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I am back

Se escuchó un sonido fuerte que provenía de la puerta de entrada. Así que Sherlock fue quien se dignó a salir de la cama y abrir la puerta.

Aún no había abierto por completo los ojos cuando la abrió. Y fue empujado por un grupo de hombres, que ingresaron rápidamente a la casa.

Al escuchar algo raro proveniente del piso de abajo, salí de la cama y me fui a averiguar lo que pasaba en la sala de estar.

Ví como esos hombres habían ingresado al lugar y rápidamente volví a subir las escaleras. Agarré el primer objeto filoso que encontré y volví a bajar las escaleras.

Empecé a atacarlos y ellos, por alguna razón en particular, no me hacían nada. Era como si sólo tuvieran órdenes de atacar a los hombres y no a las mujeres.

Mejor para mí, no iba a tener cargo de conciencia a la hora de matarlos.

Le saqué los ojos a uno, y éste empezó a gritar del dolor y luego le arranque la cabeza con la fuerza sobrenatural que me habían otorgado. A otro, le pateé los testículos y al agacharse por el dolor, llevé su cabeza hacia atrás y le rompí el cuello. A otro, le arranque la lengua y le corté sus miembros con un cuchillo que encontré.

Los demás que habían quedado vivos, se asustaron y huyeron de ahí.

Suspiré aliviada de que ya no tenía que matar nuevamente. Pero ví la mirada que me lanzo Hércules desde la escalera.

Tuve que desviar la mirada para evitar sentir recriminación por parte suya. Él jamás me había visto matar de esa manera tan salvaje.

Sherlock estaba sorprendido por el hecho de que parecía que estaba acostumbrada a hacer eso, y sin ninguna emisión al parecer.

Fui a la cocina y me quedé mirando el fregadero por un rato.

Pensé que nunca iba a poder liberarme de todo esto. Era imposible, estaba escrito en mi código genético. Me habían modificado para ser la más perfecta asesina.

-- No vuelvas a hacer eso-- pide Hércules, quien me había seguido hasta la cocina.

-- A qué cosa?-- y no entendí a qué se refería.

-- No vuelvas a pelear sola-- y me pone sus manos en mis caderas, acercando mi espalda contra su pecho--. Ahora, eres mi vampiresa, mi compañera y no planeo que ella me proteja.

-- No puedo controlar lo que me hicieron-- toque su mano derecha con las yemas de los dedos de mi mano izquierda--. Se me nubla el juicio cuando entro en ese estado.

Él besa mi cuello para tratar de tranquilizarme.

Un poco más tarde, vuelven a tocar la puerta. Está vez, Hércules se puso detrás de la puerta con su arma de detective. Ofelia y Hamlet, quienes habían vuelto un poco más tarde, habían apostado esperar desde la escalera con una ballesta. Y yo me puse en una esquina con un cuchillo de carnicero.

-- Hola-- saluda Darcy.

-- Hemos traído personalmente su pedido-- dice Lizzy, apareciendo detrás de su marido.

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