625 Es él, es él, es él

El corazón de Su Qianci latía con fuerza. Parecía haber descubierto un gran secreto. Pero el sentimiento desapareció sin dejar rastro.

—¿Lo has visto? —sonó la voz de Li Jinnan llegó con un tono ascendente—. Ven a la sala de estar.

Su Qianci se giró de inmediato y salió descalza.

Li Jinnan llevaba una camiseta ajustada que delineaba todos los músculos de su cuerpo. Estaba sentado en el sofá en ese momento, medio apoyado en la mesa de café y trabajando en una computadora portátil. Sosteniendo el teléfono en la mano y mirándola, colgó y la saludó con la mano.

Su Qianci se sentó junto a él, y sus ojos se posaron en su ordenador portátil. Se estaba reproduciendo un video, y a juzgar por la luz y el ángulo, deberían ser tomas furtivas con una pequeña cámara oculta. Probablemente una cámara disfrazada de broche o corbata.

—Jing Sao, estoy aquí para traer la medicina.