17 Dulce venganza.

Translator: Adrastea Works Editor: Adrastea Works

Ante la amenaza de Jackson, John sonrió.

—De acuerdo al código, un caballero debe proteger a su familia y a los débiles. No veo mi falta aquí. En realidad, la mayoría de la gente no se pondría del lado de pandilleros, ¿no te parece?

—¡Necesitas pruebas! —gritó Jackson. Las pandillas solían ser muy buenas manteniendo en silencio a testigos.

John pareció dudar un poco. Lo que Alisa le dijo volvió a preocuparle.

—¿Pruebas? —Lucien sonrió con desdén—. John es un escudero, mientras que tú eres un pandillero. ¿Se necesita algo más?

Por lo que aprendió en Copper Coronet, Lucien era consciente de que en el Ducado de Orvarit, los caballeros eran los verdaderos nobles, y sus escuderos reconocidos también poseían estatus. Él creía que Jackson definitivamente no se atrevería a difamar a un escudero. Tampoco tenía razón para hacerlo: Un pandillero también era un hombre de negocios. Jackson no ganaría nada considerable de Lucien y John al hacer algo así.

Jackson, como esperaba, no respondió. Sí, ellos pueden enviar a un escudero a prisión, pero, ¿cuánto esfuerzo y recursos tendrían que usar? Aaron, obviamente, no haría eso por él; lo sabía. Especialmente estos días, pues algo no iba bien en Aalto. La ciudad era como un remolino en donde diferentes poderes se entremezclaban. Aaron usualmente se ausentaba de las reuniones, planeando algo.

Consciente de que, no se encontraba en una posición ventajosa, Jackson intentó reprimir su furia y vergüenza todo lo que pudo.

—Entonces, cuánto quieres... —intentó llegar a un acuerdo con la cabeza baja—. Solo llevo conmigo dos Nars.

Lucien se giró hacia John.

—Los alguaciles están en camino. Será mejor que nos vayamos antes de que lleguen.

John asintió.

—Bueno, dos Nars.

De hecho, Lucien estaba bastante contento con el resultado. Considerando que su mesa y sillas valían prácticamente nada, dos Nars eran más del doble de lo que había perdido. Por cierto, él ya había trasportado y ocultado el resto de su dinero bajo las ruinas del hogar de la bruja. Todo lo que los pandilleros se llevaron fueron solamente cuarenta Fells y algo de basura inútil.

Jackson sacó una bolsa pequeña y se la tiró a John. Esta se encontraba prácticamente vacía, a excepción de dos brillantes Nars de plata.

—Le di el resto a mis hombres.

—Vámonos, John —Lucien hizo un ademán con la barbilla hacia los alguaciles que estaban ya cerca, y tomó su garrote. No quería meter a John en problemas. Un momento después, ambos desaparecieron al final de la calle.

...

—De acuerdo, de acuerdo... Detente. Ya estamos a salvo —recostado contra la pared, Lucien estaba jadeando con fuerza y se sentía como si sus pulmones estuvieran a punto de explotar. Se dejó caer al suelo, sonriendo.

—Por fin, ya no puedo correr más.

John se sentó a su lado, tomando bocanadas de aire.

—Yo tampoco... Fue bastante genial, ¿verdad?

—¿Qué cosa? —La mente de Lucien empezó a ralentizarse y calmarse.

—La pelea. No puedo recordar la última vez que tuve una así de buena...

Ambos estaban sentados en el suelo, jadeando y observando el cielo azul.

—Sí... Fue genial —Lucien sonrió. Se sentía como si a su mente se le hubiera quitado de encima una pesada roca: todo el dolor, ira y confusión que él había escondido en lo más profundo de su corazón se había ido como si fuera una nube. Su mente estaba despejada, y él se sentía más relajado de lo que nunca había estado.

Además, sabía que aún contaba con un verdadero amigo en este mundo, quien lo protegería y pelearía por su bien, sin importar el costo. Él empezó a reír en voz alta.

—¿Qué? —preguntó John.

—El futuro. Estoy pensando... Luego de que aprenda a leer; luego de que gane algo de dinero, viajaré a lo largo del continente para ver diferentes paisajes; para conocer más historias extranjeras; para degustar diversas comidas...

Lucien se detuvo y fijó la vista en el cielo azul, pero continuó lo que estaba diciendo en su mente:

«Aprenderé magia. Voy a comprender cómo funciona este mundo. Descubriré la verdad detrás de él... Y entonces, encontraré el camino de vuelta a casa.

Por mis padres, por los amigos en mi mundo y en esta vida... Por mí.»

Él había juntado tres Nars. Sabía que tenía que empezar su aprendizaje lo más pronto posible. Era posible que los pandilleros tomaran venganza en secreto. La presión externa de los matones y su motivación propia se mezclaron e hicieron que el aprender magia fuera la única manera de hacer realidad sus deseos.

—¿Viajar? —John rió—. No es seguro, Lucien. Aunque la mayoría de criaturas oscuras en el este de nuestro país han sido eliminadas por la iglesia, estas siguen multiplicándose como ratas. Cinocéfalos; duendes despiadados; gnolls... Lo lamento, Lucien... No creo que tu sueño se hará realidad. Al menos, no puedes ir solo.

—Umm... Quisiera saber, ¿son comestibles? Las cosas que mencionaste —preguntó subconscientemente. Para él, la manera más efectiva de eliminar alguna especie abundante era convertirla en comida.

—¡Eww! ¿En qué demonios estás pensando? —John se quedó perplejo.

—Bien... —respondió Lucien, algo decepcionado.

—Si puedo convertirme en un verdadero caballero en el futuro, ¿qué haré? —se preguntó a sí mismo John, lleno de expectativas—. Creo que haría lo mismo que tú, Lucien. Yo también quiero viajar para ver cómo es el mundo fuera de Aalto. Ojalá sea realmente hermoso, tal como lo describen los bardos.

Continuó:

—Por cierto, ten cuidado los próximos días. No te alejes mucho de las murallas de la ciudad; uno nunca sabe lo que esos bastardos harán.

Lucien asintió.

—Lo sé. Y cuando veas a Lord Venn, recuerda contarle lo que hiciste inmediatamente, y pídele tú mismo que te de un castigo.

John no esperaba que Lucien fuera tan considerado. También estaba contento de que su amigo de toda la vida aún se preocupaba mucho por él, a pesar de que a veces sentía que este había cambiado un poco.

—Lo haré. Desearía poder enseñarte a leer, pero yo tampoco puedo hacerlo —suspiró.

—Solamente los escuderos de caballeros de alto nivel reciben clases de lectura... —Él se veía algo triste.

—John, has hecho mucho por mí—Lucien posó su mano en el hombro de su amigo—. Estoy agradecido por tener un amigo como tú. De verdad lo estoy.

John pudo ver la sinceridad en los ojos de Lucien. Sonrió después de un instante.

—Lo sé. ¿Quién no quisiera tener un amigo tan bueno como yo? Vamos a casa. Mamá está esperándonos.

...

Joel estaba en casa cuando ellos regresaron. Alisa se encontraba caminando de un lado a otro en la sala. Fue un alivio tremendo para ella verlos regresar, y mejor aún, en una pieza. Abriendo sus brazos, Joel les sonrió.

—Bienvenidos de vuelta, héroes.

Y les dio un gran abrazo a ambos.

—Ustedes, muchachos, me recordaron los viejos tiempos —dijo en voz baja y les guiñó el ojo cuando le dio la espalda a Alisa.

—Papá, tú y mamá tendrán que ser aún más cuidadosos por un tiempo. —John estaba algo preocupado.

—No pasa nada. Esos bastardos solo les hacen la vida imposible a los débiles. Una vez que les das una paliza, desapareces de su lista de intimidación. Tu madre y yo estaremos bien. —Joel dio algo de espacio para que Alisa pudiera tratar las heridas de Lucien, y luego se giró hacia John, completamente serio.

—En realidad, John, debiste haber consultado a Lord Venn antes de actuar. Eres su escudero; su representante. Tu comportamiento afecta su honradez.

—Sí, papá—John era consciente de su impetuosidad.

—Lucien me dijo que tomara le iniciativa y pidiera el perdón de Lord Venn, y eso haré.

Joel asintió. «Lucien tiene razón.»

Unos momentos después, Lucien se excusó para encontrar algún usurero en Copper Coronet. Necesitaba comenzar sus estudios lo más pronto posible, y por ello estaba preparado para afrontar los riesgos en caso de que, por alguna razón, no lograra pagar el préstamo.

Antes de irse, Joel lo detuvo. Cuando se dio la vuelta, él estaba sosteniendo una cartera vieja y simple.

—Hay ocho Nars dentro —la puso en la mano de Lucien—. Tómala.

—Joel... —Este quedó sorprendido. Nunca pensó pedirles dinero prestado, pues Evans aún era joven—. ¿Tía Alisa?

Ella estaba sonriéndole.

—Eso es todo lo que tenemos ahora. No es mucho, pero es suficiente para que empieces a estudiar.

—Pero... —Los ojos de Lucien se llenaron de lágrimas a punto de derramarse.

—Pero estos son todos sus ahorros... Yo... Yo no puedo...

Joel rió.

—Antes de que tu padre falleciera, él nos ayudó más de lo que jamás pudimos imaginar. Ahora, tú te encuentras en necesidad. Es nuestra responsabilidad apoyarte. Luego de que aprendas a leer, y luego encuentres un buen trabajo, podrás pagarnos de vuelta fácilmente.

—Trabajaré duro. —Lucien asintió, confiado.

—Todo el dinero que tienes ahora puede costear los pagos de dos meses. Si trabajamos juntos, al menos podrás tener un maestro cada tres o cuatro meses. Ese es mi plan— Joel había considerado los estudios de Lucien como una responsabilidad compartida.

Este tomó firmemente la pequeña bolsa, con lágrimas derramándose de sus ojos.

—Gracias. tío Joel, tía Alisa y a ti, John.

Al mismo tiempo, Lucien tomó la decisión de pagarles de vuelta dándoles una vida mejor. Después de aprender algo de magia, sabía que tendría que irse de Aalto lo más pronto posible. No podía poner a su familia bajo ningún tipo de riesgo.

Luego de retirarse, Lucien se dirigió hacia Copper Coronet. Sin embargo, en lugar de encontrar a un usurero, quería encontrar a un maestro.

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