Esta silueta imponente no era otra que el padre biológico de Qin Wentian.
Un resplandor inmortal ilimitado envolvía todo su cuerpo, iluminando los cielos. Cada centímetro de su cuerpo brillaba con una luz resplandeciente, bañada en santidad, exudando un aura extraordinaria. Parecía un dios celestial que había descendido al mundo mortal, dándole a los demás una intensa ráfaga visual de impacto.
El canto oracular continuó, mientras las luces rúnicas se elevaban hacia los cielos. La silueta se volvió cada vez más divina.
Este halo de luz era como llamas y también se parecía a la luz verdadera. Dentro de la blancura pura de la llama, líneas doradas pasaban destellando, mejorando aún más el aura de rey que irradiaba esta persona.
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