La hierba estaba aplastada. Parecía como si el monstruo gigantesco estuviera buceando en un océano verde.
El cuerpo de Tontín emitía diminutos voltios de electricidad. Sus dientes afilados brillaban fríamente en su boca abierta al sentir una amenaza.
El arbusto en el otro extremo del estanque fue aplastado por una cabeza tan grande como un automóvil. Dos grandes ojos colgaban sobre la cabeza verde, como linternas. Los ojos estaban serenos y firmes. Se apresuró hacia el tranquilo estanque, que fue destruido en un instante.
Era la Anaconda Gigante de la Jungla. El corazón de Gao Peng se apretó cuando se dio cuenta de que estaba en su territorio.
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