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cap. 14

Una vez de vuelta en los límites de la ciudad de Coldwater's, conduje el mustang por los alrededores de la ciudad, seguí por Beech hacia Deacon.

La lluvia seguía golpeteando, era una llovizna sombría. El camino era estrecho y sinuoso, a la derecha podías ver árboles imperecederos de esos que se aprietan hasta el borde del pavimento. En la siguiente curva. Scott señala un complejo de apartamentos con un estilo colonial, con pequeños balcones y tejas grises. Había una cancha de tenis en decadencia en el pequeño jardín al frente.

Todo el lugar parecía necesitar una nueva capa de pintura.

Estacioné el mustang en una plaza de estacionamiento.

–Gracias por el viaje –dijo Scott descansando su brazo en la parte posterior de mi asiento. Sus ojos se encontraban vidriosos, y su sonrisa se curvó tranquilamente hacia un lado.

–¿Puedes entrar? –le pregunté.

–No quiero entrar –arrastraba las palabras –, la alfombra huele a orina de perro, y el techo del baño tiene moho, quiero quedarme aquí afuera, contigo. Eso es porque estas ebrio.

–Tengo que ir a casa. Es tarde, y aun no he llamado a mi mamá hoy. 

Enloquecerá si no me reporto pronto

Pase por él y abrí la puerta del pasajero.

Cuando lo hice, él tomo un mechón de mi cabello y lo enrollo en su dedo "lindo". Desenrolle el rizo

–Esto no va a pasar, tú estás ebrio

Él hizo una mueca.

–Sólo un poco.

–Mañana no recordarás esto.

–Pensé que tuvimos un momento especial en la playa, ya sabes como de unión.

–Lo tuvimos, y es hasta ahí que nuestra unión llega, estoy siendo seria, te estoy echando, ve adentro.

–¿Qué hay acerca de mi auto?

–Me lo llevaré a casa esta noche y te lo traeré mañana en la tarde.

Scott exhaló contento y se relajó aún más en el asiento.

–Quiero ir adentro y congelarme con Jimy Hendrix. ¿Le dirías a todos que la fiesta se termino?

Rodeé mi ojos.

–Invitaste a sesenta personas, no voy a ir a decirles que la fiesta se acabó.

Scott se inclinó hacia un lado de la puerta y vomitó.

Ugh.

Tire de la parte de atrás de su camisa y lo metí dentro del auto. Le di al mustang bastante gas para rodarlo para remitir dos pies. Después puse el freno y salí del auto. Caminé hacía el lado de Scott y lo saqué arrastrando del auto por los brazos, siendo cuidadosa de pisar los contenidos de su ahora estómago vacío. Él arrojó sus brazos sobre mi hombro y era todo lo que podía hacer para evitar que su cuerpo colapsara sobre su peso.

–¿Qué apartamento? –le pregunté.

–Treinta y dos, arriba a la derecha

La planta superior. Por supuesto. ¿Por qué debería esperar a tener un descanso ahora?

Arrastré a Scott por las escaleras, jadeando fuerte, y asombrada por la puerta abierta de su apartamento, que se encontraba vivo con el caos de los cuerpos moviéndose y el sonido del rap tan alto dando vuelta podía sentir pedazos de mi cerebro que se sacudían flojamente.

–Mi habitación está atrás –murmuró Scott en mi oreja.

Lo empuje hacia adelante a través de la multitud, abrí la puerta al final del pasillo y deje a Scott en la parte inferior de la litera en la esquina. Había un pequeño escritorio en la esquina adyacente, un cesto de género, un atril de guitarra, y algunas pesas.

Las paredes tenían entre blanco y escasamente decorados con posters de películas, El padrino parte III y un banderín de los patriotas de Nueva Inglaterra.

–Mi Cuarto –dijo Scott capturándome mientras observaba. Le dio unas palmaditas al colchón que se encontraba a su lado –, ponte cómoda

–Buenas noches Scott.

Comencé a abrir la puerta cuando él dijo:

–¿Puedes traerme una bebida? Agua. Necesito sacar este sabor de mi boca.

Estaba ansiosa por salir de este lugar pero no puede evitar sentir un molesto tirón de simpatía por Scott. Si me iba ahora quizás él mañana despertaría en una piscina con su propio vómito. Aunque también podría ayudarle a limpiarse y conseguirle ibuprofeno.

La pequeña cocina del apartamento en forma de U daba a la sala de estar convertida en una pista de baile, después de pasar por los cuerpos que estaban bloqueando la entrada a la cocina, abrí y cerré gabinetes, a la caza por un vaso.

Encontré una pila de tazas blancas de plástico sobre el fregadero, puse una taza bajo el grifo. Mientras me giraba para llevar el agua a Scott, mi corazón saltó. Patch estaba a pocos pasos de distancia, apoyándose contra los armarios contrarios al refrigerador. Él se separó de la multitud y su gorra de beisbol fue tirada hacia abajo, señalizando que no estaba interesado en solicitar conversación. Su postura era impaciente, echando un vistazo a su reloj. Viendo que no había una forma de evitar el pasar a su lado, aparte de saltar directamente hacia el living, y sintiendo que le debía cortesía, además ¿no éramos lo suficiente mayores para tratar esto con naturalidad?

Me humedecí mis labios, los cuales se sintieron secos como la arena y camine alrededor.

–¿Pasándolo bien?

Las duras líneas de su rostro se ablandaron convirtiendo en una sonrisa

–Puedo pensar en por lo menos una cosa que preferiría estar haciendo

Si eso era una insinuación, era mejor ignorarla.

Me impulse en la encimera de la cocina, con las piernas colgando al borde.

–¿Quedándote por toda la noche?

–Si me tengo que quedar toda la noche, dispárame ahora

Extendí mis manos. –Sin arma, lo siento.

Su sonrisa era la perfección de un chico malo.

–¿Eso es todo lo que te detiene?

–Dispararte no te mataría –señale –, una de las desventajas de ser inmortal.

Él asintió con una sonrisa feroz que salía sigilosamente bajo la sombra de su gorra de beisbol.

–Pero... ¿lo harías si pudieras?

Vacilé antes de contestar.

–No te odio Patch, aún.

–¿El odio no es lo suficientemente fuerte? –supuso –,¿Hay algo más profundo?

Sonrío, pero no lo suficiente para enseñar los dientes.

Ambos parecemos sentir que nada bueno saldrá de esta conversación, especialmente no aquí, Patch nos rescató a los dos reclinando su cabeza señalando a la multitud detrás de nosotros.

–¿Y tú?, ¿Te quedarás?

Me bajé de la esquinera.

–Nop, le llevaba agua a Scott y enjuague bucal, si es que encuentro, después de eso, me voy de aquí.

Me cogió un codo.

–Me has disparado, ¿pero aun así te estas yendo como enfermera de la resaca de Scott?

–Scott no rompió mi corazón.

Se pudo sentir un silencio entre nosotros, entonces Patch dijo en voz baja:

–Vámonos.

La forma en que me miró me dijo exactamente a lo que se refería. Quería que huyera con él, que desafiaríamos a los arcángeles. Ignorar el hecho de que encontrarían a Patch.

No podía pensar en lo que harían cuando lo encontraran sin sentirme atrapada en hielo, frío con miedo, y congelada con el horror de la misma. Patch no me diría nunca como seria aquel infierno. Pero él sabía. Y con el sólo hecho de que Patch no me lo dijera podía pintar un cuadro muy vivo, un panorama muy sombrío.

Mantuve mis ojos clavados en la sala de estar.

–Le prometí a Scott un vaso de agua.

–Pasas demasiado tiempo con alguien que yo llamaría oscuro, y dado mi nivel eso es un titulo difícil.

–¿Un príncipe oscuro puede reconocer a otro?

–Me alegra que lo estés tomando con humor, pero estoy siendo serio, se cuidadosa.

Asentí.

–Aprecio tu preocupación, pero sé lo que hago.

Pasé esquivando a Patch por el borde y a los que se encontraban en la sala de estar. Tenía que marcharme. Era demasiado el estar cerca de él, sintiendo esa capa de hielo tan gruesa e impenetrable. Sabiendo que ambos queríamos algo que jamás podríamos tener, aunque lo que quisiéramos estuviera a un abrazo de distancia.

Había pasado medio camino a través de la multitud, cuando alguien me agarra el cinturón por detrás. Me di la vuelta, esperando encontrarme a Patch, listo para seguir dándome más de su opinión, más aterrorizante, o más precaución para besarme, pero era Scott, sonriendo perezosamente ante mí.

Alejo el cabello que cubría mi rostro y se apoyo, posando su boca sobre la mía.

El sabía a enjuague de menta y dientes recién lavados. Me comencé a echar hacia atrás, entonces me di cuenta de ¿qué pasaría si Patch nos viera?, no estaba haciendo nada que él no haya hecho. Sólo quería avanzar como él lo había hecho. Él estaba usando a Marcie para llenar el vacío en su corazón, y ahora era mi turno, con Scott.

Pasé mis manos por el pecho de Scott y las dejé detrás de su cuello. Él captó la indirecta y me apretó más contra él, pasando sus manos por mí por los contornos de mi espina dorsal. Así que esto era lo que se sentía besar a alguien más, mientras que Patch iba lento, practicaba y se tomaba su tiempo. Mientras que Scott era juguetón, impaciente y un poco descuidado. Era completamente diferente y nuevo... y no de una mala manera.

–Mi cuarto –Scott susurro en mi oreja, juntando sus dedos junto a los míos, mientras me conducía por el pasillo.

Di una mirada a donde había visto a Patch. Nuestras miradas se encontraron. Su mano se encontraba tiesa ahuecada en la parte de atrás de su cuello, como si estuviera perdido en un pensamiento profundo y congelado ante la vista de mi beso con Scott.

Eso es lo que siente. Pensé hacia él.

Sólo que, no me sentí anda bien después de pensarlo. Me sentí triste, sin ánimos y descontenta. No era la clase de persona que hacía juegos o utilizaba trucos para consolarme o para aumentar mi autoestima. Pero aun existía un dolor que quemaba dentro de mí, y a causa de eso, dejé que Scott me guiara por el pasillo.

Usando su pie, Scott le da a la puerta haciendo que esta se abra. Él apagó las luces y suaves sombras aparecieron entre nosotros. Miré hacia el colchón de la pequeña litera, después a la ventana. La ventana se encontraba quebrada, en un momento de pánico inducido, realmente me imagine deslizándome por esta y desapareciendo en la noche. Probablemente una señal de que lo estaba a punto de hacer era un gran error. ¿Realmente iba a hacer esto para probar un punto? ¿De esta manera quería demostrarle a Patch la magnitud de mi rabia y enojo? ¿Qué decía esto de mí?

Scott me tomo de los hombros y me beso fuerte. Mentalmente volaban mis opciones. No le podía decir a Scott que me estaba sintiendo enferma. Podría decirle que cambie de opinión. Podría decirle simplemente que no...

Scott comenzó a sacarse la camisa y la dejó a un lado.

–Uh –dije.

Miré nuevamente a mí alrededor buscando una salida, notando que la puerta de la habitación se abría y que una sombra se introducía mientras tapaba la luz que venía del pasillo. La sombra entro y cerro la puerta, sentí mi mandíbula floja.

Patch le arrojo la camisa a Scott, quedando está en su cara.

–¡¿Que...?! –Scott exigió, tirando de la camisa que cubría su cara, dándose la vuelta para cubrirse.

–Mosca abajo –Patch le dijo.

Scott le dio un tirón a la cremallera.

–¿Qué estás haciendo?, no puedes entrar aquí. Estoy ocupado. ¡Y esta es mi habitación!

–¿Estás loco? –le pregunte a Patch, sintiendo como la sangre se acumulaba en mis mejillas.

Patch me miró.

–Tú no quieres estar aquí. No con él.

–No te estaba llamando–respondí.

Scott se puso delante de mí.

–Déjame a mi encárgame de él.

Él avanzó dos pies antes que Patch lo golpeara en la mandíbula haciéndola crujir.

–¿Qué estás haciendo? –le grité a Patch –¿Le rompiste la mandíbula?

–Uhhnu –Scott gimió, agarrando la mitad inferior de su cara.

–No le rompí su mandíbula, pero si pone una de sus manos en ti, será una de las primeras cosas que le romperé. –me respondió Patch.

–¡Fuera! –le ordené a Patch. Mientras señalaba con un dedo la puerta.

–Te voy a matar –Scott le gruño, mientras cerraba y abría la mandíbula, asegurándose de que aun funcionara.

Pero en vez de salir, Patch se acercó a Scott en tres pasos, lo empujó a la pared. Scott trató de ponerse a su altura, pero Patch lo volvió a empujar dejándolo algo desorientado

–Tócala –dijo en la oreja de Scott. Su voz era baja y amenazante –y será el mayor error de tu vida.

Antes de irse Patch fijó sus ojos en mí.

–Él no lo vale –hizo una pausa –Y tampoco yo.

Abrí mi boca, pero no tenía ningún argumento. No estaba aquí porque quería. Estaba aquí para refregárselo en la cara a Patch. Yo lo sabía y él lo sabía.

Scott rodó y se sentó con los hombros caídos contra la pared

–Podría haberlo tomado si no estuviera tan cansado –me dijo mientras se masajeaba la parte baja de su rostro

–¿Quién demonios se cree que es? Ni siquiera lo conozco. ¿Tú lo conoces?

Scott obviamente no reconoció a Patch de Z, porque había mucha gente esa noche. No podía esperar que Scott recordara cada cara.

–Lamento eso –dije mientras señalaba la puerta por donde Patch se había ido –¿Estás bien?

Él sonrió lentamente.

–Nunca he estado mejor –eso dijo con un moretón que está floreciendo en su mandíbula.

–Estaba fuera de control.

–Esa es la mejor forma de ser –respondió con una voz cansada, usando la parte de atrás de su mano para limpiar un poco de sangre de la partidura en su boca.

–Debo irme –añadí –, te traeré el Mustang mañana después de la escuela.

Me preguntaba como se suponía que saldría de aquí, pasar a Patch, y mantener cualquier control sobre mi dignidad. Tal vez podría ir donde él y admitir que estaba en lo correcto: Solo seguí a Scott para lastimarlo.

Scott movía sus dedos bajo mi polera mientras me sostenía en mi lugar.

–No te vayas Nora, no aún.

Desenganché sus dedos de mi polera.

–Scott…

–Dime si voy muy rápido –dijo mientras se sacaba por segunda vez su camisa.

Su pálida piel brillaba en la oscuridad, claramente el había pasado algún tiempo en la habitación de pesas. Se notaba por las líneas de músculos en sus brazos.

–Vas muy rápido.

–Eso no sonó muy convincente –movió los cabellos que tapaban mi cuello para luego descansar su cara en la curva de este.

–No estoy interesada en ti de esta forma –añadí mientras ponía mis manos entre nosotros a modo de conseguir distancia. Estaba cansada y un dolor de cabeza zumbaba en mis orejas. Estaba avergonzada de mí y quería irme a casa para dormir y dormir hasta olvidar esta noche.

–¿Cómo lo sabes? Nunca me has tratado de esta forma...

Encendí el interruptor de luz, inundando la habitación con luz. Scott puso una mano en sus ojos y dio un paso hacia atrás.

–Me voy... –comencé a decir, pero lo corte cuando mis ojos hicieron reparo del parche de piel en el pecho de Scott, a medio camino entre su pezón y clavícula. La piel estaba dañada y brillante. En la parte mas profunda de mi cerebro, hice la conexión esta debe ser la marca dada de cuando Scott juro lealtad a la sociedad de sangre nefilim, pero fue como una idea vaga del momento, sin brillo en comparación a lo que realmente importaba. La marca tenia la forma de un puño cerrado. Era idéntica, el mismo tamaño y forma, el mismo sello levantado con el anillo de hierro de la envoltura.

Con la mano aún sobre sus ojos, se acercó a la cama para apoyarse y no perder el equilibrio.

–¿Qué es esa marca en tu piel? –sentí la boca seca.

Scott lucía algo sorprendido, después deslizo su mano para cubrir la marca.

–Algunos amigos y yo estuvimos tonteando una noche. No es nada serio.

Es solo una cicatriz.

¿Tenía la audacia de mentir sobre aquello?

–Tú me diste la envoltura –cuando él no respondió, agregué de una forma más feroz –, en el paseo marítimo. En la panadería. El envoltorio con el anillo de hierro

El cuarto se sintió extrañamente aislado, separado del sonido del bajo proveniente de la sala de estar. En un instante, no me siento segura de estar aquí atrapada con Scott.

Los reducidos y entrecerrados ojos de Scott me miraban a través de la luz, la cual parecía lastimar sus ojos.

–¿De qué estas hablando? –su tono era cauteloso, hostil y confuso.

–¿Tú piensas que esta actuación es graciosa? Yo sé que tú me diste el anillo"

–¿El...anillo?

–El anillo que hizo esa marca en tu pecho.

El meneo la cabeza una vez y después más fuerte, como si así pudiera escapar de aquel estupor. Entonces me acorralo contra la pared.

–¿Cómo sabes del anillo?

–Me estas haciendo daño –le conteste con veneno, aunque estaba temblando con temor. Me di cuenta de que Scott no estaba pretendiendo, a no ser que el sea un mejor actor del que imaginaba. Él genuinamente no sabía acerca del envoltorio. Pero si sabía acerca del anillo.

–¿Cómo lucía? –tomó un trozo de mi polera y me zarandeo –El tipo que te dio el anillo, ¿Cómo lucía?

–Saca tus manos de mí –dije mientras lo empujaba, pero Scott pesaba mucho más que yo. Sus pies ni se movieron, manteniéndome aún atrapada con su cuerpo –No lo vi. Fue una entrega

–¿Sabe donde estoy? ¿Sabe que estoy en Coldwater?

–¿él? – le pregunte de vuelta, –¿Quién es él?, ¿Qué esta pasando?

–¿Por qué te dio el anillo?

–¡No lo sé!, ¡No sé nada acerca de él! ¿Por qué tú no me lo dices?

Se estremeció duramente contra el estrago de pánico que parecía agarrarlo.

–¿Qué es lo que sabes?

Mantuve mis ojos clavados en los de Scott, pero mi garganta se encontraba cerrada, dolía el respirar.

–El anillo estaba en el envoltorio con la nota que decía que Black Hand asesinó a mi papá. Y que el anillo pertenecía a él. –lamí mis labios–.¿Eres tú Black Hand?"

La expresión de Scott era de gran desconfianza. Sus ojos se movieron de adelante hacia atrás, juzgando entre si me creía o no.

–Olvida que tuvimos esta conversación, si sabes lo que es bueno para ti.

Pensé que Scott tendría otro momento de rabia violenta, pero simplemente me vio como si fuera un perro que esta allanando su césped. Scott recogió su camisa y hizo como si se la fuera a volver a poner, pero su sonrisa se curvó y apareció una sonrisa amenazadora.

Él tiró la camisa en la cama, comenzó a aflojar su cinturón, tiró de la cremallera, se quitó los bermudas, dejándolo parado en nada más que un bóxer negro de algodón. Él iba a usar el factor de shock, claramente tratando de intimidarme para que me fuera. Él hizo un buen trabajo convenciéndome, pero no lo iba a dejar escapar tan fácilmente.

–Tú tienes la marca del anillo de Black Hand en tu pecho. No esperes que crea que tú no sabes nada, incluyendo como llegó allí.

No respondió.

–Al minuto que salga de aquí, llamaré a la policía. Si no quieres hablar conmigo quizás te gustaría hablar con ellos. Tal ves ellos han visto la marca antes. Puedo decirte que con sólo mirarla sé que no es algo bueno. Mi voz era calmada, pero mis axilas se encontraban húmedas. Que estúpida y arriesgada cosa para decir.

¿Y que si Scott no me permitía irme? Obviamente sabía demasiado sobre Black Hand para molestarlo. ¿El pensaba que yo sabía demasiado? ¿Y si me mataba y después tiraba mi cuerpo en un basurero?, mi mama no sabia donde estaba, y cualquiera que me allá visto entrar en el apartamento de Scott esta demasiado ebrio para recordar. ¿Alguien mañana recordara haberme visto?

Estaba tan ocupada entrando en pánico, que no me di cuenta de que Scott se encontraba sentado en su cama. Su rostro se encontraba cubierto por sus manos, su espalda estaba temblando, y noté que estaba llorando en silencio, genial, sollozos convulsivos. Al principio creí que estaba fingiendo, que era una especie de trampa, pero los bajos sonidos ahogados de su pecho eran reales. Él estaba ebrio, emocionalmente desquiciado, y no sabía como estabilizarlo. Aún pienso, con miedo que algún movimiento podría causar un estallido.

–En Portland acumulé bastantes deudas de apuestas –su voz era seca, con desesperación y agotamiento –, el gerente del salón de pool respiraba sobre mi cuello, pidiendo el dinero, tenía que mirar sobre mi espalda cada vez que salía de casa. Estaba viviendo con miedo, sabiendo que algún día el me encontraría, y que seria afortunado si salía con rotulas en las rodillas.

–Una noche, de vuelta del trabajo a casa, alguien me saltó por detrás, me arrastró a un almacén, y me amarraron en una mesa plegable. Estaba muy oscuro para poder ver al tipo, pero me imaginé que el gerente lo había enviado. Le dije que le pagaría lo que él quisiera con tal que me dejara ir, pero se rió de mí y me dijo que no iba tras mi dinero, de hecho ya había cancelado mis deudas. Antes de deducir si esta era su idea de una broma, dijo que era Black Hand, y que la última cosa que necesitaba era más dinero. "Él sostenía un encendedor, y mantuvo la llama contra el anillo en su mano izquierda, calentándolo. Yo estaba sudando, le dije que haría lo que él quisiera, que sólo me dejara salir de la mesa. Él rompió mi camisa y me marcó el anillo en mi pecho. Mi piel ardía, y yo estaba gritando a lo más que me lo permitían mis pulmones. Él atrapó mi dedo y quebró el hueso y me dijo que si no me callaba los rompería los diez. Dijo que me había dado su marca" la voz de Scott se convirtió en un murmullo, "mojé mis pantalones, ahí en la mesa, él me asustó demasiado, hice cualquier cosa para no verlo nunca mas, es por eso que nos mudamos a Coldwater. Dejé de ir a la escuela, y me escondía en el gimnasio, porque si volvía por mí... esta vez estaría listo."

Dejó de hablar y se limpió la nariz con la parte de atrás de su mano.

No sabía si podía confiar en él, Patch me había dejado claro él no lo hacía, pero Scott estaba temblando. Su cuerpo se veía mal, lleno de sudor, mientras pasaba su mano por su cabello, dejando salir un vacilante suspiro. ¿Podría ser que estuviera inventando una historia así? Todos los detalles tenían que ver con lo que yo ya sabía sobre Scott. Él tenía una adicción con las apuestas. Él trabajaba en las noches en Portland en una tienda de conveniencia. Él se mudó a Coldwater para escapar de su pasado. Él tenía la marca en su pecho, probando que alguien la había puesto ahí. ¿Podía el sentarse a dos pasos de mí y mentirme sobre lo que ha vivido?

–¿Cómo lucía él? – le pregunte –Black Hand

Él movió su cabeza,

–Estaba oscuro, él era alto, es todo lo que recuerdo.

Traté de conectar a tientas a Scott y mi papá, los dos estaban conectados a Black Hand.

Scott había sido rastreado por Black Hand después de salir corriendo por deudas. Por haber pagado sus deudas, Black Hand lo marcó. ¿Mi papá habrá pasado por lo mismo? , ¿Su asesinato no había sido al azar como la policía creía?, ¿Black Hand pagó las deudas de mi papá y luego lo asesino cuando se rehusó a ser marcado? No. No me lo creía, mi papá no apostaba y no acumulaba cuentas. Él era un contador. Él conocía el valor del dinero. Nada con su situación lo conectaba con Scott. Tenía que haber algo más.

–¿Black Hand te mencionó algo mas? –le pregunté.

–Trato de no recordar nada de lo relacionado con esa noche –buscó debajo de su colchón y saco un cenicero de plástico y un paquete de cigarrillos. Lo encendió, exhalando el humor lentamente y cerró sus ojos.

Mi mente continuaba rebotando en las mismas tres preguntas. ¿Realmente Black Hand asesino a mi papá?, ¿Quién era el?, ¿Y donde podía encontrarlo? Y claro, una nueva pregunta, ¿Black Hand era el líder de la sociedad de sangre Nefilim? Si él era el Nefilim marcador tenia sentido. Solo un líder, o alguien con mucha autoridad estaría a cargo de reclutar miembros para pelear contra los Ángeles caídos.

–¿Te dijo porque te estaba dando esa marca? –le pregunté. Claramente la señal era marcar a miembros de la sociedad de la sangre, pero quizás existía algo más. Algo que solos los miembros Nefilim sabían.

Scott movía su cabeza a rastras negando.

–¿No te dio una razón?

–No –Scott se quebró.

–¿Te ha venido a buscar desde aquella noche?

–No. –podía decir por la salvaje mirada en sus ojos que él tenia miedo y no hablaría mucho.

Volví a la Z. al Nephil de camisa roja. ¿Tiene la misma marca que Scott? Estaba segura de que así era. Tenia sentido que todos los miembros tuvieran la misma marca. Lo que significaba que había otros como Scott y el Nephil de Z. Miembros de todas partes, reclutados a la fuerza, pero desconectados de alguna fuerza real o de su verdadero propósito porque ellos eran mantenidos en la oscuridad. ¿Qué era lo que estaba esperando Black Hand? ¿Por qué se aguantaba la reunión de sus miembros? ¿Para evitar que los Ángeles caídos descubrieran lo que estaba planeando? ¿Fue por esto que mi papá fue asesinado? ¿Por qué o por algo relacionado con la sociedad de la sangre?

–¿Has visto la marca de Black Hand en alguien más? –sabía que era peligroso forzar demasiado, pero necesitaba determinar cuanto sabía Scott.

Scott no respondió, estaba estirado en la cama, desmayado. Su boca estaba semi-abierta, y su aliento olía fuertemente a alcohol y humo de cigarrillo.

Lo agite suavemente.

–¿Scott, que puedes decirme sobre la sociedad?" –Abofeteé suavemente sus mejillas –, Scott, despierta.¿Black Hand te dijo que tu eres un Nefilim? ¿Te dijo lo que significa?

Pero había caído en un profundo sueño, un sueño ebrio.

Apagué su cigarrillo, le puse una sabana sobre los hombros y me marché.

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