—Xiaoxue vive en Chicago. No tuve tiempo de visitarla a ella y a su bebé. Qué lástima. Me invitó dos veces y no paró de llamarme. Pero nuestra agenda estaba muy apretada, y sus padres tampoco querían que los niños se fueran. Tal vez la próxima vez podamos quedarnos más tiempo.
—Tendremos tiempo en el futuro. Viajaremos mucho a los Estados Unidos. Relájate. —Qin Chu le dio una palmada en la mano a Huo Mian.
Huo Mian miró a las pequeñas durmiendo como cerditos en sus asientos de primera clase.
Pudín estaba babeando con la cabeza inclinada hacia un lado.
Porotito incluso roncaba, como un cerdito, era súper lindo.
Justo cuando Qin Chu iba a despertarlas, Huo Mian extendió su mano y lo detuvo. —Espera cariño, no los despiertes todavía.
—¿Qué?
—Quiero hacer un pequeño video de ellas.
Qin Chu se quedó sin palabras.
—Eres una madre tan inmadura —dijo Qin Chu mientras se reía.
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