—¡Debe haber algún malentendido! —dijo Madame Xue, tratando de buscar una razón sólida, aunque sus manos temblorosas decían lo contrario.
—¿Qué tipo de malentendido se forma con testigos y exhibiciones? ¿Me estás diciendo que estas fotos están falsificadas, que no puede ser tu hija? ¿También me estás diciendo que los compañeros de curso de tu hija en la universidad se unieron para traicionarla con un falso testimonio? —gritó la anciana—. ¡Han pasado años! Todos estos años hemos estado en la oscuridad. ¡Un gran plan, un gran plan que tanto tú como tu hija planearon! ¿Ustedes dos planean destruir a nuestra familia?
—¡La llamaré ahora mismo! —Madame Xue se levantó torpemente del sofá. Esas acusaciones la lastimaban mucho. Los documentos cayeron al suelo cuando sus rodillas golpearon la mesa de cerámica.
Todavía no podía creer las cosas que su hija había hecho.
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