18 Conocido.

Translator: Adrastea Works Editor: Adrastea Works

El sol de la tarde arrojó algo de luz dentro de la ruidosa taberna. Bardos estaban cantando, y mercenarios conversaban en voz alta. Lucien notó que había mujeres hermosas sentadas al lado de las mesas del bar.

Abriéndose camino a través de la multitud, él finalmente llegó hasta el frente de la barra.

—¿Algo para beber? —preguntó Cohn sin levantar su poblada cabeza.

—Soy yo, Lucien.

Cohn se sorprendió al verle la cara.

—¿Qué te ha pasado? —su barba estaba inclinada, mostrando su preocupación.

—Espera... Jackson vino y preguntó por ti más temprano... ¿Estás en problemas, mi muchacho?

Lucien no estaba realmente dispuesto a repetir lo que pasó una vez más.

—Estoy bien, Cohn. El problema fue resuelto... Estoy aquí para encontrar un maestro que pueda enseñarme a leer.

—¡Oho! ¿¡Lo lograste!? No les robaste a los pandilleros, ¿verdad? —En ese momento, quedó aún más sorprendido.

Lucien no tuvo más opción que explicarle brevemente lo que sucedió. Luego de escucharlo, Cohn quedó impresionado.

—¡Lucien! ¡Ahora, tú y John son finalmente hombres de verdad! ¡Estoy orgulloso de ustedes, muchachos! —Engullendo su cerveza, su cara se tornó roja—. Pero tengan cuidado, tanto tú como John. Es poco probable que se atrevan a vengarse de un escudero, pero, de todas formas, estén atentos a esos bastardos... Uno nunca sabe.

Lucien asintió con seriedad.

Cohn sacó un papel, en el cual estaba escrita una lista de patrones y símbolos extraños.

—No puedo leer —Rió, y continuó—. Pero, como dueño de una taberna, uno tiene que anotar algo que lo ayude a recordar.

En la lista, había un puñado de eruditos que se registraron en el lugar y estaban dispuestos a enseñar. Mientras Cohn estaba diciendo en voz alta los nombres, Lucien reconoció uno familiar, el cual estaba escrito en una nota al lado de lo demás.

—¿Victor? ¿Acabas de decir el Señor Victor? —Lucien detuvo a Cohn.

—Sí, ¿lo conoces?

—Me topé con él una vez en la asociación. —Se quedó observando el nombre.

—Pero es un músico, ¿verdad? Además, pusiste una nota junto a su nombre.

Jugando con su bigote, Cohn le dio un segundo vistazo a la lista y asintió.

—Sí, estamos hablando del mismo Victor.

—Escuché que va a realizar una presentación en el Salón. La última vez que lo vi... Estaba bastante ocupado.

Cohn rió.

—Por eso mismo. Tener la oportunidad de tocar en el Salón del Salmo es más difícil de lo que piensas. He escuchado lo mismo de otros clientes también —se paró sobre un taburete—. Hace seis meses, el Señor Victor recibió la invitación del Salón. Desde entonces, ha rechazado todas sus demás presentaciones, incluso una en Siracusa, para centrarse en su preparación. Ha estado viviendo de sus ahorros este último par de meses. —Él se encogió de hombros.

—¿Pero por qué no encuentra otro trabajo relacionado a la música? —preguntó Lucien.

—No tengo idea, muchacho. —Cohn le dio otro sorbo a su cerveza.

—Esos músicos... Tienden a ser bastante sensibles, o incluso algo locos de vez en cuando. Supongo que el Señor Victor probablemente necesitaba algo con lo que distraerse también. No entiendo a los artistas...

El Señor Victor le dio una buena impresión a Lucien la última vez, cuando se encontraron en la asociación. A comparación de los otros, a quienes ni siquiera conocía, él sintió que el músico sería una buena opción.

—Entonces, ¿cómo puedo encontrar al Señor Victor? —preguntó.

...

El Distrito Gesu recibió su nombre del instrumento más famoso, el violín Gesu, y era donde la mayoría de músicos de Aalto estaban reunidos.

Había grandes árboles plantados en ambos lados de la calle, a través de cuyas ramas la luz del sol se dispersaba en fragmentos dorados ligeramente en movimiento, formando patrones en el suelo. La luz se mezclaba con las sombras. La calle se asemejaba a una pintura.

Le tomó a Lucien bastante tiempo encontrar la dirección que Cohn le brindó. Después de perderse unas cuantas veces, se encontraba finalmente parado frente al hogar de Victor; Calle Snehva número 12.

Era una construcción de dos pisos pequeña cubierta de vides verdes. Todo era tranquilo y elegante allí. Si todo iba bien, Lucien iba a tomar sus lecciones de lectura durante los próximos dos meses, lo que lo ayudaría a cambiar su vida entera.

Tocando la puerta con suavidad, Lucien se puso un poco nervioso. Poco después, un sirviente apareció al interior del portón de hierro. Al ver a Lucien, un chico vistiendo prendas viejas y gastadas, frunció el ceño.

—¿Sí? —preguntó con frialdad.

Luego de la explicación de Lucien, se encontraba todavía con dudas.

—Cinco Nars por mes. Se paga por adelantado. ¿Está seguro?

Al decirle lo que esperaba, Lucien sacó su dinero de la bolsa.

—Sí, estoy seguro.

El sirviente se sorprendió. No podía creer que aquel pobre jovencito pudiera pagar el precio. Como sirviente de un músico famoso, obtenía diez Nars al mes y solamente podía ahorrar uno de ellos, o incluso menos.

—El Señor Victor goza de buena reputación. Posee algunos conocidos en el ayuntamiento. —Al abrir la puerta, el sirviente seguía mirando a Lucien con sospechas. «Quién sabe de dónde sacó el chico tanto dinero,» pensó.

Lucien sencillamente sonrió sin decir nada. La actitud del sirviente estaba dentro de sus expectativas. ¿Sentirse ofendido? Eso pertenecía a los ricos y poderosos.

Él siguió al hombre a través del jardín y se detuvo frente a la puerta de madera, esperando allí. Un par de minutos después, el sirviente apareció nuevamente.

—Sígame dentro. Más adelante, deberá darle el pago por la enseñanza al Señor Athy, el administrador.

El salón era bastante espacioso, decorado con una mesa para té, algunos sillones marrones y otras pequeñas mesas. Al lado opuesto había una mesa de comedor larga, hecha de buen palisandro.

Victor también tenía unos cuantos estudiantes allí. Su estudio era demasiado pequeño para que entraran todos, por lo que sencillamente se sentaron en el salón. Había cinco chicos y tres chicas sentados allí, todos bastante jóvenes; probablemente de entre 13 a 20 años.

Plumas y papel estaban colocados frente a ellos, sobre las redondas mesas. Algunos estaban transcribiendo algo, mientras que otros estaban tarareando o leyendo en voz baja.

De acuerdo a las observaciones de Lucien, los estudiantes también tenían diversos trasfondos: algunos eran de origen humilde, y el resto estaban vestidos muy decentemente. Estos últimos solían ser de familias nobles. La mayoría de ellos no estaban calificados para heredar sus títulos familiares y tampoco pudieron activar la Bendición. Para aquellos jóvenes, el volverse un músico elegante era una opción bastante buena.

El Señor Victor, vistiendo su chaqueta roja, estaba desplazándose y ayudando a los estudiantes uno por uno.

Viendo a su alrededor, Lucien divisó al administrador con su decente traje negro. A partir de su cabello de colores negro y blanco mezclados y de su arrugado rostro uno podía notar que ya no era joven. Sin embargo, se encontraba parado allí, recto y serio.

Lucien pensó que el hombre se veía como un caballero. Caminó hacia él y le hizo una pregunta, intentando hablar en voz baja.

—Disculpe, ¿es usted el Señor Athy?

—Sí, lo soy. ¿Podría saber su nombre y estudios pasados?

—Sí, claro... Soy Lucien; Lucien Evans. Nunca antes he tomado lecciones de lectura. —Mientras hablaba, Lucien sacó cinco Nars.

Tomando el dinero, Athy quedó impresionado. Aparentemente, el jovencito era del distrito pobre. La mayoría de gente joven en Aderon era bastante grosera, según su experiencia, mientras que Lucien parecía ser bastante educado y maduro.

Entonces, Athy caminó hacia Victor y le susurró un momento. Este se dio la vuelta y asintió hacia Lucien con amabilidad, apuntando a un sillón desocupado.

Los estudiantes acababan de notar a Lucien, y estaban observando a su nuevo compañero en la puerta con curiosidad. Cabello y ojos negros, y facciones bien definidas... El nuevo chico tenía un rostro bien parecido. No obstante, llevaba puestas ropas de lino y zapatos simples. A pesar de estar limpios, uno podía notar a primera vista que Lucien tenía un origen pobre.

«¿Un pobre quiere aprender a leer?» Eso fue lo primero que pensaron.

Un momento después, la mayoría de ellos bajaron la mirada y volvieron a estudiar nuevamente. Solamente aquellos de familias ordinarias seguían dándole vistazos con cuidado.

Tan pronto como Lucien se sentó, el chico al lado suyo se alejó un poco inconscientemente, como si apestara.

Él no se sintió ofendido. Le saludó ligeramente con la mano y sacó algo de papel y una pluma. Eran nuevos. Lucien los compró con sus Fells restantes.

Victor se acercó a él un momento después, con un libro negro de tapa dura en la mano.

—Pronunciación Estándar de la Lingua Franca y Gramática Básica; bastante adecuado para un principiante. Ve a la página 1, capítulo 1. Comenzamos con la pronunciación de las treinta y dos letras —dijo Victor con suavidad.

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