Mubai sabía que no estaba siendo humilde o bromeando. Después de todo, no le interesaba en absoluto el puesto. Si no fuera por derrotar a sus enemigos, no habría elegido ese camino. Eligió respetar su decisión.
La abrazó y le susurró:
—Está bien, no importa tu decisión, te apoyaré. Después de que esta crisis se resuelva, puedes hacer lo que quieras.
—Resolveré esta crisis lo antes posible, y volveremos a casa juntos. —Eso era lo que ella quería, volver a casa con él, vivir una vida pacífica.
Los labios de Mubai se curvaron en una brillante y gloriosa sonrisa.
—Está bien, te lo prometo.
Xinghe respondió con una brillante sonrisa. Ella también lo abrazó a cambio y disfrutó de ese último pedazo de felicidad y serenidad que tendrían el lujo de disfrutar durante mucho tiempo.
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