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Capítulo Once

Evaluación

Al entrar a la tienda de examinación vi a un hombre de mediana edad sentado en el suelo con los brazos y piernas cruzadas. Cuando me miró a los ojos, sentí como una gran presión se apoderó de todo mi cuerpo. El hombre tenía el cabello negro y rastros de barba se podían observar en su rostro. Vestía ropa verde, del mismo color que la del maestro Iamos.

—Buenas tardes, gran mago. —dije mientras me inclinaba de manera reverencial.

—Hola, muchacho. Eres Zekke, ¿verdad? La muchacha que entró antes que tú estaba muy preocupada por ti y los efectos de la prueba, dijo que no te habías examinado anteriormente, ¿es cierto?

—Zekke Belverd, señor —puse una cara de indecisión, pero al segundo contesté —. Honestamente, le metí a Dannia, señor. Cuando me hicieron la prueba salí con aptitud de dos, pero un mago errante me dijo que lo más probable era que la primera prueba hubiera estado mal, por lo que me animó a venir al campamento. —dije formalmente. Una mentira, pero una mentira plausible.

—¿Y por qué no le dijiste la verdad? —me preguntó, jugando conmigo.

—Porque no quería que supieran que había sido calificado con un dos, señor. Estaba avergonzado.

—¿Entonces por qué me dices a mí? ¿No estás avergonzado? —me preguntó con una extraña sonrisa.

—Porque supongo que sería perjudicial para la examinación si le guardo información, señor. —dije esperando que eso fuera suficiente. Después de unos cuantos segundos el silencio se rompió.

—Muy bien. Llámame Plata, soy el mago a cargo de tu examinación el día de hoy —noté como se relajaba mientras hablaba, tanto que hasta suspiró. —. Sabes, para que una jovencita con tanto potencial como ella se interese por ti, deberías de sentirte afortunado —dijo mirándome a los ojos. —. Bueno, siéntate frente a mí, por favor. De la manera que te parezca más cómoda. A diferencia de la prueba que te aplicaron anteriormente, esta va a ser más exacta, por consiguiente, es más difícil. Ya conoces las tres partes de la prueba, ¿algún orden en particular en el que quieras hacerlas? —me preguntó un poco curioso. Podía sentir una extraña fuerza invadiendo mi cuerpo, pero la ignoré momentáneamente.

—Si, señor. Me gustaría empezar con la prueba de afinidad, seguido de la prueba de las reservas de mana. Me gustaría dejar la aptitud hasta el final. —dije. Aunque esperaba tener una buena aptitud, la experiencia pasada me había dejado temeroso de la última prueba.

—¿Asustado de tu aptitud? Ya veo, ya veo. Está bien —dijo mientras sacaba de un bolsillo de su túnica varios cristales. Uno rectangular, uno triangular y uno esférico. Se veían más grandes a los que había usado Syre. De repente, un pensamiento cruzó mi cabeza.

—Señor, disculpé la molestia, pero quisiera saber, ¿hay diferentes niveles en cuanto a los cristales que va a usar? —dije mientras me miraba con unos ojos inquisitivos.

—¿Por qué lo preguntas?

—Cuando el acólito Syre de la academia de la Piedra Rota me hizo la prueba usó cristales similares, pero no eran estos; aquellos eran más pequeños. —dije y la ira era clara en los ojos de Plata.

—Ya veo. ¿Syre, dijiste? Me encargaré de eso. Él no debía de usar esos cristales, debía de haber usados unos de calidad al menos similar a estos, otra maldita basura.

—Señor, ¿eso significa que hay cristales con mayor calidad a los que está por usar? Y de ser así, ¿afectan el resultado de la prueba?

—Si, si los hay. Pero estos son los que usualmente usamos al ser más baratos. Mientras más refinado el cristal, mejor el resultado, pero el precio también sube en concordancia. —me dijo como si esperaba que respondiera.

—Señor, de ser posible, ¿me podría decir el precio de los mejores cristales para la examinación?

—Son quince arcanas por los cristales más cinco arcanas por el procedimiento, si quieres —dijo con una mirada curiosa. —. También debo advertirte que el proceso, aunque más seguro, es un poco más doloroso. —dijo antes de mirarme de pies a cabeza.

—Está bien, señor. Me gustaría esa prueba. —dije antes de sacar veinte arcanas de la bolsa que tenía colgada en mi cinturón. Se las di a Plata, que me miró con más curiosidad.

—Belverd, ¿no? Esa es una baronía. ¿Cómo el hijo de un barón tiene esta cantidad de arcanas? No pareces tonto, por lo que debes de estar guardando algunas para la matrícula, ¿cómo tienes tanto dinero? —preguntó más curioso que molesto.

—El mago errante del que le comentaba me las dio, señor. También me dio dinero para comprar esta ropa. —dije calmadamente, me esperaba esta pregunta desde el momento en el que dio su precio. Un alto noble no acostumbraba tener esta cantidad de arcanas, para un barón era casi imposible. ¿Para el hijo de un barón? Ni se pregunte.

—Bien, está bien —murmuró mientras tomaba las arcanas y sacaba tres cristales aún más voluptuosos y refinados. —Este procedimiento es diferente. Vas a tomar el cristal que te dé con las dos manos y lo vas a apretar con firmeza. Después, pondré una mano en tu cabeza y moveré mana alrededor de tu cuerpo. Va a doler, ¿estás listo? —dijo Plata

—Si, señor. —tomé el primer cristal y sentí la mano de Plata en mi cabeza. Al principio no sentía nada, pero después una onda de calor atravesó todo mi cuerpo. El calor se convirtió en electricidad para después convertirse en una fuerza bruta. Dolía, bastante, pero no lo suficiente para hacerme siquiera parpadear. Esto, al parecer, sorprendió a Plata. Terminó el dolor y el mago tomó el cristal con una mano mientras me entregaba otro con la otra. El proceso se repitió dos veces más. Para la tercera, la de aptitud, dejé salir un gemido de dolor, a lo que Plata asintió con la cabeza. Al terminar, solo suspiré y empecé a respirar pesadamente.

—De verdad, ¿qué son ustedes muchachos? Primero la otra niña sale con aptitud de nueve y una reserva muy grande. Y ahora tú, ¿aguantas el dolor de todas las pruebas? —dijo Plata con una expresión indescifrable en su rostro, expresión que después se volvió una sonrisa. —Aunque debo de admitir, pareces ser un aspirante muy interesante, Zekke. —dijo mientras tomaba el cristal de mis manos.

—Muchas gracias, señor Plata. —dije y me incliné. Al tener su mana recorriendo mi cuerpo pude sentir la inmensa diferencia de poder entre Syre y plata. Esto es lo que es ser un mago de verdad…

—Bueno, empecemos con los resultados —tomó un cristal del suelo, el primer cristal. —. Afinidad, ¿no es cierto? Veamos que… —la voz de Plata se detuvo por un instante y sus ojos, grandes como platos, me miraron directamente. Claramente sorprendido, empezó a hablar. —Muchacho… tú… ¿Sabes por qué estos cristales son mejores que los otros? Nos permiten ver los resultados con valores numéricos. Pero no solo eso, también nos dan otros parámetros. Por ejemplo, el cristal de afinidad no solo nos da el atributo al que eres afín, sino también nos muestra el derivado de dicho atributo y su afinidad, también en valor numérico —dijo mientras me veía incrédulamente. —. Los derivados son una especialización del atributo. Usualmente se desarrolla con el tiempo y la experiencia, por lo que ni siquiera los acólitos que usan este método la pueden ver en números, y aun así… —miró el cristal en su mano y se trató de calmar un poco. —De cualquier manera, ¿te molestaría decirme tus resultados de la primera prueba? —preguntó

—Claro, señor. Aptitud de dos, reservas de mana entre ocho y diez y afinidad perfecta al viento, pero inutilizable, afinidad de entre treinta y treinta y cinco con tierra. Eso fue lo que dijo el acólito Syre. —dije sin chistar. Había memorizado casi toda esa conversación.

—Increíble… Solo increíble… —dijo mientras miraba el cristal nuevamente. —Resultados de la prueba de afinidad de Zekke Belverd. —dijo mientras chascaba los dedos. De repente, sobre su cabeza, apareció un pedazo de pergamino y una pluma que parecía moverse sola mientras hablaba. — Afinidad con el atributo de oscuridad al cien por ciento. Afinidad con el atributo de fuego al noventa y siete por ciento. Afinidad con el atributo de viento al ochenta y nueve por ciento, afinidad inutilizable. Afinidad con el atributo de tierra al ochenta y tres por ciento —Plata se quedó en silencio por un momento antes de voltearme a ver, con un suspiro siguió hablando. —Afinidad con el derivado de sombra al cien por ciento. Afinidad con el derivado de relámpago al cien por ciento. Afinidad con el derivado de metal al noventa y tres por ciento. Afinidad con el derivado de sensación térmica al cincuenta y uno por ciento. —dijo Plata y soltó un gigantesco suspiro. —Escúchame, Zekke. Tienes cuatro atributos sobre ochenta, dos de ellos sobre los noventa. Esto por si solo es suficiente para pensar que serás un mago muy peligroso, pero los derivados… Los derivados aparecen cuando has entrenado y estudiado por años, y aun así es muy rara una persona con más de un derivado sobre cincuenta. Tú tienes dos derivados perfectos y uno arriba de los noventa. No creo que haya precedentes —dijo con una voz pensativa. —Pero bueno, si sigues teniendo una aptitud de dos, no hay mucho que puedas hacer aún con esas afinidades. Lo entiendes, ¿verdad?

—Si, señor. Lo entiendo a la perfección. —dije mientras lo miraba, calmado. Toda la información me tenía un poco abrumado, pero sorprender a un mago tenía que ser algo bueno. Sentí como mis ojos parecían estrellas en ese momento, lleno de felicidad e ilusión. En ese momento mis pensamientos y emoción me distrajeron del mago frente a mí, que había tomado dos cristales de su costado.

—¡JAJAJAJA! Debí haberlo sabido —dijo Plata mirando los dos cristales restantes. —Oye, Zekke, ¿quieres ser mi aprendiz personal? Te prometo que te convertiré en un mago excelente. —dijo con una sonrisa casi diabólica en sus labios. Sus palabras me sorprendieron, por lo que tarde en contestar.

—Muchas gracias por la oferta, señor plata. Pero he decidido buscar una academia que se adapte a mis afinidades y aptitudes para mejorar mi crecimiento. —dije claramente.

—Claro, lo entiendo, disculpa. No sé de dónde vino eso, no es para nada como yo. —dijo Plata balbuceando con una voz sumamente seria, aun sosteniendo los dos cristales restantes. —Bueno, sigamos —chascó los dedos una vez más. —Resultados de la prueba de reservas de mana: Tamaño de la reserva, veinte puntos. Reservas reales, trece puntos —dijo Plata y pausó para mirarme a los ojos. —. Deberías saber, nunca he visto un niño de tu edad pasar los nueve puntos en tamaño y cinco en reserva real, esto es casi igual que un acólito de rango uno —suspiró y su mirada se volvió más penetrante que cualquier otra que haya visto jamás. —. Resultado de la prueba de aptitud mágica. Zekke Belverd, aptitud de diez más.

—¿Diez… más? —dije asombrado. El resultado de afinidad me había dejado confundido, pues era demasiada información de un solo golpe. El resultado de las reservas, en la otra mano, lo esperaba. El maestro Iamos me tuvo que imbuir sus reservas después de todo. Aunque la mayoría aún están selladas, puedo sentir como se liberan poco a poco. Pero, el resultado de aptitud… ¿Qué siquiera significa diez más? Las aptitudes van del uno al diez. Jamás había escuchado hablar del diez más.

—Si, eso es correcto. Normalmente las aptitudes varían entre uno y diez. La razón por la que la chica Dannia que pasó antes que tú probablemente va a conseguir una academia fácilmente es porque su aptitud es de nueve, lo que significa que hay un cincuenta por ciento de probabilidad de que logre convertirse en una maga. Eso es sumamente raro, solo una de cada cien mil personas tiene el grado nueve. El grado siguiente, el diez, implica un noventa por ciento de probabilidad de convertirse un mago, usualmente solo una de cada dos millones de personas, más o menos unos miles, tiene este grado. El grado diez más solo existía en leyendas. Este implica un cien por ciento de conversión a mago por sí solo. Si te dedicaras solo a descansar los siguientes cinco años, probablemente podrías convertiré en un mago por ti solo. Qué bueno que pagaste el examen especial, de no haberlo hecho, los cristales te habrían catalogado como aptitud de diez —dijo mientras recordaba algo. Su rostro se puso rojo y sus ojos casi salen de sus órbitas, era el rostro de la furia. —. Qué bueno que viniste al campamento. Cuando encuentre a ese acólito idiota, lo voy a matar, lo juro. Mira que errar por tan largo margen… —pareció recordar mi presencia y se calmó un poco. —. Bueno, ten este pergamino. Aquí están grabados tus datos. Mi sello mágico está en el papel, por lo que ningún mago debería de poder dudar su autenticidad. Para ti, no necesitas un solo arcana para atender a una academia, seguramente irás becado y en primera clase. Todas las escuelas van a pelear por ti, escoge con cuidado. Y si no le guardas odio al idiota de Syre, considera atender la Academia de la Piedra Rota, yo soy el director, y te ofrezco todos los privilegios que se te puedan ocurrir. —dijo Plata mientras tomaba el pergamino y salía de la tienda. Era bueno saber que era aceptado como el pupilo personal del director de una academia, pero antes de tomar cualquier decisión necesito estudiar más a las academias. Salí de la tienda por la parte de atrás y había un grupo de seis personas esperándome.

—¡Zekke! — la voz de una mujer sonó a la distancia, la voz de Dannia. —¿Cómo te fue? —inmediatamente después de que me preguntara, mis otros cinco compañeros se acercaron, todos curiosos con una sonrisa en su rostro, todos menos Serge, que tenía una mirada lúgubre.

—Muy bien, jeje —dije mientras me rascaba la nuca y sonreía. —. Pero díganme primero, ¿cómo les fue a ustedes?

—A la mayoría nos fue bien, los resultados fueron casi los mismos que en casa —dijo Dannia. —. Aunque me llevé una gran sorpresa. ¡Mi afinidad al atributo de luz es casi perfecta! ¿Puedes creerlo? —dijo con una gran sonrisa en su rostro. Al parecer, solo pudo pagar la prueba de aptitud cuando la examinaron anteriormente. —Aunque Serge… —su mirada se tornó suave.

—Mi aptitud está más cerca del grado tres que del cuatro, al parecer. Mi matrícula tal vez sea un poco más cara… —dijo Serge, ahora entiendo por qué está triste.

—No te preocupes, Serge. Si necesitas más dinero, podemos juntar un poco entre todos para que puedas ingresar, no te quedarás sin academia —dijo Dannia con una mirada inocente en sus ojos. Ella había estado en la misma posición hasta hace poco, por lo que podía entender el sentimiento de Serge muy fácilmente. —Pero dinos, Zekke, ¿cómo te fue? —Dannia insistió, por lo que le di el pergamino. Mientras lo desdoblaba, los cinco restantes se acercaron, por lo que lo leyeron al mismo tiempo. Mientras que mis reservas y afinidades los sorprendieron, cuando llegaron a la aptitud todos gritaron en incredulidad.

—¡Aptitud de diez! —dijeron al unísono todos menos Nae, que parecía temblar de miedo. Dannia lo notó y la sorprendió, una aptitud de diez es muy rara, pero no tanto como para temblar de esa manera.

—Nae, ¿estás bien? —dijo Dannia mirándolo

—Eso… Eso no… Esa no es una aptitud de diez, es una aptitud de diez más. Un mítico grado de aptitud que supera al diez. Aquel que posea el nivel diez más, avanzará para convertirse en un mago sin problema e incluso será más fuerte que el mago promedio. Su habilidad también incrementa muchísimo… Se dice que la gran maga legendaria Shafari tenía un grado de diez más… —dijo Nae aun temblando. El rostro de Dannia y los demás pasó del júbilo a la sorpresa, todos mirándome boquiabiertos.

—Tranquilos, no es la gran cosa. Aún somos amigos y estoy seguro que todos podremos ser grandes magos —dije con la esperanza de bajar la tensión, aunque no funcionó. —Serge, el mago Plata de la examinación dijo que las academias se pelearían por mí. Si no consigues pagar tu matrícula para el último día, estoy seguro que si pongo como condición que te acepten con el dinero que tienes, la academia a la que me una te aceptará sin problema. —dije, la mirada de Serge se alegró un poco, pero los demás seguían incrédulos. Dannia fue la primera en recuperarse.

—Escuchen, vamos al campamento central a comer y empezaremos a buscar academias mañana por la mañana. El campamento termina dentro de cinco días de acuerdo con nuestros pergaminos, por lo que deberíamos estar sobrados de tiempo. ¡Vamos! —dijo Dannia y no pude evitar agradecerle mentalmente por quitarme del reflector.

Ese día por la noche me encontraba sentado fuera de mi tienda. Nos acomodamos en una de las esquinas del campamento, por lo que pudimos encontrar siete tiendas aledañas disponibles. "Aquí está, todo lo que he querido toda mi vida. ¿Me están viendo? ¿Mamá? ¿Maestro Iamos?" Fui retirado de mis pensamientos por una voz a mi lado.

—¿En qué piensas? —dijo Dannia mientras se sentaba a mi lado

—En todas las personas que me gustaría estuvieran aquí para ver en lo que me he convertido. —dije sin duda, apretando el pergamino de examinación en mis manos.

—Yo también pienso en ellos muy seguido —dijo Dannia mientras se unía conmigo a mirar al cielo. —. En mi familia. Mi papá, mamá, hermana, hasta en el mago errante que me aplicó la prueba. —me sorprendí al escuchar esto.

—¿Un mago errante te aplicó la prueba de aptitud? —pregunté, incrédulo.

—Si, solo puso de condición que si me convertía en una maga hiciera lo mismo por otros niños en mi situación. ¿Y sabes qué? Planeo hacerlo. —al decir esto un pensamiento cruzó mi cabeza.

—¿El mago vestía de verde y era casi calvo? —pregunté pensando en el mentor Iamos.

—¿Qué? No, para nada. Era una mujer muy joven, de no más de veinticinco años. Era muy guapa, también.

—Oye, ¿por qué dices que te examinó un mago errante si fue una mujer? —pregunté extrañado

—Porque ella se presentó como un mago, y la mayoría de ellos son excéntricos —dijo Dannia con una sonrisa. —. Pero, aunque el mago me haya ayudado, es mi familia la que gastó todo el dinero que tenía para mandarme a estudiar magia. En algún momento se los voy a pagar, con muchos intereses.

—Yo sé que lo lograrás. —dije con una sonrisa

—¿Y tú? —preguntó Dannia —¿Quiénes te gustaría que estuvieran aquí?

—Mi mamá, principalmente —dije después de pensármelo mucho. —. Ella enfermó cuando yo tenía cinco y murió cuando tenía seis. Todo ese año la pasó en cama leyéndome historias de magos. Ella era una acólita de nivel uno, pero no terminó sus estudios. Ella fue la única en confiar en mí, y le voy a pagar esa confianza. —dije sin darme cuenta de las lágrimas que emanaban de mis ojos.

—Estoy segura que estaría orgullosa de ti —dijo Dannia mientras ponía su mano sobre la mía y me dirigía una cálida sonrisa. —. Pero bueno, es hora de ir a dormir. Todos tenemos un gran día mañana, ¿recuerdas? —dijo mientras se levantaba y halaba mi mano.

—Claro, un gran día. —dije limpiándome las lágrimas. —Buenas noches, Dannia.

—Buenas noches, Zekke. —dijo Dannia antes de entrar a su tienda. Me dirigió una sonrisa.

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