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Capítulo 12 – Encendiendo el cemento

Redakteur: Nyoi-Bo Studio

Roland se mantuvo al lado del horno, esperando por la primera tanda de cemento.

La estructura de ladrillos estaba diseñada para producir cemento, era de unos quince metros de largo y cuatro metros de ancho. Tenía una puerta al frente y otra atrás. La puerta del frente estaba diseñada para ser lo suficientemente ancha como para permitir el transporte de materiales y gente entrando y saliendo de la sala. La puerta trasera, en cambio, era lo suficientemente grande como para una sola persona, y funcionaba como la entrada secreta de Anna.

Para este fin, también habían construido una muralla rodeando la mitad del horno y con guardias posicionados en las entradas y salidas. Eran todos hombres de Carter y él no tenía duda acerca de sus lealtades.

El proceso de producción de cemento era fácil de explicar: primero, piedra caliza era molinada hasta convertirse en polvo, que luego se mezclaba con arcilla o polvo de hierro. Hayan usado el método seco o húmedo, esto resultaba en una pasta. Luego de combinarlo con yeso, el cemento estaba listo para su uso. Los materiales crudos estaban fácilmente disponibles, y no se incluía polvo de hierro ya que era difícil de producir. El secreto estaba en la temperatura de calcinación.

Roland no podía recordar la temperatura específica necesaria para el cemento. Gracias al hecho de que no poseía las herramientas necesarias para medir dicha temperatura, como un termómetro infrarrojo, o una pistola de termo-acople, el proceso se había hecho increíblemente difícil. Él solamente sabía que el punto de derretimiento del cemento era similar al del hierro, y que el proceso de calcinación era complejo cuando se trataba de fabricar cemento.

Para una era de semejante subdesarrollo tecnológico, era un enorme problema el mantener la temperatura del horno. El horno común sufría de enormes pérdidas de calor y era difícil de mantenerlo por arriba de los mil doscientos grados. En cuanto al horno de reverberación, requería de una capacidad de soportar altas temperaturas en el interior, pero él no sabía cómo fabricar los ladrillos refractarios. El tradicional alto horno era aún peor. La temperatura quizá servía, con sólo una estrecha cavidad en el horno, para calcinar el cemento, pero no podrían producir suficiente para el final de los Meses de los Demonios.

Con esto en mente, Roland diseñó un horno que no necesitaba calentarse y dependería, en cambio, de Anna.

Partículas rotas de piedra caliza y arcilla eran mezcladas con agua para formar una pasta, que se esparcía equitativamente en el cuarto de fuego. Entonces, los caballeros trababan las puertas y hacían salir a los trabajadores. Anna, entonces, entraba por la puerta trasera y calentaba la tierra alrededor de la pasta hasta que la barra de hierro que estaba también en el cuarto, se derretía.

Roland se volvía impaciente, este era el primer paso para defender Ciudad Fronteriza. Si no producía cemento, su plan de construir un muro en tres meses se volvería nada más que palabras.

Sin un muro para proteger a la ciudad, crecía su preocupación de que nadie querría quedarse en esas tierras olvidadas por Dios. Y ya fuera en la historia o en literatura de ficción, establecer una base era necesario para la agricultura.

—Su Alteza, ¿lo que dice usted es que este material puede mantener a las piedras juntas? —preguntó Carter Lannis, que se paró cerca del príncipe Roland. A pesar de que el príncipe ya había dicho que esto era el resultado de las últimas investigaciones de alquimistas del Reino de Castillogris, él seguía escéptico. Después de todo, ese grupo de gente nunca fue reconocido por ser útil.

—¿Quién sabe? —contestó Roland— Eso fue lo que dijeron.

En este mundo, la astrología y la alquimia eran conocidas como las artes de los sabios, y eran muy populares en tierra firme. La familia real solía tener sus propios alquimistas y astrólogos para predecir y mejorar sus destinos. Para gente ordinaria, sin embargo, tales conocimientos estaban fuera de su comprensión y, por lo tanto, les causaba poco entusiasmo. Con esto en mente, era natural para Roland afirmar que el cemento era el producto de un taller de alquimia. No le importaba si el Caballero Jefe le creía o no.

La llama en la ventana, eventualmente, se apagó. La calcinación del cemento parecía estar completa.

Rolan se puso de pie rápidamenet. Envió a Carter al patio y él esperó solo en frente a la casa de ladrillos.

La puerta de hierro chilló al abrirse, mientras Anna salía, desnuda. Roland la envolvió con ropas y le alcanzó un vaso de agua.

—¿Cómo estuvo?

El rostro de la bruja estaba pintado con un gris polvoriento. A pesar de que el cemento mojado no producía mucho polvo, al momento de quemarse, aparentemente, sí.

Ya que no podía utilizar una máscara, le era incómodo permanecer adentro por diez o más minutos. Tosió dos veces y asintió.

—El lodo se puso gris.

Roland estaba demasiado impaciente para esperar que la temperatura baje. Mojó una toalla, se la envolvió por la cabeza y agarró una pala. Entonces entró por la puerta trasera.

El aire caliente lo envolvió al instante y le costó respirar. La piel de sus manos se quemaba crudamente. Afortunadamente, palear las cenizas le tomó solo un momento. De lo contrario, si se quedaba más tiempo, podría haber sufrido de un shock termal.

—¿Es esto lo que quieres? —preguntó Anna, mirando el material. Ya se había vestido con sus ropas de bruja.

—Parece que sí—dijo Roland, quien aplanó el polvo y testeó la temperatura con sus dedos—. No lo sabré con exactitud hasta que lo usemos.

—¿Qué uso tiene esta cosa?

—Construir casas y puentes y reparar caminos. Hay muchos usos para esta cosa. Si tenemos éxito, la gente ya no tendrá que preocuparse por daños a sus casas ocasionados por el frío, la lluvia o la nieve.

Usando su otra mano, palmeó a la joven en la cabeza.

—Y es gracias a ti.

Anna agachó la cabeza. Él no estaba seguro de si era ilusión, pero la respiración de la chica pareció haberse acelerado un poco.

En teoría, el material quemado debía ser mezclado con yeso para ajustar su tiempo de endurecimiento. Pero no había necesidad de pensar en tanto ahora mismo. Luego de una corta pausa, Roland levantó dos palas y llamó a Carter, que estaba de pie afuera del patio. Le dijo que mezclara la ceniza gris proporcionalmente con arena del río en una proporción de tres a uno para preparar argamasa de cemento.

Al Caballero Jefe no le importaba realizar trabajos menores. En su opinión, era mucho mejor que luchar o perseguir damas nobles para su Alteza en el Reino de Castillogris.

Como no había polvo de hierro en la mezcla cruda, la pasta resultante era de color blancuzco. Roland apiló la pasta en un ladrillo y colocó otro ladrillo encima. Normalmente le tomaría unas cuatro horas al cemento endurecerse. Como esta era meramente una prueba, decidió que lo mejor sería esperar a la mañana siguiente para probar la mezcla.

A la mañana siguiente, Roland se apuró en ir al cuarto de horno, llevando a Carter y Anna con él. Cuando abrió la puerta, notó que el cemento parecía sólido y los ladrillos se veían pegados entre sí. La superficie del material parecía resistente y una parte estaba cubierta de escarchas de nieve.

Roland se agachó. Era natural que el proceso de alcalinización resulte en escarcha. Presionó al cemento duró y su corazón saltó. El cemento era sólido como una roca, completamente diferente a la textura de la arcilla.

Luego de tener la señal del príncipe, Carter intentó primero levantar los ladrillos. Luego, intentó patearlos. El cemento se separó del piso, pero los ladrillos seguían juntos firmemente. Terminó utilizando la empuñadura de su espada para separarlos, pero sólo lo logró con una pequeña parte de la esquina de los ladrillos.

—Así que este es el efecto del llamado cemento —dijo el Caballero Jefe.

Carter comprendió el propósito del material.

—Es simplemente increíble. Fluía como cera derretida ayer, y sólo una noche después se ha convertido en algo tan sólido como una roca. Con esto, podremos construir el muro tan rápido como queramos. Siempre que tengamos suficientes ladrillos, ¡podríamos incluso construir un muro alrededor de Ciudad Fronteriza en menos de cinco años!

—¿Qué uso tendría eso? —preguntó Roland— Una muralla alta no podría detener a los enemigos internos. Prefiero convertir las viejas casonas de madera de Ciudad Fronteriza en sólidas casas de cemento, para que mis súbditos no tengan que preocuparse por perder sus hogares durante desastres naturales.

—…

El Caballero Jefe estaba atónito. No esperaba que el príncipe Roland, conocido por sus vicios aristocráticos, pudiera sugerir algo así.

—Lo entenderás en el futuro —reafirmó Roland.

Para muchas personas que viajaron por el tiempo, la tecnología era puerta a la productividad. Pero aquí, las brujas eran su camino al futuro.

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