—Sí —Qi Yanxi sonrió—. En mis sueños…
—¡Piérdete! —Sheng Yize le dio una patada.
—Quería regresar a buscarla, y lo hice... —murmuró, frotándose el trasero.
Entonces regresó el recuerdo amargo. Al otro lado del mundo, la vida no había sido amable con él al principio. No sabía lo que estaba haciendo y, pese a su deseo de ganar dinero, no tenía las habilidades necesarias. Solo así se dio cuenta de que sin el título de "heredero de la familia Qi", no era nada. Se obligó a salir de su zona de confort. Trabajaba a diario en su plan de inversiones, entretenía a sus clientes en cenas hasta que le dio hemorragia gastrointestinal y se quedaba despierto hasta las tres o cuatro de la mañana... Cuando soñaba, solo pensaba en una persona. An Xiaxia. Siempre que quería renunciar, pensar en ella lo hacía recuperar fuerzas...
—Xiaxia, ¿qué ocurre? —Sheng Yize frunció el ceño y agitó su mano frente a su cara.
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