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Capítulo Veintiocho

Erani

La mañana siguiente desperté con los primeros rayos de luz. Después de meditar me relajé y miré a Dannia, aún dormida. Su condición no era precisamente peligrosa ni mucho menos. Cuando un acólito o mago usa todo el mana de su cuerpo entra en un estado de letargo prolongado. Depende de la aptitud del sujeto la cantidad de tiempo empleada en recuperar el mana gastado. Las pociones que le había dado la noche anterior eran precisamente para ayudar a su recuperación. Después de revisar su temperatura y respiración decidí bajar a la posada.

El hombre que había estado ahí la noche anterior había sido sustituido por un anciano. Sin un solo cabello en la cabeza y con tantas arrugas que no se distinguían sus ojos me saludó cortésmente. Comí mi desayuno y pedí otro directamente en la habitación. Al subir me encontré con una cama vacía y la figura de una mujer semidesnuda.

—Dannia —dije sin alterarme —, me alegra que estés bien. —le dije con una sonrisa en mi rostro. Ella solamente me miró con unos ojos duros, como si me culpara de algo.

—Sabes, todo esto fue tu culpa —dijo e inmediatamente se cubrió con su túnica —. Solo había venido a buscar noticias de ti y ve el trato que me dan. Estaba preocupada, no me respondiste ninguna de mis cartas. —dijo mientras me miraba con resentimiento.

—Lo siento, de verdad. Yo me encargaré de limpiar tu nombre. En cuanto a las cartas, lamento informarte que no recibí ninguna —respondí un poco molesto. Ella tenía razón, gracias a mi súbita salida del continente mi padre había pensado lo peor, pero aún así no me agradaba su actitud —. Y a todo esto, ¿no deberías de ser más cortés con un mago de rango superior al tuyo?

—Oh, claro. Disculpe, su majestad —dijo mientras se inclinaba de manera exagerada, evidentemente en manera de burla —. No esperaba que sus sentimientos se hubieran ablandado con el paso de los años. —me miró a los ojos con una sonrisa.

—¿Qué le pasó a la tímida niña que no podía hacer más que hablarme con respeto? —suspiré, pero decidí dejarlo ahí —De cualquier manera, me alegro que estés bien. Ven, te traje un poco de comida. —dije mientras colocaba la bandeja con comida en una mesa.

—La tímida niña se hizo fuerte. —dijo con una sonrisa mientras apretaba su puño. Acto seguido fue rodeada por un aura mucho mayor al que había visto la noche anterior, estaba en la cima de los acólitos.

—No lo suficiente —respondí mientras me sentaba en una silla contraria a la comida —. Recuerda, necesitamos hacernos más fuertes que esto para poder vivir tranquilos.

—Ya lo sé, ya lo sé… —me respondió mientras se sentaba frente a la comida que había traído —Dime, ¿qué estás haciendo aquí? Quiero decir, no necesitas hospedarte en una posada, tienes un palacio a tu disposición a unas cuantas horas de aquí. —preguntó con una expresión seria.

—Quería quedarme por un rato sin llamar la atención. Aprender cómo estaba la situación en la baronía, pero me lo has hecho un poco complicado. —dije con una sonrisa.

—Sí, eso pensé —respondió —. Sabes, realmente es increíble que hayas escapado a los doce años. Más aún de la vida como el hijo de un barón. —empezó a comer.

—Sí, es poco común. Mi padre no quería que estudiara magia, por lo que tuve que escaparme —suspiré —. Y ahora que regreso me entero que tengo una hermana nueva… —sonreí un poco forzado.

—¿De verdad? ¿Cómo se llama? ¿Cuántos años tiene? —pregunta tras pregunta Dannia empezaba a abrumarme. Debía de ser de esas personas que se vuelven locas por los niños.

—Tiene seis meses, se llama Erani —respondí con rapidez —. Aunque aún no la conozco, espero poder verla más tarde —dije mientras la miraba —. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí? Aparte de buscarme, claro.

—Pues, tuve mucha suerte y encontré unos cuantos materiales muy raros en una expedición hace unos meses —explicó —. El valor total era de cinco mil arcanas, por lo que decidí venir al archipiélago para poder comprarle un título a mi familia —dijo mientras se sonrojaba —. Te sorprenderías de la facilidad con la que se dan los títulos. Solo tuve que pagar cinco mil oros por un ducado, algo relacionado con una tarifa preferencial para las familias mágicas —suspiró —. El problema es que mi familia no tiene apellido, así que tuve que inventar uno. —al final su rostro parecía estar a punto de explotar por lo rojo que estaba.

—¿Y bien? —pregunté —¿Qué nombre escogiste?

—Aguablanca —respondió mientras escondía su rostro —, somos la familia del duque de Aguablanca. —colocó sus manos sobre su rostro por lo que no se podía escuchar muy bien, pero el nombre era muy claro.

—Ya veo, ¿atributos luz y agua? Supongo que es una buena combinación, ambas se nutren de energía positiva. —dije mientras asentía con la cabeza.

—Mira que deducir eso con solo un nombre… —dijo Dannia sorprendida.

—Sabes, ya me habías dicho que tu aptitud con el atributo de luz es casi perfecta, por lo que solo deduje tu atributo secundario. —sonreí

—Pues sí, supongo… —dijo mientras se tornaba seria —Por cierto, Zekke, ¿todo está bien en la baronía? ¿No ha habido ningún conflicto recientemente? —preguntó con una expresión sombría.

—¿Por qué preguntas? —respondí teniendo un mal presentimiento.

—En mi camino hacia el aquí me encontré con un viejo amigo nuestro… No se veía muy bien, pero parecía motivado. —respondió mientras me miraba en complicidad.

—Ha llegado a eso, ¿eh? —dije, desanimado. Era algo que me esperaba, pero quería estar equivocado —Supongo que después de todo lo que le hice no es para menos.

—Zekke, puedo ayudarte —dijo mientras extendía su mano sobre la mesa para tocar la mía —. No hay manera que pueda contra nosotros dos.

—¿Lo sondeaste? —pregunté

—Sí —la expresión de Dannia se tornó complicada —. Ha llegado a mago de acero. Supongo que lo están llenando de pociones de mana en su academia. Si tú tomas punta yo puedo brindarte apoyo. Soy más fuerte de lo que parecía anoche.

—No te preocupes, Dannia. Yo me encargaré de Netsuo por mí mismo. Pero sí voy a necesitar un favor. Necesito que me acompañes con mi padre esta tarde. —dije seriamente

—Claro, será un placer. Una alianza con un ducado antiguo es un buen primer paso para un ducado como el de mi familia Aguablanca. —respondió con una sonrisa.

—Bien. Si todo sale como espero, voy a necesitar un favor de tu familia también. —dije, apenado.

—Zekke —Dannia apretó mi mano y me miró a los ojos —, haremos todo lo posible para ayudarte. De no ser por ti, probablemente no habría podido comprarles un título a mis padres. Te lo debemos. —respondió con sinceridad.

—Bien, muchas gracias. —respondí sinceramente.

Dannia era una persona muy curiosa. Cuando estaba con ella podía sentir su fuerte determinación y sed de poder, pero también podía sentir un lado amable y suave. Esto probablemente se debía a su afinidad con las partículas de energía positivas, pero no estaba seguro.

En el mundo había tres tipos de energía diferentes en el ambiente. Las partículas positivas, las negativas, y las neutrales. Los siete atributos estaban clasificados de la misma manera. Los atributos de oscuridad, fuego y viento eran producto de las partículas negativas mientras que la luz, tierra y agua eran producto de las positivas. El atributo físico era neutral, desarrollable por ambas partes. Usualmente un mago solo puede usar los atributos positivos o negativos, afectando también su estado mental y emociones. Todos los magos humanos absorbían partículas positivas y negativas. Si un mago como yo, por ejemplo, especializado en partículas negativas absorbía mana ambiental por medio de la meditación, las partículas negativas se sumarían a mis reservas de mana mientras que las positivas se utilizarían solo para estabilizarla. Lo mismo era cierto para los especialistas en partículas positivas, pero al revés. De cualquier manera, ambos exudaban partículas neutrales al terminar.

Dannia se especializaba en partículas de luz y agua, lo que la hacía una usuaria de partículas positivas. Yo, por el otro lado, me especializaba en partículas de oscuridad, fuego y viento. Eso me hacía un mago negativo. Usualmente dos personas como nosotros no podríamos tolerarnos, pero nos hemos llevado bien desde el principio. Es algo en verdad muy extraño.

Hablamos por horas hasta que llegó el medio día. En ese momento decidí ir a casa de mi padre para enfrentar lo inevitable. Estaba preocupado por lo que me diría. Seguramente estaría enojado, después de todo hace tres años que no me veía, pero esperaba que no hubiera muchos problemas.

Después de unas horas de caminata al fin habíamos llegado a mi antiguo hogar. Mi padre era un barón, después de todo. No era una posición muy alta dentro de la nobleza. Nuestra mansión era no muy grande. Con dos pisos, cada uno podía albergar hasta diez habitaciones amplias. Por supuesto, la planta baja solo tenía dos habitaciones. La del mayordomo y la de el capitán de la guardia. El terreno restante estaba dividido en un comedor espacioso, una sala de eventos y la oficina de mi padre. Había una pequeña biblioteca también, pero era un espacio tan pequeño que era despreciable.

Maestro, es bueno tenerlo de vuelta —en las rejas, un rostro familiar nos dio la bienvenida —. Su padre ha estado muy preocupado por usted. —dijo Hume mientras se arrodillaba por unos segundos para después levantarse casi de inmediato. Era una costumbre que la mayoría de los militares experimentados tienen. Si se arrodillan por más de un segundo se dejan abiertos a ataques enemigos. Claro está, en presencia de un noble ajeno no se levantarían tan rápidamente, pero Hume había sido como un segundo padre para mí, por lo que él no lo pensó dos veces y a mí no me importó.

—¿Preocupado? —respondí mientras un deje de burla invadía mi rostro —Una persona preocupada no se casa y tiene una hija, ¿no crees?

—Maestro Zekke, por favor no hable de esa manera. Estoy seguro que su padre ha pasado por un infierno todos estos años.

Tenía razón. Puedo empatizar, después de todo. Si mi hijo desapareciera de la noche a la mañana y no supiera nada de el por tres años tampoco me la pasaría muy bien. Sin embargo, mi padre y yo no teníamos una relación cercana, por así decirlo. Desde la muerte de mi madre lo único que llamaba mi atención era la magia, y a mi padre nunca le interesó la materia. De hecho, hasta me atrevería a decir que la detestaba un poco. Gracias a eso el tratamiento que obtuve por parte de mi padre no era el mejor. Siempre procuró mi seguridad y estoy seguro que me quería, pero todo terminaba en eso. Por mi parte, lo resentía un poco por su desinterés en la magia, que era el único campo que me recordaba a mi madre. Las últimas palabras que me dijo antes de que escapara no se me olvidaban hasta la fecha, aún con la sangre hirviendo.

Hume nos guio a Dannia y a mí por la mansión hasta llegar a la oficina de mi padre. Toda la ruta la sabía de memoria, pero era difícil disuadir a ese hombre una vez que se proponía algo. Al llegar a la puerta del estudio, Hume la abrió como si fuera su propia casa.

—Señor, Zekke y la señorita Dannia Aguablanca. —dijo mientras se inclinaba hacia mi padre. Su expresión cambió de sorpresa a felicidad a enojo en menos de un segundo. Honestamente, fue algo muy gracioso de mirar.

—Eres un estúpido —dijo mi padre mientras se levantaba de su escritorio y se acercaba a mí. Solo habían pasado tres años, pero su cabello y barba se habían tornado un poco canos —. ¿Dónde carajo habías estado? ¿Eh? ¿Tienes idea de todo lo que me has hecho pasar? No solo a mí, Hume y los demás no han descansado un solo día desde que desapareciste. Hasta tuve que contratar un mago de la capital para buscarte. ¡Un mago! ¿Tienes idea de cuánto dinero me costó? —al parecer, después de desahogarse, le quitó un peso a su corazón. Después de reprocharme mi padre se acercó aún más y me abrazó —Estoy feliz de que estés bien, Zekke. —dijo entre sollozos.

—Padre… —dije con una voz un poco frágil. Aunque no nos llevábamos bien, su reacción me conmovió tanto que no pude evitar derramar una lágrima —Lamento haberte hecho pasar angustia. —dije, para mi sorpresa, con sinceridad.

—Bueno, bueno, no pasa nada —mi padre se limpió las mejillas —. Mírate, has crecido muchísimo. —sonrió, algo raro en mi padre.

—Sí, también hay muchas cosas que debería contarte. —respondí con una genuina sonrisa.

—Cuéntame en la noche, Zekke, durante la cena —aclaró su garganta y miró a Dannia, un poco avergonzado —. Después de todo sigues descuidando tus modales, hijo. ¿No planeas presentarme a tu compañera? —Mi padre claramente sabía que era alguien de estatus, pero no reconocía su apellido, por lo que decidió preguntar.

—Claro, lo siento —dije mientras miraba a Dannia —. Padre, ella es Dannia Aguablanca, hija del duque de Aguablanca. Dannia, él es mi padre, Welt Belverd. Barón del terreno. —dije con un tono solemne.

—Es un placer, Barón Belverd. —dijo Dannia mientras hacía una reverencia formal. Me sorprendió un poco que pudiera hacerlo de una manera tan agraciada, después de todo era una plebeya hasta hace unos días.

—Señorita Dannia, es un placer conocerla —dijo mi padre mientras la saludaba. El problema con los títulos nobiliarios es que no son válidos para los descendientes hasta que el noble en cuestión muere. Por ejemplo, aunque Dannia había comprado el título, lo compró para su padre, por lo que ella no era más que la hija de un duque —. Disculpe mi ignorancia, pero no me parece haber escuchado de su familia antes, ¿son acaso tierras en otro continente? —preguntó conflictuado.

—No se preocupe, barón —replicó Dannia —. Honestamente me habría sorprendido si reconociera el nombre. Somos una familia nueva, compré el título hace apenas un mes. Nuestras tierras se encuentran a dos días al oeste, cerca del monte Karrmel. —respondió de manera elegante.

—¿Compraste el título? ¿Tú? —la sorpresa hizo que mi padre olvidara la formalidad, su rostro exudaba una mente que no podía hacer sentido de lo que escuchaba.

—Padre, Dannia es una acólita de la Academia del Dragón Plateado, en el continente de Merdibriek. Con un poco de sus ganancias decidió comprar un título para sus padres —expliqué a mi estupefacto padre —. Además, es a ella a quién mandaste al acólito que contrataste y a Hume a perseguir. Si no fuera porque los interrumpí a tiempo, quién sabe a que niveles habría llegado el conflicto.

—¿Ella? —preguntó aún más sorprendido —Mis disculpas, señorita Dannia. De haber sabido que era un malentendido no habría emitido esas órdenes. Espero que me perdone a mi y a mi hijo. —dijo con miedo en su voz. La hija de un duque no era la gran cosa, pero un acólito se debía de tratar con el mayor respeto posible.

—¿A su hijo? —preguntó Dannia mientras me miraba, perpleja —Barón, su hijo es más fuerte que yo, ¿no lo sabía? —preguntó

—¿El acólito que contrataste no ha regresado? —dije con incredulidad. Supuse que lo primero que haría habría sido contarle lo ocurrido a mi padre.

—¿Más fuerte? —la sorpresa en el rostro de mi padre alcanzó niveles sin precedentes, tuvo que caminar de manera mecánica hasta su silla para poder sentarse, sus piernas temblaban —Zekke, explícame, ¿cómo que más fuerte?

—Ese es un tema para la cena, padre. —dije mientras sonreía.

—Niño, ¿es una broma? ¿Qué has estado haciendo este tiempo? —balbuceó mientras se relajaba un poco —Bueno, la cena será. Por ahora ven, hay alguien que quiero que conozcas. —dijo mientras me sonreía.

Mi padre nos dirigió a Dannia y a mí por la casa. Subimos al segundo piso hasta llegar al cuarto de mi padre. Dentro de él se podían escuchar unos gritos muy agudos. Mi padre abrió la puerta y me indicó que entrara. Al no decirle nada a Dannia, ella simplemente permaneció parada en la puerta, dándonos un poco de privacidad.

—Zekke —dijo mi padre mientras cargaba la fuente de los llantos cubierta en una cobija —, ella es Erani, tu hermana. —dijo mientras extendía sus brazos hacia mí.

Tomé a mi hermana con mucho cuidado de no tirarla. Aunque solo tenía seis meses podría jurar que era la mujer más bella que jamás hubiera visto. En el momento en el que hice contacto con su cabello rojo y sus ojos verdes no quería soltarla nunca más. Es difícil de explicar, pero me sentía completo por primera vez desde la muerte de mi madre. No esperaba que una bolita de carne poco más pesada que un par de libros me hiciera sentir de esta manera.

—Muchas felicidades, padre —respondí sin poder quitarle los ojos de encima a Erani —. Por cierto, ¿dónde está Uro? —pregunté. Uro era mi hermano menor. Nos llevábamos muy bien al tener solo dos años de diferencia, por lo que siempre me sentí culpable de escapar sin hablar con él.

—Ese es un tema para la cena. —respondió mi padre con una voz grave. Más grave de lo que nunca lo había escuchado. Tuve un mal presentimiento. ¿Había escapado para ir a buscarme? Sonaba a algo que mi hermano haría.

Cargué a mi hermana por un par de minutos más. Para ser precisos hasta que empezó a llorar. Después de eso no pude evitar dejarla en su cuna. Varias sirvientas la arroparon después de que salí del cuarto. Antes de saberlo, ya era de noche. La cena, para un cambio, empezó de una manera muy vivaz y entretenida. Dannia estaba hablando de su familia y su acenso de plebeyos a nobles mientras mi padre escuchaba.

—Muy bien, señorita Aguablanca. Me alegro por usted —dijo mi padre sonriendo —. Pero bien, ¿ya me van a explicar como se conocieron? —preguntó finalmente.

—Bueno, padre —vacilé un poco —, cuando escapé hace tres años, me encontré con un mago errante. Estaba lastimado y me ayudó, pero también me dijo otras cosas. ¿Recuerdas la examinación del acólito Syre? —pensé en el momento en que lo había matado, pero no lo iba a mencionar.

—Por supuesto, el principio del fin. —dijo mi padre con un rostro serio.

—Pues se lo comenté a ese mago —dije un poco dudoso —, pero me dijo que no era cierto. Que yo tenía potencial para convertirme en un gran mago. Es ese momento seguía enojado contigo, por lo que decidí ir al campamento de las academias. El mago me prestó un poco de su dinero y pude pagarlo. Ahí, me dijeron que mi aptitud era perfecta, de diez más. Es la más alta que hay —respondí un poco enrojecido —. A Dannia la conocí en el barco hacia el campamento, donde la ayudé con unas cosas. —finalmente llegué al punto.

—Bueno, eso explica muchas cosas —suspiró mi padre. Después de haberse enterado de que ya era un mago la historia no lo tomó por sorpresa, aunque aún había incredulidad en su rostro —. Me alegra mucho que hayas decidido seguir tus sueños, hijo. Aunque me gustaría que me hubieras avisado primero.

—Lo siento, padre. Mi vida ha estado muy apretada desde aquel día. —respondí

—Te entiendo, hijo, te entiendo —tomó un trago de vino —. Por cierto, hay algo que necesito que sepas —dijo presagiando malas noticias —. A partir de hace una semana, estamos en guerra con el ducado Hatshe. —dijo seriamente.

—¿Guerra? —pregunté sorprendido —Solo había escuchado de un par de escaramuzas, ¿por qué guerra? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

—No lo sé, su territorio no está nada cerca del nuestro, por lo que es algo muy extraño —contestó —. Yo no habría declarado la guerra jamás a un ducado, pero no me han dejado ninguna otra opción.

—¿A qué te refieres? —pregunté finalmente

—Los Hatshe son una familia muy poderosa, hijo. Ahora son solo duques, pero antes eran una de las ramas centrales del magisterio de la capital. Se separaron después de una diferencia de opiniones hace unos doscientos años, pero conservan gran parte de su poder —dijo —. Afortunadamente, la mayoría de los magos de esa familia están desaparecidos o muertos. De hecho, solo tienen uno hoy en día. Es el primogénito del duque. Aunque sigue estudiando, llegó al continente hace un par de semanas, y atacó una caravana que… —su rostro se tornó sombrío —Zekke, mató a mi esposa, la madre de Erani y secuestró a Uro. Está exigiendo que le entreguemos todo lo que poseemos para llegar a una tregua, pero no entiendo que quieren.

—Lo siento, padre —dije sin emoción. Mi corazón casi se había detenido a la mención del secuestro de mi hermano —. Es mi culpa. —respondí.

—No, Zekke, no lo es. No podrías haber hecho nada aunque hubieras estado aquí… —dijo, pero lo interrumpí.

—Padre, en el barco rumbo al campamento, Netsuo Hatshe estaba asaltando a unos niños, entre ellos Dannia —expliqué —. Lo detuve, pero me excedí un poco. —dije con arrepentimiento.

—Ah, eso lo explica —suspiró —. Eres un idiota, Zekke.

—De verdad lo siento, padre, me hubiera gustado conocer a tu esposa. —respondí.

—No, no te habría gustado. —dijo con lo que parecía una risa.

—Pero, padre, ¿qué haremos con Uro? —pregunté, nervioso —Si me lo autorizas, yo me encargaré de destruir a la familia Hatshe. Tengo el poder para hacerlo. —no mentía. No importaba quién, si estaba por debajo de un mago completo podía detenerlo.

—No, no te preocupes por eso, hijo. Ya he mandado un emisario para negociar su liberación. Es un evento desafortunado, pero no es poco común. —dijo con seriedad. Sabía que la situación era más grave de lo que la hacía sonar, pero no dije nada.

—Padre… —pensé mucho antes de continuar —Erani es la más vulnerable en toda la situación, ¿has considerado mandarla a otra familia? —pregunté.

En tiempos de guerra el mandar un hijo a otra familia era una acción normal. En caso de que tu familia fuera derrotada, por ejemplo, se llevarían a uno de tus hijos y lo educarían como el propio. Actuaba como un rehén. Esto era en caso de que no fueran exterminados. Sin embargo, cuando un conflicto estaba en un punto muy tenso, un jefe de familia también podía elegir mandar a su hijo con una familia aliada, para asegurar su protección y sobrevivencia.

—Claro que lo he pensado, pero no tenemos muy buenas relaciones con los nobles locales —respondió desanimado —. Y para empeorar las cosas los únicos que podrían aceptar son también barones, un ducado puede fácilmente destrozar dos o tres baronías.

—¿Y si la mandamos a otro ducado? —pregunté

—Zekke, solo soy un barón. No hay ningún duque que me quiera hacer ese favor, es solo un sueño. —respondió. Pensé por unos segundos antes de hacer mi siguiente movimiento, pero volteé a ver a Dannia.

—Dannia… —no pude decir nada más. Ya lo tenía planeado, pero pensarlo era más fácil que hacerlo.

—Barón Welt —dijo Dannia inmediatamente después de escuchar su nombre —, en nombre de la familia Aguablanca, le ofrezco nuestro hogar a su pequeña hija, Erani —dijo solemnemente, para la sorpresa de mi padre —. Aunque apenas nos hemos establecido, nuestro ducado cuenta con el apoyo directo de la capital al ser una familia de magos. Lo que es más, también han despachado dos mil tropas a nuestro territorio. Le prometo que estará segura con nosotros. Por favor, consideré la oferta.

Mi padre suspiró por lo que pareció una eternidad. Él sabía que era la mejor opción a la mano, por lo que poco después aceptó la oferta. Claro está, su orgullo de noble le permitió aceptarla solo con la condición de que la entregara personalmente y jurara una alianza entre las dos familias, además de compensación monetaria.

Después de eso, la cena tomó un tono lúgubre y solo en ese momento pude entender un poco mejor los sentimientos de mi padre. Había perdido a su esposa a una edad muy joven, dejando dos niños atrás. Después, uno de sus hijos había desaparecido. Justo cuando había decidido rehacer una familia su esposa murió y su hijo restante fue secuestrado. Erani era probablemente lo único que le quedaba, por lo que decidió protegerla a toda costa.

Al terminar la cena dejé a mi padre y a Dannia solos por unos minutos. Ya había hablado de esto con Dannia, pero no me atreví a decirle nada a mi padre. En pocas palabras, necesitaba saber unas cosas sobre mi hermana para poder trazar un plan. Mi padre estaba en una situación peligrosa, pero no me dejaba ayudarlo. Sin embargo, él me había dado su tácita aprobación para proteger a mi hermana no importaba qué.

Subí a su cuarto y la cargué en mis brazos. La miré por unos segundos antes de sentarme en el piso y ponerla frente a mí. Su mirada era una de curiosidad, pero también despreocupación. Tomé la esfera de examinación y puse la mano de mi hermana sobre ella. Usualmente era una broma examinar a un bebé, pero con la esfera era posible. Mi control de mana también había mejorado mucho los últimos años, por lo que mantenía cierto nivel de confianza. Un minuto después, Erani comenzó a llorar y después cayó dormida. Probablemente no despertara en toda la noche, un buen regalo para mi padre. Al ver la esfera no pude mas que contener una sonrisa. Afinidad con el elemento de oscuridad casi perfecta, reservas de dos y aptitud de nueve. Esos datos probablemente cambiarían con el tiempo, pero aun así me calmó saberlo.

Le escribí una carta a mi hermana, explicándole quién era ella y quién era yo. También explicaba los orígenes de la familia y, lo más importante, que cuando cumpliera doce mandaría a alguien por ella para traerla conmigo a estudiar magia. Escribí un par de cosas más, alentando a mi hermana pequeña. Después de todo, no la volvería a ver por más de diez años.

Mi padre movilizó todas las tropas del territorio, tres mil soldados. Aunque dos terceras partes eran campesinos armados, el resto eran soldados entrenados. Personalmente tomó a Erani y la llevó al territorio del Duque de Aguablanca.

Dannia y yo planeábamos acompañarlo, pero nos pidió no hacerlo. Después de todo Dannia escribió una carta y se la dio a mi padre, como prueba del acuerdo. Dentro del sobre iba la que yo escribí. Tres noches después salimos rumbo a Puertogrís. Tenía algo que hacer en el continente, pero Dannia tenía que regresar a su Academia. Usualmente hubiera tomado otro camino, pero decidí acompañarla como una muestra de gratitud por apoyar a mi familia. Aunque también tenía otros planes que la involucraban. Era hora de escoger al heredero del maestro Iamos.

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