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—¿Crees que una tonta mujer como tú, podrá detenerme?

—No, pero hay algo que sí—puse el arma en su pierna y le disparé. Si las reglas son inmovilizar a mi atacante, entonces esta es la mejor manera de hacerlo. El viejo se retorció del dolor, pero no puedo dejar que muera tan pronto—. Oh, ¿Por qué no hacemos la perfecta reunión familiar y traemos al verdadero padre de Akira? No sabes la alegría y el placer que tendría de conocerte Jefferson — sonreí inocentemente.

—Eres una tonta, eres igual a Eva— dijo fatigado, y quejándose del dolor.

—Jamás tuve la dicha de conocer a la madre de Akira, pero estoy segura que era una buena madre y persona. Ella descansará en paz si ve que el hombre que la mató, pagará por sus crímenes — vi que estaba agarrando lentamente el arma del asiento.

—Si se atreve a coger esa arma de ahí, no solo lo dejaré sin piernas, también lo dejaré sin manos, ¿Eso desea? — sonreí dulcemente, intentando no mostrar los nervios que me estaban consumiendo por dentro—. Bájate del auto— le ordené, apuntándole todavía. Si hace un paso extraño, con los nervios que tengo no dudaré en disparar. Tengo que buscar la forma de llamar a Mr. Jefferson.

—¿Cómo se supone que me baje si me acabas de disparar en la pierna, idiota?

—Puede gatear o arrastrarse si quiere, solo muévase—se bajó del auto y cayó arrodillado en el suelo.

—Aléjate del auto— le ordené, y lo hizo entre quejidos de dolor. Me acerqué al auto y cogí la otra arma. No quería perder de vista sus movimientos, estaba tan nerviosa que mis manos estaban temblando. Busqué en el cadáver del otro hombre, pero no tenía teléfono.

—Dame tu teléfono, sé que debes de tenerlo— le ordené. Tan pronto sacó el teléfono lo arrebaté de sus manos. Tengo que llamar a Mr. Jefferson. No sé dónde estoy, pero quizás pueda rastrear la llamada.

Llamada telefónica

—¿Quién habla?— preguntó Mr. Jefferson.

—Mr. Jefferson, es lisa. Necesito su ayuda. Estoy con el padre de Akira y Akira está herido. Necesito que rastreé está llamada para dar con nosotros. Necesito una ambulancia, está perdiendo mucha sangre.

—Ya lo hago, no cuelgues la llamada. No se muevan, tan pronto tenga la ubicación voy para allá y llevaré una ambulancia.

—Gracias, Mr. Jefferson — dejé la llamada encendida, mientras seguía apuntándole al viejo. Estaba perdiendo mucha sangre, también no sería justo que muera desangrado sin pagar todo lo que hizo.

Akira, perdóname por dejarte ahí tirado, tenía que hacer esto. Solo espero que puedas aguantar a que lleguen. Solo espera un poco más. Siempre te has sacrificado por nosotras, no es justo que te pierda ahora.

—¿Dónde tienes a mí hermana?—le pregunté, mientras que entre risas contestó.

—Su cadáver está en la basura, no creo que puedas dar con ella.

—Te mataría, pero creo que son muchos los que te van a querer coger y ahí estoy segura que terminarás hablando — tengo que buscar a mi hermana, pero no puedo despegarme de él. Es obvio que en esta casa ya no está.

Al cabo de un rato escuché una ambulancia que se acercaba. No quería dejar de mirar al viejo, quien estaba aún tirado en el suelo agarrando su pierna. Vi llegar la ambulancia y el auto de Mr. Jefferson detrás. Gracias a Dios llegaron. Al bajarse los paramédicos se quedaron nerviosos mirándome, se me había olvidado que aún tenía el arma en la mano.

—Lo siento— guardé el arma en mi pantalón.

—No es él al que quiero que atiendan, es a mi esposo que está adentro. Mr. Jefferson vigile a este cerdo— le dije, antes de entrar con los paramédicos a la casa.

—Dígame que está bien, por favor.

—No, no esta bien, señorita. Su pulso está muy bajo, si no lo llevamos ahora mismo al hospital, podríamos perderlo. Está perdiendo mucha sangre, ¿Cuánto tiempo ha pasado?

—Tiempo exacto no lo sé, pero creo que fue demasiado —pusieron a Akira en la camilla y lo llevaron a la ambulancia.

—¿Qué le parece la reunión familiar ahora, señor? Mr. Jefferson, no lo mate tan rápido, quiero que cuando Akira se recupere, él mismo lo haga; tambien quiero que investigue donde tiene a mi hermana, ella estaba aqui en la casa y ya no esta.

—Está bien, lisa. No sabe lo que esperaba por este momento— Mr. Jefferson rio.

Me subí a la ambulancia y sujeté la mano de Akira, mientras los paramédicos se encargaban del resto.

—Resiste, mi amor. Ya casi todo acaba— se veía muy pálido y sus manos estaban frías. Dios mío, ayúdalo, no dejes que nada malo le pase. Todo esto pasó, por que siempre busca la forma de protegernos.

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