—Xinxin acaba de despertarse. ¿Qué necesitas de ella? —le informó Shen Yi a su glotón y extrañamente tímido hermano pequeño.
—¿Qué quieres decir? Estoy bastante seguro de que ya es más de mediodía allí. ¡Solo necesito hablar con ella! ¿Por qué necesito pedirle permiso para hablar con mi cuñada? —preguntó Shen Xue y gruñó en la otra línea.
—¿Ese es Xue?
Shen Yi se volvió para ver a su esposa, sosteniendo a la pequeña Yuyan en sus brazos. Sus grandes ojos curiosos parecían saber que Shen Xue necesitaba su atención.
—¡Si! —gritó Shen Xue desde el otro lado de la línea, obligando a Shen Yi a alejar su teléfono de la oreja antes de que su hermano le lastimara el tímpano
—¡Hermana! ¿Puedo hablar contigo un momento? —suplicó Shen Xue.
—Lo siento —murmuró Shen Yi a su esposa, bajando los labios para presionar sus sienes—. Debería haber atendido esta llamada afuera —agregó
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