Llegamos a la empresa para hablar con Kanji, nos reunimos en la sala de conferencias a solas.
—La noticia está por todas partes, piensan que fue un ataque terrorista. Es preferible que hablen sobre eso, a que piensen que fue en venganza contra ustedes, ya que eso complicaría las cosas. Hubieron más de 20 muertos. No me dejaron ir de ese lugar hasta en la madrugada, fue un dolor en el trasero y ustedes se largaron. Tuve que firmar por ustedes ya que estaban haciendo una lista de los invitados y sobrevivientes. Fue una imprudencia largarse del lugar— nos dijo Kanji.
—Se lo dije, pero no me escuchó, como siempre— comenté.
—No importa, ahora lo más importante es averiguar quién es ese nuevo enemigo que apareció, aún no sé si maté a la persona correcta— dijo Akira.
—¿A quién mataste?
—A Lian.
—¿Ahora qué mierda vas hacer? ¿Por qué la mataste?
—Tenía mis dudas y quise salir de ella— Akira le explicó lo que habíamos hablado y de que pensamos que podía haber sido una mujer y por eso la mató.
—¿La mataste por suposiciones? Puedes llegar a ser muy imbécil, ¿Eh?
—Es mejor así, además no era que me importara tampoco.
—No pude averiguar nada de la llamada, fue como si no existiera el teléfono del que llamaron. La llamada no quedó registrada.
—Estamos lidiando con profesionales, por lo que veo— dijo Akira.
—¿Qué se puede hacer? ¿Sentarnos a esperar a que llamen o ataquen a más personas de nuevo?— pregunté.
—Cálmate, lisa. Vamos a averiguar quién es, hay que tener paciencia — dijo Akira.
—Si te vuelve a llamar trata de mantenerlo lo más que puedas en la llamada, búscale conversación y si te permite tomar la oferta de vengarte junto a él, la aceptas.
—No va a confiar en eso.
—Nada pierdes intentando.
—Trataré.
—Nos avisas cualquier cosa.
—Bien, tengan mucha cuidado.
Salimos de la empresa para caminar al auto.
—¿Crees que podamos dar con el culpable?
—Sí, claro que sí.
—Murieron muchas personas por nuestra culpa, Akira.
Mi teléfono sonó y era un número extraño, Akira me obligó a responder y ponerlo en altavoz.
Llamada telefónica:
—Es un honor poder hablar contigo, Srta. Leiko Tsukino, ¿O debería decir Srta. Lisa Xiao?
—¿Quién eres, y qué es lo que quieres?— Akira me hizo seña para que lo mantuviera en línea. Su voz se escuchaba distorsionada.
—No importa quién soy, solo llamó para advertir. Quisiera invitarte a que veas unos fuegos artificiales. ¿Podrás adivinar mi siguiente jugada?
—Deja este sucio juego, has matado a muchas personas con esa imprudencia. Si nos quieres a nosotros, al menos ten la valentía de dar la cara — comenzó a reír.
—Te daré dos intentos, si no logras adivinar, todo volará por los aires, ¿Te parece?— Akira me hizo seña para que lo dejara hablar.
—Esta bien, habla.
—Habla y no tiene boca, oye y no tiene oído, es pequeño y hace ruido, muchas veces se equivoca. ¿Qué es? — Akira se quedó pensando, pero no estaba seguro, y yo no tenía idea.
—Segunda, y última oportunidad— lo repitió de nuevo, y no tenía la más mínima idea.
—Escucha, arreglemos esto nosotros tres, no tenemos que llegar a esto.
—Has perdido, Lisa. ¡Boom! — Akira me quitó el teléfono de las manos y lo arrojó lejos, el teléfono explotó en el aire. Por suerte, nadie estaba cerca en ese momento. El teléfono cayó en medio de la calle, bueno lo que quedó de el. Mi corazón estaba agitado de los nervios y del susto. Si Akira no se hubiera dado cuenta, esa mierda hubiera explotado en mis manos.
—¿Estás bien, lisa? — Akira me abrazó.
—¡Maldito cabrón! Con esto comprueba que es un maldito hacker o que tiene buenos conocimientos en explosivos. ¡Tenemos que averiguar quién es este cabrón ya!— Akira se veía molesto. Tenía mucha razón para estarlo. Lo menos que imaginé era que hablaba del teléfono. ¿A quién se le podía ocurrir que eso iba a explotar? —. Tranquila mi reina, te prometo que vamos a encontrar a ese hijo de puta.
—Suerte que eres inteligente o no sé qué hubiera pasado si recibo esa llamada sola, Akira.
—Tenemos que tener cuidado a los lugares que vayamos, creo que lo mejor será que estemos lejos de nuestros hijos por ahora. Los enviaremos con Mr. Jefferson mientras solucionamos esto. No quiero arriesgarlos.
—Es una buena idea, tenemos que averiguar quién ese imbécil, casi nos mata.
—Tranquila, mi amor, vamos a solucionar esto, y te aseguro que lo mataré con mis propias manos. Lo voy a despedazar vivo por meterse con nosotros.