12 Los Primeros Ochenta Fells de Lucien.

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—Lárgate. No necesitamos nada tuyo.

Era la tercera vez que rechazaron a Lucien. Sastres distinguidos como estos siempre odiaban a los muchachos pobres como él. Incluso cuando les mostró el encaje, no estuvieron dispuestos a desperdiciar un segundo con él.

Era un mercado grande; más de diez calles cruzadas entre ellas. Había numerosas y variadas tiendas, operadas por humanos, enanos y elfos.

Sin pasar mucho tiempo, Lucien encontró otra pulcra y pequeña sastrería al final de una calle.

Parado detrás del mostrador estaba un chico rubio tímido de quince o dieciséis años.

—Hola, soy Buster. ¿Puedo ayudarte en algo?

—Um... Sí, ¿podría darle un vistazo a este encaje, por favor? —Lucien colocó el velo sobre el mostrador.

—¡Señor, esto es el Ruiseñor Negro del Reino de Holm! ¿Dónde lo obtuvo?

Igual que otros sastres, Buster sabía que Lucien no podía costear aquel encaje. Hay casos en los que incluso gente rica no sería capaz de comprar una pequeña pieza de Ruiseñor Negro. Todas las damas nobles lo querían.

Lucien habló en un tono bajo: «No se preocupe. Está limpio.»

—¿Limpio? —Un hombre en sus treinta años salió caminando de la parte trasera. El sujeto de cara delgada era McDowell, el dueño de la tienda.

Lucien estaba sorprendido de no haber sido echado inmediatamente, lo que era una señal prometedora.

—¡Sí, sí! ¡Lo juro en nombre de Dios! Verá... El encaje tiene un hoyo. Fue abandonado por una dama noble y yo solamente lo encontré por casualidad. Conviértalo en una decoración para un vestido o cinta. Pienso que, con su destreza, definitivamente logrará que vuelva a verse llamativo, señor — añadió con entusiasmo.

Tomando el encaje de las manos de Buster, McDowell lo inspeccionó de cerca. Luego de pensar un momento, habló con tranquilidad.

—Entonces, ¿cuánto quieres?

Lucien tensó sus puños por la emoción, pero no dejó que se mostrara en su rostro.

«Vamos, Lucien... Has luchado anteriormente con las alocadas ratas gigantes. Mantén la calma,» se dio ánimos a sí mismo en secreto.

—Dígame usted, señor. Creo que su precio no me decepcionaría —respondió con una sonrisa.

Viéndolo a los ojos, McDowell pausó un instante.

—Cuarenta Fells. No me sirve de mucho con un hoyo en medio.

—Un Nar. Incluso damas y señoritas distinguidas pelearán por un vestido lujoso con un Ruiseñor Negro. —Lucien pidió más del doble de su oferta.

McDowell negó con la cabeza y le regresó el encaje.

—Cincuenta Fells. No puedo ofrecerte más.

—Um... Lo siento, pero gracias igualmente, señor. —Lucien dio la vuelta con tranquilidad y se preparó para retirarse. En realidad, estaba muy nervioso. Se preocupó de quizá haber perdido su única oportunidad por ser codicioso.

Paso a paso, Lucien se arrastró hacia la salida. Cuando estaba a punto de salir de la tienda, la voz de McDowell pudo escucharse inesperadamente a sus espaldas.

—Ochenta Fells. Mi última oferta. Solamente estoy pagando tanto porque el encaje combina perfectamente con uno de mis vestidos.

—¡Genial! —Lucien agitó el puño con alegría y luego volteó, sonriendo—. Es un trato, señor.

Monedas tintineantes llenaron su bolsillo. Para él, nada era más agradable que volverse rico.

—No te conozco. Tampoco me concierne, pero si en el futuro obtienes cosas buenas como esta, podrías traerlas aquí, siempre y cuando estén limpias —añadió McDowell.

—Claro, señor. Gracias. —Lucien se inclinó ligeramente y sonrió.

Luego de salir caminando de la tienda, Lucien notó que la luz solar era realmente brillante bajo el cielo increíblemente azul. Respirando el aire más fresco que nunca, se dio cuenta de que este mundo también era algo agradable.

Ochenta Fells era una cantidad decente para él. En su caso, esta idea para recopilar dinero de verdad funcionó. ¡Esto le parecía aún más importante!

...

Iven estaba esperando a Lucien cerca de su hogar. Lo saludó con la mano tan pronto como lo vio llegar.

—¡Lucien! ¡Allí estás! Mi madre me envió a invitarte a cenar. ¡Mi hermano está en casa!

«¿John? ¿El hermano mayor de Iven?» Lucien intentó recordar. «John es un... Sí, un escudero en entrenamiento.»

No era seguro para él el llevar consigo tanto dinero por allí.

—Espérame un momento, Iven. Tengo que secarme un poco el sudor. —Sonrió.

—Claro, Lucien. —Iven parecía más animado de lo normal.

—¿Sabes qué? ¡John trajo un trozo de carne por parte de Lord Venn! ¡Vamos a comer estofado de res esta noche!

Su pequeño y sucio rostro parecía expectante y lleno de emoción.

—¡No he comido estofado de res en un largo tiempo!

En realidad, la familia del pequeño Iven no era tan pobre como la mayoría de la gente viviendo en Aderon. Al ser un músico callejero, los ingresos de Joel de vez en cuando variaban, pero seguían siendo mayores que los de hacer labor física. Alisa también trabajaba como una sirvienta de lavandería. Sin embargo, anteriormente siempre estaban ahorrando para el entrenamiento de John. El Viejo Evans, padre de Lucien, les ayudó bastante en el pasado.

Luego de ocultar de forma segura el dinero, Lucien se lavó la cara rápidamente y siguió a Iven hacia el hogar de Tía Alisa.

Unos cuantos vecinos estaban reunidos frente a la fachada.

—El pequeño John es el declarado escudero seguidor de Lord Venn, ¿verdad?

—Sí, la propia Alisa me lo dijo.

—El pequeño John aún no tiene siquiera diecinueve. Un día podría tener suerte y despertar la bendición con la que está dotada su sangre... ¡Entonces, será un verdadero caballero!

—En ese caso, nada de decirle pequeño John. ¡Tendremos que llamarlo Lord John!

—Él también puede ser el comandante de la Guardia de la Ciudad, al ser ahora un escudero.

—Joel y Alisa tienen mucha suerte... ¡Deben de estar muy orgullosos de su hijo!

Iven estaba asintiendo continuamente, lleno de un gran orgullo.

Cuando entraron a la sala, un joven rubio se paró de su silla. Heredero de la apariencia de su padre, John era un muchacho guapo, alto y de postura recta. Su elegante porte le resultó bastante impresionante a Lucien.

—Estaba bastante preocupado al escuchar lo que te sucedió, Lucien —John le dio unas palmaditas en el hombro y sonrió—. Qué alegría; ahora estás bien. Supongo que fue una prueba de Dios para ti.

A pesar de que era solo uno o dos años mayor que Lucien, parecía mucho más maduro. Su atuendo gris de caballero también lo hizo ver bastante fuera de lo ordinario.

—Gracias, John. No fue nada serio, de verdad. La tía Alisa siempre se preocupa por mí—dijo Lucien, asintiendo.

Cuando ambos se sentaron alrededor de la mesa del comedor, John posó la mano en su hombro.

—¿Por qué siento algo extraño entre nosotros? Vamos, somos mejores amigos.

—Uum... Supongo que cambiaste bastante desde que te fuiste de casa. —Lucien estaba un poco nervioso.

John asintió, serio.

—Sí... Diría lo mismo. Entrenar allí me cambió mucho, tanto física como mentalmente. Fue realmente difícil, pero también gané bastante gracias a aquello.

La cena no fue un festín. Solamente había estofado de res y pescado sobre la mesa. Sin embargo, para Lucien, todo esto estuvo más que delicioso. Devoró su porción e incluso se mordió la lengua unas cuantas veces. La feliz reunión fue tan placentera que Joel incluso obtuvo la rara oportunidad de disfrutar su carne junto a una cerveza.

Alisa habló aún más de lo habitual durante la comida. La mayor parte del tiempo, ella fue la única que permaneció hablando por un largo rato. Un par de palabras por parte de Joel, Lucien o Iven eran suficientes para hacerla seguir. Ateniéndose a las reglas de los caballeros, John no habló casi nada.

—Estoy lleno... —La alegre cena terminó con el fuerte eructo de Iven.

John sonrió y agitó la cabeza.

—Iven, comer demasiado es malo para ti.

Luego, se volteó hacia Lucien.

—¿Tienes algún plan para el futuro? —preguntó.

Eligiendo sus palabras con cuidado, este asintió.

—Sí... Aún no lo tengo claro, pero no quiero seguir con una vida como la que tengo ahora.

—Bien. —John lo miró a los ojos.

—Lord Venn nos dijo una vez: «Estar insatisfecho con tu vida te impulsa a avanzar.» La panadería y la bodega en la mansión de Lord Venn están buscando aprendices ahora mismo. Es una oportunidad bastante buena, pero tendrás que trabajar allí durante diez años. Si estás interesado en ese trabajo, solamente dímelo hasta el siguiente lunes.

Las personas de este mundo también creían en el mito de que Dios creó todo en siete días. También asistían a la iglesia cada domingo.

Ser un escudero era algo muy prometedor: Desde ese momento, John era capaz de apoyar a su familia y amigos. A pesar de que su ayuda no podría cambiar completamente sus vidas, de todas formas, tenía gran importancia.

—Gracias, John. —Para ser sinceros, Lucien aún era reacio a limitarse a sí mismo por los siguientes diez años, especialmente cuando acababa de obtener su primera pequeña fortuna. Sin embargo, de igual manera, quería pensarlo por un tiempo antes de tomar una decisión.

—Bien, tengo que volver ahora. —John se puso de pie y abrazó a su familia. También le dio un gran abrazo a Lucien.

—Desearía que puedas leer, Lucien. Downey está buscando un empleado para la corte. Es un trabajo más que decente y con buena paga.

—Estoy planeando empezar a estudiar. —Lucien aprovechó la oportunidad y le dijo a John.

Este se sorprendió bastante. Un instante después, sonrió y asintió.

—Veré si hay alguna oportunidad para ti.

Lucien le agradeció nuevamente, con sinceridad, pero tampoco quería poner todas sus esperanzas en John. Tenía que trabajar por sí mismo.

...

En los siguientes tres días, Lucien no encontró nada de valor como el Ruiseñor Negro. Aun así, logró reunir un Nar y 64 Fells. En ese momento, estaba caminando hacia la entrada de la ciudad, como ya era costumbre, lleno de confianza.

Observando su espalda, Andre le dio un pequeño empujón a Mag.

—¿Por qué sale de la ciudad cada mañana?

—¿Salir de la ciudad? —Una voz amigable provino desde sus espaldas.

Andre se volteó con prisa, con una expresión seria.

—Buenas, Jackson.

Jackson Riodors, uno de los líderes de la pandilla de Aaron, tenía un rostro amable. Sin embargo, su astucia y deslealtad podían definitivamente colocarlo en la cima de la agrupación.

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