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Por si fuera poco probable, no me esperaba que Hamlet y Ofelia estuvieran en esa casa, cuando entre.

Mis ojos expresaron alegría al ver que mis jefes estaban bien y con vida. Lo que me preocupa ahora, es el hecho de que ellos estuvieran aquí.

Hércules deja de apoyarse en mi y se retira por un momento, siguiendo a Sherlock.

-- Fue sorprendente que ella haya venido sin tener ningún recuerdo al respecto-- alaba su hermano menor.

-- Ella sabe que ahora soy un vampiro-- y estaba molesto que lo haya descubierto.

-- Y qué?-- pregunté desde el umbral de la puerta que no se acordaron cerrar--. Yo no te juzgo por si eres o no un vampiro.

Lo noté molesto ante a mi actitud. No quería que se sintiera molesto, la verdad era que estaba feliz de que fuera un vampiro, ya que significaba que no iba a perderlo.

Suspiré y salí.

Llegué al techo del edificio y me apoye contra la pared del hemisferio norte.

Lloré.

Me sentí débil y no por la sangre que perdí, sino por el miedo que tuve al ver que podría llegar a perder a Hércules. Era ver cómo la vida se me escapaba de las manos. Eso era lo que me atormentaba.

Ofelia aparece en el cuarto, seguida de su esposo.

-- Ella está feliz que no hayas muerto hoy-- y lo mira a los ojos.

-- Lo que quiere decir mi esposa, es que Becca ya tuvo suficientes motivos para culparse de la muerte de Macbeth y su familia-- explica un poco mejor--. Ella aún no sabe que también es una especie de vampira.

Me había quedado dormida y sentí hambre. Un hambre voraz.

Abrí los ojos y ví que esas cosas negras y viscosas estaban acercándose a mí. Alargue el brazo y me los fui devorando de a uno.

Cuando el hambre fue saciada, sentí ganas de llorar. Hércules debía sentirse incómodo al hacer esto. Me arrepentí de haber hablado.

Supuse que él estaría a salvo de mí, si me iba y nunca volvía a verlo. De sólo pensarlo, mi corazón se rompía y dolía mucho.

Estaba por cruzar la puerta e irme, cuando Hércules me detiene y seca las lágrimas que se me estaban acumulando en los ojos. Me abraza y me derrumbe.

Hércules no había previsto ver dolor y asco en esos ojos amarillos. Asco de ser lo que era. Comprendió que yo me habría vuelto una histérica si él estuviera en peligro de muerte. Lo que no pudo contener la felicidad que sentía que yo pensará de esa manera.

Vió oscuridad y sintió dolor, un dolor descomunal y que te obligaba a pedir todo el tiempo que te matarán. Escuchó voces que hablaban, pero no podía seguir el hilo de la conversación. Hasta que sintió un dolor más extremo, un dolor capaz de destruir todo. Se sorprendió que estuviera pensando en él.

Hércules despertó agitado y asustado por lo que había visto.

Yo me asusté al verlo luchar contra sus fantasmas. Me senté al lado de su cama y le agarré una de sus manos.

-- Estás bien?-- le pregunté preocupada.

Él me vió e inmediatamente lo supo. Le había alimentado.

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