21 Clavecín.

Translator: Adrastea Works Editor: Adrastea Works

Victor estaba contento al ver que Lucien no bajó el ritmo a lo largo del aprendizaje de varios días. En cincuenta minutos interiorizó el resto de las reglas de gramática. Él era inteligente y tenía talento para aprender idiomas, y también poseía una buena memoria.

El buen ánimo le trajo ideas a la cabeza. Victor empezó a tararear.

—Damas y caballeros, tomemos un descanso. Sírvanse algo de té y aperitivos. Tengo que anotar esto —él ya se encontraba trotando al piso superior cuando terminó de hablar.

Levantando la fina taza de té blanca, Lucien tomó un sorbo del té de un raro sabor. Frotándose los ojos, intentó relajarse un poco.

—Felicia, ¿cuándo podemos volver a ir de caza en la mansión de tu familia? Extraño mucho los ciervos y conejos de allí, y también el aire fresco.

Annie era otra de las muchachas nobles entre ellos. Sin embargo, a excepción de su hermoso cabello rubio y ojos verdes como gemas, su apariencia era más o menos corriente. Además, su familia tampoco era muy distinguida. Su padre era simplemente uno de los muchos hijos de un barón común, quien fue incapaz de heredar nada de la familia. Ni títulos, ni tierras, ni una mansión. La familia de Annie tenía que arreglárselas para tener una vida aparentemente decente con los ingresos del trabajo de su padre como empleado de la corte y la anualidad proveniente de su título.

En contraste, la familia Hayne, al ser una de las más grandes del Ducado de Orvarit, sí disfrutaba de una buena reputación. A pesar de que el padre de Felicia tampoco heredó un título, este aún contaba con una gran mansión fuera de Aalto con su propio bosque, vergel e incluso una cantera de granito. Ellos también poseían una propiedad al interior de la ciudad.

Entre todos ellos, Felicia provenía de la familia más distinguida.

En los calurosos días de verano, no había nada mejor que escapar del calor disfrutando de algo de caza y un poco de vino casero en una mansión fuera de la ciudad. Muchos nobles jóvenes cuyas familias no contaban con mansiones obviamente ansiarían algo así. Lucien podía notar que Annie estaba intentando volverse cercana a Felicia.

—¿Es eso cierto, señorita Felicia? ¿Hay conejos y tiernos ciervos en la mansión de su familia? —Renee entró en la conversación, haciendo una pregunta con curiosidad.

Desde que empezaron a estudiar juntos, Renee siempre intentaba ganarse la simpatía de los estudiantes nobles al hablar sobre música, lo cual funcionaba muy bien.

Así, ella se motivó. A través de la música, empezó a unirse más a conversaciones entre nobles. De alguna manera, aprendió un poco sobre algunas teorías musicales. De vez en cuando, le preguntaba a Felicia o a Annie preguntas relacionadas y se volvía cada vez más cercana a los nobles.

Aprendiendo de ella, Colin y David empezaron a hacer lo mismo.

Lucien, quizá por ser demasiado estudioso y reservado, se concentraba solamente por su propio aprendizaje. Y, obviamente, ni los nobles ni los plebeyos iban a tomar la iniciativa de hablarle.

—También extraño el lugar —Felicia continuaba bien sentada, respondiendo con su sonrisa habitual.

—Pero solamente quedan aproximadamente tres meses para la presentación del Señor Victor. Lott, Herodotus y yo tenemos que practicar mucho. Realmente no tengo tiempo para ir allí.

Ciertamente, Felicia estaba contenta de ser halagada y de ser la envidia de los demás estudiantes. ¿Quién no lo estaría?

Sería una mentira afirmar que Lucien no quería darle un vistazo a una mansión tan lujosa. Pero el asunto más urgente en su mente era cómo pedir prestado el diccionario y ojearlo completamente lo más pronto posible.

Victor bajó las escaleras con una ligera sonrisa en su rostro. Aparentemente, estaba bastante satisfecho con su trabajo. La charla cesó.

Athy, el administrador, ingresó cuando Victor estaba a punto de reanudar la lección. Él susurró a Victor en la oreja:

—Su invitado está aquí, mi Lord.

—¡Oh! ¡Lo olvidé! —Agitando su mano derecha, dio la impresión de estar algo molesto—. Déjenlo pasar, por favor.

Luego, se giró hacia sus estudiantes, disculpándose educadamente.

—Lo lamento mucho, damas y caballeros. Olvidé que iba a tener un invitado aquí el día de hoy. ¿Podemos continuar la clase mañana a las dos de la tarde? De verdad lo siento.

Los estudiantes estaban felices de terminar temprano ese día. Cuando se disponían a salir, Lucien se acercó al Señor Victor caminando, listo para pedirle que le preste el diccionario de lengua común por unos cuantos días.

Antes de que Lucien iniciara su petición, dos invitados ingresaron siguiendo al administrador. Uno era un hombre guapo de cabello plateado vistiendo una camisa roja y un abrigo negro, y el otro era un hombre mayor de cabello blanco con un maletín de madera en las manos.

—Señor Rhine... —Lucien y Felicia reconocieron a uno de los invitados al mismo tiempo.

El rostro de Felicia se tornó rosado, mientras que Lucien se sorprendió aún más. Pensaba que Rhine era simplemente un bardo viviendo en la taberna. El que Rhine sea el invitado importante del Señor Victor fue algo bastante inesperado para él.

—Hola, Felicia. Y... ¡Estás aquí, Lucien! —Rhine los saludó con gracia.

Felicia sonrió con timidez, y un segundo después quedó muy sorprendida: ¿cómo conocía el Señor Rhine a Lucien?

—Lucien, ¿conoces al Señor Rhine? —Victor sonrió.

—Sí, nos hemos visto antes. —Lucien asintió.

—No esperaba encontrar al Señor Rhine nuevamente aquí, en su hogar.

La sonrisa de Rhine era realmente atractiva, como la de un elfo.

—Sí, nos encontramos una vez anteriormente, y Lucien me impresionó. En aquel momento, nos estaba contando que quería aprender a leer. ¡Y mírenlo! ¡Aquí está! Siempre aprecio a la gente joven que lucha por sus sueños.

Halagado por Rhine, incluso Lucien se sintió algo tímido.

—El Señor Rhine es el concertino con el que estoy trabajando en la actualidad; tiene un entendimiento muy singular y excelente de la música. Sin su ayuda, no creo que hubiera podido inspirarme para mi concierto.

—¿¡Qué!? ¿¡Rhine es el concertino ahora!? —Aquello casi hizo que su mandíbula cayera al suelo. Él había conocido a Rhine en Copper Coronet en los barrios bajos días antes.

A partir de la conversación de sus compañeros, Lucien sabía que la estructura de una orquesta sinfónica de aquí era similar a la de las de la tierra. El primer violinista era el concertino, quien también sería el responsable de dirigir a la orquesta cuando el director se ausentase. ¿Cómo pudo Rhine, un extraño que nunca había cooperado con el equipo anteriormente, obtener una posición tan importante?

De la expresión de Lucien, Rhine pudo notar que este estaba realmente sorprendido. Dio una explicación con facilidad:

—El anterior concertino se enamoró de una dama noble, y se fugó con ella a Siracusa hace varios días. El Señor Victor no pudo encontrar a nadie más que a mí—se encogió de hombros y sonrió.

—El Señor Rhine debería ser el primer violinista de la orquesta, incluso si el anterior concertino siguiera allí—interrumpió Felicia, con el rostro sonrojado—. El Señor Rhine solamente necesita practicar más con los demás.

—Concuerdo. —Victor también tenía en alta estima a Rhine.

—El Señor Rhine es uno de los mejores violinistas que he conocido. Soy más que afortunado de tenerlo aquí.

Lucien miró a Rhine, quien estaba sonriendo educadamente con la mano derecha a la altura de su corazón, mostrando su gratitud. En unos cuantos días, un bardo que fue exiliado de Siracusa junto a su arpa, se convirtió en el primer violinista de una orquesta sinfónica en Aalto por obra del destino. Eso le resultaba demasiado extraño a Lucien. No podía ser una coincidencia.

—Este es el Señor Shavell, el fabricante de clavecines más excepcional de Aalto —presentó Rhine al señor mayor que estaba a su lado—. El Señor Shavell podría ser capaz de ayudarlo con la mejora.

—Un gusto conocerlo, Señor Shavell. Es un honor para mí tenerlo aquí—Victor le estrechó la mano con entusiasmo y lo llevó al piso superior, antes de que Lucien tuviera la oportunidad de hablarle.

Victor estaba tan emocionado que olvidó pedirle a Athy que acompañe a sus estudiantes a la entrada. Inseguro sobre la relación entre Lucien y Rhine, Athy tampoco le pidió al primero que se retire instantáneamente. A continuación, Felicia, Annie, Colin y algunos otros estudiantes subieron las escaleras en silencio, llenos de curiosidad.

Lucien no estaba dispuesto a irse sin el diccionario, por lo que también subió las escaleras para terminar en la habitación de práctica del Señor Victor.

—Señor Shavell, estaba esperando que el clavecín fuera más sensible a la presión de mis dedos, para que el control de su volumen sea más preciso. —Al ver a Shavell abrir su clavecín, Victor dio los detalles de su petición—. Mi música requiere un rango de tonos más amplio. Tonos más resonantes y vigorosos, pero también delicados y nítidos.

El clavecín contaba con muchos componentes diferentes: resortes, pivotes, plectros, cuerdas... Desde su invención, muchos fabricantes y músicos intentaron mejorar el instrumento, haciendo cosas como añadir pivotes y topes; reemplazar la caja armónica, etcétera.

Frunciendo ligeramente el ceño, Shavell estaba revisando con cuidado las partes.

—Me temo que es imposible, Señor Victor. Luego de más de trescientos años de mejoras, esta clase de instrumento ha alcanzado su límite. Incluso hacerle una ligera mejora sería bastante difícil.

Tanto Victor como Rhine se quedaron sin palabras; especialmente el primero. Si el clavecín no podía ser mejorado, su música definitivamente no iba a ser perfecta. En tal caso, la presentación en el Salón del Salmo sería un probable fracaso para él.

Todos permanecieron en silencio por un momento, hasta que Lucien hizo una pregunta repentina.

—¿Podríamos... Podríamos convertirlo en alguna clase de instrumento de percusión...? Hacer que golpee en vez de puntear.

Lucien notó que en este mundo aún no se había inventado el "rey de los instrumentos musicales": el piano. Los músicos seguían utilizando clavecines y clavicordios. Él tenía un plan: Si podía ayudar al Señor Victor con la mejora, probablemente ya no habría un pago de cinco Nars cada mes y, claramente, pedir prestado un diccionario sería pan comido.

Tan pronto como ellos empezaron a hablar sobre mejorar el clavecín, Lucien abrió su ejemplar de «Piano: Manufactura, Tonos y Mecanismo del Piano Moderno» en su biblioteca espiritual. Se hizo una idea del concepto al leer rápidamente varias páginas desde el inicio.

—¿Entonces cuál sería la diferencia entre él y un clavicordio? —Shavell dirigió una mirada seria a Lucien.

—Sí, uno puede controlar el volumen mediante percusión, pero el sonido sería muy delicado y la intensidad demasiado baja. Solo sería adecuado para tocar en casa, no en un salón.

Estaban en Aalto, la Ciudad del Salmo; la Ciudad de la Música. Nadie sospechaba la verdadera razón por la que Lucien entendía la diferencia entre un clavecín y un clavicordio.

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