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No fue suficiente.

"Bienvenida."

Alice, al salir de las sombras en el interior de una sala, vio al idiota levantarse para saludarla. En este momento ese idiota estaba sin la máscara usando su identidad de 'Hermes' y había estado leyendo un diario con una sonrisa.

Ella estaba en alguna parte de los Restos de Turquía y vino aquí usando un par de círculos mágicos que el Gremio Los Caídos tenía en su control.

"¿Vamos?" Preguntó Hermes con una sonrisa.

Hoy no vino para una conversación sin sentido, sino que para presenciar un asunto importante y se notaba que él tenía todo preparado.

Alice en vez de responder sacó de su oscuridad una maceta y una pequeña planta y al dejarla en la mesa de luz ella la regó.

Las raíces salieron de la tierra y absorbieron la energía mágica con ella la regaba y entonces las raíces se extendieron hacia ella y Alice acercó su dedo y vio como las raíces atrapaba su dedo. No era que la estuviera atacando o buscara dañarla, sino que la manera que la apretaba fue amable y considerada.

"Estoy bien. Quédate aquí." Dijo Alice y las raíces retrocedieron, entonces ella se giró al idiota que la miraba de manera extraña y se encogió de hombros. "Tenía que sacarla a pasear."

La Guardiana no podía permanecer en el mismo sitio siempre, ya que se aburriría y era normal sacarla a pasear para que viera este mundo. Como la entidad en el interior estaba consciente, escucharía y probablemente 'vería' todo.

Lamentablemente, todavía no había despertado en su totalidad y si bien podía mover sus raíces, no podía utilizar todos sus poderes y tampoco podía hablar.

"No creo que traerla, aquí se puede considerar pasear." Murmuró Hermes con una expresión extraña.

"Terminaremos rápido." Replicó Alice en modo indiferente.

El idiota le devolvió la mirada y luego utilizó un artefacto y ambos fueron teletransportados a una habitación en la cual en una pared había un vidrio que mostraba el otro lado, pero impedía que el otro lado viera este.

En el otro lado también se encontraba una habitación y en esa habitación estaba el tirador atado a una silla. El tirador estaba pálido, con ojeras y si bien no tenía rastros de heridas, sus ojos estaban apagados.

Alice le dio una mirada al idiota que se cruzó de brazo y al recibir su mirada, él sonrió.

"No se quebrará. Soy bueno en mi trabajo, Alice." Respondió Hermes y usando su reloj holográfico, ordenó. "Háganla que pase."

El hombre se mantenía firme y elegante con el traje que llevaba, pero los labios se deslizaban en una sonrisa y los ojos rojos resplandecían con confianza.

La tortura física era aterradora cuando era hecha por alguien que sabía, pero todo cambiaba cuando un mago mental se encargaba de la tortura. La mente podía crear todo tipo de sueños y pesadillas y jugar con ella era la especialidad del idiota a su lado.

Alice respiró hondo viendo que la puerta al otro lado se abría y quien entraba era la amiga del tirador. Amaya al ver a su amigo tembló por un segundo y en vez de acercarse, se mordió los labios con miedo y temor.

Ella entendía que si cometía un error ella sufriría y lo haría… Alice al estar aquí no podía quitarse el rencor y odio que estaba sintiendo y que quería expresar de la manera más violenta y terrorífica posible.

La luz de la habitación parpadeó y la oscuridad brotó de cada esquina causada por su ira que llevaba a que la oscuridad se extendiera.

"Ella ha muerto miles de veces." Dijo Hermes dándole una mirada simple.

Los ojos rojos tan serios mostraban que no había ido con rodeos… ¿Qué clase de sueño y alucinaciones los hizo tener? Por la mirada cansada de Amaya fue claro que ella también fue afectada.

Tal idea de sufrimiento la aplacó y la oscuridad se volvió estabilizar y Alice al mirarse la mano se dio cuenta de que su mano había estado perdiendo la forma y ella con un simple pensamiento recuperó la forma de su mano y también del vestido que llevaba.

Y volvió a mirar a Amaya y al tirador por medio del vidrio. Fue claro que la otra parte no lo veía a ellos y fue Hermes quien hizo que todo empezara, despertando a Jake.

El hombre abrió los ojos y su mente más fortalecida que nunca le dio entendimiento a donde estaba y a su amiga.

"Amaya…" La voz Jake estaba quebrada, sorprendida y a la vez emocionado de ver a su amiga.

Amaya al escuchar las palabras se acercó a Jake y se arrodilló al frente de él y empezó a llorar sin poder resistir y luego de tratar de calmarse, levantó la cabeza.

"Ellos prometieron que matarían a Sara, Jake… Ellos me amenazaron… Me pidieron que te convenciera para hablar… Por favor, Jake… Por favor… Dime con quien cooperaste."

La joven mujer rogó con lágrimas en los ojos y el tirador abrió la boca asustado por lo que escuchaba y comprendiendo que era verdad. ¿Cuántas veces vio en sus sueños que ella cumplía su promesa? Hermes era esa clase de individuo que se encargaría de crear sueños y pesadillas con su magia mental y lograría quebrar a cualquiera.

Sin embargo, quebrar mentalmente a alguien y hacer que enloqueciera no era divertido. Cada acción tenía que ser lenta y cruel. El tirador debía estar consciente en cada momento, entendiendo que su decisión fue un error y lamentándose por ello.

"Fue… HAAAAAAAAAAAckk…"

Cuando el tirador estuvo por hablar gritó de dolor y los ojos del tirador explotaron salpicando a Amaya mientras que la sangre salía de cada orificio. El dolor lo desmayó y lo volvió a despertar.

¿Creía que hablar iba a ser fácil? Alice había visto lo que sucedió en China y entendía que, si un grupo estaba involucrado, ellos harían que sus miembros evitaran hablar y fue lo mismo con Jake.

Solamente que ahora ellos estaban preparados.

"Me gustaría que se curara." Murmuró el idiota a su lado.

Su voz extendió un poder que hizo que la energía mágica de los alrededores se reuniera y entrara en el cuerpo del tirador, recuperándolo de inmediato. El dolor de romper un contrato y la curación se mantuvieron en equilibrio, pero tal equilibrio fue una tortura.

Sufrimiento y recuperación constante y…

"Ellos… Son un grupo… No… Haaa… No sé quiénes son… La voz… La voz era alguien de la Sociedad de Asesinos… Así lo conocí… Creo que era alguien importante de la sociedad… Él era parte del grupo… Algunos la quieren muerta… No pararán… Hablan de necesidad y un rival… Otros parecen conocerla y no le agrada."

El tirador habló entrecortado mientras la sangre continuaba y el dolor persistía al mismo ritmo de la curación. La voz quebradiza del hombre apenas era perceptible, pero entre más hablaba más dolor sufría.

El contrato con el cual estaba atado era tanto mental como físico y buscaba silenciarlo, pero la magia mental del idiota la mantenía consciente y la curación impedía que muriera desangrado, dejando que únicamente sufriera.

"Sigue pidiendo más información." Ordenó Hermes al ver que ella salía de la habitación.

"HAAAA…"

"Por favor… Cuéntame todo…"

Alice escuchó el grito y la voz de Amaya a su espalda y sin importarle salió de la habitación y al cruzar la puerta volvió a la sala de antes.

Lo de antes fue simplemente un espectáculo para ella. Para calmar su ira y tranquilizar el deseo de venganza, pero no pudo aplacarlo.

"No fue suficiente." Murmuró Hermes al darse cuenta y ella le devolvió la mirada.

"¿Crees que es suficiente? ¡Ellos trataron de asesinar a mi hermana! ¿Y para qué? ¿Eliminar una competidora?" Cuestionó Alice acercándose al idiota mientras su punta de vista se elevaba.

Su cuerpo se deformó convirtiéndose en oscuridad que estaba devorando el piso y el hombre, en vez de miedo, se quedó mirándola directamente hasta que ella se calmó y volvió a reformar su cuerpo humano.

"El tirador fue reclutado por alguien de la Sociedad de Asesinos, un alto mando que nunca se reveló y él nunca supo quién era. Ese individuo lo apoyó en su entrenamiento y lo utilizó para asesinar toda clase de personas… Y lo ayudó con su venganza." Dijo Hermes y mirándola, reveló. "Si lo que dice el tirador es cierto, entones no es solamente un individuo, es un grupo. Uno que tiene muchos miembros desconocidos. Varios conocen sobre la enseñanza y otros se reúnen por sus propios intereses y algunos de ellos parecen conocerte a ti y a Aurora."

Un grupo de personas que se reunían secretamente y cooperaban entre sí. Para Alice esa clase de bastardos no era una sorpresa, pero si la enfurecía que algunos de ellos tuvieran de objetivo a Aurora.

Sin embargo, lo entendía. No se trataba de que Aurora fuera fuerte, sino que su hermana tenía las cualidades para ir por un camino al ascenso y más importante que toda tenía el interés de un Primordial. A esto último probablemente apuntaban.

A diferencia de otro competidor, uno que tenía el apoyo o la atención de un Primordial era más importante para eliminar.

"He estado buscando más información, pero no he encontrado nada. Estos individuos, a diferencia de una secta, no tienen un lugar físico a donde se reúnen y se mantienen bien ocultos. Usan y descartan a sus miembros y probablemente se reúnen en el Plano Astral en el cual ninguno de nosotros puede acceder." Dijo Hermes y en calma, murmuró. "Y tampoco lo podrá hacer 'Ellos'."

Los Primordiales eran conceptos que tomaban forma y si ellos se veían involucrados en un mundo donde la mente prevalecía, afectarían ese mundo de tal modo que probablemente lo destruirían, pero incluso si lo destruían, no encontrarían a los verdaderos culpables ni al grupo.

Estaban atados de manos. El grupo era desconocido y ellos no sabían quiénes eran o como se reunían y no tenían posibilidad de encontrar al culpable… No tenían nada.

Lo peor de todo era que esos individuos no eran estúpidos y entendían que la tierra tenía la influencia de Primordiales y como tal se protegían de ellos. No era como la Secta de Ketzula y el Dios que adoraban cuya ubicación podía ser encontrada y que podían ser eliminados.

"Así que la única pista es la Sociedad de Asesinos." Murmuró Alice en un tono frío.

El individuo que guio a Jake era de la Sociedad de Asesinos y si ellos lo buscaban y atrapaban, quizás tendrían posibilidades para descubrir más sobre esa organización que iba detrás de Aurora.

"No es tan simple como parece, Alice. No podemos ir y matarlos a todos. Aplastas a uno y los otros escaparan y se ocultaran. Incluso si encontramos todas las ubicaciones se desconoce quiénes son los dueños." Dijo Hermes y al verla fruncir el ceño, él no retrocedió y reveló. "Y es un trabajo de tiempo completo."

Era desconocido los dueños o líderes de la Sociedad de Asesinos y únicamente se conocían las diferentes ramas de la sociedad que se extendían por todo el mundo. Incluso si encontraban todas las ubicaciones o atacaban a una y de ellos sacaban la información para ir a otras, no podía eliminarlos a todas y la razón era simple… Tal trabajo requería toda la dedicación y ella no tenía todo el tiempo.

Alice tenía que permanecer al lado de su hermana y no podía irse por mucho tiempo, ya que temía que algo le sucediera y el idiota lo supo. Él la leyó fácilmente.

"Deberías pensarlo con más cuidado, Alice. Te apoyaré y si nos excedemos, cargaré con toda la culpa y las consecuencias de nuestras acciones. Sin embargo, no podemos hacerlo a medias. Ellos no se detendrán. Ahora que saben que tu hermana no puede morir, buscaran otra forma de conseguir que ella se aparte del camino." Dijo Hermes y mirándola fijamente, pidió. "Háblalo con tu hermana."

Alice al escuchar el consejo del idiota soltó un suspiro.

Entendía que era necesario hablarlo con Aurora para determinar qué era lo que iban a hacer, pero a la vez comprendía que su hermana no estaba dispuesta a cruzar los límites y ella sí. Su hermana no mataría a todos los miembros de la Sociedad de Asesinos para enviar un mensaje y tampoco torturaría para sacar la información que ellos buscaban.

A Alice le agradaba que su hermana tuviera límites y que fuera alguien que no se excedería manteniendo sus valores, porque tales cualidades eran lo que hacían que su hermana fuera única.

Sin embargo, en este momento ellos no tenían nada del grupo que iban detrás de su hermana y no podían quedarse sin hacer nada y tampoco tenían la libertad de limitarse.

Alice prefería que su hermana se alejara de todo y le dejara la tarea a ella e incluso prefería que se fuera con su novio y se tomara todo con calma, pero la conocía bien y no era una tarea que ella pudiera lograr.

"Oh, cierto. Tengo una invitada más para hoy." Dijo Hermes de repente al ver su reloj holográfico y dando una sonrisa se acercó a ella y tocando su hombro la empujo para que se movieran.

Alice, que reaccionó tarde, frunció el ceño al ver que él la tocaba, pero la sonrisa del idiota motivándola la hizo suspirar y caminar siguiéndole el juego.

Al salir del pasillo caminaron a la siguiente habitación y Alice sintió el olor de un té aromático y carne asada y luego el olor a perfume que reconocía.

"…"

Cuando ambos entraron a la habitación, la persona que la esperaba se levantó de inmediato y le dio una sonrisa que luego se volvió seria.

"Me dijeron que tú me invitaste y…" Arwa al estar hablando, se detuvo al ver que Hermes esquivaba una lanza negra que casi lo atraviesa.

"Si estás tan molesta de que esté aquí les daré privacidad." Dijo el idiota y huyó cerrando la puerta detrás de sí.

Alice devolvió la mirada a Arwa y no supo qué decir. Ella le estuvo enviando mensajes constantemente preguntándole de Aurora y de su estado, pero no había respondido. No estaba en las condiciones para responder y tampoco tenía tiempo para responder… Ni para desperdiciar en amistades, incluso si le agradaban.

"¿Quieres que me vaya? Traje comida ya que él me dijo que querías relajarte." Murmuró Arwa y mirándola durante un segundo, puso una expresión seria y declaró. "Alice me gustas, lo sabes. Me agradas muchísimo. Y si me hubieras pedido ayuda te la ofrecería. No soy tan fuerte como tú o él, pero puedo ayudarte en lo que pueda."

Arwa estaba seria y fue obvio por su mirada que no le gustaba que fuera dejada de lado e ignorada. Era raro que se enojara de ese modo, ya que la joven mujer siempre parecía querer agradarle y no quería causarle desagrado, evitando cualquier razón para alejarse.

Ambas eran parecidas a la hora de tener pocas personas con las cuales podían ser verdaderamente quienes eran, así que era normal que Arwa no quisiera alejarla… Y Alice también sintió lo mismo.

"Lo siento." Dijo Alice honestamente.

Arwa primero se sorprendió por la disculpa y luego le dio una sonrisa mientras la instaba a acercarse señalando el asiento.

"No importa. Ven a probar los platos que traje." Dijo Arwa con una sonrisa feliz.

Alice simplemente obedeció queriendo unos minutos para relajarse.

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