1 Prólogo

Hubo un tiempo en el que era realmente feliz. Hubo un tiempo en el que realmente podía decir que me sentía vivo.

Aquellos días en los cuales corría en el campo, aspirando la cálida brisa veraniega, libre de impurezas, cobijado por el melodioso canto de las aves y el estridente pero acompasado lloriqueo de las cigarras. Aquel dulce recuerdo del agua corriendo sobre el arroyo, las ondas que el agua dibujaba en cuanto mis amigos y yo nos arrojábamos a ella.

Sí. Aquellos días en los cuales me sentía vivo. Sin embargo, un día todo acabó.

Ya no éramos niños. Ya no éramos los inseparables amigos que fuimos alguna vez. Me vi forzado a abandonar aquel pueblo en el que crecí, para buscar oportunidades mejores en la capital del país.

Y entonces, diez años después, finalmente regresaré a aquel sitio, en el que alguna vez fui feliz de verdad. Pero, desde un momento debí adivinar que nada sería igual. Sobre todo, desde que recordé aquellas historias oscuras que circulaban en el pueblo. Aquellas historias repletas de sangre y de dolor.

Santiago Fernández Vera

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