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—Tenemos que investigar quién está detrás de esto. Tengo que contactar a alguien que tenga conocimiento en esa área y esté dispuesto a cooperar — dijo Akira.

—Conozco a alguien que puede ayudar en algo— dijo Kanji.

—Ponme en contacto con él.

—Hablaré con Mr. Jefferson para ver si puede quedar con los niños temporalmente— le dije a Akira.

—Sí, nos tenemos que mantener alejado de ellos por ahora, corderito.

—Eso haremos.

Pasaron tres días, no habíamos recibido ninguna amenaza. No hemos visto a nuestros hijos, nos hemos mantenido lejos de ellos. Akira ha estado buscando al culpable, junto con la persona que le recomendó Kanji. Hemos estado algo inquietos, ya que no han podido encontrar nada, pues se ha camuflajeado muy bien. Queremos que esto se acabe ya.

—Tienes que ver las noticias— dijo Kanji, sacando su teléfono.

—¿Qué pasa? — preguntamos Akira y yo.

—Hicieron una transmisión donde muestran un asesinato — Kanji enseñó el vídeo, y mostraban  a Akira cuando mató a la mujer en la habitación, ocultaron los rostros y no tenía sonido.

—¿Cómo pueden tener ese vídeo, Akira?— le pregunté a Akira.

—Así es como saben la verdad detrás de nosotros. Tuvo de alguna manera acceso a las cámaras de seguridad de la casa. 

—No puedo seguir con esto — me fui a mi oficina.

Esta situación es demasiado. ¿Cuándo esta mierda acabará? Había un papel con una dirección encima de mi escritorio. En ese momento que la miré, sonó el teléfono de mi oficina y respondí.

—Cuanto tiempo sin saber de ti, lisa.

—¿Otra ves tú?

—No te atrevas a colgar, ni mucho menos a llamar a tu esposo. No tengo mucho tiempo. Te dejé un regalito encima del escritorio. ¿Ya lo leíste?

—¿Esto qué significa?

—Es una dirección, estúpida. Quiero que vengas a ella, y si no lo haces vas a lamentarte toda tu vida.

—No voy hacer nada de lo que digas, imbécil. ¡Muestra tu maldita cara, cobarde!

—La verás si vienes a la dirección que te di, será un gusto verte en persona.

—No voy hacer nada, colgaré llamada.

—Trátalo, y veras como voy a detonar la escuela de tus dos engendros, junto a todos sus compañeros y maestros. ¿Eso quieres?

—¡Maldito desgraciado! ¡Eres un psicópata!

—Tu esposo estará entretenido con la noticia que acabo de publicar, solo necesitas salir de ahí sin que se dé cuenta.

—Dijiste que tenías un problema con los dos. ¿Por qué quieres que solo vaya yo?

—¿Por qué no miras tu correo en la computadora que tienes enfrente? — encendí la pantalla de la computadora, pues ya estaba abierta y busqué en mi correo. Había fotos de mi hermana amarrada alrededor de varios barriles, se veía inconsciente.

—¿Qué le has hecho a mi hermana Inka?

—Aún nada. ¿Quieres detener esto? Serás obediente. Tu hermana está rodeada de explosivos, y si haces una tontería no quedará nada de ella. ¿Estoy siendo claro?

—¿Qué es lo que quieres?

—Quiero que vengas a la dirección que te di en la carta. Quema ese papel y vendrás. Tienes 20 minutos para llegar, y si no lo haces atente a las consecuencias.

—No le hagas nada a mi hermana, te lo suplico.

—Eso depende de ti — colgó la llamada.

Dios mío, ¿qué se supone que haga? No puedo avisarle a Akira. Ese psicópata debe estar viendo a través de esa cámara de la computadora o de alguna parte. Debo hacer algo rápido. Cogí un papel de encima del escritorio y cogí un encendedor dentro de la gaveta y quemé el papel frente a la cámara, cerré la computadora y puse el papel con la dirección encima de la computadora. Si Akira entra podrá saber dónde estoy. Tenía mucho miedo, toda esta situación me recuerda a lo que sucedió con Kanji. Hace muchos años no veo a mi hermana, y verla en este estado otra vez por mi culpa es doloroso. ¿Qué debería hacer ahora? Salí de la oficina mirando a todas partes y caminé al ascensor. Akira debía estar entretenido con toda esa situación. Akira no me lo perdonará, pero no puedo abandonarla otra vez. Salí de la empresa y me fui al auto, puse en el GPS la dirección para ir directo a ese lugar.

Akira

—No a regresado, lisa. ¿Dónde se metió?— preguntó Kanji.

—Esta situación es complicada, ella ha estado muy afectada con esto. La iré a buscar. Es mejor que nos quedemos en la casa los dos mientras pasa todo esto.

—Esta bien, te avisaré cualquier cosa.

Fui a su oficina y abrí la puerta

—¿Lisa? ¿A dónde fuiste, corderito?— no estaba en la oficina y vi un papel encima de su computadora, algo que me llamó la atención—. ¿No me digas que ella...? ¡Maldita sea!

Lisa

El lugar era demasiado extraño, era como algún tipo de basurero. ¿Habré venido al lugar correcto? Me bajé del auto y caminé hacia un pequeño edificio que había. Tenía mi arma donde siempre la guardo, por si la necesito. Al entrar, vi a mi hermana amarrada al lado de los barriles, al igual que en la foto que me enviaron. No me atreví a acercarme, pues no creo que sea así de fácil.

—Que rápida. Te recomiendo que tires el arma, no quiero que nadie vaya a salir herido innecesariamente. No quieras jugar sucio, lisa— escuché la misma voz distorsionada, que habló por algún tipo de bocina. Miré alrededor, pero no lo vi por ningún lado. ¡Maldita sea! Me quité el arma y la tiré.

—¿Satisfecho?

—Más que satisfecho— salió detrás de los barriles, su rostro jamás lo había visto.  Era alto, delgado, tez blanca,  cabello ondulado y negro, no creo haberlo visto antes.

—Deja ir a mi hermana.

—Búscala— dijo el desconocido.

—¿Qué me asegura que me darás a mi hermana, y no vas a explotar esa mierda?

—No tienes de otra que arriesgarte —  sonrió.

—Yo no te conozco. ¿Qué quieres con nosotros?

—Solo te estoy ayudando a salir de esa miserable vida que te ha a tocado vivir— caminé en dirección a mi hermana, no tenía de otra que arriesgarme. Él estaba cerca, así que no creo que se atreva a detonarlo estando él ahí. Me arrodillé sin quitarle la mirada de encima, no se veía armado, ni siquiera tenía nada en la mano, por eso me arriesgué a acercarme. Toqué a mi hermana, y aún estaba respirando. Tengo que ayudarla, tengo que entretenerlo de alguna forma.

—¿Por qué me ayudarías tú? Has matado a muchos inocentes por razones desconocidas, ni siquiera me has dicho porqué nos estás atacando. ¿Será qué me vas a decir?

—¿Esto no es suficiente, lisa? — escuché la voz de Inka, y sentí un dolor en mi vientre. Un dolor horrible e indescriptible. Miré lo que estaba ocurriendo y tenía clavado un cuchillo en mi barriga.

—Inka…— dije con un hilo de voz. Mi cuerpo estaba temblando, y por más que buscaba respirar, era como si no pudiera hacerlo. El ardor y el dolor recorrió por todo mi cuerpo, y los recuerdos de mi hermana, los recuerdos que viví con Akira, con mi madre, con mis hijos pasaron en un milésimo segundo frente a mis ojos. No podía pronunciar una palabra, después de todo, sí soy la culpable de que me odie. Yo merezco esto.

—Eres la peor hermana que pueda existir. Eres una traidora y por eso te odio. Voy a matarlos a todos, y cada uno de los que me desgraciaron la vida— sacó el cuchillo y lo volvió a clavar por segunda vez en mi vientre, con tanto odio y tanta rabia, que ya no me quedaban fuerzas para seguir—. ¡Muérete de una vez!

—¡Tenemos visita! ¡Tienes que apurarte, Inka!

Sentía el sabor de la sangre en mi boca, el dolor en mi vientre era nada, comparado al dolor que sentía en mi pecho. Irme sin poder despedirme de mis hijos o de Akira; supongo que fue una mala decisión después de todo. Sentía las lágrimas bajando por mis mejillas. Con el último aliento que me quedaba, traté de disculparme como si pudiera cambiar las cosas con eso.

—L-o sien— no pude pronunciarlo como hubiera querido, ya que mi visión, mi respiración y la fuerza la perdí por completo. Me encontré en una inmensa obscuridad; supongo que esto era lo que me esperaba después de todo.

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