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Historia Paralela Nuevo Comienzo Capítulo 96: Obligaciones que cumplir.

Suiza.

Cualquier bestia mágica había escuchado sobre esa nación al menos una vez y lo que se escuchaban siempre variaba.

Algunos explicaban que esta era una de las naciones que más avanzada estaba en cuanto a los tratados para reconocerles derecho a las bestias mágicas.

Ellos habían logrado que, en estas tierras, las bestias mágicas fueran iguales con sus domadores… Hasta el punto de que tenían toda la independencia.

Como una nación miembro de la Unión Europea gozaba de autonomía y ellos utilizaron esta autonomía para reconocerle derechos a las bestias mágicas.

Llevando a que sea uno de los puntos más importantes para cualquier domador de bestia o incluso bestias mágicas y ahora César junto a Rupert, estaba caminando por la calle de esa nación al lado del Anciano Kernen.

Wengen era una ciudad que estaba cerca de los Alpes y precisamente de la montaña Jungfrau en la cual se encontraba la Academia Cernunnos.

Esta ciudad era bastante grande y ese crecimiento se debió a la academia, lo que hizo que este lugar se convirtiera en un punto ideal para los domadores, bestias, estudiantes o profesores que deseaban bajar de la academia.

Calles anchas, edificios altos y grandes diseñados para permitir algunas bestias, un par de torres con diferentes secciones en donde algunas bestias mágicas del tipo ave aterrizaban.

En la misma calle no solo estaba el tránsito para los autos humanos, sino que una calle para las bestias mágicas que tenían necesidad de correr.

También se podían ver algunas hábitat en las partes más externas de la ciudad y César no pudo evitar observar para todas partes.

"¿Esos son Addax? Tiene muchos amigos." Murmuró Rupert señalando lo que parecía un Addax mágico que era fácil de reconocer en sus tierras.

Sin embargo, ese mismo Addax estaba acompañado de lo que parecían dos mamíferos de otra raza que ni siquiera César era capaz de reconocer.

Parecían ciervos normales que eran vistos en áfrica, pero a la vez eran diferentes.

El de la izquierda tenía tres cuernos en su cabeza y si bien media alrededor de un metro de alto y un metro y setenta centímetros para César no se veían tan fuertes.

Mientras que el de la derecha emanaba una mayor presencia de energía mágica a pesar de que era un rango B y si bien media un metro de altura y dos metros de longitud, no tenía nada más que lo hiciera parecer peligroso.

Desde que llego había visto lagartos gigantes, cocodrilos y toda clase de aves volando en el cielo, pero ellos destacaban debido a que llevaban abrigos cubriendo su cuerpo, muy similar al Addax.

"El de izquierda es un 'Capreolus capreolus' o Corzo Coridia. Ellos extendieron una de las primeras enfermedades mágicas y por ello, los humanos trataron de eliminarlos. A pesar de que la enfermedad se extendía debido a que los humanos comían su carne. Algunas de su gente, ahora habita en Suiza." Detalló el Anciano Kernen y mirando al otro, añadió. "El de la derecha es llamado 'Mazama americana'. Ellos tuvieron un destino similar, solo que, a diferencia del Corzo, su carne de alta calidad no trasmitía enfermedades y por eso fue cazado hasta el punto de casi la extinción. E incluso ahora es criado en granjas para luego utilizar su carne."

César al escuchar esas palabras dio una mirada a ese anciano, que los estaba guiando.

Había venido a la Academia Cernunnos debido a que ese anciano lo había invitado y si bien no sabía la razón, no estaba mal ver el mundo humano más allá de Zerzura.

Sin embargo, ahora pudo notar que el Anciano Kernen estaba apuntando a algo con la descripción de sus palabras.

"Ambos no tienen una inteligencia alta y si bien se comunican de forma superficial con el Addax, lo consideran una 'bestia mágica' sin inteligencia… Y la gente, no le importa matarlos o comer su carne." Dijo el Anciano Kernen y observando a ambos, precisó. "Ellos no tienen una alta inteligencia, pero sienten y sufren como cualquier ser vivo."

Era una mirada solemne y César al recibirla, entendió lo que buscaba trasmitir.

Había muchas bestias que no tenían inteligencia e incluso animales normales, pero no significaban que solo por ello tuvieran que ser maltratadas o exterminadas por su carne.

"Entiendo la idea y la necesidad de comer carne, pero tienen que entender lo que representa hacerlo." Añadió el Anciano Kernen dando una señal.

Eran gorilas atronadores y en su repertorio de comida prácticamente era tan extenso como los humanos, incluyendo la carne y esto últimamente era algo más habitual debido a que se juntaban con una glotona.

El Anciano Kernen estaba apuntando a que entendieran que matar o comer criaturas era quitarle una vida a alguien, a un ser vivo.

César no pudo decir demasiado.

En Zerzura quienes tenían 'derechos' eran la mayoría de las bestias mágicas inteligentes, y entre esas excepciones estaban aquellos enemigos a primera vista con el cual la mayoría tenía conflicto.

En cuanto a ellos…

"Las bestias mágicas nos fortalecemos con matar a otros… Incluso los vegetarianos matan." Dijo César y mirando al anciano, declaró. "Pero la mayoría no lo hacemos por diversión."

Cada bestia mágica generaba un núcleo mágico que era según lo que había escuchado la base de su progreso.

Eran una parte de su cuerpo y este órgano purificaba la energía mágica que asimilaban y mayormente que obtenían al comer plantas o carne con alta densidad de energía mágica.

Por eso comían los núcleos mágicos para fortalecerse e incluso él se comió varios núcleos y algunos de ellos eran de su propia gente… Todo gorila ayudaría a su raza y si podían entregar su cuerpo para ayudar a su gente lo harían.

César también deseaba que cuando muriera un gorila aprovechara su núcleo y se fortaleciera utilizando sus restos.

Sin embargo, ellos a diferencia de las bestias mágicas más peligrosas o aquellas que se perdían en su naturaleza salvaje, nunca mataban por diversión.

"También protegemos a los nuestros… Incluso aquellos que consideramos que no tienen inteligencia." Intervino Rupert mirando a su compañero.

Ellos protegían a los gorilas que no habían logrado evolucionar y la razón fue porque los ancianos vinieron a partir de ellos.

No obstante, también se incluían bestias mágicas poco inteligentes y otros animales.

Tal vez no todas las tribus tenían el mismo estándar, pero en el bosque mágico, se respetaba a los animales comunes y se cuidaba de aquellos que no podían.

Después de todo, absorber el núcleo mágico de otra bestia o asimilarlo no era la única forma de mejorar y fortalecerse.

"Por eso siempre me ha agradado el bosque mágico. Es gobernado por una depredadora que podría devorarlo a todos, pero ella los trata como iguales." Dijo el Anciano Kernen y suspirando, añadió. "Y si bien nosotros los humanos tenemos empresas que miran a los animales como fuente de carne… Hay otros que buscan el bienestar y la convivencia."

César solo necesitaba mirar a los alrededores de esta ciudad para darse cuenta de que las bestias mágicas eran aceptadas.

Iban desde grandes depredadores como los diferentes felinos que estaban por el área o bestias más tranquilas como los Addax y sus compañeros.

Y entre ellos estaban humanos, que no miraban con miedo a las grandes bestias, sino que los miraba con mejores ojos.

Incluso fuera de los edificios algunos dejaban comida o fuentes de agua, para que las bestias pasaran a alimentarse.

Todo mientras la higiene de la ciudad era cuidada por los drones y la seguridad por algunos domadores que tenían uniformes de seguridad junto a sus compañeros.

"Vamos a ir por un portal en vez de caminar." Dijo el Anciano Kernen y señalando las nubes, declaró. "Luego pueden intentar subirlo por su cuenta. Como rangos A, tal vez logren alcanzar la academia."

César entrecerró sus ojos al mirar a donde señalaba y luego dio una pequeña exclamación.

Las montañas en este lugar eran enormes y se extendían en lo alto, hasta el punto de que sus picos nevados y las nubes blancas se perdían entre ellos.

Sin embargo, estuvo claro que allá a lo lejos, en la gran cima de las montañas parecía haber algo.

No había notado que hacía tanto frío debido a que su elemento era el fuego y su cuerpo se calentaba con naturalidad, pero César no pudo ocultar su pensamiento de querer explorar esas montañas.

"Como gran parte de las montañas, estas se extendieron y en lo alto se decidió construir la academia." Explicó el Anciano Kernen y entrando a un enorme edificio, comentó. "Subir es peligroso, por eso se utilizan portales."

El edificio tenía dos enormes puertas abiertas, por donde pasaban las bestias mágicas, los estudiantes y los profesores, dirigiéndose al gigantesco portal por donde iban y venían todos.

Saludando a los miembros de seguridad, el Anciano Kernen le dio una invitación y César junto a su amigo, caminaron por el portal.

Tras unos varios pasos escucharon los ruidos y llegaron a una enorme sala de bienvenida.

Siguiendo a ese anciano, volvieron a salir y llegaron a un enorme patio de más de doscientos metros y la boca de César se abrió.

El patio era enorme y había desde estudiantes a bestias andando por la zona, pero eso no era nada.

Más allá del patio, por donde bajaba la montaña, se encontraban grandes edificios de varios pisos con dos torres en alto, que liberaban una barrera.

Esas barreras cubrían los diferentes edificios que servían como aulas, dormitorios, comedores y decenas de otros edificios que el Anciano Kernen empezó a describir.

En vez de bajar por ese lugar, el anciano Kernen lo llevo al límite del patio y pudieron ver que la academia estaba construida prácticamente en la montaña.

Una larga carretera se extendía desde la entrada de la academia y se dirigía por un camino que parecía diseñado para que la nieve no molestara y el viento no golpeara, lo que hizo que los autos bajaran a la base de la montaña.

Todo el lugar era grande y especialmente alto.

Desde las entradas, las ventanas y prácticamente todo el lugar estaba diseñado para amoldar a la mayoría de las bestias mágicas.

"Hay algunos lugares encantados con magia espacial, así que la academia es más grande de lo que imaginan." Informó el Anciano Kernen.

Las bestias que estaban aquí eran tan diferentes y tan múltiples que César apenas reconoció algunas de ellas por similitudes a bestias y animales que había visto en África.

El Anciano Kernen los llevo a la parte superior, en donde se podían ver tres gigantescas torres que se extendían al cielo.

Las aves… No, la mayoría de las bestias mágicas voladoras aterrizaban en los diferentes pisos de la torre de la izquierda y la derecha y se adentraban a su interior, por medio de una barrera.

"Un nido encantado con magia espacial. Ayuda para las bestias mágicas que le gusta volar. Se dividen en secciones para diferentes tipos de bestias." Explicó el Anciano Kernen señalando las dos torres de los costados y apuntando a la torre del medio que era más grande, especificó. "Y esa es la torre de defensa de la Academia. Si las dos torres de adelante climatizan todo y crean una barrera para evitar que la nieve o el viento golpee. Esta torre es la defensa principal. Se puede decir que es la fuente de energía para las potentes barreras, los campos de entrenamientos y los cambios del clima en las hábitat. Entre otras cosas."

En silencio ante tal magnificas torres, en grupo entraron por la gran entrada del edificio principal que iba a esas torres.

Lo primero era una gran sala que extendía pasillos a lo alto para subir mientras que a cada costado se encontraban enormes cuadros decorando las paredes.

Algunos eran de bestias mágicas y otros cuadros de profesores o incluso retratos de animales.

Subiendo por las escaleras junto al Anciano Kernen, César observó la decoración de las paredes y el diseño del techo.

No era un conocedor de la arquitectura humana, pero la belleza era algo visible en los detalles y grabados del lugar.

Cuando llegaron a la parte superior, se encontraron con un pasillo que llevaba a una enorme puerta que estaba cerrada.

Ayudando al anciano Kernen al abrir la entrada, lo que encontraron al otro lado fue una enorme sala de grandes pilares que prácticamente estaba en lo más alto de la academia.

"Esta es la sala de actos." Presentó el Anciano Kernen y bajando la voz, murmuró. "Al Director Ackermann le gusta lo extravagante… Aunque nadie puede decir nada, ya que él construyó esto con su dinero."

¿Extravagante? Para ser una sala de actos, era inmenso y media más de veinte metros de altura y el ancho era difícil de precisar para César.

Los pilares estaban puestos de forma simétrica en el medio y el techo estaba decorado con detalles magníficos de lo que parecía ser una pintura a gran escala.

El Anciano Kernen los dirigió al frente de la sala de actos, pero luego los guio a la parte trasera de la plataforma de acto, en donde estaba otro pasillo.

Era posible que a donde estuvieran por dirigirse fuera la base de la torre del medio… Ese pensamiento paso por su mente y César se detuvo cuando vio la gran entrada.

Sin embargo, a diferencia de las otras entradas, estas puertas no solo eran grandes, sino que había una barrera sólida que dejaba ver que no era para nada simple.

¿Cuánta fuerza se necesitaba para crearla y cuanta fuerza era necesario para romperla?

Esa pregunta pasaba desapercibida cuando uno veía que esa misma barrera estaba temblando, como si en el interior algo estuviera sucediendo.

"Deben estar entrenando." Murmuró el Anciano Kernen y utilizando su reloj holográfico, envió un mensaje.

Tras varios minutos, la barrera se desactivó en la entrada y la puerta se abrió.

*BOOM*

Lo primero que vieron fue un humano volando por el aire, golpeando la pared y cayendo al suelo, tan solo para levantarse como si nada hubiera sucedido.

El impacto había extendido una onda expansiva y había hecho temblar el suelo, pero ese humano solo escupió sangre al suelo y observó a su oponente.

En sus manos tenía garras metálicas que estaban rojas de sangre y ese hombre estaba mirando a quien estaba en el centro de lo que parecía ser el área de entrenamiento.

Media cerca de tres metros y su pelaje blanco no cubría, su rostro y sus fuertes músculos.

Sus pies eran grandes y su rostro era difícil detallar, tenía facciones algo humanas, pero a la vez daba la impresión de estar relacionado algún primate.

Su pelaje blanco estaba manchado con su propia sangre y la de su oponente, pero estaba sonriendo.

"Es mi victoria, Finn. Debes participar en la aburrida reunión de paz." Gruñó esa gran bestia al humano que guardó sus garras y se puso un traje con cambio rápido, tras haberse limpiado con un artefacto.

"Bien. Solo encárgate de la academia mientras estoy fuera." Dijo el hombre que fue llamado 'Finn' y viendo a su grupo, saludo al Anciano Kernen y preguntó. "¿Qué se siente tener un compañero?"

Ese hombre les dio un vistazo a ambos y se detuvo en Rupert, reconociéndolo de inmediato como el compañero del Anciano Kernen.

"Es un buen chico que me hace sentir más viejo." Respondió el Anciano Kernen con una risa.

Ambos parecían tener una edad avanzada, pero ese hombre a pesar de que era algo delgado, no podía ocultar la vitalidad de su fuerte cuerpo.

"Mientras no te haga trabajar como un esclavo, creo que es bueno." Respondió el Director Finn Ackermann y desde atrás, la gran bestia se rio de forma salvaje.

Tras despedirse de ese hombre, César mantuvo la calma.

Le había avisado a quien conocería y ese hombre era el reconocido Director Ackermann de la Academia Cernunnos y era un rango SS.

Pero quien estaba observándolo era lo que le causaba cierto pánico… El Barbegazi.

Nadie sabía qué tipo de bestia mágica era, pero nadie negaba que era toda una bestia y en Suiza junto a gran parte de Europa, era considerado una Bestia Santa.

Ahora esa bestia los observaba con sus ojos azules que brillaban de forma reluciente y tanto César como Rupert, se pusieron firmes al sentir el aura que emanaba.

Un aura fría y bestial que parecía una avalancha que estaba por aplastarlos para luego congelarlos… Era aterradora, pero incluso cuando sus cuerpos temblaron y los puños de César se cubrieron de fuego y Rupert dejo que los relámpagos salieran de sus puños para que lo rodearan, mantuvieron su mirada.

Fueron movimientos instintivos ante un enemigo más fuerte y un peligro que podría eliminarlos al instante.

Había miedo, pero temerle no significaba que no lucharían y por más pequeña que fuera la posibilidad de sobrevivir, lo harían … Si algo le había enseñado Alice con sus palizas, era que debían luchar hasta el final.

Y también que el miedo no debía controlarlos.

"Chicos feroces… Me agradan." Dijo el Barbegazi caminando a su dirección tras ocultar su aura y observando a ambos, preguntó. "Se quedarán en la academia, ¿no? Pueden venir a entrenar conmigo si lo desean. Me aburro solo y no muchos se animan enfrentarme."

César no pudo ocultar su sonrisa y deseos de probarlo, pero luego se detuvo al recordar que tenía cosas que hacer.

"Aquí aceptamos a cualquier bestia mágica no importa si no tienen un compañero humano, podemos ayudarlos a adaptarse." Precisó el Barbegazi al notar su mirada y con una gran sonrisa, declaró. "Hasta podemos empezar entrenando de inmediato."

Había descubierto que él no tenía un compañero y ahora le estaba dando una invitación para que se quedara igual que Rupert, que tenía al Anciano Kernen, pero César no estaba dudando por eso.

"Lo siento, tengo obligaciones que cumplir." Respondió César de forma solemne.

Por una parte, pensó en Alice que lo ayudaba, pero estaba claro que esa glotona solo entrenaba con él por su propio entretenimiento y era muy parecido a lo que estaba haciendo esa gran bestia ahora.

No obstante, la razón por la cual no podía asistir era que tenía obligaciones… Tenía misiones que cumplir y ya había firmado para participar.

El Barbegazi al no entender a lo que se refería, escuchó la explicación que le dio el Anciano Kernen sobre las misiones arcas y luego asintió.

"Esas misiones suenan interesantes. ¿Rechazas por qué ya la has aceptado?" Preguntó el Barbegazi con curiosidad y tras verlo asentir, sonrió y añadió. "Eso es bueno. Siempre hay que cumplir con los roles que asumimos. Debe ser lo mismo que tu amigo, ¿no?"

Rupert asintió a su lado.

No podían venir a entrenar o quedarse en la academia debido a que tenían misiones que cumplir y aunque no estaban tan informados, estaba claro que en Sudan no solo se iban a llevar misiones arcas.

Aurora no parecía ser una persona que se detuviera trayendo refugiados de esa zona y muy posiblemente se movería, por eso no podrían alejarse por mucho tiempo.

"De todas formas la academia se relacionará con la ciudad. No me agrada la empresa que está detrás, pero que el bosque prospere es de mi interés." Reveló el Barbegazi y dando una mirada a ambos, anunció. "Me gusta su deseo de ayudar. ¿Qué pensarían si le digo que aquí hacemos lo mismo solo que con nuestra gente?"

Ese 'nuestra gente' no parecía estar apuntando solo a las bestias mágicas, sino que a todos lo que consideraba estudiantes o domadores que estaban conectados con la academia.

"Tenemos nuestras propias misiones." Reveló el Barbegazi y con una sonrisa misteriosa, añadió. "De todas formas son bienvenidos si un día desean venir. He escuchado bastante de ustedes del Profesor Kernen."

Con esas palabras le dio unos golpes a la espalda al anciano y por la forma que ese anciano se movió estuvo claro que su fuerza incluso controlada era alta.

Ser bienvenido aquí, donde tan poderosa bestia estaba presente… César dio una sonrisa.

"Lo tendremos en cuenta." Respondió con un tono que no ocultaba su deseo de luchar y de aprender.

El deseo de ser más fuerte.

Nota rápida: Gracias a Lion -de Discord- quien creo el Corzo Coridia y lo dejo en Discord. Me gusto la idea, especialmente que fuera una bestia mágica que extendiera una enfermedad mágica. Como autor, a veces se me pasan algunas cosas interesantes que se pueden incluir dentro de la historia. Asi que, si tienen una recomendación de cualquier clase, no se olviden de unirse al discord: discord.gg/WG8FX75

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