Ai Bao no sabía qué decir. An Yibei quedó anonadado. Papá An los miró felizmente a los dos y le gustó aún más la idea de que fueran una pareja. ¡Qué niña tan linda! Tenía la piel clara y rasgos limpios. También tendría hermosos bebés.
An Yibei se dirigió hacia ellos con los ojos entrecerrados. Su vista no era tan mala y no usar anteojos no hacía mucha diferencia. Caminando hacia Ai Bao, dijo con toda tranquilidad:
—Perdón por eso. Mi papá bebió demasiado.
De repente, ella entendió.
—¡Ya veo! Señor, ¿se siente bien? ¿Le ayudo a sentarse ahí?
Papá An suspiró, sonando derrotado.
—Bueno... estoy bien.
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