento, lo hubiera hecho; yo soy quien lo merecía, no ella.

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