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Prólogo: Una noche oscura

–Wulf…

–¿Qué?

–¿Sabes por dónde vamos?

–Sí.

–¿De verdad?

–Sí.

–¿…Cómo lo sabes? No se ve casi nada…

–Por el musgo. ¿Ves ese árbol de ahí? Tiene musgo sólo en una parte del tronco, ese es el norte. Por lo que dijeron los aldeanos tenemos que ir al oeste, dejando el musgo a nuestra derecha.

Dos voces perturbaban la tranquilidad del bosque nocturno. Era una noche cerrada, además de ser luna nueva, una gruesa capa de nubes tapaba cualquier intento de iluminación de las estrellas. Apenas se podía ver veinte metros más adelante, lo que hacía que vagar por las montañas cercanas a la aldea de Valztan fuese prácticamente un suicidio. Detrás de cada árbol, arbusto o roca pueden acechar monstruos como Lobos Grises, Jabalís Tez de Roca u Osos Negros, entre otros muchos peligros típicos de los bosques de la zona.

Sin embargo, este par de aventureros confiaban en la habilidad especial Rastreo de Maná. Activándola, Wulf podía detectar cualquier amenaza a cierta distancia, dependiendo de la cantidad de maná que quiera gastar. Era una habilidad excelente para cualquier aventurero.

–Aun con tu habilidad, andar por este bosque completamente a oscuras me hace estar paranoico. Sobre todo, siendo una zona de nivel veinticinco a treinta cuando ambos somos nivel veinticinco…

–Lo sé, Red, pero es una emergencia. Si no nos damos prisa, ese grupo de novatos morirá.

–Ni que nosotros fuésemos veteranos…

Se habían puesto como norma por precaución entrar en zonas con nivel máximo inferior a ellos, es decir, en este momento se hallan cinco niveles por debajo de su límite. En esos días, su objetivo era la zona de nivel veinte a veinticinco situada al lado contrario de la aldea. Pero el azar o el destino les tenía preparado otras sorpresas.

Tras deambular entre la maleza durante unos minutos, Wulf se detuvo. Mirando fijamente a la oscuridad que tenía al frente, susurró a su compañero para que también se parase.

–Cuidado, enemigos a las doce en punto. Vamos a rodearlos por la izquierda, no quiero pelear.

–Te sigo. –el aventurero Redwill, también llamado Red por las personas cercanas a él, hizo una breve pausa. Pero continuó–. Oye, ¿No estás gastando mucho maná con la habilidad?

–Intento usarla intermitentemente, de todas formas, no tenemos otro remedio que apoyarnos en ella. No quiero morir en este maldito bosque.

Wulf utilizaba su habilidad cada cierto tiempo. Con ella veía el movimiento del flujo de maná a su alrededor. Las siluetas de los enemigos emitían maná rojo, mientras que las de los aliados era verde. Además, se atenuaba el color de todo lo que no tenía altas cantidades de maná para ayudar a visualizar lo que realmente tenía interés.

De esta manera, continuaron durante media hora, hasta que se oyó el sonido de arbustos siendo aplastados. Un monstruo salvaje apareció.

–¡Mierda! ¡Un Jabalí Tez de Roca nivel veinticinco! ¡Viene directo hacia nosotros! Tendremos que pelear. Formación habitual, te ocupas del CC, y yo le haré todo el burst que pueda por un flanco.

–¿Quieres dejar de hablarme en chino? –se quejó Redwill, que no entendía el lenguaje gamer de Wulf. Él tenía mucha menos experiencia en videojuegos que su amigo.

–¡Que lo pares con Grilletes Arcanos! ¡Yo haré todo el daño que pueda!

Espero que con esto sea suficiente para matarlo, hay otros monstruos cerca que podrían oírnos… ¡Joder, justo cuando nos estábamos acercando a la cueva! –maldijo Wulf interiormente, pues quería evitar a toda costa hacer ruido para no tener que luchar.

Un par de segundos después apareció un jabalí enorme con un bulto rocoso en la frente cargando a toda velocidad hacia ellos. Cualquiera que lo viese por primera vez lo describiría como una gran bola de sebo marrón, con unos afilados colmillos capaces de atravesar a cualquier humano lo suficientemente estúpido para acercarse. Sin embargo, los aventureros ignoraron completamente el aspecto peligroso del monstruo y enseguida se pusieron en formación, evitando la embestida del jabalí en el último instante.

Al frente se situó Wulf, que utilizaba una armadura media-ligera de cuero. Llevaba protecciones en las partes más críticas: una pechera, brazales, guantes y algunos refuerzos de cuero en las piernas, junto con unas botas de montaña. En su cinturón colgaba una elegante espada con una hoja levemente curvada y varios objetos de apoyo, como pociones y cartucheras.

Redwill, en la retaguardia, se especializaba en magia de tipo apoyo. Vestía una larga capa de hechicero con tonos blancos y lilas que lo cubría prácticamente entero. Bajo ella asomaba un uniforme de aprendiz de mago de tonos similares sujetado por un cinturón igual de cargado que el de Wulf. El hechicero alzó su bastón de madera mágico y lanzó el hechizo de tipo trampa Grilletes Arcanos mientras esquivaba al monstruo que pretendía aplastarlos a los dos. La preciosa gema escarlata ensartada en la punta del bastón brilló al liberar la magia.

Cabe mencionar que el equipo de ambos aventureros estaba hecho girones, con remiendos aquí y allá. Con solo un vistazo, estaba claro que habían pasado por muchas aventuras previamente.

Un par de grilletes blanquinosos con cadenas emergieron del suelo, deteniendo el avance del monstruo abruptamente y quedó confundido el tiempo suficiente para que Wulf se situase en un flanco, apuntando con su sable hacia el cuello del jabalí. Al mismo tiempo, Redwill ya estaba preparando su siguiente hechizo.

–¡Satélites Arcanos!

Ese conjuro generaba cinco esferas del tamaño de un puño con el mismo brillo que los grilletes que, al ser golpeadas por un aliado, explotaban provocando grandes cantidades de daño. Era un buen combo con un arma rápida como el sable.

–¡Corte de Corriente!

En cuanto aparecieron las esferas, Wulf usó su sable para cortar cinco veces al jabalí de forma consecutiva, aprovechando la inercia que tenía el arma para el golpe siguiente.

Con cada corte explotó una esfera, eliminando al instante los poco más de mil puntos de vida del monstruo, que, aún confundido, se desplomó irremediablemente en el suelo. Minutos después se convertiría en una nube de maná y desaparecería.

–Hmph. Fácil.

[¡Pof!]

Redwill sacó pecho ante su perfecto combo, mientras golpeaba satisfecho el suelo con su bastón mágico. Si bien, en realidad, ese monstruo no era especialmente fuerte.

–Aunque no estaría mal tener un tank en el equipo. –destacó Wulf, con un atisbo de resignación en su tono de voz.

–Ya, ahora que no lo tenemos a él todo es más difícil… Pero, se supone que no existen las clases en este juego, ¿no?

–No, pero al final todos los juegos acaban teniendo a la "trinidad" Tank-DPS-Healer. Y si me apuras, se añade la clase de Support, como eres tú.

Wulf se refería al esquema clásico de los videojuegos MMORPG, donde un personaje resistente atraía a los enemigos y recibía el daño era llamado Tanque. Los personajes que se encargaban de dañar a los enemigos se les llamaba DPS (Daño Por Segundo), mientras que los encargados de curar eran los Healers o sanadores. Aunque no son tan comunes en todos los videojuegos, los Supports o personajes de Apoyo, ayudaban a la resta de personajes mejorando sus estadísticas o aturdiendo a los enemigos con habilidades de Crowd Control.

Aun sin tener un tanque, el CC de Red viene perfecto. Nuestra combinación es bastante buena. –pensó Wulf. Confiaba en las habilidades de su amigo para que lo defendiera de los enemigos mientras él generaba el daño, es decir, tenían una combinación de Support y DPS.

Antes de seguir, Wulf se detuvo por un momento, atento a los alrededores. Pero enseguida se relajó.

–Parece que no hemos llamado la atención, no detecto enemigos cerca. Continuemos.

–… A ver si estamos más atentos ahora…

–Cállate. –Wulf desvió la mirada, medio molesto medio avergonzado.

A partir de entonces no se encontraron con más monstruos. Sin embargo, el terreno se hacía cada vez más complicado, ralentizando su marcha.

–Qué raro, hace rato que no detecto ningún monstruo. –murmuró Wulf extrañado, mientras gesticulaba a su compañero para que se detuviera.

–¿Habrán huido? O algo los ha atraído… No me gusta esto, tengo un mal presentimien-.

[¡Boom!]

–-to.

Justo cuando Redwill estaba por acabar su frase, se oyó un estruendo en el interior del bosque junto con un breve destello de luz, seguido de algunos gritos. Era el eco de una batalla.

–Vaya timing, Red… Démonos prisa, que han empezado la fiesta sin nosotros.

–Venga, acabemos con esto rápido y vayamos a tomarnos unas pintas de hidromiel al pueblo. Quiero volver a ver a la camarera chica-gato. –Redwill se dio ánimos de una forma extraña.

–… Sabes que es una IA, ¿verdad? Un NPC…

–¿Y qué? ¿Acaso no dijiste que esta era nuestra nueva realidad?

–Yo solo espero que no sea nuestra tumba… –suspiró.

–No pienso morirme hasta que no haya salido con una chica-gato, aunque sea una IA. –continuó el hechicero con determinación. A pesar del absurdo comentario, sus ojos mostraban una absoluta seriedad.

–… Red, acaso tú…

–En la vida hay que tener nuevas experiencias. –la seriedad se esfumó enseguida–. Jeje.

–…

Wulf no quiso profundizar en ese tema y no dijo nada más. Ambos aventureros aceleraron el paso lo máximo que pudieron dadas las condiciones del terreno. Aunque Wulf seguía escaneando la zona, ya no se preocupaban de no hacer demasiado ruido como antes, ya que no había monstruos cerca y el fragor de la batalla cercana enmascaraba un poco su avance a través de la maleza.

Pocos segundos después, se encontraron con un pequeño claro frente la entrada de una pequeña cueva en la ladera de la montaña. La situación era caótica. En la frontera con el bosque, a un lado del claro, había un grupo de cuatro aventureros formado por un guerrero con espada y escudo, una maga, un arquero y un clérigo, que yacía en el suelo, inmóvil. Los demás se parapetaban tras el guerrero, que había levantado el escudo para parar la lluvia de flechas que caía sobre ellos. Detrás de ellos, tapada con una manta, había otra persona tumbada.

–¡¡GOOOBGOBOGOBGOB!!

–¡GOBGOBGOOBGOB GOBGOB!

Prácticamente rodeándolos desde el frente, había una horda de Goblins lanzando un torrente de flechas y piedras entre grotescas carcajadas. Eran al menos una docena, todos ellos de nivel veinticinco. Aparentemente estaban siendo comandados por un Goblin Chamán de nivel veintisiete y rango Élite que se situaba en la retaguardia. El vil monstruo vestía una túnica de cuero crudo decorada con huesos y plumas de distintos tamaños. En su mano derecha sostenía un siniestro y sucio bastón hecho de huesos, algunos tenían pinta de ser humanos, con amenazantes pinchos en la punta.

A sus pies, y a lo largo de todo el claro, se extendía una maraña de cadáveres de Goblins y otros monstruos del bosque, algunos de ellos calcinados. Una mezcla de olor a sangre, vísceras y carne chamuscada inundaba la zona.

Mientras tanto, al otro lado del claro, un Oso Negro trataba de destripar con sus zarpas a un grupo de seis Goblins que lo estaban incordiando con sus lanzas primitivas.

–¡¡¡GRRRAAAAARRR!!

–¡GOBGOOOOOB!

–¡GOOOOOOBGOOB!

Wulf y Redwill se situaron bajo las sombras de los árboles en la entrada al claro, analizando la situación y preparando una estrategia a toda prisa.

Dieciocho Goblins de nivel veinticinco, un Chamán "Boss" de nivel veintisiete y un Oso Negro nivel veintinueve… No creo que el oso pueda con los Goblins, si acaban con él y los supervivientes nos atacan por detrás estaremos muertos. Son débiles para ser nivel veinticinco, pero son demasiados… –Wulf analizó la situación mentalmente.

Aunque los Goblins son conocidos por ser monstruos débiles con el tamaño y la inteligencia de un niño de cinco años, su fuerza radica en sus números y sus ataques sorpresa con veneno.

–Ugh… Menuda carnicería. ¿Qué hacemos?

Redwill se había tapado la boca con su mano libre, asqueado con la vista de cadáveres por todas partes, aunque sean de monstruos.

–No quiero dejarlos morir. Tengo un plan. Tenemos que aprovechar que están distraídos y acabar con el Chamán cuanto antes. Por su aspecto, parece que ya han bajado bastante sus puntos de salud. Utilizaré mi Magia de Creación para disparar a su nuca desde cierta distancia, luego iré al cuerpo a cuerpo para rematarlo.

Lo que dijo Wulf era cierto, los puntos de vida de los Goblins se habían reducido, probablemente por su enfrentamiento contra el grupo de aventureros. Estaban llenos de heridas y sangre, e incluso tenían algunas partes del cuerpo levemente calcinadas.

–¿Y yo qué hago? –preguntó Redwill.

–Mientras nos acercamos, lanza Grilletes Arcanos detrás de los Goblins que se están peleando con el Oso Negro y prepara hechizos de CC a los goblins que atacan los aventureros. Con el factor sorpresa y atacando por detrás, funcionará. Creo.

Funcionará. –Wulf se convenció a sí mismo.

–De acuerdo. …Un momento, ¿¡crees!?

–¿Listo? ¡Vamos!

–¡Espe-!

Wulf no le dio tiempo a Redwill para protestar y saltó corriendo al claro. Redwill le siguió sin dudar, aunque con cara de resignación. Ambos prepararon sus hechizos mientras esquivaban los cadáveres que cubrían el suelo…

–¡¡¡AAAAARGHH!!!

–¡¡GOBGOBOGOBGOB!! ¡¡GOBGOBOGOBGOB!!

–¡¡GOBGOB!! ¡¡GOBGOB!! ¡¡GOBGOBGOBGOB!!

–¡¡¡¡¡Hyaaaaaa!!!! ¡¡IIIINFERNOOOS!!

–¿¡GOBGOB!?

[¡¡¡¡KA-BOOM!!!!]

Todo sucedió en un instante.

El oscuro bosque se iluminó como si fuera mediodía. Todas las sombras desaparecieron a la vez que una onda expansiva caliente estremecía los árboles y arbustos circundantes.

Justo en el mismo momento en el que Wulf se paraba apuntando con la palma de su mano derecha al Goblin Chamán y Redwill lanzaba un hechizo, una flecha alcanzaba la pierna del aventurero arquero, que dio un grito de dolor, acompañado de una serie de grotescas carcajadas. Al ver a otro de sus compañeros caer desplomado, la maga se enfureció y lanzó uno de los hechizos favoritos de los hechiceros de fuego: Infernos. Era un hechizo instantáneo muy potente y de gran consumo de maná que explota cuando golpea un objetivo, infligiendo un gran daño en área.

No obstante, no se sabe si para defender a su comandante o celebrando de forma cómica el impacto en el arquero (probablemente lo segundo), el Goblin situado frente de los aventureros levantó su garrote justo en la trayectoria del proyectil mágico. El hechizo explotó con un sonido ensordecedor al contactar con la maza de madera, carbonizando a los goblins cercanos y arrojando al suelo a todos los presentes en el claro con la onda expansiva.

Por un corto intervalo, Wulf y Redwill sintieron el mundo dar vueltas y un fuerte pitido en los oídos. Habían quedado extendidos en la hierba del suelo, entre cadáveres de monstruos, mirando hacia el cielo nocturno.

¿Q-qué ha pasado? ¡Mierda, tengo que levantarme! ¡Los Goblins…! ¿Dónde está Red?

Argh… ¡Qué dolor! Creo que estoy entero… ¿¡Y Wulf!?

Ellos fueron los primeros de todos en levantarse.

–¡Wulf! ¿¡Qué ha sido eso!? –gritó Redwill, una vez logró alzar su torso.

–Urg… Creo que el hechizo Infernos. Parece que ha matado a la mayoría de los Goblins, pero me ha hecho fallar el tiro al Chamán. … ¡Mierda…! Sigue vivo…

El siguiente en levantarse fue el Goblin Chamán, magullado y quemado. Sus ojos ardían con un brillante rojo, estaba completamente enfurecido. Su boca formó una asquerosa mueca de rabia, mostrando sus afilados y podridos dientes.

¡MaTarr…! ¡INsECtos…!

–¡GOOOBGOOOOOOOB!

El Goblins líder, aun ignorando a los dos aventureros, dirigió su ira contra el guerrero que trataba de ponerse de pie también, ayudándose con su enorme Escudo de Torre. El lastre de su armadura pesada y su espada larga, no le ayudaba mucho en ese momento.

El furioso monstruo alzó su bastón de hueso con pinchos y empezó a formular un hechizo. Viendo al Chamán gesticular y balbucear hacia él, el guerrero colocó el escudo al frente, por delante de la maga, que se había desmayado por falta de maná, y sus otros compañeros. Desesperado, utilizó la habilidad Escudo Muralla, que le permite absorber daño en un área frente a su escudo, esperando resistir el hechizo.

El Goblin Chamán apuntó con su bastón al guerrero y se quedó un instante parado, pero ningún hechizo salió de él. O más bien, sí salió, pero el cúmulo de maná fue absorbido al instante.

–¡GOB! ¿…GOB?

Confundido, o tal vez enfurecido, blandió el bastón a su alrededor golpeando a un Goblin que había aterrizado cerca de él por la explosión, matándolo en el instante en que los pinchos atravesaron su cerebro. Los sesos del pequeño monstruo se desparramaron en el suelo. Tras distraerse un momento con su "subordinado" caído, centró su atención en los aventureros de mayor nivel.

Le importan una mierda sus aliados… Así son los Goblins… Bueno, uno menos. –reflexionó Wulf al ver la desagradable escena.

–¡Absorbí su hechizo con Agujero de Maná! ¡Pero no puedo volver a hacerlo hasta dentro de 5 minutos!

Era hechizo era muy poderoso, ya que podías anular cualquier otra magia del rival y además recuperabas parte del maná utilizado. Pero tenía un cooldown muy largo.

–Quedan tres y el Chamán. ¡Guerrero! ¡Encárgate de los pequeños, nosotros nos quedamos con el grande!

Wulf vio una oportunidad y empezó a repartir órdenes.

Definitivamente estamos mucho mejor que antes. –pensó.

–Te dejo un regalito, si golpeas al Goblin que tienes más cerca le harás extra de daño. –le dijo Redwill al guerrero.

–¡…! ¡Gracias...! Los entretendré hasta que hayáis acabado con ese hijo de puta.

Después de que Redwill lanzara Satélites Arcanos a uno de los Goblins que se habían levantado, los dos aventureros empezaron su duelo particular con el Goblin Chamán.

Sin esperar a que el enemigo tomase la iniciativa, los dos actuaron al mismo tiempo. Redwill lanzó el hechizo Niebla Arcana, cegando al Goblin, mientras que Wulf corrió para luchar a melé.

No obstante, un monstruo de rango Élite no se iba a quedar de brazos cruzados frente a un mero efecto de cegado. Girando el bastón en el aire, el Chamán golpeó el suelo, levantándolo a su alrededor como si hubiese caído un meteorito. Wulf intuyó el movimiento e intentó evitarlo saltando, pero justo cuando la onda llegó a su altura, un pilar de tierra surgió del suelo y lo golpeó arrojándolo hacia atrás.

–¿¡Estás bien!? –exclamó Redwill, preocupado por su amigo.

–Si, no me ha bajado mucha vida gracias a tu barrera. –Wulf respondió despreocupado, volviéndose a poner en pie.

Redwill, al ver el movimiento del monstruo, lanzó apresuradamente una Barrera Arcana, hechizo que creaba una barrera mágica que absorbía daño, de esta forma podía anular o reducir el daño recibido de Wulf.

–¡GOBGOBGOB!

El Goblin Chamán usó el lapso de tiempo conseguido para aumentar más sus defensas. Aprovechando el terreno removido por su hechizo anterior, inundó de agua el suelo a su alrededor con otro encantamiento, creando un barrizal muy profundo. La única zona seca se hallaba bajo sus pies, dificultando aún más el movimiento de los aventureros.

Este cabrón tiene clara su estrategia. Va a ser difícil acercarse…

Wulf gruñó mentalmente ante la astucia y malicia del monstruo. Una vez acabado el efecto de cegado, el Goblin Chamán empezó a disparar proyectiles de hielo. Era posible esquivarlos, pero no siempre. Además, cuando Wulf intentaba saltar a la parte seca, se encontraba con un muro de viento que lo expulsaba de vuelta fuera del anillo de lodo.

La barra de vida, tanto de Wulf como de Redwill, bajaba con cada roce e impacto de los proyectiles de hielo sin que siquiera puedan acercarse al monstruo.

Con DPS a distancia esto habría acabado hace mucho rato… Mierda, solo tengo maná para un tiro y si disparase ahora no le haría casi nada de daño. Y podría fallar…

Habían pasado varios minutos desde que empezaron a enfrentarse al Goblin Chamán. Wulf empezaba a estar frustrado por no poder aproximarse al monstruo. Tenía que buscar una alternativa o a ese paso perderían.

–No le hago mucho daño con Disparo Arcano, pero su defensa debe haber bajado mucho con la suma de debuffs.

La voz de Redwill también empezaba a mostrar signos de frustración. Ese hechizo no estaba hecho para ser ofensivo, si no para bajar las estadísticas de defensa del adversario. El daño que hacía era ínfimo, pero era la única forma de bajarle la vida que tenían en ese momento.

–¡GOBGOBGOB!

Cada vez que recibía el leve impacto de Disparo Arcano, el Goblin soltaba una carcajada, ignorando totalmente la bajada de defensa temporal que suponía cada impacto. La arrogancia de ese monstruo de piel verde lo hacía estar seguro de que su victoria estaba asegurada.

–Si consigo acercarme, es posible que con nuestro combo de siempre podamos acabar con él. –afirmó Wulf.

Tengo que acercarme… Pero, ¿cómo? Si tuviera suelo firme…

La frustración de Wulf, que cada segundo que pasaba se acercaba más a volverse ansiedad, le impedía pensar con total claridad. No conseguía encontrar la forma de vencer.

–¡Wulf! ¡Me queda menos de la mitad de vida! –exclamó Redwill–. ¡Si seguimos así nos quedaremos sin pociones y moriremos!

¿Podría usar un cadáver del suelo? …No, se hundiría. ¿Un tronco? Demasiado pesado, quedaría indefenso al colocarlo…

Wulf trataba desesperadamente de trazar un plan mientras esquivaba los proyectiles de hielo que deseaban ensartarlo como un pincho moruno.

–¡Mi escudo no resistirá mucho más! ¡Quedan dos Goblins vivos todavía! ¡Me intentan flanquear!

El guerrero había podido acabar con uno de los Goblins, pero se veía forzado a enfocarse en defenderse al estar en inferioridad numérica y protegiendo a sus compañeros.

¿El escudo del guerrero? Morirá sin él, y además lo usa de barrera para sus compañeros. … ¿Barrera…?

–¡Red! ¡Tengo un plan! ¿Puedes dar la forma que quieras a tus barreras?

–¡Sí! ¡Pero sólo formas simples!

–¿Cuánto cooldown le queda a Agujero de Maná?

–¡Veinte segundos!

–Cuando acabe el enfriamiento lanza una Barrera Arcana al suelo en forma de pasillo para que pueda correr sobre ella y usa Agujero Arcano cuando vaya a lanzar el hechizo de viento. ¡Aprovecharé su estado de confusión para ponerme en su espalda, con mi daño y tus Satélites Arcanos acabaremos con él!

–¡Ese es mi estratega! –Redwill sonrió valientemente–. ¡Hagámoslo!

Ambos aventureros tomaron la última poción de restauración de vida que les quedaba en el cinturón y se concentraron en evitar los constantes ataques que volaban hacia ellos, como si fuera un partido de balón prisionero. Cuando pasaron los veinte segundos, empezaron el contraataque.

–¡Wulf, empezamos!

Al mismo tiempo que Redwill dio el pistoletazo de salida, Wulf empezó a correr de frente hacia el monstruo. En el instante en el que el Goblin Chamán se movió para lanzar su hechizo de CC de tipo viento, Redwill desató los suyos sucesivamente.

–¡Agujero Arcano! ¡Barrera Arcana!

Se creó un camino recto y estrecho que brillaba a cada paso que daba Wulf. Era lo suficientemente sólido para soportar su peso, pero se acabó desmoronando justo en su último salto. Mientras tanto, el Goblin confundido por el primer hechizo de Redwill, no se percató que, en esos escasos dos segundos, un aventurero empuñando un sable se situó a su espalda.

–¡Ahora Wulf! ¡Satélites Arcanos!

–¡¡Muere!! –Wulf soltó un grito de batalla para desahogar su frustración–. ¡¡Haaaaaaaaa!!

Los dos aventureros lanzaron su combo especial de daño instantáneo que habían utilizado con el Jabalí Tez de Roca un rato antes. Acumularon el daño infligido por el sable y las esferas, multiplicado por dos gracias al debuff de Disparo Arcano.

Pero no fue suficiente, infligieron 2544 puntos de daño, pero el Goblin Chamán aún tenía 2820 puntos de vida restantes de los más de nueve mil que tenía antes de pelear contra los aventureros novatos.

Saliendo del estado de confusión tras ser golpeado, se giró blandiendo su bastón horizontalmente en un movimiento de barrido que Wulf no pudo evitar. A causa del impacto, el aventurero salió volando al otro lado del barrizal, aterrizando de espaldas. Ese poderoso ataque le dejó con aproximadamente un veinte por ciento de los puntos de vida restantes.

El Goblin Chamán, que había cambiado del típico color verde que tenían todas esas odiosas criaturas a un rojo intenso por la ira, saltó con un terrible rugido hacia el aventurero caído, ayudándose con hechizo de viento.

–¡¡¡¡GOOOOOOOOOOOOOB!!!!

Para Redwill, el tiempo se paró mientras veía la espalda del Goblin volar hacia su amigo con el garrote alzado.

¡No…! ¡No voy a llegar a tiempo a lanzar un hechizo de CC ni Barrera Arcana! ¡¡¡Wulf!!!

En el campo de visión de Wulf apareció un Goblin. Rojo de rabia y sangre caía a gran velocidad sobre él. Enseguida comprendió la situación en la que estaba. Sin vacilar, empezó a mover su cuerpo para salir de la trayectoria del monstruo rojo.

¡Joder! ¡Joder! ¡Esto es malo! ¡Rápido…!

[¡FSH~! ¡FSH~! ¡FSH~! ¡ZUG!]

–¿¡Gob…!?

Se oyó un silbido como si algo cortase el aire girando a alta velocidad, seguido de un sonido amortiguado. Justo después apareció la punta de una espada a través del torso del Goblin Chamán que, a causa del impacto, cayó justo donde había estado tendido Wulf hace un instante.

El monstruo estaba muerto, definitivamente.

Haah… Ahora podría estar muerto... Tengo que mejorar mi DPS a distancia como sea. –suspiró mentalmente Wulf. Esta vez se había librado de la muerte por muy poco.

Fue la espada del guerrero la que atravesó el cuerpo del jefe Goblin. Aprovechando que los Goblins "peones" se distrajeron con el grito de ira de su comandante, decapitó a uno de ellos y, con la inercia del movimiento, giró sobre su cabeza su Espada Larga de Acero y la arrojó con todas sus fuerzas. Luego, sin arma, se centró en el Goblin que quedaba en pie, golpeándolo repetidamente con el escudo hasta matarlo. Por un instante, todo quedó en silencio…

–¡Wulf! ¿¡Estás bien!? –…hasta que lo rompió Redwill, apresurándose hacia su amigo.

–Si… No sé ni como… ¡…! ¡Cuidado! Queda vivo otro Goblin, parece que sobrevivió al Oso y cayó en tu trampa.

Wulf vio que un Goblin que sobrevivió a la pelea con el Oso Negro estaba tratando de deshacerse de los grilletes arcanos que tenían atrapados sus pies de talla infantil. En el suelo detrás de él se apilaban los cadáveres de sus "compañeros" y del oso.

Los dos aventureros se acercaron al pequeño monstruo con cautela, sin bajar la guardia. Wulf atravesó su corazón con facilidad…

[¡ZONNGG! ¡FSHHH~!]

¡¿…?! –ambos aventureros se sobresaltaron.

Para continuar con las sorpresas desagradables, se oyó el sonido de una cuerda de arco, junto con el sonido de una flecha cortar el aire.

–¡AAARRGH!

Un chillido se alzó sobre el silencio de la noche. Redwill había recibido un flechazo en la pierna derecha. Wulf activó su habilidad Rastreo de Maná y detectó un Goblin medio quemado bajo un árbol en la entrada del claro.

¿¡Qué!? ¿¡Había otro!? ¡Mierda, sobrevivió a la explosión…!

El Goblin había salido volando hacia el bosque y quedó inconsciente. Como ya había cadáveres calcinados en el suelo, era difícil saber el número exacto de los que murieron en la explosión. El monstruo medio negro medio verde se estaba preparando para disparar una segunda flecha.

¡No lo harás!

Wulf recogió una punta de flecha del suelo y apuntó con la palma de su mano izquierda al Goblin. Cargó todo el maná que tenía sin quedarse a cero y lanzó su rara Magia de Creación, creando grandes cantidades de aire en un espacio extremadamente reducido justo entre la punta de flecha y la protección de su guante. El proyectil salió disparado con un petardeo a una velocidad imposible para la vista hacia la cabeza del Goblin.

[¡PAM!]

[Zug]

En el ojo amarillento del Goblin que estaba utilizando para apuntar apareció un agujero rojo. El pequeño monstruo verde colapsó disparando la flecha que tenía cargada, la cual cayó inofensivamente unos metros más adelante.

–¡¡Red!!

Wulf se giró hacia su amigo y lo vio desplomado en el suelo, agarrándose de la pierna herida.

–Ugh… Creo… que estaba envenenada… –Redwill habló con una mueca de dolor, varias gotas de sudor empezaron a recorrer su frente.

–Toma un antídoto, rápido.

Wulf sacó rápidamente una poción de su cinturón y se la ofreció a su amigo.

–[Glup] … … Ugh…

Redwill se bebió la poción de un trago. A través del desgarro en su pantalón se veía como la piel de alrededor de la herida volvía a su color natural, pero seguía sintiendo dolor en su pierna.

¿No ha funcionado del todo? ¿¡Por qué!? –Wulf perdió la compostura por un momento–. Parece que algo de efecto ha hecho pero el DOT no ha desaparecido. ¡Joder! ¡Que mierda de noche! ¡Está siendo una putada tras otra!

–No funcionará… Yo también le di uno a Morman, pero ya está muerto. –aseguró el guerrero mientras miraba afligido a su compañero caído.

El clérigo de ese grupo de aventureros había muerto por una combinación de hemorragia y veneno. Su expresión, que en algún momento fue la de un joven alegre, ahora estaba retorcida en una mueca de dolor y su piel mostraba una tonalidad verdosa. Sus brazos se habían quedado agarrotados mientras se agarraba a sus vestimentas religiosas y su bastón de sacerdote se había perdido entre el mar de cadáveres calcinados. Seguramente hay muertes peores, pero no querría desear una muerte como esa a nadie.

–¡Tenemos que volver al pueblo antes de que sea demasiado tarde! Toma una poción de maná, despierta a la maga.

Sin embargo, Wulf no quería rendirse. Le lanzó una poción de recuperación de maná al guerrero y cargó a Redwill a su espalda.

–…No creo que lo consigamos…

–Puede ser, pero no tenemos nada que perder. –concluyó firmemente Wulf.

El guerrero prácticamente había tirado la toalla, pero aun así despertó a la maga golpeándola suavemente en la mejilla. En el fondo sabía que tenía que hacer un último esfuerzo, aun no estaba todo perdido.

–¿A-alberich? ¿Q-qué ha pasado…? –preguntó la maga, que estaba totalmente desorientada y miraba frenéticamente a su alrededor–. ¡…! ¿Dónde estamos? ¿Y los demás?

–Brenna, ¿puedes andar? Mor ha muerto y Liox está envenenado. Toma esta poción. Lleva tú a la aldeana. Luego te cuento los detalles, ahora tenemos que salir de aquí rápido.

Alberich respondió con brevedad a su compañera y señaló a la aldeana. La maga llamada Brenna, entendiendo la gravedad de la situación, se calmó y se levantó, ondeando su largo cabello azabache con el movimiento. Se revisó a sí misma con sus ojos castaños y palpó su túnica morada que tenía desgarros por todas partes.

–Vale… –la hechicera asintió débilmente cuando se aseguró que todo su cuerpo estaba en su sitio.

–Vamos.

Tras ver que su compañera se incorporaba, el guerrero recogió al arquero elfo por su armadura ligera de cuero que había sido pintada de verde militar, recogió su arco largo del suelo y se lo subió al hombro.

Los tres bajaron la montaña a toda prisa por donde habían venido, sin mirar atrás. Dejaron la carnicería de monstruos quemados, aplastados y cortados a sus espaldas mientras los cuerpos desaparecían uno por uno en nubes de maná.

¡No dejaré que mueras, Red…!

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