El volteó su rostro para mirar y Huo Mian y exhaló.
—Un día, moriré bajo tu espada.
—¿De dónde sacó esa idea, director Qin? —dijo Huo Mian en un tono ofendido.
Qin Chu se sintió desamparado, intentado pinchar las mejillas sonrojadas de Huo Mian. Su intelecto era incomparable y solo dependía de que ella quisiera usarlo o no. En cuanto a Qin Chu, ella conocía sus debilidades muy bien. Sin importar qué, a pesar de que estuviera equivocada, ella aún actuaba confiada. Pero lo más importante, una sola palabra bastaba para ablandar su corazón.
Unterstützen Sie Ihre Lieblingsautoren und -übersetzer bei webnovel.com