La colisión de los diez semidioses y la proyección del Cuervo Dios fue como un sinnúmero de bombas nucleares que salían aparatosamente por encima del Océano Quieto. Parecía como si los soles masivos y sangrientos iluminaran todo el océano como si fuera de día.
Innumerables vidas en el Océano Quieto fueron aplastadas por el impacto, pintando todo el océano de rojo.
El mar parecía ser como una lavadora puesta en modo turbo, pero cien veces más rápido. Interminables olas gigantes rugieron y caía como una cascada.
El vapor de agua se evaporó a alta temperatura, haciendo que el nivel del mar del Océano Quieto bajara a un ritmo preocupante.
La lucha entre los Cuervos Púrpura y Dios Bendiga desde entonces se había alejado de la zona a decenas de kilómetros de distancia.
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