4 Ha regresado la esperanza

Unos minutos después de que Ashtaria se fuera, Neefar me pide que le escuche. La veo sentarse a un lado mío, sobre la camilla, y por su rostro agachado puedo suponer que se trata de algo importante.

—En tus análisis cerebrales encontré algo sumamente extraño…

—¿D-De que trata? —pregunto titubeando, con mi sistema nervioso disparado por lo alto.

—No es grave, es solo que… tu cerebro está usando más de la capacidad normal. Un cerebro en reposo estaría usando un 10% de su capacidad, pero contigo es un 30%.

«¿Debería estar aterrado?... Porque sí, lo estoy.».

—Yo me siento normal, Neefar.

—No es algo que represente un peligro, pero si llegas a sentirte extraño, no dudes en contactarme.

Neefar decide acompañarme hasta la  salida del centro médico, a lo lejos, veo llegar una nave de corto viaje.

En Mikadea tenemos diferentes tipos de naves:

Están las Naves de Corto Viaje: estas son las naves que utilizamos para transportarnos de un lugar a otro, dentro de ella caben cuatro Mikadeanos, estas fueron olvidadas rápidamente cuando llegó la revolución de los portales, también cabe mencionar que estas naves no tienen armamentos ya que no fueron hechas para la guerra.

También tenemos las Naves de la Fuerza Armada: Fueron diseñadas para hacer explotar las cosas, ya sea en guerras dentro de Mikadea o en la Galaxia. Estas naves solo tienen capacidad para dos pilotos.

Las Naves Mineras: son las que transportan los recursos, como metales y cristales desde algún planeta hasta la Nave Nodriza.

Y por último está la Nave Nodriza: Ahí podemos transportar a millones de Mikadeanos y también contamos con un almacén donde guardamos todos los recursos que recolectemos en una invasión planetaria. Cuando la Nave está a su máxima capacidad realiza un viaje hacia Mikadea para descargar y retornar para almacenar más recursos.

Esta nave de corto viaje viene justo hacia mí y se ha detenido en frente. El transportista de la nave ha salido de ella por la zona de abducción y me está haciendo señas para que me acerque a él... voy caminando hacia él porque presiento que es el que me llevará a casa.

—Señor Kiharu, un gusto conocerlo en persona, su hermano me ha pedido que venga por usted. Ah... por cierto, mi nombre es Tihám.

—Hola Tihám, necesito que me lleves a casa, te daré las coordenadas.

—¡Listo, suba!

La nave está suspendida en el aire y Tihám ya ha activado la zona de abducción para entrar, no tienes idea de lo bien que se siente ser abducido por una de estas cosas, lo voy a disfrutar.

—Señor Kiharu, ¿hace cuánto que no se sube a una de estas naves?

—La última vez que me subí era solo un niño.

—Entonces volvamos a recordar esa parte de su infancia —Tihám muestra sus dientes con una gran sonrisa, parece ser alguien bien entusiasta—. Asegure su silla que ya vamos volar.

Cómo olvidar estas rústicas naves; de niño me encantaba viajar en ellas y junto con mi hermano Handul competíamos en velocidades altas y de una forma majestuosa.

—Señor Kiharu, siéntase cómodo y seguro, a pesar de que esta máquina tiene diez mil eclipses de antigüedad, siempre ha estado bajo mi mantenimiento.

—Estoy seguro de eso, Tihám.

Las luces de la nave se encienden y con un suave rugido se pone en marcha.

Mientras vamos sobre la ciudad se puede ver como los Mikadeanos aún están asustados, se ve como corren por las calles, la fuerza armada sigue de pie tratando de mantener todo bajo control y es que ya hace varios eclipses que Mikadea no tenía una noche tan desastrosa.

—Señor, hemos llegado.

—Gracias Tihám.

—Aquí le dejo mi ID de contacto para por si en algún momento necesita de un transportista.

—Oh, buena idea.

Es otro cielo que amanece y me despierto como cualquier otro día, ahora a realizar las rutinas matutinas: ejercitarme, asearme, abro mi guarda ropa y escojo el nanotraje con los mejores diseños de túnicas, este que acabo de escoger tiene el diseño de túnica que tanto me gusta usar, colores negros y grises con detalle plateados. Hoy también intentaré trenzar parte de mi plateado cabello, es algo ondulado y difícil de peinar, no es tan largo como el de Handul, hace quince días que lo corté un poco más arriba de mis hombros.

Saliendo de mi hogar, veo un hermoso clima, hoy la gigante roja se está portando muy bien.

—¡Kiharu, buen día! —es Neefar, quien me sorprende desde mi espalda.

—Neefar, es un milagro verte tan temprano.

—Sí —su mirada tímida se inclina hacia el suelo—, hay muchos heridos esperando atención médica en el centro médico.

—Sí... me imagino.

—Por cierto —levanta su rostro y fija su mirada en mí—, el Gran Halu me ha convocado para reunirnos esta tarde en el parlamento y supongo que el resto de la élite también va.

—Sí, hoy tenemos que reevaluar la búsqueda del oro, ya mi padre debe de tener todo planeado para la expedición. De seguro vas para liderar en la parte médica, después de todo eres la mejor médico que Mikadea ha tenido.

—Kiharu... ¡haces que me sonroje!

Me provoca soltar algunas risas.

—Nos vemos en la tarde.

—S-Sí... nos vemos —se despide con un tono nervioso.

Nada mejor que iniciar el día viendo como Neefar se sonroja, es muy linda cuando deja expuesta su timidez.

Neefar activa su brazalete de portales, pone las coordenadas y abre su portal, por lo que veo el sistema de portales fue restablecido.

Al entrar al portal, ella desaparece e instantáneamente el portal se desvanece.

Segundos después, yo me dispongo a hacer lo mismo y al cruzar mi portal llego al Palacio.

Al entrar al laboratorio de investigaciones especiales, donde yo trabajo, veo a mi equipo junto con Ashtaria.

—¡Buen día, Señor Kiharu! —los científicos me saludan al entrar al laboratorio.

—Buen día, ¿están todos bien…? anoche fue una total locura —pregunto mientras entro y me acomodo en mi escritorio.

—Sí señor, llegamos bien a casa —responde uno de ellos.

—Veo que ya han iniciado el análisis del primer sistema planetario —tengo mis ojos puestos sobre los monitores espaciales.

Ashtaria, quien está sentada en su escritorio se levanta y camina hacia los monitores espaciales del laboratorio.

—Sí, los sensores tienen una hora escaneando tres planetas en el Sistema Planetario "A", pero aún no encontramos rastros de oro —dice Ashtaria mientras realiza un vistazo de los números mostrados en los monitores—. Por cierto, buenos días —me regala una sonrisa a boca cerrada y yo le respondo con otra sonrisa, de seguro me veo como un bobo enamorado.

—Por ahora lo que sabemos es que este sistema tiene un planeta con océanos de agua, oxígeno, carbono y están en zonas habitables —la luz de los monitores que se refleja en el rostro de Ashtaria la hace ver muy sexy e intelectual.

—Ok... Entonces analicemos ese sistema unas cinco horas más. También agreguen ese planeta para investigarlo después, ahí puede haber seres vivos.

Las horas pasaron y no encontramos señales de oro. Ashtaria lleva una hora haciendo golpecitos repetitivos en el escritorio y ya me está desesperando. Así que me levanto del escritorio, me dirijo hacia ella y le susurro:

—Ashtaria, parecer no vamos a encontrar nada en este planeta, ya tenemos seis horas con este.

—Tienes razón, no vale la pena seguir insistiendo, ¿verdad? —deja ir un gran suspiro agonizante.

—Sí, es hora de cambiar de planeta.

Asiente mientras estira sus brazos sentada sobre la silla del escritorio.

Me distancio del escritorio de Ashtaria y me dirijo a todo el equipo de científicos:

—¡Atención, por favor! Ya no vale la pena seguir escaneando el sistema planetario "A", vamos a finalizarlo con un reporte en negativo y continuemos con el sistema "B".

Todo el equipo se ve muy preocupado, y ahora que veo a Ashtaria ella lo está mucho más. La veo venir hacia mí, se ha acercado tanto que podría provocarme una taquicardia.

—Kiharu —me habla en voz baja, casi susurrando—, en caso de que no encontremos oro en el sistema "B", que vamos a decirle a los Mikadeanos... Debemos pensar en una excusa... ¡sino se va a fomentar el verdadero caos!, ¡los Mikadeanos podrían destruir la ciudad!

—¡No, no, no…! desactiva ese "modo dramático". De seguro iniciamos con el planeta equivocado, el sistema "B" debe tener el oro... ¡Ánimo, Ashtaria!

—Espero y estés en lo correcto —me atormenta su mirada de preocupación.

¡Oh!... ¡Está sonando un sensor!, alguien debe haber encontrado algo.

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