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Leave me alone

Sentí una sensación de seguridad que su brazos y sus labios estaban dándome. Estaba por ceder y dejar que me condujera hasta el precipicio en el cual me encontraba.

-- Debes dejar de jugar con lo que me pertenece, joven Ivanhoe-- anunció Cedric, quién no le agrado la idea de encontrarme en brazos de otro hombre.

Ví por lo que me dejó ver él, la furia que empeñaba los ojos del gran tiburón blanco. Lo que me shockeó un poco es que a su vez, fue el ligero atisbo de dolor.

-- Ella ha aceptado trabajar para mí-- y me pone detrás suyo, como si él pudiera detener a ese hombre.

-- Ella nunca trabajará para ti-- y ví que estaba por sacar el arma que siempre llevaba escondida en la chaqueta.

No quería que Ivanhoe muriera y saberlo me aterraba. Así que caminé hacia atrás. Subí al marco de la ventana.

-- Nunca trabajaré para ninguno de los dos-- y me dejé caer, hasta chocar contra el pavimento.

Siete años después.

Los que habían experimentado conmigo, me habían atrapado y me volvieron a recomponer.

De forma lamentable, permanecí en coma por cuatro años después del suceso.

-- Has mejorado-- anuncia impresionada el doctor Macbeth, quién se había convertido en mi padre.

-- Lo dudabas?-- arqueé una ceja, haciendo que mi humor negro se hubiera agrandado.

-- No, pero esperaba que fuera un proceso lento-- se sentó en una de las sillas que estaban en mi habitación.

-- Qué tal la señora?-- refieriéndome a su esposa, quién sabía que me odiaba y no soportaba que me quedará en casa.

-- Insoportable, y peor es ahora que está embarazada-- pero se lo notaba que estaba realmente feliz por sus primeros hijos.

-- Me alegro mucho por ti-- y me estaba poniendo la chaqueta para ir al trabajo--. Nos veremos más tarde-- y salí de la casa.

Caminé despacio y respiraba como si fuera la primera vez que lo hacía. Se había convertido en una costumbre.

Vivíamos en una ciudad al sur de Rusia, y la verdad que me encantaba vivir ahí. Claro que si Macbeth descubriera cuál era mi trabajo real, tendría muchos problemas que resolver.

Me cambié y me maquille discretamente. Trabajaba como mesera en un antro de cuarta, pero brindaba los mejores espectáculos de artes marciales mixtas. Además que uno de los participantes era mi entrenador personal, ya sea en la disciplina como en la cama.

Siempre atendía la zona de los "cerebritos", donde aguantaban mi rostro quemado y una nueva cicatriz que me había hecho. Y mis compañeras nunca me pedían ayuda para atender a los vips, era algo que me gustaba ya que tenía uno de los mejores lugares para observar el espectáculo.

-- Deberías dejar de pensar en ella-- dijo Rowina, cuando se sentó en una de las sillas que estaban al lado de su hermano mayor.

-- En eso estoy de acuerdo con nuestra pequeña entidad-- y le guiña el ojo por la tomada de pelo.

Sin embargo, Ivanhoe no siguió con los consejos y sólo se concentró en el aburrido encuentro que se estaba dando al frente.

Noquié a un cliente borracho y seguí con el trabajo, no me gustaba mucho que digamos que se comportaran como estúpidos.

Choque contra alguien y manche la ropa del cliente. Mierda.

Empecé a disculparme y no lo miré a los ojos con temor de que no quisiera aceptar mi torpeza.

Se fue y yo alce la vista solo para dejar escapar un suspiro antes de volver al trabajo.

-- Becca, puedes traerme hielo picado?-- y Mary me sonríe.

-- Ahí voy, colega-- le grité en señal que la había escuchado.

Caminé hasta la cantina y saque el hielo que iba a picar. Solo levanté la mirada para ver el encuentro, y es cuando unos ojos ámbar estaban mirándome y yo me quedé helada sin saber por qué.

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