La mirada de todos estaba fija en la hija del castellano. Después de la cruda batalla, esta señorita que venía de un entorno noble tenía el aspecto de cualquier otro aventurero. Su largo vestido había sido rasgado durante la batalla, manchado de tierra y sangre. Su rostro estaba pálido y su mirada estaba llena del mismo temor que se podría encontrar en un conejito asustado. Cualquiera que la viera se sentiría realmente conmovido.
—¿Qué decís, mis nobles invitados? El tiempo se acaba. Será mejor que toméis una decisión rápidamente. ¿Queréis que mis mascotas os maten o entregáis a la niña? La elección es vuestra...
—Erm... —Sienna sabía que el dueño de la voz no estaba bromeando. Realmente no les quedaba mucho tiempo. Aunque las criaturas no muertas a su alrededor se habían calmado por un momento, esa agitada aura de muerte se estaba volviendo cada vez más concentrada. Parecía que iban a precipitarse hacia ellos y despedazarlos sin previo aviso.
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