31 Capítulo 31: Aún no lo has hecho

Translator: Nyoi-Bo Studio Editor: Nyoi-Bo Studio

Cuando Davi estaba bajando las escaleras, sus ojos instantáneamente se enfocaron en la rosa que estaba en un florero negro en el centro de la mesa. Se veía tan hermosa. El contraste de la rosa roja en medio del aburrido salón gris era demasiado atractivo. Viéndolo, Davi sonrió agradable, sintiéndose extremadamente cautivada.

Luego, caminó en dirección a la mesa y observó la rosa mientras el hombre enmascarado la veía desde el otro lado de la mesa, en silencio.

—Se ve linda, —dijo ella, a lo que Sei asintió de acuerdo.

—Me alegro que te guste. Estaba un poco nerviosa, temía que la hubieras tirado. Jaja. —A la voz de Davi la acompañó una suave risita. Parte de sus palabras eran obviamente de broma, pero la respuesta de Sei la dejó sin palabras.

—¡Nunca haría eso! —dijo serio y con firmeza.

Davi no supo qué decir. ¿Es que acaso esta persona no sabía cómo tomarse una broma?

Solo se pudo aclarar la garganta y sonreír mientras pensaba profundamente en qué debía decir.

—Uhm... gracias. ¿Pero esto te parece bien? Quiero decir, poner la flor aquí.

—¿Hay algún problema con ello?

—¿Eh? Uhm... no, no, nada... es que pensé que no te gustaban las cosas coloridas... por eso... —Davi casi no pudo darle una respuesta adecuada, habló con indecisión.

Cuando a su comentario le siguió un largo silencio, Davi simplemente lo observó y esperó ansiosa su respuesta.

Finalmente abrió la boca. —Si a ti te gustan, me parece bien.

Davi parpadeó tres veces. Estaba impactada. De todas las personas, de quien menos estaba preparada para oír esas amables palabras era de parte de este hombre. Era la primera vez que escuchaba palabras como esas salir de su boca. ¿Qué estaba pasando? ¿Estaba consciente de que su comentario era de cierta forma coqueto? ¿En qué momento aprendió esta persona, que no tenía interés en los humanos, a decir tales frases de conquista?

—Bueno, tu estudio personal está listo, —continuó mientras se ponía de pie. Davi aún no se recuperaba del shock y ¿qué...? ¿M-mi estudio personal?

Davi abrió los ojos mientras lo seguía lentamente hacia el cuarto que estaba al lado del lugar prohibido de él.

En el momento que abrió la puerta, apareció frente a ella una habitación amplia con muchos libros. Lucía cómoda y parecía tener todo lo que necesitaba. Tenía un computador y hasta las repisas estaban ordenadas en un estilo bastante conveniente. Davi se quedó estupefacta. Miró a Sei desconcertada.

—Cuándo lo... —pronunció ella.

—Hace unas horas.

—¿Eh? —No podía creerlo, pero pronto se dio cuenta de que para un hombre como él, hacer eso no era nada difícil. Davi estaba tan conmovida que casi quiso llorar. —Gracias —dijo con sinceridad.

Al oír su agradecimiento, Sei la miró. —Aún no me has pedido nada. Ni siquiera has usado la tarjeta que te di.

Al escuchar estas palabras, Davi se quedó en silencio. Por alguna razón, por la forma en la que se lo dijo parecía estar triste y no supo cómo responder. Quería decirle que no necesitaba nada, lo único que quería y por lo que rezaba, era por que su hermano estuviera a salvo. Quería decirle que era suficiente lo bueno que estaba siendo con ella.

Sin embargo, no dijo nada y por su inusual silencio, Sei puso su mano en la cabeza de ella.

—Si quieres o necesitas algo, solo dime.

El tono de Sei era serio, pero para Davi, casi se sintió como si él fuera un Santa Claus perdido que le estaba preguntando por su lista de deseos.

Esa noche, Davi pasó el tiempo en su estudio. Solo salió para la cena y luego volvió inmediatamente.

Sei también se encerró en su frío y oscuro cuarto, la casa parecía estar vacía.

Las horas pasaron hasta que Sei finalmente cerró su laptop. La manilla del reloj se movió y fue exactamente media noche.

Sei se fue a la habitación, pero para su sorpresa, la cama estaba vacía. Líneas oscuras aparecieron en su frente, se dio la vuelta y caminó en dirección al estudio de Davi.

Al momento en que llegó a la puerta, empujó para abrirla, con gentileza y en silencio. Después de un rato, sus pasos se acercaron y se detuvieron cuando estuvo de pie al lado de la mesa.

Respiró profundo mientras veía a la chica dormida. Su rostro estaba pegado a los papeles y libros en la mesa. Después de verla por un momento, se le acercó y la tomó en sus brazos lo más gentil posible y lentamente la llevó a la habitación, como una princesa.

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