—Ajá—Cuando llegó frente al Mago Oscuro que parecía un roedor gigante, Leylin sólo asintió levemente—. Llegas justo a tiempo. Hay algunas cosas que necesitan de tu talento natural. Quédate junto a mí.
—¡Sí, mi Señor!
Un destello de alegría apareció en los ojos del gran roedor, que rápidamente se paró a una distancia muy corta detrás de Leylin.
Era muy claro que, en esa guerra masiva, la probabilidad de muerte no era baja, ni siquiera para los Magos Oficiales. Para protegerse a sí mismo, además de intentar elevar su fuerza a toda costa, el Mago roedor también debía tener un respaldo fuerte. ¡Ese era un método de supervivencia!
—¿Quién es él? —preguntó con desconfianza el Mago del Jardín de las Cuatro Estaciones frente a ellos, ya que obviamente no podía reconocer a Leylin en ese momento.
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