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Voló Al Cielo - Parte 01

Sale el Sol, y aunque ahogado,

Veo el resplandor.

Ya me fui,

Mas sigo en el fondo.

 

 

 La pesadez en sus ojos era bastante, el dolor de espalda era intenso, el frio era insoportable, el entumecimiento en sus dedos, tanto los de las manos como los de los pies, era molesto, la oscuridad era bastante cegadora, el silencio era ensordecedor, el tacto de sus pies con el suelo era rugoso, pero sobre todo, el dolor en su quijada era desconcertante. Podía entender la razón de ser de aquel atípico dolor, pues al momento de quedarse dormido estaba muy tenso, estaba seguro que mantener su mandíbula tan apretada terminó por causar aquel malestar.

 A pesar de ser domingo y con ello tener más tiempo de gracia antes de que su familia se despierte, decidió simplemente seguir con su rutina y tomar un baño de agua helada, temiendo la sensación que tendría en su cuerpo pues ese día, al igual que el anterior, parecía ser más frio de lo normal. Era casi como si el clima estuviera dándole una advertencia, proponiéndole quedarse en casa y no salir, mantenerse en su pequeño y frio cuarto, abrigado por su cobija y alejado del exterior donde el frio era muchísimo peor. Pero no podía hacer aquello, necesitaba salir y cumplir con aquel pendiente que tenía. Aunque antes de eso debía hacer algunas cosas. La primera de ellas era limpiar su cuerpo, esta vez de una manera mucho más profunda, pero el frio no le dejaba considerarlo como una buena idea. Lo mejor sería tomar un baño común y corriente y por la noche volverse a bañar, sería entonces que lo haría a profundidad. Vistió aquella playera nueva que su madre le compró y que era de un color tan extraño que no supo cómo llamarlo, solo podía describirlo como un punto intermedio entre el color café y el color gris. Su pantalón nuevo, aunque mayor en talla a lo que debería, no era tan amplio como para caerse de su cintura pese a no usar un cinturón, pero amenazaba con hacerlo. Pero tomando en cuenta el frio, fajaba aquella playera para que no sobresaliera por debajo de su sudadera, por lo que el pantalón quedaba un poco más ajustado, impidiéndole caer. De regreso a su habitación contempló una vez más su nuevo calzado, discerniendo si sería o no buena idea usarlo ese día, pero concluyendo que la respuesta era negativa pues ese día era el día de aseo en casa, no quería arruinar aquel calzado apenas el primer día de uso. Una excusa bastante conveniente.

 Salir de casa fue rápido y sencillo, su familia dormía profundamente tanto por ser un día con mas horas para poder holgazanear, como por el frio que aletargaba a todos, por ello preparar sus ya habituales sándwiches de cajeta fue una tarea tranquila. Una lástima ver que aquel frasco aun estaba por encima de la mitad de su contenido, y él no entendía como eso era posible, llevaba varios días comiendo lo mismo por las mañanas y ese dulce espeso aún se veía muy lejano a terminarse. Salió tranquilamente llevando su mochila encima, conteniendo dentro de ella únicamente el último de los cinco comics que sus padres le compraron, aquel que le faltaba por leer. Los otros cuatro fueron bastante malos, al menos en comparación a lo que estaba habituado tras leer tanto la versión infantil como la versión adulta de Ace Savvy. El primero fue un comic bastante estúpido sobre una dragona que quería ser aceptada por los de su especie al mismo tiempo que quería hacerse notar por sus cualidades únicas, parecía ser algún tipo de lectura mediocre de auto ayuda, pero destinada a niños pequeños, muy pequeños. Sin problemas, ese fue el peor de los comics que había leído hasta ese día, y sin dudas también la peor historia que conocía hasta entonces, pero no pudo evitar leer completo aquel comic, pues pese a ser tan malo e incluso mediocre, seguía siendo una distracción válida para alejarse de el mundo exterior e incluso le daba la oportunidad de evadirse del mundo después de leerlo, dándose el tiempo de maquilar en su mente una serie de críticas a la historia o desarrollo de personajes, pensando incluso en formas de mejorar todos aquellos rasgos en los que la historia tenía fallas. Afortunadamente los tres comics posteriores fueron bastante entretenidos e incluso medianamente emotivos, aunque algo decepcionantes al tener una trama auto conclusiva que le hacía pensar aquellas historias eran episódicas y no lineales como él las prefería. Este último comic tenía una portada increíble y un título interesante, por ello decidió dejarlo hasta el final, esperanzado en que sería al menos la mitad de bueno que los comics de Ace Savvy.

 No vio necesario ir tan lejos como lo estaba el viejo parque, ese lugar sería su objetivo más tarde, le pareció mejor idea ir simplemente al parque en el centro del pueblo. Era un lugar enorme y muy concurrido, pero siendo un domingo muy temprano por la mañana esperaba que el lugar no estuviera muy habitado. Optó por no tomar asiento en ninguna banca del lugar, estaban todas ubicadas cerca de las banquetas y por ello dándoles fácil acceso, pero también propiciando que la gente rondara cerca de ellas, y en ese momento el no quería ser visto o molestado por nadie por lo que se adentró y pensó en sentarse bajo algún árbol a leer mientras esperaba perder el tiempo. Mala idea. La briza y el frio mantenían aun húmeda la cama de césped del parque, por lo que no era una buena idea sentarse bajo un árbol, pero él no quiso alejarse del lugar en el que estaba, le pareció uno muy agradable, no solo estaba bajo un árbol, también estaba cerca de una parvada de aves que debido a la hora que era cantaban con fuerza, haciendo que sus alaridos se conviertan en un agradable ruido blanco que le permitiría concentrarse un poco más en aquella superflua lectura. Simplemente se recargó sobre el árbol, manteniéndose de pie y sacando de su mochila el comic, más que listo para comenzar a leer pese a que el frio ya había conseguido hacerlo tiritar.

 Aquella fue una de las mas incomodas y molestas lecturas que tuvo alguna vez, no solo por el frio que hacía en ese momento sino también por culpa de su pie izquierdo, que debido a la postura; puede que quizá al frio, comenzó a punzar una vez más, obligándolo a recargar la mayor parte de su peso sobre su pie derecho, consiguiendo con ello cansarlo más de lo normal. Para colmo, su lectura no avanzo tan bien como esperaba pues aquella parvada al final terminó por emitir una cacofonía molesta y que terminaba por alterarlo y desconcentrarlo antes que amenizarlo. Se dirigió al centro comercial en cuanto terminó aquel comic, el cual debía admitir fue muy entretenido y que pese a tratar únicamente sobre una chica que viajaba en un vehículo blindado a través del desierto, sin mostrar a ningún otro personaje, conseguía atrapar su atención gracias a la constante tensión que la narrativa tenía, haciéndole creer que en cualquier momento podría pasar algo. Su caminata era bastante torpe y hasta algo vergonzosa debido al punzante dolor en su pie izquierdo y a el perpetuo dolor en la planta de su pie derecho, producto de recargar todo su peso en el por tanto rato, pero tenía que mantener su marcha pues el frio ya no era tolerable y dentro del centro comercial la calefacción le haría templarse un poco. También ahí dentro podría ver la hora en aquella enorme pantalla, lo que le permitiría medir el tiempo para así regresar a casa a tiempo para hacer sus funciones de aseo, pero no tan pronto como para tener que pasar mucho tiempo cerca de sus hermanas.

 Pudo permanecer más tiempo dentro de aquel edificio, disfrutando de la calefacción y con acceso a un baño, sin mencionar que en el área de comida, las mesas eran de uso libre, sin importar si consumías algo o no. Pero él únicamente permaneció ahí dentro otra media hora, un poco más, solo lo suficiente para terminar aquel peculiar comic el cual, aunque era auto conclusivo, no perdía puntos por ello, la temática del mismo le encantó e incluso le hizo pensar que de poder hacer una historia propia, aquella sería su fuente de inspiración principal. Revisó nuevamente la enorme pantalla y confirmó la hora, solo para dirigirse a la salida, ahora caminando apropiadamente pues el dolor de ambos pies se había disipado, y aunque por razones diferentes, a él solo le importaba que su paso era ya normal y no haría que la cada vez mayor cantidad de gente a su alrededor lo viera como alguien raro por caminar de manera descuadrada.

 No tenía planeado regresar a casa, al menos no aún, pues a pesar de que la compra que hizo el día anterior en aquel edificio que justo acababa de abandonar fue bastante importante, al menos para él, lo cierto es que su ahora única compra pendiente era también de mucho valor, de un valor que podía ser medido en diferentes métricas de hecho.

 Si bien la compra pudo ser hecha dentro del centro comercial, pues aquel lugar contaba con una tienda que contenía aquel producto, él ya había decidido el lugar para adquirirlo, una pequeña ferretería que estaba en dirección opuesta a su hogar y que hasta donde sabía era un negocio bastante viejo del pueblo. Se encaminó directamente hacia el mismo sabiendo de antemano su ubicación pese a nunca visitar aquel lugar antes pues era uno de esos lugares que servían como referencia para dar direcciones dentro del pueblo al ser un lugar grande, ubicado en una esquina que era también intersección de dos calles importantes en el pueblo. Quizá era aquella ubicación tan privilegiada lo que ayudó al negocio a no perecer ante la presencia del centro comercial, tomando en cuenta que existía dentro de este ultimo una tienda que le hacía competencia. La caminata fue muy agradable. A pesar de que el día parecía que sería muy parecido al anterior, continuando con aquel frio tan desmedido para la época del año que era, y que de hecho parecía mantener su descenso de manera constante, aunque más lenta que el día anterior, la caminata le permitió mantener su temperatura corporal alta todo el trayecto, o al menos le impidió a su cuerpo enfriarse.

 El lugar fue fácil de reconocer gracias al enorme cartel que colgaba de su fachada, de ambas fachadas en realidad, pues al estar en una esquina y tener las proporciones que tenía, aprovechaba a tener acceso desde ambos lados aquel establecimiento. No traía mucho dinero, pero al ser una compra mundana esperaba que también fuera una compra barata, no había forma de que aquello fuera algo costoso, eso esperaba al menos. Al entrar el lugar lucia muy apagado, pese a las amplias entradas que tenía el lugar, el acceso de la luz era bastante mediocre y la iluminación artificial dentro era también bastante pobre, por lo que aquel lugar lucia sombrío y también algo deprimente. Las vitrinas que exhibían los productos eran también viejas y desgastadas, acentuando aun más el lúgubre y desolador ambiente del lugar, pero él consideró que aquello hacia juego de manera bastante atinada a lo que su compra representaba. A penas dio un par de pasos dentro, un hombre mayor, pero no anciano, le dio un saludo cordial y lo invitó a decir que es lo que buscaba, ofreciéndose a ser quien lo ayude con eso. Él, tratando de terminar rápido con esa interacción y también con esa tarea, expuso de inmediato que es lo que buscaba, pero se vio completamente superado por el agobio ante la cantidad de opciones que existían ante lo que buscaba. Supuso que dentro de aquella ferretería existirían no más de tres opciones diferentes de lo que buscaba, pero el hombre mayor le dio una cantidad absurda. Se separaban en material, entorchado y también en el peso que podían cargar, aunque era la lista de materiales la que engrosaba de sobremanera las opciones, y por supuesto él no sabía con certeza que es lo que necesitaba, solo sabía que la usaría una única vez y que debería soportar su peso. Tan agobiado como avergonzado por su nulo entendimiento ante todas las explicaciones que recibía de aquel hombre mayor, él dio la descripción más concisa y clara que pudo de lo que necesitaba, esperando que eso fuera suficiente para que la persona frente a él cerrara por sí mismo la lista y le ofreciera solo aquello que necesitaba. Hacer eso le funcionó, el sujeto le dijo que era exactamente lo que necesitaba y por ultimo él solo debió aclarar la longitud que requería para poder hacer la compra. Una vez mas no tenía idea, pero dio una respuesta rápida y que consideró la apropiada. Tres metros bastarían, eran un poco menos del doble de su altura, así que se sintió muy confiado pensando que con eso era suficiente. Una vez que aquel hombre mayor enrolló su compra, él la puso dentro de su mochila y la acomodó de manera prolija dentro de la misma, no llevaba nada más dentro, pero vio necesario hacerlo así.

***

 Cuando estuvo frente a la entrada de casa, supo que sus hermanas estaban ya ocupadas haciendo cada una su parte del aseo que le correspondía, incluso pudo escuchar como la música que su hermana Luna solía poner para ambientar las tareas estaba ya retumbando con fuerza en las ventanas de la casa. Era cierto que en esa casa todos tenían gustos bastante dispares y en ocasiones hasta opuestos, pero de entre las pocas cosas que toda la familia podía decir que disfrutaban juntos era la música que Luna reproducía en momentos como ese. Para empezar era música muy ecléctica, pues podía variar en genero desde el Dream Pop y el Shoegaze hasta el EDM, Ambient o Trip Hop, pero sin lugar a dudas, era siempre muy disfrutable, incluso para las más pequeñas de la familia, mas de alguna canción que sonara en aquel reproductor terminaba por ser de su agrado. Si a eso se le agregaba el hecho de que Luna cantaba en cada oportunidad y hacia alarde de su buena habilidad para entretener al público siendo ella la FrontGirl de su banda, terminaba por ser una experiencia muy entretenida y que se disfruta de principio a fin.

 Tal como imaginó, al entrar todas sus hermanas estaban ya en la planta baja, lo cual indicaba sin lugar a dudas que sus tareas estaban terminadas en la parte de arriba, en sus habitaciones. Y por lo que podía ver, siendo la planta baja un poco más amplia, aun les faltaba algo de tiempo antes de terminar con el aseo, el suficiente al menos para que él hiciera aseo en su pequeño cuarto y cumpliera con sus dos tareas de aseo dentro de aquella casa. Daba igual en qué orden las hiciera, lo cierto es que de todas formas debía invadir las habitaciones de sus hermanas para hacerlas, por lo que entre más pronto terminara era mejor. Lo último que quería era entrar en la habitación de sus hermanas estando ellas ahí.

 Tenía pocas cosas en aquel pequeño cuarto de las cuales preocuparse y también era poco del resto que le causaba problemas, por lo que el pequeño cuarto de blancos era fácil de limpiar, especialmente ahora que sus padres, aun aceptando su petición de posponer la remodelación de aquel lugar, habían sacado de ahí la mayoría de las cosas que no le pertenecían a él sino a sus hermanas. No permitió que todo fuera extraído pues aunque no dio explicaciones a sus padres, lo cierto es que el ya no necesitaría de aquel espacio extra, y ante lo que pasaría, seguramente sus hermanas regresarían sus cosas a aquel lugar más pronto que tarde. De manera rauda terminó por limpiar aquel pequeño lugar y se propuso a hacer su parte del aseo general dentro de aquel cuarto, donde quizá era más sencillo hacerlo, pues solo contaba con una ventana. El mueble viejo que tenía en su mayoría cosas para Lily, tenía también varios productos de limpieza, de entre ellos los que él ocupaba para su labor, por lo que los tomó sin mucho ánimo, pero con mucha prisa, para tratar de terminar lo antes posible. Una vez limpia la zona que él habitaba, se dirigió al cuarto de las más pequeñas y caminó directamente hasta la ventana para limpiarla, aprovechando que esa habitación, al igual que la del resto, tenían una pequeña cornisa que le permitía limpiar a conciencia la ventana tanto por dentro como por fuera. Antes de salir de la habitación de Lisa se aseguró de vaciar el bote de basura que ahí estaba, pues esa era su segunda tarea de aseo general. En la habitación de las gemelas repitió el proceso, limpió la ventana y después vació el bote de basura. No era complicado en absoluto pues, para empezar, las ventanas nunca llegan a estar realmente sucias, mientras que los botes de basura son diseños e implementaciones de Lisa, por lo que presionando un pedal, el bote libera la bolsa de basura lista para ser amarrada y sin la necesidad de exponerse a olores, texturas ni malas vistas. Quizá de la planta alta, la mayor penuria durante el aseo era el baño, y no por tener que recoger el bote de basura que ahí estaba, pues en su casa, como en cualquier casa con gente civilizada, el papel higiénico era tirado en la taza de baño y llevado con el agua durante una descarga, por lo que ahí la basura se limitaba a botes de shampoo vacíos, tubos de pasta de dientes terminados o quizá algunos frascos de maquillaje. El problema radicaba en las ventanas del lugar, que al no poder estar centradas ni muy abajo para permitir la privacidad, estaban en un lugar alto, bastante inaccesible y eran de un tamaño pequeño e incomodo.

 Cuando al fin pudo bajar las escaleras cargando tras de sí aquella enorme bolsa que contenía un montón de bolsas más pequeñas como basura, él se preparo para la segunda parte del aseo, la que era más tediosa y sin lugar a dudas, mas tardada. La planta baja era más amplia después de todo, y con ventanas bastante más grandes. Pero primero debía llevar la basura a su lugar, el cual era en el bote de basura frente a la casa, donde un camión de recolección se encargaría de vaciarlo más tarde ese día. Como era costumbre, pudo ver cómo, al momento de tocar la puerta y salir de la casa, sus hermanas se apresuraban a subir las escaleras, dejándolo solo. Especialmente ese día que sus padres no estaban y no estarían. A esas alturas no tenia caso quejarse de la situación, pero aun así pasó por su mente lo incomodo que era el descaro con el que hacían aquello, el cual resultaba ser bastante doloroso.

 —Toma tu dinero, bobo.

 Cuando entró de nuevo a la casa, en esta ocasión por segunda vez ya que había terminado de hacer su aseo en la planta baja y tuvo que salir una segunda vez a llevar el resto de la basura que recogió, aquellas palabras fueron las que lo recibieron en la entrada de la casa. Era su hermana mayor, la mayor de todas, aquella que siempre estaba a cargo de la casa y de todos sus habitantes en la ausencia de sus padres. Con cierto recelo levantó su mano y recibió aquello que la chica rubia le dio, su mesada, la cual probó que aquello que él ya esperaba era cierto, su padre le dio una vez más el equivalente al triple de lo que su mesada normal sería. Aunque era mucho dinero, ya no había nada en que quisiera gastarlo y aun veía ese dinero como algo molesto. Bien podría hacer uso de ese dinero para saciar algunas necesidades que seguía teniendo pues, a pesar de vivir en una casa grande, con una familia numerosa pero promedio y con padres que recibían cada vez mas recompensas económicas de sus trabajos, de manera paradójica él permanecía aún en la base de la pirámide de Maslow, tratando de que necesidades tan básicas y comunes para personas como sus hermanas le fueran concedidas. Solo había que recordar sus desagradables desayunos que consistían en un par de sándwiches de aquel dulce que a nadie en la familia terminaba de convencer. Claro, el cinismo del que a veces se avergonzaba no llegaba a ser tan grande como para culpar a sus padres o hermanas de su situación, era él quien se había encargado de merecer y de recibir semejante prueba de tenacidad.

 La última vez que conversó con su hermana mayor, aquella en que ella estuvo en su habitación acompañándolo, él pudo al fin confirmar lo que siempre tuvo certeza de que era verdad, pero que nunca nadie antes se había atrevido a expresárselo. Él es una carga para su familia. Y no lo decía solo por el evidente y común peso que representaba su presencia para sus padres, aquel que implicaba alimentarlo, asearlo, vestirlo, educarlo y brindarle entretenimiento, pues eso era algo que cualquier persona se compromete a ofrecer cuando decide tener hijos y, al igual que él, sus hermanas recibían. Quizá no todos de la misma manera, pero existía ese compromiso de parte de sus padres. Él entendió con aquella conversación que su presencia en casa era una mucho más pesada y molesta, una indeseada, pero a sus ojos era también una merecida.

 Una vez que su hermana se retiró, él fue directo al comedor. Su acción normal sería tomar su mochila y salir de ahí una vez más, para no regresar hasta después de la cena, o antes, como recientemente se había vuelto habitual. Pero ese domingo ya no había necesidad de salir de casa tratando de escapar de sus hermanas o padres, solo debía tolerarlo un poco más y listo. Tomó asiento en aquel que su gemela designó como su lugar en la mesa y sintiéndose bastante agotado por el frio se recargó sobre la mesa. Aunque su tarea en el aseo general era simple, lo cierto es que también era inclemente en esas épocas, pues al limpiar las ventanas, debía por momentos abrirlas, dejando entrar al gélido aire de otoño e invierno golpear directamente contra su cuerpo. Especialmente ese otoño tan atípicamente frio, él pudo sentir sus huesos comenzar a doler con el frio presente, pero ya no importaba, en ese momento estaba dentro de casa. Quiso descansar en aquel lugar, pero no lo consiguió. La silla era demasiado incomoda y al estar recargado sobre la mesa su postura mantenía encorvada y también tensa su espalda y a pesar de que tenía mucho frio y no se quería mover, su cuerpo resbalaba ante la incómoda postura que tenía en aquel lugar, pero ninguna de esas era la razón que a él le impedían descansar estando ahí. Por más que lo intentara, no podía relajarse lo suficiente debido a la penetrante mirada que sentía detrás de él, una mirada que parecía tenerlo fijo como objetivo, escudriñándolo por completo, notando cada movimiento que hacía y juzgando con severidad todo lo que veía, una mirada que parecía ser tan intensa que podía ver a través de él, o mejor dicho, dentro de él, dentro de su mente, notando con facilidad todas aquellas debilidades que tiene y haciéndolas notar a través de aquel poderoso y desconcertante silencio que emitía, silencio que era acompañado por su inexpresivo cuerpo el cual permanecía completamente inmóvil de tras de él. Aquella juzgadora y penetrante mirada que en realidad no existía.

 Molesto e incomodo por aquello, él se levantó de su asiento sin conseguir estar ahí por al menos cinco minutos. Volteo de manera retadora hacia el lugar del que provenía esa mirada y se acercó con firmeza, trataba de enfrentarse a quien lo miraba de aquella forma tan despectiva. Pero frente a él estaba únicamente aquel mueble viejo, el mismo que parecía burlarse de él en cada oportunidad que tenía. Lo recorrió por completo con sus ojos, viendo cada detalle del mismo, pero sobre todo centrando su mirada algunos segundos en cada trofeo dentro, era molesto ver que había algunos nuevos adornando la vista. Sus ojos continuaron recorriendo el mueble detalladamente y poniendo mucha atención a lo largo de aquel paneo pausado que hacía, pero él no fue capaz de encontrar su vista con la de aquella mirada penetrante que sintió momentos atrás. Al final aquello lo hizo sonreír de manera irónica y pensar en cómo esta vez él ganó, pues parecía que ese estúpido mueble no le devolvería la mirada. Grave error. Mientras se regodeaba de aquella inexistente y alucinada victoria, él vio su reflejo en uno de los cristales del mueble, estuvo a punto de dedicarse una pose victoriosa al verse ahí, pero no lo consiguió. Frente a él estaba su reflejo, aquel que había intentado evitar a lo largo de toda la semana, y que una vez más le recordaba su lamentable estado. Quizá su juicio ya le estaba fallando, pero podría jurar que en ese momento, su reflejo lo dejaba ver en peores condiciones en las que estuvo cuando terminó con su rostro magullado. Miró su ropa, la cual era su viejo pantalón y su vieja polo naranja, la cual a penas se asomaba por debajo del cuello de aquella nueva y flamante sudadera oscura, la cual no parecía ser suficiente para tolerar aquel otoño. Su delgado cuello y su blanca piel en su rostro, manchado no solo por sus marcadas ojeras sino por aquellas discretas pero evidentes manchas que aun seguía sin saber si eran por culpa de su alimentación, o por culpa de su exposición a la luz del sol. Su horrible cabello mal cortado. Pero lo peor fue cruzar miradas con su reflejo, ahí fue cuando lo supo, aquella penetrante mirada que no dejaba de juzgarlo no pertenecía a esa estúpida vitrina de trofeos, era de su reflejo. Era su propia mirada.

 Un enorme vacío se hizo presente en su estomago y un sudor frio comenzó a recorrer su frente, temió por lo que pudiera pasar en ese momento pues aun recordaba de manera vívida aquello sucedido durante su estancia solo en casa. Temiendo que aquello pasara, e incapaz de enfrentarse por más tiempo a su reflejo, caminó de manera apurada hacia las escaleras, pero solo consiguió subir un par de peldaños antes de verse obligado a sentarse víctima de aquella debilidad que sentía en su cuerpo y preocupado del estruendoso y apresurado latir en su corazón. "No de nuevo", pensó él, temiendo desmayarse justo ahí, en casa, sobre las escaleras y peor aún, con sus hermanas tan cerca. Un fuerte zumbido tapó sus oídos y su respiración comenzó a ser fuerte y pesada, tanto que tuvo que respirar por su boca, dando ruidosas bocanadas de aire que eran rápidas, pero que no parecían calmar la situación por la que pasaba. Con su mano derecha sobre su pecho, presionando con fuerza ante el temor que su acelerado pulso le causaba, y su mano izquierda sobre su boca, tratando de ahogar el ruido de su respiración, él se recargó sobre la pared estando aun sentado en la escalera, obligando a su debilitado cuerpo a mantenerse rígido, esperando con ello no caer desmayado y con ello rodar por los dos escalones frente a él o directamente caer sobre el suelo de manera pesada. Su vista comenzaba a nublarse, viendo nuevamente como es que aquella oscuridad que no llegaba a ser completamente negra, parecía apoderarse de su campo de visión desde afuera hacia adentro, lentamente. El sudor frio ahora caía copiosamente de su frente y comenzaba a aparecer también en el resto de su cuerpo, provocándole escalofríos y algunos otros espasmos involuntarios. Pese a todo, él fue capaz de mantenerse lúcido en todo momento, soportando aquel tornado de sensaciones desagradables que tan rápidamente habían aparecido, pero que a su pesar y a su parecer tardaban tanto tiempo en desistir. Quería mantenerse lo más silencioso posible y así no llamar la atención, pero estaba tan abrumado que le fue complicado mantener su llanto, algunos gemidos salieron de su boca sin que pudiera detenerlos. El molesto zumbido era ensordecedor, no podía saber si alguna de sus hermanas estaba cerca, quizá aun teniéndola a un lado de él gritando no podría escuchar a ninguna de ellas, así que esperaba que nadie escuchara sus gemidos.

 No fue capaz de medir el tiempo cuando aquello sucedió, pero daba igual, el no era bueno haciendo aquello de todas formas, simplemente sintió que esa experiencia fue insufriblemente larga. Se mantenía sentado en el tercer peldaño de la escalera, con su cabeza recargada en la pared y respirando ahora de manera muy honda, era bastante evidente que estaba agotado. Su mano izquierda reposaba sobre su regazo mientras la derecha yacía sobre la escalera, colgando sin fuerza. Todo su cuerpo estaba completamente débil, la propia experiencia parecía haberle drenado cualquier fuerza que tuviera consigo, pero además de eso, su cuerpo temblando constantemente y siendo azotado por aquellos escalofríos terminaron por agotarlo aún más. Aunque quisiera, estaba seguro de que no podría levantarse de ese lugar, su malestar era mucho y su cansancio incluso peor, por supuesto, el clima tampoco ayudaba a darle ánimos para levantarse. Cada vez que parpadeaba, el podía sentir su cuerpo más ligero y sus párpados más pesados, era como si la siguiente vez que cerrara sus ojos terminaría por quedarse completamente dormido. "Quiero dormir", eso fue lo único que pensó mientras la tarea de abrir sus ojos y mantenerse consiente se volvía mas inalcanzable.

 "Voy a dormir un poco", se dijo a sí mismo. "No hay problema, solo estoy cansado, y nadie bajará las escaleras pronto. Voy a dormir. Dormiré solo un rato". Aún cansado, él sonrió tenuemente ante sus pensamientos. "Puede que no despierte después de una siesta. Pero eso no sería algo malo".

 "¡Debo levantarme!", se dijo, ahora mostrando algo de desesperación. "No me puedo quedar aquí. Debo ir a mi cuarto. Si me quedo aquí voy a estorbar. Si quieren bajar voy a estorbarles de nuevo". Él lo intentó, trato de mover sus manos para apoyarse en la pared y poder levantarse, pero apenas podía separarlas del suelo. Y aun levantándolas, era como si no tuviera control sobre ellas, pero sus piernas estaban incluso peor, no era capaz siquiera de sentirlas, mucho menos de moverlas. Parece que se quedaría ahí por un rato. Quizá dormir un rato no era tan mala idea.

 Antes de quedarse dormido, él pensó en su situación. Cuando preguntó sobre ello a Lisa, ella pareció no creer que fuera algo muy preocupante, sus síntomas eran propios de la Hipotensión Ortostática y así fue como ella declaró que su problema debía ser mencionado. Pero esta vez no parecía ser eso, sus síntomas no comenzaron al cambiar de postura, no ocurrió por estar acostado y ponerse de pie. Lisa tampoco mencionó en ningún momento aquella sensación de sudor frio ni de cansancio extremo. El temblor en su cuerpo era otro síntoma que él no recordaba su hermana menor mencionó. Aquello que le sucedió estando solo, y esto que le sucedió estando sus hermanas en casa, ¿eran ambos la misma cosa? ¿Eran realmente aquel problema tan común y corriente que Lisa le aseguró era? ¿Podía él estar tranquilo después de aquellas sensaciones?

 Él cerró sus ojos al ser incapaz de mantener el peso de sus párpados y durmió. No hubo un sueño de por medio, tampoco hubo descanso y de hecho tampoco hubo incomodidad. Aunque fue solo un parpadeo, él sintió que durmió por semanas, y aquello lo asustó un poco, abrió sus ojos al máximo y gracias a un espasmo por el susto, sus piernas al fin volvieron a responder. Afortunadamente no gritó al sentir aquello. Pero estando mucho mas espabilado, decidió que debía volver a su cuarto sin importar que, después de todo estando ahí podía desmayarse todo el tiempo que fuera necesario sin levantar muchas sospechas, pues permanecer en las escaleras podría terminar por ser algo que sus hermanas noten como evidente respecto a su situación.

 Sus piernas temblaban con cada paso que daba, y por ello lo hacía muy lentamente, sentía que su cuerpo pesaba una tonelada y no estaba seguro de que llegaría siquiera a subir todos los peldaños de aquella escalera que ahora parecía tan alta y distante. Su cuerpo entero aun temblaba constantemente ante el frio y quizá algo más, por lo que usaba una de sus manos para sostenerse de la pared y la otra para abrazarse a sí mismo en un intento de mantener sus espasmos al mínimo y tratar de mantener su temperatura. El vértigo que sentía era mucho y le hacía sentir algo de náuseas, pues el piso parecía moverse hacia todos lados de formas muy poco naturales, también estaba aquel zumbido en sus oídos que ya tenía rato siendo muy irritante. Cuando al fin terminó aquella laboriosa escalada, su cuerpo tiritaba tanto que podía escuchar sus dientes golpearse entre sí debido al temblor en su quijada, aquello no era normal y debía buscar algo de ayuda, pero no la de cualquier persona.

 El camino hasta su cuarto fue lento, pero también discreto. A pesar de que su cuerpo hacia ruido al restregarse por las paredes mientras él caminaba recargado en ellas, ninguna de sus hermanas notó aquello. Como siempre, ellas estaban en sus habitaciones haciendo un pequeño escándalo y, siendo domingo, también mantenían su privacidad cerrando sus puertas o al menos emparejándolas. Nadie lo vio transitar el pasillo en aquel lamentable estado, y él agradecía eso. La única puerta abierta que él pudo notar fue la que pertenecía a la habitación de las más pequeñas, justo la única puerta que estaba dispuesto a atravesar y por lo tanto, a la que se dirigió con la intención de pedir ayuda a su hermana pequeña. Aquello era bastante patético, depender de una niña pequeña era una muestra clara de lo inútil que era, pero su malestar era mucho y por ahora estaba dispuesto a tragarse esos pensamientos con tal de no seguir en ese estado.

 A penas cruzó el marco de la puerta, sus ánimos se desplomaron bastante. Su pequeña hermana genio si estaba ahí, por lo que bien pudo pedirle ayuda o consejo, pero decidió no hacerlo. Lisa descansaba junto a Lily, ambas en la cuna, plácidamente y una abrazando a la otra, la genio incluso lucía aquella curiosa apariencia causada por la ausencia de sus lentes, los cuales, para todo el mundo, eran ya una parte característica del rostro de Lisa. No estaba dispuesto a despertar a su hermana después de verla así, menos aun sabiendo que si lo intentaba, seguramente también terminaría por despertar a la bebé de la casa. Pero no todo era tan malo. Entre tanto malestar y desgaste, él fue capaz de confirmar en aquel abrazo, que Lisa, aun teniendo aquellas conductas tan excéntricas y atemorizantes, seguía siendo una niña pequeña que quería a su familia, o como mínimo que quería a su hermana menor. También apreciaba ver a Lily dormir, la última semana era quizá lo que más le gustaba hacer a pesar de que no era fácil para él, pues la mayor parte del tiempo estaba fuera de casa y ajeno a su familia. Por último, era gracioso ver como las más pequeñas no solo compartían la cuna entre ellas, a espalda de Lisa estaba aquel oso de felpa enorme que Lily tenía, el cual era incluso más grande en tamaño que la misma Lisa, mientras que detrás de Lily estaba aquel conejo de un color blanco inmaculado, que apenas el día anterior él le dio como un regalo.

 Unos pasos más y al fin llegó hasta su cuarto, donde se recostó sobre el suelo, casi desplomándose sobre él, sin importarle que sus sabana y cobija aun estuvieran dobladas sobre el catre viejo. Daba igual, estar sucio por culpa del suelo no es algo que le preocupara, hizo el aseo antes, así que estaría bien. Estaba tan débil que al momento de impactar contra el suelo, el dolor que sintió en su pómulo derecho no fue suficiente para evitar que sus ojos se cerraran y el quedara inconsciente sobre las viejas tablas.

***

 Aquel ruido, tan pausado y tan lejano como sonaba, era también muy irritante y hasta cierto punto desconcertante, pero no creía poder hacer algo para detenerlo, por mucho que mirara a su alrededor lo único que podía ver era oscuridad, pero no era una oscuridad completa, era simplemente oscuridad, la misma que uno ve al cerrar sus ojos. Aquel oscuro color que no es realmente negro pues, a través de los párpados se consigue ver algo de la luz y causa aquel extraño efecto de luces de colores apareciendo y desapareciendo rápidamente de manera intermitente, en aquel fondo de un profundo y oscuro color gris, aquel color que es llamado Eigengrau.

 Su cuerpo parecía estar completamente insensible, pues no podía sentir nada con él, de hecho no podía sentir su propio cuerpo, era como si su mente fuera lo único que tenía ahora, habiendo dejado a tras su forma física y dejando que su conciencia comience a dispersarse por todos lados, diseminándose y perdiéndose en el proceso. Estando en aquella extraña situación, lo único de lo que era consiente era de aquel ruido molesto que no parecía detenerse, pero que tampoco podía detener al no tener ya un cuerpo. No recordaba que estaba haciendo antes de escuchar ese ruido, pero esperaba regresar a ello, por lo que se vio tentado a ir hasta aquel sonido y detenerlo él mismo. No tenía idea de cómo es que haría aquello, pero quizá el solo pensarlo estaba funcionando, pues podía escuchar aquel ruido hacerse cada vez más fuerte en cada una de sus constantes y cadentes repeticiones. Quería apresurarse y llegar a la fuente del sonido, pero no podía hacerlo, no tenía un cuerpo después de todo, y aunque rítmico, el sonido no dejaba de ser molesto. Quiso mover sus piernas y caminar apuradamente, pero no podía sentirlas, pensó entonces en mover sus brazos y tratar de tocar lo que produzca el sonido, pero tampoco podía sentir sus brazos. Gritar de manera amenazante para pedir silencio fue lo siguiente que pensó, pero, por supuesto, no lo consiguió, pues no podía sentir su cabeza tampoco, menos aun sus labios, boca o cuerdas vocales.

 Ahora estaba frustrado, antes de aquel sonido él sentía que no tenía preocupaciones o problemas, no tenía nada. Molesto intentó gritar una vez más para silenciar aquello, pero no lo consiguió, no obstante ahora sabía que era aquel molesto y constante sonido. Su esfuerzo le hizo capaz de abrir sus ojos y saber qué es lo que ocurría y donde estaba. Mientras su adolorido y cansado cuerpo seguía sobre el suelo de su cuarto, padeciendo el dolor que aquella postura le provocaba y tolerando el frio, alguien llamaba su atención tocando su puerta. Bastante aletargado e incluso incapaz de enfocar adecuadamente su visión, él se esforzó por ponerse de pie, no fue nada fácil. Su cuerpo aun estaba algo descoordinado y seguía algo aturdido, pero aquel sonido era implacable y constante, interminable de alguna manera, y sabía perfectamente quien era la causante del mismo.

 

 —¿Estas bien?— preguntó la chica rubia que parecía preocupada por lo que veía en su hermano menor, quien tardó tanto en responder a su llamado que incluso hizo preocupar a la pequeña de lentes que estaba con ella.

 —Yo, si, bien— la respuesta que él dio fue difícil de aceptar para las hermanas.

 —No lo aparentash, en absholuto— comentó la niña castaña.

 —Yo… ¿estaba?— la confusión en su rostro parecía incluso mayor a la que sus hermanas mostraban— Yo, dormía. Hace frio. Me arden los ojos.

 —¿Estas bien?— preguntó la rubia, una vez más.

 

Él amaba a su hermana especial, pero esa era una pregunta que ya había respondido, y aunque sabía que su respuesta no fue nada convincente, esperaba que al menos desviara la conversación en otra dirección.

 

 —Por esho esh que she aconsheja que al momento de tomar una shieshta, la mishma no she prolongue por másh de veinte minutosh— la pequeña castaña tomó la palabra una vez más—. En casho de sher alguien joven, como esh tu casho, unidad mashculina, veinte minutosh bashtan para recuperar tu vigilia y bajar tu preshión arterial shin afectar tu deshcansho nocturno. Porolongar la shieshta por mucho tiempo causha que el sherebro entre en shiclo de shueño. Por esho lussesh ashí de deshorientado.

 —Claro— respondió él, sin haber entendido nada de lo que su pequeña hermana le dijo, pero confiando en que seguramente darle la razón sería la mejor idea.

 —Como que no entendí lo que dijiste, Lisa.

 —Lo que intento dessir, hermana mayor, esh que la unidad fraternal mashculina durmió de másh. Por esho she shiente canshado.

 —Muy mal, Linky. Se supone que las personas duermen por la noche. Así no gastamos tanto en luz porque apagamos todos los focos. ¿Cierto, Lisa?

 —No te equivocash del todo, hermana mayor— la pequeña se tomó su tiempo meditando su respuesta antes de expresarla.

 —Bien, no dormiré por la tarde de nuevo— su respuesta fue bastante desganada, así se sentía en ese momento.

 —¿Vas a cenar con nosotras hoy, Linky?

 —No me siento de humor para cenar justo ahora, Leni. Quizá la próxima vez.

 

Su corazón se estrujó al ver la tristeza expresada en el rostro de su hermana ante aquella respuesta negativa.

 

 —Una vesh másh, te encargo a Lily— la pequeña castaña se retiró una vez dijo eso, consiguiendo que su hermana mayor la siguiera a pesar de que no solo estaba triste por la respuesta que el peliblanco le dio sino también inconforme.

 

Él se mantuvo de pie en el marco de la puerta, viendo a sus hermanas alejarse y no dando un solo paso fuera de su cuarto hasta que las vio desaparecer en las escaleras. Sintiéndose más recuperado de su pesar, se abrazó a sí mismo en busca de calentar su cuerpo, ciertamente parecía que solo despertó de una larga siesta vespertina, pues el dolor en su cuerpo y el trauma atravesado se veían ahora lejanos. Su aletargamiento era causado por el sueño y no por aquella experiencia tan desagradable que sufrió quien sabe cuántas horas antes. De alguna forma aquello comenzó a sentirse muy ajeno mientras él caminaba lentamente hacia la habitación de la bebé, era como si la experiencia misma no hubiera sido real. ¿En verdad sucedió? ¿Es que solo soñó con ello?

 Daba igual.

 A penas atravesó el marco de la puerta, pudo verla, parecía que incluso esperaba por él. Se sujetaba al barandal de su cuna, mirando fijamente en su dirección y mostrando una enorme sonrisa que además de felicidad, exudaba algo de expectación. Cuando lo vio entrar ella soltó unas risillas que parecían ser su intento por gritar, llamando por su atención. Era absoluta e incomparablemente adorable y para él un fuerte sentimiento de felicidad que le producía era regocijante.

 Se acercó a la cama de la pequeña mientras la saludaba, y como parecía ser ahora parte de su hábito al encontrarse, la pequeña extendió sus pequeñas manos en dirección al peliblanco. Para él no era ningún misterio el significado de aquella acción, no lo era para nadie, aun viendo por primera vez aquella conducta, al tratarse de un bebé ya algo grande, era fácil asumir que lo que pedía era ser cargada en brazos. Era una acción bastante simple y que reforzaba mucho las relaciones que tenía la pequeña Lily pues a través del contacto ella podía intimar más con aquellas personas a las que, a pesar de su corta edad y su falta de entendimiento, comenzaba a reconocer. Lo normal era que ella recibiera una respuesta positiva a su petición en las acciones de su familia, quienes sin dudarlo la tomaban en brazos y comenzaban a darle mimos y a decirle cosas bonitas, pero el chico de cabello blanco era bastante diferente, la duda en su rostro estaba presente siempre y en respuesta él nunca la tomaba en brazos. La intención principal de la pequeña al estar en brazos era poder jugar con el cabello de las personas, era algo que le gustaba hacer y que, pese a ser una bebé, tenía la delicadeza para no lastimar a nadie mientras lo hacía, evitando dar jalones fuertes e innecesarios. Por ello, a pesar de mantener su duda ante cargar a Lily, el peliblanco igual se acercó a ella y se inclinó lo suficiente para estar frente a frente con ella, permitiéndole a la pequeña usar sus manos para jugar con su cabello.

Ya no era tan largo como antes, pero la pequeña aun parecía disfrutar de pasar sus diminutos dedos regordetes por la cabeza de su hermano mayor, sintiendo la textura de aquella cabellera la cual le parecía tan atrapante. Lily sabía que una de sus hermanas tenía ese mismo color de cabello, podía recordarlo, aunque no muy bien, pues era una de esas hermanas con las que no convivía mucho, pero al ver el cabello del chico, la bebé solo podía relacionarlo con Leni o con el cabello de mamá. Aunque no se parecían en lo más mínimo, menos ahora que él lo había recortado tanto, para la pequeña era esa la asociación de ideas que tenía al verlo, pero lo que más le gustaba a la pequeña era sin duda como se sentía. El cabello de Leni era muy sedoso y suave, al igual que el de la mayoría de sus hermanas, mientras que el cabello de la deportista era un poco más "húmedo" y el de la gótica tenía una textura muy extraña que la pequeña no podía comparar con nada que conociera. Por otra parte, el cabello de mamá y papá eran rugosos, se sentían la resequedad en los mismos y hacía notar la diferencia de edad entre ellos y sus hijas, pero sin lugar a dudas, el cabello con mayor diferencia era el del hermano mayor, podía sentirse mucho más rugoso que el de mamá y papá. Por eso a ella le gustaba tanto tocar la cabellera del chico y pasarla entre sus dedos mientras sus pequeñas palmas lo masajeaban suavemente.

 Cuidar de Lily era una tarea sencilla dentro de lo que cabe, pues aunque ella era bastante enérgica y algo traviesa, en realidad no solía meterse en problemas, podía pasar bastante rato sola jugando con sus peluches mientras balbuceaba sin descanso, dando la impresión de tener extensas conversaciones con ellos y por momentos incluso mostrando expresiones serias que la hacían ver muy graciosa. Si aquello terminaba por aburrirla, darle alguno de esos juguetes interactivos que Lisa siempre enfatizaba en comprar para estimular sus sentidos y sensaciones eran un buen remplazo, pues ciertamente ver tantos colores y escuchar tantos sonidos la mantenían muy entretenida. Hablar con ella era algo que también resultaba muy efectivo pues aunque para todos era evidente que ella no entendía lo que se le decía, la atención que ponía a cada palabra era notable. La genio de la casa mencionó en varias ocasiones que sin importar que ella entienda o no, hablar con Lily era un estímulo muy importante que la ayudaría en su desarrollo, especialmente si le hablaban evitando hacer aquella voz estúpida y usando aquella mala pronunciación que sus hermanas mayores tanto gustaban de usar estando cerca de ella.

 Viendo a la más pequeña de sus hermanas jugar con sus peluches, él se recargó sobre el barandal de la cuna para descansar ahí su peso, comenzaba a cansarse por estar de pie y por mucho que quisiera no podría sentarse en el pequeño banco junto a él o en el suelo. Debía mantener su mano extendida, sujetando con gentileza a su hermana pues, de soltarla, ella rápidamente se pondría de pie para llamar su atención una vez más, clamando por ser sujetada de nuevo. De no ser por el dolor de la herida en su pie, él estaba seguro que podría tolerar horas en aquella postura con tal de mantener a Lily de buen humor. Al menos aquella habitación parecía siempre tener una temperatura agradable y muy lejana al agotador frio que en su cuarto podía sentirse.

***

 Cuando la cena terminó para las hermanas, la segunda más pequeña regresó a su habitación sin sentirse apresurada por ello. Con calma intentó subir las escaleras, evitándose aquella tarea una vez que su hermana mayor amante de la música la viera intentarlo y decidiendo que la tomaría en brazos para ayudarla, sin consultárselo antes. Aunque era bastante humillante en lo que a ella respectaba, lo cierto es que había sido mucho más rápido y seguro subir de aquella forma, por lo que no emitió ningún reclamo ante la acción de la mayor y, en su lugar, agradeciéndole el gesto.

 Al entrar, pudo ver una vez más a su pequeña hermana bebé disfrutar de la compañía del espécimen masculino, y eso la reconfortaba bastante. Sabía a ciencia cierta que nadie de su familia haría jamás daño a un ser tan pequeño e indefenso como Lily, pero la genio aun tenía algunas dudas sobre lo que su familia estaba realmente dispuesta a hacer o dejar de hacer. Pero sobre todo, y por mucho que le disgustara, sus hermanas eran bastante ajenas a la tarea de cuidar de la más pequeña de la casa; no era el caso de todas, pero sí de la mayoría, las únicas hermanas dispuestas a cuidar de Lily por voluntad propia y sin mostrar molestia ante aquella tarea eran la mayor de todas quien, a ojos de Lisa, tenía una férrea convicción por mantener atendidas a sus hermanas menores de una forma que aun siendo bastante estricta, era también bastante maternal. Pese a no mostrarse de esa forma con el espécimen masculino, detalle que había notado antes, pero hasta hace muy poco decidió tener en cuenta y valorizar, sintiéndose incomoda ante las nuevas interacciones que sentía con el chico, las cuales le daban una sensación extraña y algo incomoda.

 Por supuesto, su hermana especial era también una de las que no sentía como una molestia cuidar de la más pequeña, o atender a la genio, de hecho ella prestaba su atención y cariño a todas sus hermanas de una forma muy abnegada. Lisa debía admitir que, pese a su ya bastante notable discapacidad, Leni era sin duda su hermana favorita después de Lily. La forma en la que cuida de ella, el afecto que le brinda, incluso el apoyo que le da en sus actividades, pese a no tener la menor de las ideas de lo que estas implican. Para Lisa, su hermana especial recibía ese adjetivo no solo por tener capacidades de aprendizaje diferentes sino también por ser alguien a quien aprecia mucho, quizá tanto como a su propia madre. Por último estaba la hermana musical, aquella chica de carácter fuerte y conductas muchas veces destructivas hasta cierto punto, la cual parecía una delincuente siempre que iba en compañía de su banda, no por hacer actos de vandalismo sino por tener todos una apariencia de mal vividos. Pero que pese a todo ello, era una chica muy sensible y protectora, que tenía poco reparo en mostrar sus emociones, dando igual si eran las positivas o las negativas, y que también era muy fácil de lastimar debido a su carácter tan dicotómico. Misma chica que se ofreció a cargarla y mientras lo hacía le dio un fuerte abrazo y un sonoro beso en la mejilla mientras le decía que deberían pasar más tiempo juntas. Esa chica, Luna, también parecía disfrutar mucho pasar tiempo con Lily, pese a no hacer aquello muy seguido.

 El resto de hermanas, por otra parte, no se veían muy interesadas en cuidar de la más pequeña y dejaban claro con sus actitudes que aquello incluso les parecía una tarea pesada y molesta. No es que el disgusto se los cause la bebé, pues de tanto en tanto también solían saludar a Lily y jugar con ella, lo que no les gustaba es tener que cuidarla y, con ello, interrumpir sus ocupadas vidas llenas de actividades. Lisa podía entender aquello con facilidad, también había momentos en que desearía que Lily no habitara su habitación para así poder tener más libertad de experimentar en aquel lugar sin temor a herirla. Pero su madre se lo dijo hace tiempo, ya no podía ser tan egoísta, ahora era una hermana mayor, debía cuidar de Lily y también debía procurar ser un buen ejemplo para ella. No podía enseñarle conductas riesgosas como experimentar en su propia habitación, razón por la cual, poco a poco, continuaba equipando su aun austero e improvisado laboratorio en el sótano, dejando su habitación libre en espacio para que la pequeña pueda jugar tranquilamente. También se dedicó a investigar al respecto, sabía que había muchos métodos de enseñanza, así como materiales de aprendizaje para estimular a los bebés, por lo que pidió a su madre llenara aquella habitación de ese tipo de herramientas para mejorar el intelecto de su muy pequeña hermana. Lisa debía ser un buen ejemplo para su hermana pequeña, y no había una mejor forma de serlo que cultivando su mente para que, según su hipótesis, otra genio fuera parte de la familia. Lisa estaba segura de que podía conseguirlo, incluso tenía algunos colegas que le ayudaban con su planteamiento, pero teniendo ellos un veredicto mucho más reservado ante los posibles resultados de los estímulos que Lisa le daba a su pequeña hermana. Quizá la única peculiaridad que Lisa podía encontrar en su hermana bebé era el hecho de que, pese a su edad, Lily aparentaba tener una memoria bastante refinada, especialmente para alguien de su edad, y con ello también una conciencia poco común para un bebé. Aquello era difícil de comprobar y ningún colega suyo creía que eso fuera tal como ella lo veía, hasta el punto que ella aceptó que quizá su juicio estaba nublado por su afán de hacer de Lily alguien tan lista como ella.

 Pero estando ahora en su habitación, después de la cena, se sentía reconfortada al ver que aquel chico cuyo parentesco era ser su hermano mayor, parecía también disfrutar de darle cuidados a Lily. Al principio sintió cierto recelo de él, no por dudar de sus buenas intenciones sino por dudar de sus capacidades para cuidar de un bebé. Pero en retrospectiva aquello fue bastante pre juicioso de su parte, después de todo, él, siendo mayor que la mitad de las hermanas, debió tener a su cuidado a más de una. Quizá él incluso cuidó de Lisa cuando aún era muy pequeña, ella no podía recordarlo, nadie podría recordar ese periodo de su vida, pero ahora no dudaba de que eso pudo haber pasado. La forma en que aquel chico tan desalineado tenía tanto cuidado al momento de tocar a su hermanita, hablando con ella de una forma apropiada y jugando con ella tan alegremente, era todo verdaderamente agradable de ver. Y aunque solo conocía de ese chico a través de lo que sus hermanas mayores cuentan en las reuniones de hermanas así como de lo poco que convivió con él durante la última semana, más o menos, le resultaba un chico muy agradable. Si tuviera que elegir, Lisa sin dudas diría que el chico que en ese momento estaba frente a ella era el hermano amoroso, lindo y cuidadoso que Leni o Luna suelen recordar con cariño y nostalgia siempre que el tema sale a flote, y no aquel chico gruñón, gritón, molesto y violento que su hermana mayor Lori o Lenna suelen mencionar, también en las ocasiones en que se da la oportunidad.

 Estuvo a punto de hablar con él, no quiso interrumpirlo antes pues en los recientes días incluso alguien tan pequeña, inmadura y algo terca como ella, podía darse cuenta que el tiempo que compartía con su hermana pequeña era muy valioso para él. La muestra más grande de ello era aquel bonito regalo que le dio el día anterior y que Lisa se dio la libertad de investigar, pues esperaba que aquel peluche fuera hipoalergénico, ya que no quería exponer a Lily a alguna alergia, salpullido o incluso congestión. Pero antes de decir alguna palabra, el se despidió de la más pequeña de manera tranquila y dejando a la bebé con un buen humor, pero bastante agotada y dispuesta a dormir a penas saliera él de la habitación, como ya le era costumbre verlo con los pocos días de que eso tenía sucediendo. Una vez que él se despidió dirigiéndose a ella, la genio asintió sin dar una respuesta verbal. Pudo detenerlo para hacerle aquella pregunta que tenía en mente, pero al verlo podía notarlo mucho mas pálido y cansado de lo que normalmente aparentaba estar, por lo que simplemente dejó que él se fuera de la habitación sin dirigirle la palabra de nuevo.

***

 

Aunque la espera no duró mucho, para él fue algo incomodo dejar pasar ese tiempo. Disfrutaba cuidar de su hermana más pequeña y hablar con ella, por mucho que jamás recibiera una respuesta entendible, por lo que mientras cuidaba de ella disfrutaba de su compañía. Pero sentirse observado por la niña genio mientras hacía todo eso era algo incomodo, no, era algo muy incomodo, pues la niña de lentes no decía nada mientras lo miraba, como siempre parecía estar perdida en sus pensamientos mientras atentamente posaba su vista sobre él. Podría aventurarse a especular sobre ello, pero estaba seguro de que jamás sabría qué es lo que pasaba por la mente de esa pequeña niña prodigiosa y aun cuando lo supiera, seguramente no tendría la capacidad de entenderlo.

 Ciertamente pudo salir en cuanto ella entró a sus aposentos, o simplemente salir antes de ahí para evitar prolongar aquella fija mirada que sentía se clavó en su nuca por una eternidad, pese a que en realidad fue poco el tiempo transcurrido. Pero necesitaba dejar pasar un poco de tiempo. Junto a la pequeña genio, el resto de las hermanas subieron cada una con dirección a su respectiva habitación, por lo que si él salía de inmediato, seguramente se toparía con alguna y no quería darle malos tragos a ninguna mostrando su presencia, así como también tenía un poco de miedo de toparse con la mayor de todas, quien le haría pasar un mal trago a él. Debió esperar a que todas entraran en sus habitaciones, cambiaran sus ropas y después salieran de nuevo en dirección al baño, donde comenzaba la rutina nocturna de la mayoría. Todas lavando sus dientes por turnos, y algunas de ellas usando aquellas cremas, jabones y lociones que se suponía mantenían sus rostros tan tersos y suaves como la piel en las posaderas de un bebé. Aun sin ver directamente hacia el baño y tampoco siendo capaz de escuchar debido tanto a la distancia como a tener que centrar su atención en Lily, él sabía que era Lola la última en salir del baño por las noches. Ella, pese a ser tan pequeña, tenía también una rutina para cuidar su piel, lo cual hacia presuntamente para estar tan presentablemente como sea posible para sus certámenes de belleza. Siempre se daba aquellos cuidados una vez que el baño quedaba solo, siendo ella la última en usar aquel cuarto privado y, sabiendo eso, él solo debía estar atento a cuando ella regresara a su habitación, lo cual era algo sencillo de notar tomando en cuenta que la habitación de las gemelas estaba enfrentada a la de las más pequeñas.

 Era otoño, y también suficientemente tarde como para que el exterior estuviera ya oscurecido, lo cual acentuaba el clima frio, y él lo notó tras salir de la cálida habitación de sus hermanas pequeñas. Entrada por salida, tomó lo necesario de su pequeño cuarto y caminó en dirección al baño para asearse a profundidad esta vez, era necesario, si alguien lo encontraba esa misma noche, la mañana siguiente o en días posteriores; dependiendo de qué tan envalentonado estuviera para el acto, quería que se le viera tan limpio como fuera posible. Entró al baño y nuevamente alejó su mirada del espejo que aquel lugar tenía, miraba al suelo y evitaba en lo posible siquiera verlo con el rabillo del ojo, después de lo que pasó por la tarde sonaba como una mala idea verse a sí mismo ahí. De cualquier forma él tenía días haciendo lo mismo, se acercaba con cautela y pretendiendo que aquel espejo no existía, para tomarlo y voltearlo, tomando en cuenta que ese mismo espejo sobre el lavabo funcionaba como una puerta que escondía un compartimiento en la pared, mismo donde la familia guardaba algunos artículos de salud y un botiquín de emergencias. Esa puerta-espejo permanecía abierta de par en par cuando él estaba dentro del baño, y una vez mas así sucedió, aunque por momentos el peliblanco pensó en que sería una buena idea ver su reflejo, pero no terminó de convencerse. Después de bañarse fue que aquello cruzó por su mente, pues como parte de su "plan" para lo que sucedería, consideró que su blanca cabellera era un impedimento. También era una buena hora para hacer aquello, pues sus hermanas estaban ya en sus habitaciones y la mayoría tendrían seguramente sus puertas ya entrecerradas, pues nadie de esa casa a excepción de él cerraban sus puertas al momento de dormir, irónico siendo su puerta la única sin pestillo. Hizo aquello con mucho miedo y bastante cautela, pero sobre todo, mucha paciencia pues, tan lampiño como era, quizá por su condición, él no tenía ninguna experiencia usando aquellas pequeñas navajas montadas en su rastrillo, y no solo eso, ahora las usaría estando a merced de su incapacidad de verse al espejo, aunque tomando en cuenta que es su cabeza lo que intentaría afeitar, quizá verse al espejo no sería de tanta ayuda después de todo.

 En ese mismo compartimiento, abierto frente a él, había un pequeño dosificador de espuma para afeitar que su padre usaba para mantener su rostro libre de vello facial, pero Lincoln no sabía sobre ello pues al ser alguien lampiño, su padre aun no tenía la oportunidad de explicarle sobre la importancia de lubricar la piel antes de rastrillar para evitar resequedad y minimizar la posibilidad de cortaduras. No importaba mucho de todas formas, una cortadura en piel delgada durante el clima frio solía ser algo muy engorroso, pero esta vez no sería un problema a largo plazo. Terminar de afeitar su cabeza le tomó mucho más tiempo del que él pensó sería necesario, en su mente se dibujó la idea de que a la primera pasada de aquel rastrillo, la piel de su cabeza quedaría completamente expuesta y sin resto de sus blancos cabellos, pero eso no fue así, debió ser insistente para que las zonas por las que rastrillaba quedaran realmente al ras. Aquello lo notaba al tacto, por lo que seguramente con menos pasadas había conseguido el resultado que quería, pero siendo las yemas de los dedos tan sensibles, el terminó por hacer varios cortes en toda su cabeza tratando de disminuir la presencia de su cabello. Las heridas se hacían notar cuando él enjuagaba su cabeza y dejaba que el lavabo tragara lentamente su melena, pero no le tomó importancia hasta que, al terminar, decidió secar su cuero cabelludo. Las heridas ardían, pero el tacto con aquel viejo y desgastado trapo que usaba como toalla aun, era mucho más abrasivo, causándole mucho más dolor.

 Había completado el segundo paso para esa noche. Ahora solo tocaba regresar a su cuarto, cubriendo su cabeza con su toalla, tratando de evitar el riesgo de ser visto por una de sus hermanas y levantando sospechas sobre lo que hizo.

 Lo poco que había por hacer en su pequeño cuarto para mantenerlo arreglado, estaba hecho desde la mañana, por lo que él solo debió preocuparse por manejar su inventario, pues su nueva mochila, aunque espaciosa, le daba una limitada cantidad de almacenamiento. Lo primero en hacer fue vaciarla, dejando dentro únicamente aquella soga que utilizaría más adelante, de no acobardarse, claro está, y debía ir hasta abajo pues así seria cubierta por todo lo que agregue a la mochila, ocultándola. Llevaba ya puesto su viejo y desgastado, aunque en buenas condiciones, pantalón, pero pensó en que sería una buena idea llevar otro, sus padres se habían tomado la molestia de comprarle un par nuevo, y aunque no eran de su talla y eran de un corte extraño que a él no le gustaba, sentía que era apropiado tener ropa limpia y nueva disponible para alguna eventualidad. También agregó una segunda polo, de las viejas y gastadas que tenía, le daba igual ese detalle y prefería no llevar alguna de las nuevas pues, siendo nuevas, quizá podrían servirle a alguien si es que las daban para caridad o algo así. Sobre eso iría su ropa interior, toda ella, no pensaba dejar un solo par de nada, esas eran prendas muy intimas y prefería que su familia no lidiara con ellas cuando se vaya por lo que cuidadosamente acomodó cada par de calcetín y cada bóxer en su posesión.

 Su plan era al menos llegar a la ciudad vecina antes de terminar su pequeño paseo, por lo que mantener la higiene sería una buena idea, al menos en lo mas mínimo, por lo que sin mucho cuidado metió su recién exprimida esponja la cual aún estaba algo húmeda, mientras junto a la misma ponía su jabón, el cual solo decidió envolver en algo de papel tomado de una de sus libretas. También llevaría su toalla, pero al estar tan vieja y húmeda, su plan era simplemente meterla en algún contenedor de basura que se topara por el camino, atrás dejaría solo cosas que aun puedan usarse, y esa toalla no calificaba como tal. El resto de sus polos viejas se quedarían colgando de aquel perchero, cubiertas por aquella bolsa plástica, mientras su confiable cobija y sabanas estarían dobladas sobre el viejo catre. Su cajón de ropa interior, ahora estando ocupado no por ropa sino por los nuevos comics que recibió como regalo, así como por las libretas y útiles escolares que le regalaron sus padres, estaba también sobre el catre. Después de comprar el regalo para Lily, a él aun le quedaba un poco de dinero, el cual llevaría en sus bolsillos, mientras que el dinero que recibió de sus mesadas estaba acomodado también dentro del cajón junto a los comics.

 Ya no tenía su teléfono, por lo que debería permanecer despierto hasta bien entrada la noche. Era una lástima que aquel viejo aparato no durara lo suficiente como para poder usarlo de alarma esa misma noche, pues él realmente odiaba tener que permanecer despierto en esas condiciones. Podía sentir su ansiedad aumentar a cada segundo ahora que estaba sentado en el suelo, recargando su espalda contra la pared opuesta a la puerta, mirando detenidamente sus maltratadas manos las cuales descansaban sobre sus piernas cruzadas. Podía sentir el miedo en su cuerpo, tanto como la expectación y el frio, su respiración era tan pesada y apresurada que por momentos debía darse un momento para sacudir su cabeza evitando quedarse dormido o algo peor, pues sumando aquellas fuertes bocanadas de aire, terminaba por hiperventilarse. Sentía con intensidad como su pecho vibraba apresuradamente por culpa de los latidos de su corazón y sin darse cuenta había comenzado a morder sus uñas, usando sus incisivos para cortarlas tan al ras como podía, el resultado de eso era un dolor notorio en sus dedos, pero también capaz de distraerlo lo suficiente para que no enloqueciera.

 Sentado en soledad, en aquel pequeño cuarto, rodeado por nada más que ropa y un par de muebles pequeños, sin ninguna distracción y en completo silencio, fue incapaz de evitar que su mente divagara un poco tratando de distraerse. No hubo un pensamiento en concreto los primeros minutos, pues él estaba tratando de no pensar en nada importante, pero aquello era inevitable. Las ideas más simples lentamente se relacionaban en su cabeza y daban a luz a ideas cada vez más complejas, sin tener la intención de ello, y también sin un recurso para evitarlo, su mente fue en la dirección en la que no quería, teniendo ahora su cabeza llena de dudas.

 "¿Esta es la única opción?" Se preguntó, dudando completamente de sus intenciones en ese momento. No era algo nuevo, todas y cada una de las veces que pensó en hacer lo que haría su conclusión era que esa no era la respuesta correcta. Con toda confianza podía decir que esa era, de hecho, la respuesta más estúpida a su predicamento, pues a pesar de su edad, tenía sentido común, y usándolo entendía que huir de sus problemas no los solucionaría. Hacer algo así de cobarde simplemente postergaría el enfrentarse a las consecuencias, pero no las haría desaparecer, especialmente porque aquellos problemas eran, en parte, su propia familia. Por ello aquella idea de huir le parecía estúpida, pero en ningún momento dejó de habitar sus pensamientos, teniéndola presente solo como un alivio mental a las tensiones que iban en aumento con sus hermanas. Pero al mantener esa idea en mente, él fue capaz de entender que huir no solo es una decisión estúpida, es también una inviable, al menos para alguien de su edad. No tenía un trabajo, tampoco tenía un ahorro medianamente decente, si decidía huir estaría solo, incapaz de cuidarse a sí mismo y sin la capacidad de proveerse siquiera sus alimentos. Un trabajo era otra capa que aquella idea consiguió con el tiempo, pero igualmente no le permitía sentir que era una solución a nada, pues como ya había experimentado antes, el rechazo al trabajo infantil era contundente, y no porque la gente sintiera simpatía por él siendo un niño sino por el temor de las personas a enfrentar la ley después de contratarlo.

 Desde aquella primera discusión con Lori, la cual le hizo considerar huir como una opción, él realizó mucha gimnasia mental tratando de pulir aquel argumento en su mente, desesperado de alguna manera por convencerse a sí mismo de hacerlo. Pero nada parecía ir a su favor, por el contrario entre mas pensaba en ello, mas podía darse cuenta de que huir era una estupidez. Lamentablemente sus pensamientos estaban también siendo lentamente envenenados por las palabras de su hermana, quien de forma gradual fue metiendo en su cabeza la "certeza" de que él era una carga para su familia. Aunque aquella "certeza" que tenía no era más que una inferencia fallida, basada en su perspectiva, la cual se había hecho muy estrecha debido a su culpa y autocompadecerse hasta el cansancio.

 "Debe serlo." Él realmente creía eso, y no solo porque la mayor de sus hermanas se lo repitiera de forma "discreta" cada vez que podía, era también por ver detalladamente como eso sucedía. Mientras Lori parecía disfrutar de decirle aquellas desagradables cosas, el resto de sus hermanas parecía perderle el interés a su vida, algunas de ellas no parecían interesadas siquiera en voltearlo a ver. Entre las más pequeñas fue incapaz incluso de crear algún vínculo afectivo. Mientras Luan le ignoraba por completo, pareciendo negar su existencia, pero teniendo un pasado juntos el cual era innegable que compartían, las gemelas realmente lo veían como a un extraño en casa. Nunca le dirigían la palabra y siempre evitaban estar cerca de él, seguramente le tenían miedo también, pues le desconocían tanto como para temerle. Él dejó que eso pasara, fue él quien no hizo lo suficiente por mejorar su actitud. El conflicto estaba presente en él en todo momento, sentía con fervor que sus disculpas se hicieron presentes de la forma correcta y con la intensidad necesaria, también creía que cambió lo suficiente para redimir aquellas malas experiencias que hizo pasar a sus hermanas, pero ellas no parecieron conformes con eso, no quisieron escuchar sus palabras, no quisieron aceptar sus disculpas, no quisieron perdonar sus actos, pero sobre todo ninguna de ellas quiso admitir su culpa en aquel problema que desafortunadamente escaló de una forma tan desagradable. Él hizo lo que podía, ellas no parecían conformes con eso, entonces ¿Quién tenía la razón? Era una pregunta sencilla de responder para él, después de todo ellas eran más, y si tantas voces juntas claman por la misma cosa, seguramente sean sus palabras las que lleven la verdad, después de todo seis cabezas piensan más que una.

 "Estoy seguro." Ahora estaba nuevamente en ese estado negativo que siempre lo orillaba a tener pensamientos fatalistas. Él era una carga para su familia, definitivamente, de ello no podía existir ninguna duda. Lori era una estudiante modelo y también llegó a obtener premios remunerados gracias a su habilidad en el golf, también era alguien responsable que con relativa facilidad podía cuidar de todas sus hermanas menores, estaba lista para estudiar una carrera muy digna y seguramente se graduaría con honores para después ejercer como una de las mejores en ello, siempre cuidando de aquella que para algunos parecía más su hija que su hermana menor. Leni era un ángel caído del cielo el cual era imposible juzgar y también víctima de un problema que impedía a todos exigirle demasiado, pero que aun en su peculiar situación, había sido capaz de encontrar su talento y lentamente sacarle un beneficio al mismo, y aun siendo que la dirección en que aquello iba no parecía la más común, tampoco parecía una mala. Luna siendo una chica tan aguerrida y alocada, tenía también de su lado una mente centrada y con los pies en la tierra, siendo que pese a tener seguramente una futura carrera muy prospera en la industria musical, había decidido terminar también una carrera técnica solo por precaución, contando encima de todo con aquella hermosa y notable sensibilidad que hacía que las personas se enamoraran tan fácil de ella. Luan, siendo una chica algo desobligada y con gusto por buscar excusas para no hacer sus deberes escolares, tenía también ese talento innato y grandilocuente para la actuación, siendo prospecto ya de muchas personas en la industria que la querían ver llegar a escenarios más grandes, pese a ella solo querer hacer una rama especifica del histrionismo. Lynn siendo la chica mas atléticamente bendecida que el pequeño pueblo en el que vivían había visto jamás, competida únicamente por una única persona en la escuela y que por sí misma había conseguido que seis de los equipos deportivos de primaria subirán su desempeño hasta llegar a competencias interestatales, mientras que en la secundaria estaban ya en la categoría de nacionales en sus tres equipos deportivos, llevándose una enorme cantidad de premios tanto en efectivo como en especie por sus logros. Su gemela, quien teniendo un talento artístico quizá tan bueno como el de su hermana mayor, siendo reconocida en varias ocasiones, parecía más enfocada en mejorar sus habilidades interpersonales, siendo evidente que ella tenía un talento para la oratoria que podía llegar a ser atemorizante a veces, especialmente al verlo en sus actividades en el club de lectura y redacción de la escuela, estando ella en el área de comunicación y consiguiendo también con aquella poderosa labia, conquistar a toda la escuela, convirtiéndola en el amor platónico de casi todos sus compañeros. Lucy, tan joven e incapaz de entenderse a sí misma como era, y dando una primera impresión tan atípica por su extraña apariencia tan en disonancia con su edad, era también alguien que tenía un talento muy marcado en la literatura, guiada por la facilidad que le representaba a sus emociones para expresarlas, así como sus pensamientos, dándole la oportunidad de ser partícipe como escritora y guionista en las actividades del club de lectura y redacción, estando ella, a diferencia de su hermana, en el área de redacción específicamente, pudiendo considerarse afortunada incluso de tener ya varios poemas publicados ante el capricho de su madre quien, tratando de darle un lugar a su hija, coló parte de sus obras en los dos libros que llevaba publicados a la fecha. Lana, una niña pequeña e inocente de la que solo se puede negar su higiene personal, la cual no es mala, pero si algo descuidada, pero teniendo aquel amor por los animales tan enternecedor y ferviente, que conseguía con facilidad contagiarlo a quienes tenía cerca, pero que pese a ser tan pequeña, en palabras de Lisa, tenía un futuro brillante como ingeniera, siempre y cuando la familia supiera cultivar aquel peculiar gusto que la rubia tenía por el área de la mecánica automotriz. Lola, la gemela menor que tenía un poder de convencimiento en sus palabras equiparable al de su hermana mayor, aunque con un discurso muy diferente, y teniendo de su lado toda la influencia que ser ganadora de los concursos en los que le gustaba participar le daban, resaltando gracias a ello de manera notoria en el área de la gimnasia y agregando un deporte más a la larga lista que la familia tenía como conquistado. Lisa, por otra parte, era una fuera de serie total, y en la máxima capacidad que aquella expresión permitía, siendo ella poseedora de un intelecto que estaba mas allá de lo jamás imaginado y superando a cualquier predicción de lo que una mente humana era capaz de hacer siendo que, pese a ser la segunda más joven de la familia, era también la que tenía los reconocimientos mas magnánimos de todos y un futuro tan amplio y prometedor que nadie estaba dispuesto a ponerle un límite al mismo, dentro del área de las ciencias claro está. Por último estaba Lily, una pequeña bebé que aun estaba lejos de poder hablar correctamente, mas aun de descubrir su talento, pero que sin lugar a dudas generaba expectativas de hasta donde alguien como ella podía llegar con la influencia de sus hermanas en su crecimiento, siendo que para algunos Lily podría llegar incluso mas lejos que la propia Lisa, aquello dicho sin fundamentos, pero con muchos ánimos.

 Después estaba él. No tenía nada, realmente era así, y no había que ser muy meticuloso al buscar, pues el realmente no tenía nada a su favor. Para alguien como él, hablar de un talento era algo que no tenía sentido, pues aunque lo intentó con mucho empeño, fue incapaz de encontrar alguno dentro de sí mismo. Aquello bien podría ser considerado algo exagerado, pues siendo tan joven era perfectamente natural que alguien esté perdido y ajeno a lo que pueda ser su talento, pero siempre comparándose con sus hermanas mayores y más aun con las menores, quienes encontraron su talento siendo muy jóvenes, la mayoría mas jóvenes de lo que él es, lo llevaron a la conclusión de que para él no existía un futuro el cual pudiera estar fundamentado en un talento. Estaba convencido de que era ya demasiado tarde para encontrar su talento, y al no tenerlo aun lo único que eso podía significar era solamente que él no tenía ni tampoco tendría uno. Provó también buscando adquirir una habilidad, cual fuera, para suplir su falta de talento y con la misma, de ser posible, obtener un reconocimiento dentro de su familia, pero fallando una vez más en concretar. Sus hermanas, todas ellas incluyendo seguramente a Lily en el futuro, tenían ambas cosas, un talento innato en el que destacaban de forma avasallante sobre el resto sin siquiera esforzarse, y también una habilidad adquirida que era de utilidad y les permitía a veces potenciar sus talentos. Y eso era lo mínimo para sus hermanas, pues algunas de ellas podría decirse que tenían más de un talento y/o habilidad. Y no desaprovechaban usar aquello, pues con la única excepción de Lily, sus hermanas habían conseguido aportar al gasto de la casa a través de sus reconocimientos, pues sus habilidades permitían ahorrar o sus premios permitían proveer. Mientras tanto, él solo representaba gastos para su familia, su comida, su ropa, su educación, aquellos gastos pasivos como el consumo de agua o gas, su propia existencia era un gasto presente y constante, él cual era incapaz de retribuir por su falta de talento y habilidad, teniendo que ahogarse en la vergüenza de cómo incluso sus hermanas menores lo superaban en aquello.

 De la misma manera, Lori tenía aquel carácter fuerte que le permitía imponer autoridad frente a sus hermanas, y su conducta servicial hacia sus padres, quienes gustosos veían a su ejemplar hija ser la envidia de muchos otros padres. Leni tenía aquel poderoso instinto maternal que hacía a todas las menores recurrir a ella en busca de afirmaciones positivas y cobijo emocional, casi tanto como lo hacían con su madre y enseñándoles también de una forma indirecta valores como el respeto y la paciencia debido a su notable y entrañable problema. Luna y su compromiso por verse fuerte frente a sus hermanas, mostrándoles que cualquier cosa es posible si en verdad se lo proponen y dándoles también la confianza en que pueden contar con ella para cualquier cosa, pues ella no las dejaría sola y tampoco les mostraría nunca ninguna flaqueza. Luan dando de manera molesta sus incisivos comentarios que, aunque muchas veces estando cerca de ser groseros, les dejaban en claro a sus hermanas cuáles eran sus debilidades y teniendo siempre el compromiso de mantenerlos entretenidos de aquella que era la única forma que ella conocía para ello, siendo también su favorita, haciendo chistes ocurrentes y casi siempre atinados para hacerlos sonreír al menos. Lynn motivando a todas con sus ya comunes palabras de aliento, las cuales era difícil tomar a la ligera viendo lo mucho que ella había avanzado y siendo un testimonio de que lo que decía podía resultar cierto. Las menores conseguían también mostrar un comportamiento modelo y encima de todo, muchos rasgos que eran similares a los de las mayores, dándose ánimos y confianza entre ellas. Pero él, estando en medio de todo eso, no tenía tampoco nada que ofrecer a su familia en aquel apartado, alguna vez lo hizo, o al menos él cree recordar que así fue, pero gracias a un tropiezo causado por la envidia y el enojo se había perdido.

 Él, en su corta edad, no aportaba nada a aquella hermosa y talentosa familia. No tenía un talento que le permitiera cargar con su apellido de forma correcta, levantándolo más hacia arriba y haciéndolo notar como sus hermanas. Tampoco tenía una habilidad que le permitiera ser de apoyo en la casa y, como mínimo, amortiguar algún gasto. Hace tiempo que él no convivía en lo más mínimo con su familia, por lo que no podía ser el ejemplo para sus hermanas menores o el motivo para las mayores, después de sus marcados arrebatos y de su intento por solucionarlos él no era ya más que un cero a la izquierda. Sus padres no parecían sentir el menor interés por él o lo que hacía desde hace mucho tiempo, mientras que sus hermanas parecían haberse olvidado de él en su mayoría, siendo solo Leni quien aun le mostraba aquel adorable y encantador afecto, mientras que Lori era incapaz de esconder su desagrado por él, expresándolo de forma intensa cuando la oportunidad se daba. Además de ellas, Luna mostraba aquel extraño comportamiento que parecía empeñado en esquivarlo a como diera lugar, y Lynn parecía reacia a perdonarle por sus acciones pues para ella las acciones valen más que las palabras. Y aun cuando su gemela estuvo por tanto tiempo al pendiente de él, sentía que aquel mutismo insuperable era muestra clara de su desagrado por llevar a cabo aquella tarea. El resto, pues, sabían de su existencia, lo cual podría ser considerado ya como un logro en su situación.

 

Es en verdad muy frustrante no ser capaz de compartir en esta plataforma los capitulos completos de mi historia, y una vez más me veo forzado a poner a tú disposición, querido lector, un capitulo dividido.

Espero que lo disfrutes y sepas que este sera el ultimo capitulo de este Fanfic.

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