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Preludio

La promesa de un niño

En tiempos antiguos, todo el mundo se vio sumergido en una terrible oscuridad. En ese entonces, toda persona sin importar su procedencia veneraba a los magos, y la mayoría de las familias tenían al menos uno en el cual apoyarse en tiempos difíciles. Ellos eran considerados la fuerza militar más importante de todos los reinos, por lo que no era inusual que se desarrollaran batallas entre magos de diferentes facciones. El resultado de la gran prosperidad que se tenía hasta en los más pequeños pueblos fue la inevitable expansión territorial. Los ejércitos de todos los reinos, encabezados por los escuadrones mágicos empezaron a librar grandiosas y destructivas batallas, hasta el punto en el que la mayoría de ciudades y pueblos fueron destruidos. Las únicas urbes que quedaron de pie fueron las capitales de cada reino, a esta época se le llamó La Guerra de la Prosperidad.

Después de décadas de guerra, se hicieron dos alianzas entre los reinos, con la promesa de dividirse los territorios obtenidos al finalizar la guerra. De esta manera, el mundo se dividió en dos facciones peleando por el poder, la alianza de Vesha y la coalición de Merbaldt. Después de incontables batallas, la alianza de Vesha estaba a punto de ganar la guerra. Habiendo conquistado todos los territorios a excepción de la capital de Merbaldt, La ciudad de plata, empezó el asedio de la plata, el evento más importante en la historia de nuestro mundo. En ella, humanos, elfos, sahires y hasta orcos peleaban a la muerte. La coalición de Merbaldt se vio tan amenazada que recurrieron a su carta del gane; una magia secreta que se ha perdido con los años, y perdida se debe de quedar. Entre la espada y la pared, activaron el hechizo de invocación "Transmigración del Abismo". Esta magia transformaba a los miembros desechables de la alianza como los soldados de pie o civiles en feroces criaturas de otro mundo, llamados berbels. La mayoría eran más grandes que una persona normal, llegando a medir hasta dos metros, su resistencia a la magia era casi exagerada y poseían una fuerza bruta incomparable, este fue el principio del fin de la guerra.

Todos los territorios que la alianza de Vesha había conquistado fueron siendo recuperados poco a poco por los Berbels, cambiando la cara de la guerra. La cosa es, los Berbels crecían más fuertes con cada gota de sangre que derramaban, fueron aumentando su fuerza hasta que Merbaldt se vio incapaz de controlarlos. Estos demonios propagaron el caos y la destrucción por todo el mundo, hasta que ambas facciones en guerra decidieron unirse para hacerles frente; este fue el momento de la creación del frente mágico, una coalición de todos los magos del mundo, encabezados por la maga legendaria Shafari.

La guerra se extendió por ocho años más, hasta el punto en que la mayoría de los miembros tanto del frente mágico como de los berbels fueron derrotados. La última batalla de la guerra de la prosperidad se vivió en lo que ahora es el continente central, la isla de Vesha. La batalla se extendió por más de tres semanas, con pocos momentos de descanso para los participantes. Al final, Shafari se enfrentó al rey de Merbaldt, un mago que se ofreció como catalizador para lograr el hechizo de transmigración, convirtiéndose en el más fuerte de los berbels. Medía más de cien metros y su mero rugido podía destruir pueblos, sin mencionar sus poderes mágicos. Shafari y el rey berbel se enfrentaron, destruyendo por completo la capital de Vesha; al final, Shafari resultó victoriosa.

Mientras que la gran maga Shafari no participó en la guerra en sus inicios, se convirtió en la figura más importante de nuestro mundo, y mientras ella viviera, no había reino que osara declarar guerra, por temor a la gran maga. Vivió por solo doscientos años más puesto que, aunque ella derroto a los berbels, no pudo triunfar ilesa. Con su último aliento, decidió que el mundo no se podía permitir otra guerra mundial entre magos, por lo que emitió un decreto real para la creación de academias de magia. Dichas academias operarían independientemente a cualquier gobierno, y nunca se enfrentarían unas a otras con toda su fuerza militar. También obligó a las academias a ser restrictivas con la información provista a los aprendices de magos, limitando así la aparición de ejércitos mágicos tan grandes como en la guerra de la prosperidad. Con su último aliento, juntó todo el mana que pudo y realizó el hechizo más poderoso que se ha visto jamás. Dividió la tierra y movió mares y montañas, creando continentes aislados para cada reino con el propósito de evitar nuevos intentos de expansión. Después de esto, la gran maga Shafari murió, volviéndose una con al mundo. Lo único que nos queda de ella es su leyenda, la historia de la más grande maga que jamás haya existido.

—Oye, mamá, ¿eso de verdad pasó? — preguntó un niño con sus verdes ojos grandes como platos De alguna manera, esto en par con su cabello amarillo lograba una imagen muy bella.

—Por supuesto que sí, hijo—, dijo una mujer pálida y cansada, con ojeras tan negras como el hollín mientras acariciaba la cabeza de su hijo. —La gran maga Shafari podía hacerlo todo, estaba casi al nivel divino.

—¿Lo podía hacer todo? — preguntó un niño con mirada de admiración, pues él creía que había encontrado la solución a todos sus problemas. —Entonces, ¿si voy a buscar un mago que me enseñe te puedo curar? —

La imagen de una mujer sonriendo con amor y lágrimas brotando de sus ojos era tan bella que solo se veía opacada por la fragilidad de su cuerpo. Sus músculos eran casi no existentes, dejando piel cubriendo un saco de huesos. —Estoy seguro que podrías, Zekke, pero eso tomaría tiempo, y no me queda mucho. Además, si te vas a buscar un profesor, ¿a quién le voy a leer cuentos? — dijo una mujer en su lecho de muerte.

Al escuchar esto, Zekke cambió su esperanzada mirada a una de desolación, estaba viendo como su madre abandonaba este mundo poco a poco, y a él, obviamente, no le gustaba lo que veía. —Entonces no necesito un maestro, yo solito voy a curarte, te lo prometo—. Al escuchar estas palabras de su hijo, una madre que estaba muriendo sonrió mientras gentilmente acariciaba las mejillas de un niño pequeño. —Zekke, solamente tienes seis años, no importa que tan inteligente seas, no puedes ayudarme. Necesitas crecer, volverte fuerte y proteger a tu familia. Con que me prometas eso yo seré feliz, y no tendré que preocuparme por ti—, dijo a su hijo una madre cubierta en lágrimas, con su de por si frágil voz quebrándose a cada palabrea. —Lo prometo, mamá. Te juro que voy a comer bien y descansar mucho y estudiar mucho y me voy a volver fuerte, te lo prometo—, dijo un niño impotente viendo a su madre morir. —Yo sé que lo harás, amor. Te convertirás en el mejor hombre que jamás haya habido. Yo sé que lo lograrás…— Dijo la madre de Zekke. Sus últimas palabras, la razón por la que Zekke decidió convertirse en un mago.

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