—Mamá... No es nada grave, no te preocupes —Huo Mian intentaba consolar a su suegra.
—Mian... Deja de mentirme, no soy una idiota... Tu rostro y el de Chu lo dicen todo... ¿Es posible que... tu padre tenga cáncer? —preguntó con la voz entrecortada la señora Qin, que estaba pálida como un fantasma.
—Mamá... No estamos seguros aún, hay un tumor creciendo en el cerebro de papá, no sabemos si es benigno o maligno. Necesita una cirugía, pero las probabilidades de que sea exitosa son bajas... —explicó Qin Chu, palabra por palabra.
—¿Un tumor... cerebral?
La señora Qin sintió que todo su cuerpo se debilitaba, pero Huo Mian fue lo suficientemente rápida para atraparla antes de que se desplomara en el suelo.
—Mamá... ¿Estás bien?
—No estés tan triste, mamá, quizás el tumor de papá sea benigno —Qin Chu decidió decirle una mentira piadosa.
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