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Prólogo - El pequeño criminal

Era de noche, en una taberna oscura cuyo nombre en el cartel no se podía leer, dentro, además de una taberna, también actuaba como cabaret y casino, y más allá de los regimientos de la ley, un prostíbulo para desencadenar las más bajas pasiones de los clientes, todo con un olor a humo de cigarro, ese fuerte hedor de cerveza y de personas ebrias, el ligero olor del sudor de las personas que fornicaban salvajemente en la parte de atrás de la cantina, y mal olor de los baños, acompañado con un retorcido musical de jazz de ritmos vagos y estrambóticos, una ligera luz entraba por la ventana, de esos días en que la luna no iba a desaparecer por nada, los gemidos sonaban fuertes, la charlas de ebrios y los sollozos de las personas sin suerte en las ruletas también eran incesante, de no ser porque todos los clientes están bajo el efecto del alcohol, y todos sus trabajadores recibieran una buena paga, ese lugar estaría vacío sin duda alguna.

Era una cantina llena de personas de actitudes salvajes, hombres con deseos carnales que brotaban por los poros, mujeres dispuestas a hacer lo que sea por unas cuantas monedas, los trabajadores parecían esclavos, sufrientes del cualquier maltrato sin rechistar ni una sola vez, era claro que no era una taberna pacifica, ni se le acercaba a ello, para la vista de una persona normal, que rara vez se atrevía a entrar, este era el lugar donde se reunían la lacra y escoria de la sociedad, y no era un concepto tan equivocado de decir.

Un grupo de hombres, tres en total, ingresaron a la taberna, eran hombres fornidos, aspectos terroríficos, que causaba miedo en los hombres que venían a divertirse, incomodaban sus miradas a las mujeres, e incluso ponían en alerta a los cantineros, hombres que parecían rudos, eso podía decir más de lo que debería decirse, eran parte de la mafia de esa ciudad de adobe y adoquín.

Las miradas de esos hombres iban de par en par, en cada uno de las personas que trágicamente entraron allí, sus miradas llenas de ese horrible pecado capital que era la avaricia, que inmutaba a los clientes y el miedo que tenían le carcomían el cerebro, era una especie de lavado de cerebro, para ellos, con decir entréguenme todo, obligaba automáticamente a los miedosos clientes a entregarles lo que poseían encima.

Estos hombres se fueron acercando a la barra, querían hablar con el cantinero, mientras que todo el mundo callaba, el cantinero, persona gallarda y valiente, con una forma de hablar calmada, pero imponente, le dijo a todos sus camareros, cantineros y trabajadores.

— Bueno, todos pueden tomar la noche libre, váyanse por atrás.

Uno de los hombres miró lo que hizo el cantinero y le dijo.

— Ninguno se ira.

— No me dirás que hago con mis empleados.

Le respondió sin embargo el cantinero, sin ningún tipo de miedo en él, tal actitud serena era impresionante, llenaba de confiaba a cualquiera, aunque no sabía si eso serviría estando frente a esos sujetos, enseguida los hombres se sentaron en la barra después de quitar a los clientes de allí, entonces ese que, parecía el líder, miró al cantinero y le dijo.

— Buenas noches, Terrence.

Terrence, el nombre del cantinero, miró al sujeto y entonces con el desdén que se merecía ese hombre, le dijo.

— No deberías venir aquí, ahuyentas a mi clientela.

— No lo hago con gusto y lo sabes.

— Si no te gusta, no deberías venir aquí… solamente me haces perder el tiempo…

El líder de esos hombres le miró sonriendo ligeramente, una sonrisa que causaba miedo, era normal, pero, tal vez la actitud o la mirada del hombre hacía que tuvieses escalofríos con solo mirarlo, este miraba al cantinero que, ni un solo gramo de miedo tenía en su cuerpo, entonces le dijo.

— ¿Tienes mi dinero?

El rostro neutral de Terrence nunca cambió, entonces este le dijo algo extrañado.

— ¿Dinero? ¿acaso te debo dinero a ti?

— Claro, ¿por qué más estaría aquí en esta pocilga?

— ¿Para violar a mis prostitutas? Sé lo que paso la semana pasada… esas mujeres no se acuestan con hombres porque quieren… lo hacen por necesidad… deberías pagarles si le vas a hacer algo como eso…

— Son putas, Terrence… de hecho la que viole gemía del placer…

— ¿Cómo gemiría del placer con solo dos minutos, Gyola? Ella lloró por eso… y yo no permito que mis prostitutas lloren por un cliente, menos lo haré por un violador…

Gyola, el líder de esos hombres, sonrió locamente, una sonrisa que esbozaba locura, entonces le preguntó a Terrence.

— ¿Me detendrás tú, Terrence?

— Por supuesto, si no lo hago yo, no lo hará nadie… la organización hace caso omiso a lo que pasa por estos lares… tendría que impartirse la justicia del pueblo.

— No supuse que un hombre que dirige una cantina, un casino y un prostíbulo tendría escrúpulos y menos, moral…

— Soy un hombre mayor que entiende el significado de la vida… por lo menos, de mi propia vida… tú, sin embargo, eres un prepotente que piensa que por ser fuerte y por el hecho de que la ley no tiene mano dura en estos lugares puede hacer lo que se te da la gana... pero créeme, algún día te alcanzará una justicia de la que no podrás escapar… la justicia divina…

— Un hombre que hace trata de blancas con escrúpulos y religioso… vaya… sí que consigues cosas raras en los barrios bajos…

Gyola se acercó más a Terrence, viéndole cara a cara y con una actitud prepotente, de un verdadero narcisista y mal habido de la vida, le dijo a Terrence.

— ¿Te crees capaz de tu mismo impartir la justicia divina de la que hablas?

Terrence lo miró con mucho desdén y tranquilidad, entonces le respondió.

— Por supuesto, te puedo dar una tunda que recordarás cuando tu padre te golpeaba…

Esto enojó a Gyola quien con una mirada desafiante le respondió a Terrence.

— Bien, hagamos eso… salgamos afuera y te partiré ese vejestorio rostro… primero los ancianos.

Decía Gyola mientras le señalaba la salida, Terrence se quitaba su delantal y dejaba sus cosas allí, entonces mientras hacía esto, le decía.

— Perfecto.

Terrence dejo todo y salió de detrás de la barra, se dirigía por delante de Gyola hacia la puerta, este iba con los demás, pero antes de que saliese Terrence y, mientras abría la puerta, Gyola sacó una pistola y sin decir nada le disparó, justo en el pecho, Terrence al notarlo, volteó ligeramente y estando frente a frente con Gyola quien, se reía de la caída de Terrence, este último le dijo.

— Eres un bastardo, Gyola.

— Lo sé… no sé quién es mi padre…

Le dijo burlescamente Gyola mientras veía como este se iba desfalleciendo en la entrada de su taberna mientras se iba cerrando la puerta, Gyola para seguir burlándose de Terrence, se dirigió corriendo hacia él y le golpeó en el pecho, haciendo que saliera de un golpe a la calle, mientras agonizaba Terrence manteniendo su conciencia, Gyola y los otros dos salieron y le rodearon a Terrence, quien solo veía hacia arriba, Gyola se agachó para estar más cerca de Terrence, entonces al momento en que se miraron a los ojos, Gyola le dijo de una manera tan seca.

— Parece que te ha fallado tu justicia divina… o por lo menos, no eras digno de hacerlo tú…

Terrence intentó alcanzar con sus más a Gyola, pero este le golpeó en el rostro para evitarlo, mientras se iba levantando Gyola, este le dijo a uno de los hombres.

— Ve a sacar el dinero de la taberna, de seguro tiene mucho allí guardado… hace mucho que no paga…

Este asintió e ingresó nuevamente, sacando el dinero de detrás de la taberna y asaltando a los clientes que permanecían adentro, mientras tanto afuera de la taberna, Gyola tenía aplastando el brazo de Terrence, quien se quejaba puesto que, tenía púas debajo de la suela de sus zapatos, Gyola presionaba con fuerza, la sangre ya brotaba de allí, igual que antes lo hacía del disparo en el pecho.

— Terrence, no se puede confiar en la ley en estos lugares tan bajos… pero créeme, tampoco puedes confiar en ti mismo… este lugar está hecho para las personas que utilizan a los demás… que son fuertes y crean lazos entre ellos para no acabar en la misma situación en la que estás tú, viejo… es tan simple, que no entiendo como gente tan sabia como tú no lo entienden… en los barrios bajos, no vives, sobrevives… aunque, no creo que sobrevivas… es matar o morir, Terrence… y creo que ya se eligió por ti…

En ese momento salió el que asaltaba la taberna, entonces avisándole a Gyola, este miró a la cara a Terrence, entonces con una ligera sonrisa, le dijo.

— Bueno, ya nos vamos, cantinero… buena suerte explicando en el más allá tú taberna, tu casino y tu prostíbulo, Terrence… también eres una lacra de esta sociedad, que no se te olvide…

Finalmente se largaron de allí corriendo, Terrence por su parte, veía al cielo y mirando las estrellas que llegaron a formar la forma de un ángel, dijo.

— Estoy seguro que un día les llegará la justicia divina a ustedes… entonces, podré sonreír feliz…

Fueron las últimas palabras de Terrence quien, después de eso dio su última exhalación para dejar de vivir, todos sus trabajadores, los cuales no se habían ido, salieron entonces y vieron a Terrence en el suelo, se sorprendieron a la par que se horrorizaron de verlo en el suelo en tal estado, lo rodearon, y enseguida, pareciendo como si de su familia se tratase, empezaron a llorarlo, por más que, parecieran esclavos, que fueran tratados mal por los clientes y que fueran nada más que prostitutas, para Terrence todos ellos eran jóvenes, hombres y mujeres que tenían que trabajar en ello para poder vivir.

Gyola y los otros dos se iban escapando por las calles de esas zonas tan pobres, parecían que eran imparables, aunque el camino se iba haciendo más estrechos conformen iban avanzando, debido a que así se manejaba el flujo de las personas de los barrios pobres al resto de la ciudad, mientras se iba reduciendo las calles, Gyola y los demás se toparon con un extraño obstáculo, que hizo que se detuvieran de manera instantánea.

Frente a ellos apareció una pequeña niña, tendría unos diez o doce años, se veía muy joven, ella tenía la piel blanca, tenía los ojos claros de un tono grisáceo, su cabello era negro, un tono muy oscuro de negro, tanto que los reflejos y la separación de cabellos no se notaba, ella vestía con un traje de cuero negro, camisa, pantalón y zapatos, todo era de cuero negro, además de una gorra del mismo color, pero esta si estaba hecha de tela, su mirada era algo vacía, pero se veía serena, era algo bonita, seguramente sería una belleza al crecer, aunque se fijaran en todo esto, Gyola y sus hombres no tenían por qué detenerse, a pesar de haberlo hecho, uno de los hombres que acompañaba a Gyola se acercó y le susurró.

— Gyola ¿qué hacemos?

Este de regresó también le susurró.

— Es solo una niña pequeña, solamente le rodearemos, y si no quiere quitarse la empujamos y ya.

El otro asintió, entonces regresando la mirada en la pequeña niña, Gyola le sonrió y con mucha tranquilidad fingida, le dijo a la niña.

— Oye, pequeña niña… tenemos que pasar y no queremos hacerte daño, así que, por favor, déjanos pasar y no te sucederá nada ¿ok?

Esta amenaza hubiese atemorizado a alguno de los clientes de antes, pero esta niña en vez de esto, terminó enojándose, bajó la mirada, lo que sorprendió a Gyola y a los otros, entonces la niña con la mirada en el suelo y con una expresión que se iba haciendo más colérica, les dijo a ellos con una voz más grave de lo que esperaban de una niña pequeña, les dijo.

— No soy un niño pequeño, soy un adulto ¡y no soy una niña!

Ellos se asustaron, entonces dijeron los otros dos que iban acompañando a Gyola.

— No es una niña pequeña.

— No es una niña.

Uno dijo lo primero y fue golpeado por ese sujeto, después el otro dijo lo siguiente y fue también golpeado por el sujeto, finalmente quedó frente a Gyola, entonces este algo asustado, le dijo.

— No me importa quién eres, no me detendrás.

— ¿Por qué tan seguro?

— ¡Porque tengo esto!

Sacó su pistola y empezó a disparar, fueron cinco balas en total, pero ninguna golpeó al sujeto, de hecho, ni le pasaron cerca, cuando las esquivó se fue acercando, cuando se quedó sin bala, intentó recargar nuevamente con muchos nervios, pero antes de eso, ese sujeto le alcanzó y le golpeó en el abdomen, sacándole el aire por completo, este agachó un poco la cabeza, perfecto para ese sujeto quien empezó una seguidilla de golpes que no terminaron hasta que Gyola cayó al suelo muy adolorido.

Después de tal paliza, Gyola no pudo levantarse nuevamente, terminó en es frio y sucio suelo, escuchaba las pisadas del sujeto, por lo que levantó la mirada y vio que este ya estaba frente a él, mientras lo veía retorcerse, este sujeto le dijo a Gyola.

— Que lamentable te ves… pensé que eras más rudo, pero creo que me equivoqué…

Mientras seguía retorciéndose del dolor, Gyola miraba al sujeto y le decía con enojo.

— Eres un verdadero bastardo.

— ¿Crees eso? Yo tengo a mis padres… pensé que el bastardo eras tú, Gyola Hoffman…

— ¿Cómo sabes mi nombre?

— Justa investigación… me contaron que eres peor que la peste negra… eso es muy exagerado, no creo que merezca tal título… tal vez peor que la fiebre amarilla… por ahí a ese nivel estás muy bien….

— Imbécil, ¿a quién crees que estás golpeando?

— Gyola Hoffman, líder del grupo bélico Red Swan's Blood…

— Exacto, si me pasa algo, ellos irán enseguida por mí.

— ¿Enserio? Ah, qué pena… eso me hubiera ayudado para no hacer tanto trabajo…

— ¿T-tanto trabajo? ¿a qué te refieres?

— Que antes de llegar aquí se desmantelo toda tu banda… ya debieron ser capturado por la ley de esta ciudad…

— ¿A todos? ¿Quién lo hizo?

— Yo lo hice.

Le dijo el sujeto, Gyola se sorprendió mucho, entonces replicó.

— Eso no es posible, no lo pudiste haberlo hecho solo.

— Pero lo hice… si es por un encargo, lo puedo hacer sin mayor problema…

— ¿Un encargo? ¿quién te pidió que hicieras esto?

— No necesitas saberlo, solamente te diré que el mono por dinero baila… y yo soy avaricioso… fue una suma importante de dinero… por ello… no tuve problemas con acabar con tu organización… este mundo se mueve con ayuda del dinero… eso es lo único real en este mundo…

Gyola trató de levantarse, pero no pudo, estaba muy aterrado, entonces viéndole de frente, le dijo.

— Acabaste con todo mi grupo, de un golpe los desmayaste a ellos, los más fuerte del grupo, y te dejaste paralizado por completo… ¿quién eres?

— Pues… puedes llamarme… justicia divina…

Gyola se sorprendió, comprendió entonces quien lo envió, después de eso, lo último que vio consciente Gyola fue la suela de ese sujeto que, lo noqueó aplastándole la cabeza, no lo mató, pero si lo desmayó.

Por su parte, minutos después de eso, ese sujeto había llegado donde estaba el cuerpo de Terrence, al ver a todo a su alrededor pidió paso, le concedieron esto, entonces, cuando estuvo al lado del cuerpo de él, le miró y le dijo.

— Lo siento por hacerlo tarde, pero ya logré lo que querías, Terrence… ya acabé con la vida del grupo de Red Swan's Blood… ellos ya no estarán en la calle atemorizando a todos… estarán encerrado por un largo tiempo… creo que estarías feliz de ver los resultados de la petición que me hiciste…

Él miró a los demás, entonces viendo sus miradas tristes, bajo la mirada y con mucha pena, les dijo a ellos.

— Lo siento, todos… si hubiera hecho mi trabajo rápido, el señor Terrence no hubiese acabado muerto… de verdad lo lamento…

Uno de ellos se acercó al sujeto, entonces le preguntó.

— Gyola no atemorizará más al barrio ¿verdad? ¿eso fue lo que dijiste?

El sujeto le miró y le dijo.

— Sí.

— Entonces, estoy seguro que Terrence estaría muy feliz por eso… gracias por tomar su petición…

El sujeto asintió, entonces miró a Terrence quien, parecía estar sonriendo, entonces como un gesto extraño por parte del sujeto, este sacó una moneda de oro y antes de irse, la tiró sobre el cadáver de Terrence mientras decía.

— Aquí está el dinero que te debía, Terrence.