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Capítulo Ocho

La Dama

La mañana siguiente fui despertado por un sonido metálico proveniente de mi puerta. —Joven Zekke, el desayuno está siendo servido. Por favor diríjase al comedor dentro de los siguientes treinta minutos. De lo contrario, se perderá la comida. — Una voz grave dijo del otro lado de la puerta. Escuché sus pasos volverse cada vez más lejanos por lo que no me molesté en contestar. Aunque había dormido con la ropa del día anterior, decidí usar otra muda de ropa. ¿Cuál es el punto de tener cinco mudas de ropa si solo vas a usar una? Me eché la capa a la espalda y colgué mi tahalí en mi cinturón de cuero y me dirigí al comedor con una mano en el pomo de mi espada.

Llegué al comedor sin mucho trabajo. Aunque claro, eso se puede explicar por el miembro de la tripulación que me dirigió al darse cuenta de quién era yo. Para mi sorpresa el comedor no era muy elegante o siquiera grande. Juzgando por la cantidad de personas que vi en la cubierta cuando dejamos el puerto, debe de haber menos de una veinteava parte en este lugar. En total conté veinticinco personas sin incluirme. Ya que estábamos en altamar, todos estaban usando ropas un poco menos elegantes, aunque la diferencia entre nobleza y el pueblo llano aún era evidente. Los tres jóvenes de menor estrato social se encontraban en una esquina de una mesa. Otra cosa extraña es que ninguno de las personas en esta área se veía mayor de quince años, un pensamiento extraño entró a mi cabeza…

—Joven maestro, mi nombre es Lien. Soy el oficial de comidas de La Dama. Por favor, tome asiento y en un instante le traeremos sus alimentos. — volteé a ver al hombre que habló detrás de mí. ¿Oficial de comidas? Es tan grande que fácilmente habría pensado de él como un mercenario.

—Lien, ¿esta área es solo para personas de mi edad? ¿O está reservada para los viajeros con destino al campamento de reclutamiento? — dije con un poco de curiosidad en mis ojos. Si nos acomodaban por edades, supongo que eso tiene sentido. Aún los nobles de corta edad suelen hacer desastres con su comida, aunque una sección entera me parece exagerado. Si nos segregan basados en nuestro destino, por el otro lado, eso significa que planean tratarnos con mucha deferencia todo el viaje esperando formar buenas relaciones con nosotros antes de volvernos magos.

—Esto…— dijo Lien un poco confundido. —Esta zona está designada para los aspirantes a mago, señor. Me sorprende que lo haya deducido. Ni siquiera los marineros de cubierta saben la causa de esta separación. ¿Podría decirme su nombre? — dijo Lien, suponiendo que tenía un título mayor al del primogénito de un barón.

—Soy Zekke Belverd, un gusto. —

—Belverd…— un pensamiento pareció aparecer súbitamente en los pensamientos de Lien y casi inmediatamente se colocó en una rodilla. Era la izquierda, pero aun así…— Señor, usted no tiene por qué venir al comedor. El capitán ha arreglado que sus comidas sean enviadas a su camarote. — dijo un poco extrañado de verme en este lugar.

—No te preocupes, Lien. Vendré a comer a esta zona todos los días. Si en algún momento decido comer en mi camarote, se los haré saber. — dije con una sonrisa.

—Lo que ordene, señor. — Lien inclinó la cabeza y después se retiró. Pude sentir algunas miradas recelosas alrededor de mí. De hecho, sentía muchas miradas; las únicas tres personas que no me estaban viendo eran los tres jóvenes del pueblo llano. Personas que no pertenecían a la nobleza habían crecido con la idea de que no había que mirar a los nobles por miedo a incurrir en su ira. El capricho de un noble era la ruina de un ciudadano. Caminé hacia el centro de la mesa donde se encontraban los tres plebeyos de antes. Me senté a una distancia aceptable de ellos y acomodé mi espada para que no estorbara.

—Oye niño… ¿Por qué se arrodillan frente a ti y no frente al gran Netsuo Hatshe? ¿Y qué es eso de poder pedir comidas en tu camarote? A mí no me dieron esa opción. —dijo uno de los nobles más viejos en el comedor con un tono burlón y una sonrisa maliciosa en su cara. Debe de tener cerca de quince años y estaba usando ropas doradas. Una pequeña daga colgaba de su cintura. ¿Hatshe? Ese era el apellido de un duque al sur del continente. Una lástima.

—Es evidente que tengo una mejor posición que tú, ¿no crees? — comenté sin siquiera voltearlo a ver. Supongo que no se lo esperaba, pues su rostro se tornó rojo.

—¿Mejor? Cierra la boca. Soy el primogénito del duque Netsuo Hatshe, heredero del ducado de Hatshe. No hay nadie en el continente aparte de mi padre, un archiduque y la familia real, y evidentemente tú no eres ninguno. — dijo con una petulante voz.

—Yo soy Zekke Belverd, hijo del barón Welt Belverd, gusto en conocerte. — dije mientras me levantaba de mi asiento. Al levantarme, quité mi capa de uno de mis costados para mostrar el pomo de mi espada. Si Netsuo lo vio le hizo caso omiso, demostrando su incompetencia.

—¿¡BARÓN!?— dijo Netsuo claramente irritado. — No me hagas perder el tiempo, campesino. Exijo que me entregues todos tus privilegios ahora mismo y no te reportaré con mi padre. — dijo creyendo que iba a rendirme.

—Me rehúso. — comenté simplemente sin cambiar mi expresión.

—¿Qué? — Si las miradas pudieran matar, probablemente habría muerto más de cinco veces. Obviamente a este joven noble no le agradó mi respuesta y desenfundó la daga que cargaba en su cintura, su intención obviamente maliciosa. Apenas había terminado de desenfundarla yo hice lo propio y retiré muy rápidamente mi espada de su vaina. Tomé un paso hacia atrás mientras golpeaba su pequeña daga con mi elegante espada nueva, la sorpresa hizo que tambaleara y se tropezara, cayendo de espaldas. Pude haberlo dejado ahí, pero quería dar a entender desde muy temprano que nadie debía meterse conmigo. Tendría problemas contra tres niños de mi edad, si me atacaran todos al mismo tiempo… También corté en un movimiento vertical la ropa que tenía puesta arriba de la cintura. Era evidentemente de altísima calidad.

—¡ESCORIA! ¡¿QUÉ TE SUC…?!— trató de decir. Coloqué mi espada en su cuello antes de que soltara otra palabra.

—Escúchame bien, Netsuo. En este barco no hay nadie que te vaya a defender por temor al barón. En este momento, todos tenemos el mismo estatus. Es más, cuando lleguemos al campamento, todos y cada uno de nosotros va a tener tal prestigio que podemos ir al castillo de Hatshe y obligar a tu padre y a toda tu familia a comer tierra de un plato. ¿Y sabes qué? Lo harían orgullosamente. No quiero verte sintiéndote superior creyendo que el nombre Hatshe te va a sacar de cualquier apuro, sobre todo viendo que no puedes ni desenfundar una pequeña daga antes de que yo pueda utilizar mi espada. — dije mirándolo a los ojos de manera fría. Acto seguido, le ofrecí una mano para levantarlo. El dudosamente la aceptó y se puso de pie. —No deseo una enemistad entre nosotros, Netsuo. Pero si sigues actuando tan arrogante, nadie en el barco querrá estar contigo. Recuerda, en altamar, todos somos iguales. Solo aquel con fuerza y dinero recibe un trato diferente. — dije antes de dar media vuelta y enfundar mi espada. En ese momento pude ver a una de las plebeyas mirándome. Su piel era blanca como la harina y tenía ojos de color desigual, uno era azul y el otro era verde. La diferencia no era muy notoria, por lo que pocas personas podrían notarlo al observarla por tan breve tiempo. Al darse cuenta de que la estaba observando pude ver su rostro enrojecerse levemente y giró rápidamente la cabeza. Sonreí y me senté nuevamente. Segundos después mi desayuno estaba frente a mí, al parecer esperaron a que terminara el enfrentamiento para servir mi comida.

Poco después de empezar a comer, varias personas empezaron a acercarse a saludarme. Al parecer, Netsuo trataba a todos como si fueran inferiores y estaban agradecidos con cómo manejé la situación. Entre ellos se encontraban Faile, hija de un conde; Argias, hija de un vizconde; Memphi, hija de un barón; Nae, hijo de un barón; Eri y Ire, hija e hijo respectivamente de un conde; Tennu, hijo de un barón y Tanae, hija de un vizconde. La mayoría de ellos fueron muy amigables. Después de ver cómo me enfrenté a Netsuo supongo que no querían que los tratara de la misma manera. Los demás nobles no se me acercaron o no me dieron su nombre. Honestamente estaba aliviado, no sabía si podría recordar más. Cuando terminé mi comida mis tres compañeros de viaje que no pertenecían a la nobleza ya se habían retirado.

Salí del comedor acompañado únicamente por Nae. Al ser el hijo de un barón, teníamos más cosas sobre las qué hablar. Estábamos caminando por la cubierta del barco tratando de explorar un poco. Como el barco también transportaba mercancía, había cajas apiladas una sobre otra, lo que ocasionaba que hubiera varios callejoncillos en los que era muy difícil que los marineros patrullaran.

—Sigo sin poder creer que hayas hecho eso, Zekke… Netsuo no es del tipo de personas racional, ¿sabes? Es más bien de los que le piden a su padre que encarcele a los que no cumplen su cada capricho. — dijo Nae un poco preocupado.

—No te preocupes, voy a estar bien. Tengo bastante habilidad con la espada. Además, no mentí allí dentro. Mientras estemos en este barco, todos somos iguales, solo el fuerte recibe trato diferente. No importa si manda una carta a su padre el segundo en el que toquemos tierra, para cuando le llegue la carta nosotros ya seremos iniciados de una academia de magia, por lo que tendremos un parado social un poco superior al del Duque. — dije sin preocuparme mucho.

—Supongo que eso es cierto. Oye, hablando de eso, dijiste que eres el hijo de un conde, ¿No? — una expresión de duda se apodero de Nae.

—Así es, ¿por qué preguntas? —

—Es solo que…— Nae parecía no querer terminar su frase, pero eventualmente lo hizo. — La baronía de tu familia es muy pequeña aún comparada a la mía, y mi padre no me pudo dar más de cinco oros para todo el viaje… También me dio una decena de arcanas, pero eso es únicamente para la matrícula de las academias. Esto… ¿de dónde sacaste tanto dinero? — dijo finalmente Nae. Supuse que esta pregunta iba a surgir eventualmente. Consideré brevemente decir la verdad y contarle a Nae sobre el maestro Iamos y su regalo, pero no era una buena idea. Aparte del dinero, también obtuve una cartera que resultó ser un artefacto arcano de rango "D". Mientras puedo defender el dinero por mi propia cuenta, no creo poder defender la cartera si se extiende el rumor de que yo la tengo. Por lo tanto, decidí soltar una mentirilla blanca.

—Mi hermano y yo encontramos un cofre un día cerca de unas ruinas en la baronía de mi padre, estaba lleno de monedas de oro y hasta había unas treinta arcanas. Nos dividimos todo a la mitad y nunca le dijimos a mi padre. Es por eso que cuando salí de su baronía pude gastar todo lo que pude. — dije fingiendo un poco de vergüenza.

La cara de Nae cambió, llena de sorpresa y envidia. Me imagino la cara que habría puesto si supiera que tengo sangre de dragón y que realmente un mago de nivel gran maestro me dio su dinero y algunas otras posesiones, pensé tocando la cartera que colgaba en la parte posterior de mi cintura.

—Señor, por favor, le suplico que no haga esto…— una voz femenina se escuchó de uno de los callejones que causaban las cajas de mercancía. Su voz era casi un sollozo y sonaba genuinamente preocupada.

—¡Cállate! Me vas a dar todo lo que tienes. ¡Todos lo harán! — no lo podía creer, era la voz de Netsuo. Al parecer, no había aprendido mucho de nuestro último encuentro. En cuanto a sus víctimas, me podía hacer una idea.

Corrí hasta el lugar de donde provinieron los gritos solo para encontrar a Netsuo golpeando a un joven de mi edad. Su ropa era humilde y su cabello un negro azulado, evidencia de su baja cuna. Además de él, había dos mujeres que estaban llorando, pero contenían sus palabras, su rostro lleno de frustración. Eran, evidentemente, los tres plebeyos que viajaban con nosotros.

—Ustedes pedazos de basura, deberían estar orgullosos de darme todas sus pertenencias a mí, el gran Netsuo Hatshe. — dijo un poco desanimado.

—Oye, oye. ¿No crees que es vergonzoso para el hijo de un Duque robar las pertenencias de unos plebeyos? —dije al entender la escena frente a mí. Netsuo evidentemente se sorprendió de ver que había sido atrapado, pero al verme sonrió de manera un poco macabra.

—Tu… Tú eres la peor basura de todas, la que no conoce su lugar. Muy duro cuando atacas a tu superior por sorpresa, pero, ¿qué puedes hacer ahora? — desenvainó una espada mientras decía esto. Supongo que no le gustó que yo, heredero de una baronía tuviera una espada y el solo una daga. — Tú también me vas a dar todo lo que posees, basura inferior. — dijo con una mueca de satisfacción.

—Lo puedes intentar, pero no me hago responsable de lo que te suceda. — dije mientras desenvainaba mi espada. La imagen de las dos espadas era bastante desigual. Aunque era hijo de un Duque, Netsuo tuvo que comprar una espada en el barco. El resultado fue una sencilla ropera con filo y un guardamano sencillo. Comparada con mi espada, la suya se veía como una rama, y aun así seguramente era la mejor espada que había en el navío; segunda a la mía, claro.

—Oye, basura, ¿cómo se llama tu espada? Esta es rompevientos. Pertenecía al capitán hasta hace poco, así que ha probado mucha sangre. —dijo Netsuo creyendo que la victoria ya era suya.

—No tiene nombre aún, la compré en el puerto poco antes de dejar tierra. — dije calmado mirándolo a los ojos. Mi calma lo sacó aún más de quicio, pero lo trató de esconder detrás de su mueca de odio.

—Entonces es una espada virgen, bien. Creo que la tomaré, será tu contribución al gran Netsuo, eso y todo el dinero que tengas, arcana o moneda. — al decir eso se abalanzó al ataque.

Estábamos a poco menos de tres metros de distancia y Netsuo evidentemente era al menos un cadete, un caballero en formación. Su velocidad era muy buena y era más fuerte que el quinceañero promedio. Sin embargo, después de que el maestro Iamos me salvara la vida usando la sangre de un dragón negro, mi velocidad, reflejos, fuerza y mis demás características físicas habían subido al menos al nivel de un cadete a punto de avanzar a caballero. Por lo que bloqueé su golpe con mucha facilidad.

"Cling"

—¿Qué demon…? — el desconcierto era claro en el rostro de Netsuo. Con su fuerza, el esperaba derrotarme de un golpe, pero eso no pasó. No solo bloqueé su golpe, sino lo hice sin que mi espada cediera un milímetro.

—Sabes, creo que ya se cómo voy a llamar a mi espada. — dije con la sonrisa más venenosa que pude lograr. — La llamaré Rompenobles. — dije e inmediatamente contraataqué. Lo que vino después no fue tanto una pelea como un juego. Al darse cuenta de que no iba a ganar, trató de ahuyentarme con el nombre de su padre otra vez. Cuando eso no funcionó, tomó su espada y colocó la punta en la garganta de la misma chica de ojos de distinto color que vi en el desayuno.

—Pídeme disculpas en este preciso momento o esta basura se muere. — Sus ojos me decían que hablaba en serio. ¿Cuándo me volví capaz de leer los ojos de la gente? Bueno, no importa.

—Basura eres y siempre serás una basura, Netsuo. — dije con una sonrisa desafiante.

—¡Cállate! Me voy a volver el mejor mago que hayas visto y voy a matarte a ti y a toda tu familia. ¡Voy a salar tus tierras y a quemar tu hogar! ¡Lo prometo por el honor de la familia Hatshe! — dijo mientras apretaba más aún el mango de su espada. Rápidamente me acerque a él y con un barrido vertical Netsuo cayó al suelo, gritando.

"Slash"

—¡Ahhhh! ¡Mi mano! ¿¡Cómo te atreves a cortarme la mano!?— dijo Netsuo, incredulidad evidente en su rostro.

—No eres nada para mí. No eres nada para nadie. Jamás te convertirás en un mago, porque me voy a quedar con todo tu dinero, arcanas y monedas. — Al decir esto, Netsuo me miró con incredulidad en su rostro.

—No puedes…—

—Claro que puedo, y lo haré. — Un hombre sabio dijo una vez que un caballero nunca debe separarse de su bolsa, y Netsuo seguramente pensaba de sí mismo como uno…. Después de escanear el cuerpo del joven noble por un segundo encontré su bolsa y corté el cordón de su cinturón con un movimiento. La magia podía ayudar a Netsuo a que su mano creciera nuevamente, pero perder su dinero era lo equivalente a no estudiar magia, por lo que su reacción no fue del todo extraña.

—Eres un…— Pude ver como la cara de Netsuo cambió del dolor y deseo de venganza al miedo y odio. Con su mano derecha trató de recoger la bolsa que ahora estaba en el suelo, pero lo detuve. Tal vez me excedí un poco, pero no me arrepiento de nada. Después de perder una mano y su dinero Netsuo no sería el mismo nunca más, pero aún podía usar la espada con la mano izquierda; solo necesitaba practicar. Pero al ver que intentaba recoger su dinero corte su brazo en dos lugares. Una en el dorso de la mano, cortando todos los tendones para sus dedos y otro en el pliegue interior del codo, cortando aún más tendones. Con mi memoria actual, podía recordar mis clases de anatomía con facilidad, así que sabía que los tendones eran casi imposibles de arreglar sin el uso de la magia, así que fue más maldad que otra cosa. En ese momento, pude darme cuenta de que alguien había estado observando todo lo sucedido desde el comienzo. Al momento de tratar de ver quién era el espectador, solo pude ver una sombra moverse rápidamente.

—Basura, mi padre te va a…— Netsuo empezó a decir, pero una joven mujer de no más de doce años lo pateó en la nuca, haciendo que perdiera el conocimiento. Era la mujer que había visto hace unos momentos. Un ojo verde y un ojo azul, largo y ondulado cabello castaño, piel blanca como la harina y una mirada de inteligencia escondida detrás de su paupérrima apariencia. Para ser una campesina es bastante linda.

—Bien hecho. ¿cómo te llamas? — dije con una sonrisa mientras recogía la bolsa de dinero de Netsuo, un poco manchada de sangre. En ese momento la joven de ojos de distintos colores pareció darse cuenta de que había agredido a un noble frente a otros dos nobles. La preocupación inundó su cara y pareció quedarse sin palabras. —No te preocupes por esa basura. Pronto ambos tendremos mayor estatus social que su padre y, como el no tendrá dinero para la matrícula, también tendremos mayor rango que él. —la chica parecía dudosa de mis palabras, pero terminó mirándome a los ojos. —¿Y bien? — dije de manera un poco burlona después de unos segundos.

—Oh— dijo al darse cuenta de a que me refería. — Mi nombre es Dannia, señor Zekke. — Al decir esto hizo una reverencia.

—Por favor, solo Zekke. De verdad pienso lo que dije antes. En este momento, todos somos iguales. — dije con una sonrisa y Dannia me miró con una mirada dudosa. — Dannia, ¿Eh? Es un lindo nombre— dije con una sonrisa y pude ver como la cara de la joven aspirante a maga se enrojeció.

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