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Capítulo 24 - Niña ingenua - Parte 2

Redakteur: Nyoi-Bo Studio

Como era pasada la tarde, ella tomó la linterna que colgaba cerca de su habitación. Mientras sostenía la linterna en alto con una mano y con la otra sostenía el frente de su vestido, no vio a ningún sirviente en el camino oscuro y del que no hacían mucho uso. Finalmente, cuando llegó a la Torre del Reloj, el fuerte viento azotó la luz a pesar de que estaba protegida por un vidrio cilíndrico.

Poniendo la linterna en el suelo, miró hacia atrás para ver el hermoso paisaje de la tierra de Bonelake. Incluso con la oscuridad que ahora la apagaba, todavía se veía hermosa y el viento añadía la calma desconocida en su mente, que no se había calmado antes.

No era una torre abierta pero tenía un techo hecho de piedras y pilares para proteger el área. Se quedó en la dirección opuesta de la que soplaba el viento, el cabello que había atado ahora se estaba deshaciendo en unos mechones que se aflojaban y una sonrisa adornaba sus labios.

Era como si ella estuviera sola en todo este mundo y nada más importara. Sus preocupaciones y ansiedad desaparecían con cada segundo que pasaba. Aquí estaba tranquila, y aceptó que este era uno de sus lugares favoritos.

Preguntándose dónde estaba el reloj, intentó sacar la cabeza del ancho pilar mientras sujetaba ambas manos en los bordes. Incapaz de encontrarlo, se sentó en el borde para seguir contemplando la gran cantidad de árboles hasta que sintió que sus ojos se cerraban involuntariamente.

La próxima vez que Heidi se despertó de su inesperada siesta, su cuerpo se balanceó hacia un lado y entonces abrió los ojos, su corazón dando un salto en su pecho al sentir que estaba a punto de caerse de la torre, pero antes de que su cuerpo pudiera perder el equilibrio, alguien la atrapó.

—¿Qué estabas intentando hacer? —le llegó la voz ligeramente irritada del Señor Nicholas.

Heidi todavía estaba en shock para poder formar palabras coherentes. La piel de gallina se había formado en toda su piel por el miedo que había sentido al haber estado a punto de caerse de la torre alta.

—¿Qué tipo de idiota se duerme en un lugar como este? —sintió que el Señor Nicholas no estaba de humor y ella no podía culparlo. Cuando cerró los ojos, su intención no era quedarse dormida. Sus habituales ojos rojos se habían vuelto oscuros mientras continuaba mirándola con brusquedad.

—Me disculpo por no tener cuidado. Debo haber estado cansada y no me había dado cuenta de que me había quedado dormida —sus ojos se suavizaron, pero su expresión seguía siendo sombría y ella siguió hablando:—No hay reloj aquí.

—Lo sacaron de aquí abajo —mostró su pulgar detrás de él.—Era un dispositivo ruidoso que solapaba cada cosa que era agradable de escuchar. ¿Y para qué necesita un vampiro un reloj cuando el tiempo es ilimitado y tenemos un reloj de bolsillo? —golpeó su mano sobre el bolsillo de su chaleco.

—Todavía es difícil para mí digerir que eres un Señor. No lo hubiera adivinado en años.

—¿Por qué? ¿Es tan difícil de creer? —preguntó y fue a tomar asiento junto a ella. Heidi, en cambio, había elegido apoyarse contra la pared que sentarse después de que casi se hubiese caído.

—No. Quiero decir que estabas paseando por las calles y algunos de ellos te estaban persiguiendo y... siempre estás paseando. ¿Es tan fácil ser un Señor?

—Puede que sí, puede que no. Y fue solo me encontraste paseando una vez. El bosque era un trabajo.

—¿Trabajo? —le preguntó ella con el ceño fruncido:—Espera. Sabías que las brujas iban a atacar esa noche —lo enfrentó y vio que no hacía ningún esfuerzo por negarlo.—¿Por qué no nos lo dijiste?

—Porque no era mi trabajo decirlo —fueron sus simples palabras.

—Lo dices como si fuera un secreto cuando en realidad hubieras salvado la vida de las personas que fueron secuestradas. Tú no...

—¿Y cómo sabes si están vivos o no, señorita Curtis? ¿Se ha puesto del lado de las brujas, que conoces sobre el estado de salud de los cautivos? —dijo él y levantó una ceja hacia ella.—Es fácil acusar. Como dije, no era mi responsabilidad decirlo y no era un trabajo oficial. Tu Señor no es consciente del hecho de que hay algunos humanos que se han puesto del lado de las brujas para negociar vidas y no es infrecuente. Para salvarse el cuello servirán a otro y no debería sorprenderte si te encuentras en tales situaciones pero no te preocupes. Como estás bajo mi cuidado, no permitiré que sufras ningún daño, como se le prometí al Consejo.

«Aún así, una palabra hubiera sido útil», dijo en su mente y él sonrió al mirarla.

—Parece que no estamos de acuerdo —dijo con alegría.

—Yo no.

—Está bien, pequeña e ingenua niña. Comprenderás el porqué muy pronto —le dijo y ella entrecerró los ojos marrones ante sus palabras. Heidi abrió la boca para replicar, pero luego la cerró, no queriendo discutir inútilmente con él.

—Pareces más tranquila que la primera vez que te conocí. Y aquí pensé que disfrutaría de la compañía de una mujer con tu fiereza —comentó el Señor Nicholas.

—No soy un payaso para entretenerte, Señor Nicholas —suspiró ella internamente, apartando la mirada de él.

—Espero que no te importe que te llame por tu nombre; después de todo, vamos a ser de la misma familia, Heidi —ella no sabía por qué le estaba preguntando cuándo ya la estaba llamando por su nombre.—Así que... escuché que viniste aquí para ocupar el lugar de otra persona. ¿Es así? —Él le preguntó con una sonrisa encantadora y ella sintió que sus labios se apretaban.

No estaba segura de si estaba destinada a revelar la verdad. Y si lo sabía, ¿hasta qué punto estaba al tanto de la situación? ¿Alguien le había dicho que había venido en lugar de su hermana?

—No te preocupes, no se lo diré a nadie —la convenció con una voz suave.

—Me enviaron en el lugar de mi hermana —respondió ella.

—¿Y por qué? Solo puede haber dos respuestas. Una, porque quiere un buen futuro para ti, o dos porque ama a tu hermana más que a ti y preferiría enviarte a ti a tratar con los vampiros que a ella. Entonces, ¿cuál es? —preguntó, golpeando el ojo de buey.

—No es nada de eso —respondió Heidi con calma.—Mi hermana creció con miedo a los vampiros. Y mi padre pensó que sería mejor que fuera yo en su lugar.

—Eso parece creíble —murmuróél, lo cual ella no puedo alcanzar a escuchar.

La verdad era que el Señor Nicholas no había escuchado sobre el reemplazo de nadie, era solo una corazonada que quería despejar. No es que importara qué hermana de la familia Curtis viniera aquí después de todo, lo único que le importaba eran los asientos en el Consejo y las negociaciones que tuvieran lugar después de que se completara la tregua.

Él la miró de pie con la cara girada hacia el espacio abierto, con los ojos fijos mientras su cabello se movía de un lado a otro como las olas de mar. La vio agarrar un pedazo de cabello y metérselo detrás de la oreja para que enseguida volviera a salirse del sitio. Como si sintiera su mirada sobre ella, se volvió para mirarlo en silencio.

—¿También estás ayudando al consejo a atrapar a las brujas? —preguntó.

—Algo así.

—El día que nos conocimos. Vi a algunos de ellos arrastrar a un hombre. ¿Era un vampiro? —dijo y dio un paso hacia atrás para pararse detrás del pilar ancho para evitar el viento.

—¡Caramba! Debería pedirle a Reuben que te consiga un puesto en el departamento de investigación del Consejo. Lo harás bien con tu entusiasmo, en asuntos ajenos.

Incluso con la sonrisa en el rostro del Señor, Heidi estaba segura de que no era un cumplido.

—Era un medio vampiro. Ya debes saber que a los humanos no les gustan los vampiros. Recibí la noticia de alguien que los mitad vampiros están en peligro en ciertos lugares del Imperio del Norte. Hay algunos humanos que se han unido para eliminar a los mitad vampiros y a los vampiros, lentamente, sin que nadie lo note. Por supuesto que no es fácil atrapar a un vampiro y, por lo tanto, van tras los mitad vampiros. Fue por la misma razón por la que visité tu ciudad. No es un lugar seguro para una familia de vampiros. El Señor puede intentarlo todo lo que quiera, pero siempre hay personas que intentarán rebelarse y yo participo en descartar ese tipo de personas. ¿Eso responde a su pregunta?

Heidi asintió con la cabeza. «¿No se habían dado cuenta los humanos de que perseguían a un Señor?» Y entonces se dio cuenta de que había llevado una capa con capucha que le cubría el rostro aquella noche. El Señor Nicholas se levantó de donde estaba y no hizo nada para evitar que su cabello castaño se convirtiera en un desorden desaliñado.

—Entremos antes de que empiece a llover —dijo, colocando ambas manos en los bolsillos del pantalón.

—Pero el cielo se ve despejado —dijo Heidi siguiéndolo.

—Bonelake es bien conocido por su inusual lluvia.

Esa noche, tal como predijo el Señor, fue despertada por un fuerte trueno y una lluvia intensa. El cielo se iluminaba cada vez que un rayo golpeaba el cielo, seguido por el atronador sonido de las nubes. Demasiado cansada para permanecer despierta, se volvió a dormir en la cómoda cama.

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