871 Acuerdo

—Eso no es un problema. Eres libre de hacer lo que quieras —Arnold observó a Douglas de pies a cabeza nuevamente, sin ocultar su sorpresa. Él parecía nunca haber conocido al archimago al que le llevaba cientos de años hasta aquel momento.

En ese instante, Priscilla se acercó caminando, tan atractiva como un tulipán floreciente. Ella le habló a Douglas con una sonrisa:

«Tú... ¿Cómo debería decirlo? Tu juicio deja ver una perspectiva asombrosa. Es cierto que nosotros estamos tan acostumbrados a ciertos fenómenos en nuestra vida como a nuestras manos y ojos, al extremo en que olvidamos preguntar su porqué.

Tras quinientos años, he sentido nuevamente la conmoción que me abordó durante mi primer contacto con la magia.»

Douglas no pudo asentir ante los elogios de la afable dama.

—Uno nunca puede parar de explorar la magia o el mundo.