Cuando el coche de policía ya se iba, Su Qianci le agarró las manos a Li Sicheng con excitación:
—¿Lo has planeado todo? ¡Lo has hecho muy bien!
Li Sicheng se echó a reír y la agarró del brazo:
—Vámonos.
—¿A dónde?
—Se acerca el cumpleaños del abuelo. Tenemos que comprarle un regalo.
Ella parpadeó. El cumpleaños setenta del abuelo era dos semanas después del solsticio de invierno. Era en menos de diez días y ella lo había olvidado por completo.
—¿Qué deberíamos comprarle?
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