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Capítulo Cuatro

La Naturaleza del Destino

—No se preocupe, señor. Yo confío plenamente en usted. — Zekke empezó a jugar con una piedra mientras hablaba. Realmente es un poco molesto que crea en mi tan ciegamente. Ya le dije que no soy tan fuerte como antes, pero cree que solo estoy siendo humilde. Este niño… —Estamos cerca del puerto y usted conoce la zona. No hay nada que temer…—

—¡ESPERA! ¡NO! — Zekke tomó la piedra con la que estaba jugando y la arrojó a la distancia, no me dio tiempo de detenerlo, pero si pude gritar.

"WROOOOOAAAAR"

Increíble, este niño idiota molestó al único dragón que estaba en las cercanías. Después de paralizarme por menos de un segundo sentí el mano de la bestia. Dragón Negro, ancestro del dragón rojo y descendiente del dragón de tormentas. La bestia arcana más poderosa en el reino de los dragones, apenas inferior al rango legendario. No hay manera en que esto termine bien, Zekke debe de seguir paralizado, no se va a poder mover hasta que sea demasiado tarde.

Giré hacia donde se encontraba Zekke y empecé a correr hacia él, pero fui muy lento, podía ver una sombra acercándose a él rápidamente. Un dragón negro. Pero, ¿por qué es tan pequeño? También es diferente al dragón negro normal, tiene tres cuernos en lugar de dos y su color es un poco más grisáceo que la mayoría. ¿Alguna mutación? Si, tiene que ser eso, pero, ¿por qué un dragón tan débil ataca a la menor provocación? Debe de ser que aún no ha crecido lo suficiente. Con ese tamaño debe de estar en la etapa preadolescente, probablemente en el rango de adepto. Si puedo llegar a tiempo no debería de ser un problema acabar con él, pero mi cuerpo ya no es lo que era antes. Soy muy lento, maldición.

—¡ZEKKE! ¡CORRE, CARAJO! ¡NO TE QUEDES PARADO COMO UN IDIOTA! — no importa cuánto le grite él no se va a mover, aunque él no lo sienta, la presión del mano del dragón lo tiene con un pie en la tumba. No me queda de otra, necesito acabar con la bestia antes de que alcance a Zekke, un hechizo perforante de rayo debería de ser suficiente.

—Tercero integrado: ¡Hoja De Relámpago Negro! — acumulé el hechizo en mis manos. Está listo, solo necesito un buen ángulo, por el amor de lo sagrado, Zekke, no te muevas. Extendí la mano cargada con el hechizo frente a mí, pero justo cuando iba a lanzarlo…

"FUSH"

Me detuve inmediatamente, el dragón atravesó a Zekke con uno de sus cuernos. Necesito ser más cuidadoso en cómo manejo esto, cualquier paso en falso y puedo reducir las pocas oportunidades que tiene el niño de sobrevivir a cero. Necesito acercarme y cortar ese cuerno completo antes de que cause más daño. En ese momento Zekke me miró a los ojos. Estaba llorando, la cara de alguien que se había encontrado con una muerte inesperada. No pude contenerme, junté más mana en mi mano y casi grito por el enojo.

——¿Maestro Iamos? — dijo un niño al borde de la muerte. Con solo doce años esa era la voz de alguien que había aceptado su fúnebre destino. Me impresionó que Zekke todavía pudiera hablar, y al parecer a la bestia también. Con un ensordecedor rugido movió su cabeza y lanzó a Zekke unos veinte metros de donde estábamos, ahora sus ojos se enfocaban en mí.

¿Está loca esta criatura? Debería de sentir mi nivel y escapar, pero no lo hace. Debe de ser que su cerebro aún no se desarrolla del todo. Bueno, en ese caso… Corrí lo más rápido que pude hacia el dragón. Activé el tercero integrado que tenía preparado y lo lancé. El dragón negro respondió con una flama arcana negra. En mis mejores años esto hubiera sido tan fácil como recibir el cabezazo de una mosca, pero el tiempo no perdona. Devorado por las llamas, apenas pude detener el fuego lo suficiente para no sufrir quemaduras graves. Al salir de ese infierno negro, encontré el cuerpo sin cabeza de un dragón negro. Me di media vuelta y corrí hacia Zekke.

—Es la única vez desde que entregue mi medalla que extraño tener la fuerza suficiente para activar mis hechizos defensivos—, suspiré. A la distancia vi el cuerpo de un niño cubierto de sangre llevar la mano a su pecho y dejar de moverse.

—No, esto es malo. Si no hago algo pronto… Carajo, debí haber comprado más pociones antes de irme de la capital, no tengo nada que pueda salvarlo…— Me detuve a medio camino y tuve una idea. Una loca idea. Uno de los principales ingredientes en la poción de recuperación es la sangre de un dragón. Dragón rojo, para ser exacto. No tengo el tiempo necesario para hacer una poción, aunque tenga los ingredientes, pero, ¿qué pasaría si uso la sangre del dragón negro para aumentar su fuerza vital? Se fusionaría con su propia sangre y le daría un inmenso poder, probablemente sería catalogado como un genio entre genios, eso sí lo sobrevive. Hacer esto con la sangre de un dragón rojo es considerado extremista, ¿la de un dragón negro? Olvídalo, no hay manera de que pueda sobrevivir. Pero no tiene muchas opciones y el tiempo se le está acabando.

Sonreí de manera forzada. —Bueno, niño, aquí está el destino. Si sobrevives esto podrás cumplir tu sueño, aunque yo no estaría tan seguro de que esto funcione. — Usé magia de levitación para acercar a Zekke al cuerpo del dragón. Mezcle la sangre de Zekke y la sangre del dragón para poder escribir las runas de alteración. Aún para el estándar de un gran maestro, esto era muy ambicioso.

Mi mirada se tornó lo más solemne que pude, y con la activación de mi mana comencé a recitar el encantamiento de activación de la magia ritual. Las runas brillaron con una intensa luz carmesí al unísono, y la sangre del dragón negro empezó a flotar. La sangre de Zekke, la poca que le quedaba, también salió de su cuerpo, tomando una figura que se asemejaba a una serpiente. Acto seguido, la sangre del dragón hizo contacto con la serpiente de sangre de Zekke, después de unos segundos de tira y afloja entre los dos torrentes carmesí, la sangre empezó a entrar al cuerpo del niño.

—Primera etapa completada, ahora veamos si tiene lo suficiente para resistirlo— dije, aunque nadie pudiera oírme, seguramente un remanente de mis años como instructor. Zekke parecía estar asimilando bien el cambio, cuando el torrente de sangre empezó a ponerse errático. No solo ya no estaba entrando al cuerpo de Zekke, sino que parecía que lo estaba lastimando. —Esto es malo, aun siendo un dragón negro, ¡el rechazo no debería de ser de esta magnitud! — Grité y me acerqué corriendo a Zekke.

—Ja, niño, realmente me recuerdas a mí mismo cuando era joven. Está bien, no solo tendrás la sangre del dragón dentro de ti, al parecer también tengo estabilizar el linaje del dragón con mi propio mana. No solo es prestarte una mano, sabes, es darte todo lo que soy para que sobrevivas. — En este momento me di cuenta de que le estaba hablando a un niño que no podía escuchar y gastaba el valioso tiempo que le quedaba. —Está bien, niño. No seré tu maestro, pero te daré todo el tiempo que me queda de vida. — Usé mana del ambiente para crear una cuchilla mágica, misma que usé para cortarme las yemas de los dedos de la mano derecha. Junté todo el mana que tenía en esa herida y dibujé una runa de energía estática en su abdomen. —Esto es todo lo que puedo ofrecerte, niño. Ojalá lo aproveches. —mi rostro se volvió suave y cálido, una sonrisa dibujada en mi rostro. —Me voy a quedar con suficiente maná para vivir por un mes, debería de ser suficiente para que despiertes. — Quién pensaría que iba a terminar realizando este hechizo. La vida y el destino son muy juguetones, al parecer. —Aquí va todo. Hechizo superior, rango legendario. Cadena divina: "Transmigración irreversible de esencia blanca". —

En este momento, Zekke pudo recuperar la conciencia por unos segundos. Suficientes para ver al mago de rango gran maestro Iamos adoptar un rostro de sufrimiento, como si estuviera haciendo algo realmente difícil. Lo escuchó decir unas palabras en el misterioso lenguaje Drah'khn y después una luz blanca cubrió toda la zona. Zekke asumió que era la luz del otro mundo, por lo que decidió hacer sus últimas palabras memorables. Aunque ni siquiera Iamos, que estaba a menos de treinta centímetros de él lo escuchó, sus palabras resonaron en el alma del anciano.

—Maestro Iamos, sabía que iba a ganar…—

Después de eso, todo se volvió negro.

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